17 Los domingos, cavilar
Formas al criticar y melancolía
Fernando Merodio
ALERTA 16-09-2018
Hablando sobre su última novela, "El rey recibe", años valiosos de su vida, dice Eduardo Mendoza que los escritores deben dejar constancia de lo vivido, pues "si no lo hacemos nosotros, no lo hará nadie"; lo amplío y digo que puede y debe hacerlo, con su nivel y objetivos, quien haya vivido, para que lo lea el que quiera y que me parece aumenta el interés si se hace contra corriente, frente a los que, con poder público y capacidad para dañar, afectan al colectivo.
Desde hace meses escribo, tras cavilar pegado al suelo, sobre el insostenible abuso eólico, el predicar sin dar trigo de los líderes de Podemos, la utilización espuria del medio ambiente en la tabarra de las escolleras del Tenis de la Magdalena, el fraude de Repsol, ni Viesgo/ni de Cantabria, el egoísmo nacionalista, la familia de Florentino Pérez queriendo sembrar molinos, Rousseau y el respeto a las reglas del juego, el control de la información/opinión, la mentira que es Revilla, la "Universidad del Castellano, proyecto del siglo en Comillas", los pocos que arriesgaron contra Franco vivo, el fraude del Estado de Derecho con la violencia de género,...; lo escribo, lo hago público y lo envío a unos cuantos, entre otros, algunos citados en mis elucubraciones.
He recibido palmadas y advertencias de amigos muy amigos, ¡ten cuidado...!, hasta que, previsible gaje de opinar en público, la semana en que expliqué ideas sobre violencia de género, alguien que, me dicen, se muestra feminista de izquierdas y opina en público, con prosa acelerada, escueta, agresiva,..., escribe a un tercero próximo, no a mí ni al periódico y, alardeando de experta en filosofía, muestra un violento enfado, no con ese artículo, ¡faltaría más!, sino con cómo escribo, qué escribo, yo entero,..., tan excesivo que evoca el incidente del atizador de Wittgenstein.
Y, como ni sé qué quiere quien así se desahoga, diré dos cosas, primera, que sobre filosofía, política, religión, feminismo, fútbol,..., digan lo que digan los que, casi siempre sin base, creen poseer la llave del arcano y todo el saber de los sabios, quien quiera puede opinar usando las citas que elija e intentar impedirlo es totalitarismo amojamado y clasista.
Y segunda, que la crítica útil sobre un parecer debe respetar unas formas, no ha ser total, pues puede perder eficacia, parecer insulto, mientras que si, por dura que sea, aporta datos y fija divergencias, no generará estupor sobre qué querrá decir -o lograr- el crítico y, además, posibilitará la respuesta; aplaudo tal crítica, lo otro no lo es y lo veo aciago, genera melancolía.
Citando, creo, a Kant, Javier Marías aconseja no discutir con cualquiera, o algo así, pues, dice, la gente podría no notar la diferencia; le haré caso, me limitaré a vivir, cavilar y dejar constancia.
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