16 Los domingos, cavilar
Violencia de género
Fernando Merodio
ALERTA 09-09-2018
Acusa el filósofo Giorgio Agamben en "Medios sin fin" que "la corrupción completa de las inteligencias asumió la forma hipócrita y buenista que hoy se llama progresismo", siendo "el principio en cuyo nombre se ha cumplido ese proceso, transigir (...), ceder en todo, conciliar todo con su contrario, la clase obrera con el capital, el medio ambiente con el desarrollo industrial, la libertad de expresión con los medios, la ciencia con la opinión, (...)"; incluso someter ley y justicia a la irracional e irritante presión mediático/pública.
Debiéramos fatigarnos en idear cómo hacer frente a violencia y miedo, reconstruir la confianza, mejorar la cultura y las condiciones materiales mediante "la búsqueda incansable de una perspectiva crítica, que nazca del examen de nosotros mismos", no culpando de nuestros males al otro.
En Europa, hablan de “violencia doméstica” cuando, indistintamente, un hombre o una mujer ejerce o amenaza ejercer violencia física, psíquica, sexual, social,... sobre alguien con quien convive.
En España, buenismo progre y presión de agrios y maniqueos grupos feministas, peligrosos como los machistas, hacen que parezca inexcusable defender, por inerme y buena, a la mujer frente al hombre, que, además de fuerte, es malo y, en 2004, se aprobó la Ley contra la violencia de género, norma de excepción que actúa solamente cuando quien esté o haya estado ligado a una mujer por vínculos más o menos sólidos ejerce violencia contra ella; nunca a la inversa. El horror jurídico y fáctico que desata la denuncia -incluso falsa- de una mujer egoísta o desequilibrada contra un hombre resulta tan kafkiano que, explicado aquí, parecería increíble incluso al más crédulo; además de justicia, quizás los jueces debieran impartir pedagogía.
La fría estadística comparativa dice que en Dinamarca, Suecia, Finlandia, Francia, Reino Unido,... las mujeres que desde los 15 años han sufrido violencia física o sexual han oscilado entre el 52 y el 44% y en España son en torno al 22%, pese a lo cual no se ha impuesto en toda Europa ninguna ley como la española, norma de excepción, como las de Franco, ad hoc para remover lo que molesta, obviando principios jurídicos como la presunción de inocencia o exigencias -incumplidas- como la de igualdad.
Si en Europa no hay normas de excepción para este concreto abuso violento, ni para el producido en las relaciones laborales, la emigración, la información,..., ¿cómo se justifica la Ley de 2004?: solo es insano progresismo, feminismo "Metoo," miedo frente a la mentira, votos femeninos,...
Sin valorar el daño que tal ley ha causado y causa en las relaciones de pareja, por grande que sea el fracaso social de ser incapaces de resolver bien el problema, un Estado de Derecho no puede trampear el remedio con populistas recortes de libertades y derechos e inseguridad jurídica para los hombres.
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