12 Los domingos, cavilar
Miedo en los valles pasiegos
Fernando Merodio
ALERTA 12-08-2018
Knut Hamsun, escritor noruego que en 1920 recibió el Nobel de Literatura y sería juzgado como colaborador con la invasión nazi, precedió a Freud al definir al hombre moderno como enajenado, angustiado por problemas propios y agresiones ajenas, la intrincada relación de la psique con el entorno, que hace difícil prever las formas de reacción en el ser humano.
Con extraña claridad recuerdo el vértigo que se me unió al leer, casi niño, una edición encuadernada en tela marrón de Hambre, libro de Hamsun que apreciaba mi padre; aún me genera una aleación de enojo y pena hacia el protagonista con miedo a ser atrapado en una situación de hambre como la del joven de la novela que, para mí, él mismo se generaba; aun siento el batir de aquella irracional sensación de miedo.
Wole Soyinka, nigeriano, primer negro que recibió, en 1986, el Nobel de Literatura, escribió que el mundo se abate en un “clima de miedo”, entre otras causas, por nuestra predispuesta psique, un miedo que si, desde el 11-S, amedrenta a los del lado rico del mundo, a los del otro lado, por ejemplo África, los atenaza siempre y, aquí y allí, vive adherido al de cada uno; un temor coral sin padre conocido, evidente en especial cuando “el Estado reniega de sus principios y cultiva el cuasi-Estado”, débil, cuarteado, que no gestiona la cosa pública ni la defiende o, quizás aun más, cuando su “autoridad moral” nace de un supuesto secreto superior, una revelación religiosa, tecnológica, económica,..., fábrica de “carne de cañón del ejército del miedo”.
Frente a todo ello, para Hegel el Derecho podía ser sólida base de avance hacia la igualdad, mientras para Foucault también podía ser coartada del más duro uso del garrote y Alain Badiou se preguntaba, ¿de qué humanidad pueden ser cimiento y superestructura el Derecho del sistema capitalista, que elaboran y manipulan los poderosos, o las egoístas reglas del capital, o la usura que gestiona la supuesta universalidad del mercado?, germen de un egoísta miedo tribal, aquí ahora aparatoso.
Evidencia de miedo tribal es lo interpretado el martes, día 7, por todos los alcaldes de los majestuosos valles pasiegos, ¡ay!, en especial los del PRC y el chocante de Penagos, que no informan a los vecinos, los alejan y se enzarzan en interpretar una insoportable bronca partidista sin otro argumento que su triste individualismo local, sin saber de qué hablan y atenazados por el miedo a ser considerados enemigos del "progreso", a molestar a los que mandan, a ser degradados en sus partidos,..., atrofiante miedo que les impide cumplir su primera obligación, defender el muy valioso territorio comunal frente a ¡¡56!! insufribles molinos de casi doscientos metros, líneas, subestaciones, pistas,..., amenaza cierta del gran capital; miedo, entre otras cosas.
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