domingo, 24 de noviembre de 2019

80 Los domingos, cavilar Delirio de autoconsumo Fernando Merodio 24-11-2019

80 Los domingos, cavilar
Delirio de autoconsumo
Fernando Merodio
24-11-2019

"El delirio tiene como primera función reconstruir la significación del mundo con ideas del tipo 'hay una explicación a todo esto que está pasando' y, además, asegura al sujeto una cierta identificación con el lugar que le dan en el mundo" (Sobre Sigmund Freud)

El delirio es una alteración generadora de ideas que afectan a nuestra conciencia sobre el entorno; por diversas causas, articula de modo atípico el juicio e impide discriminar entre él y lo definido como realidad, desconecta palabra y objeto; en lo individual, es una peculiaridad, por diversos causas, de mentes ajenas a lo que se dice común, una vida distinta a lo que se considera normal.
En el ámbito de lo general la cosa varía, el delirio colectivo daña al mundo y exige vigilar a quien lo causa con interés espurio; caso obvio fue Hitler y sus exabruptos que dañaron al mundo o, a otro nivel, aquí está, dañino insano, El Delirio Montañés, primero hoja parroquial del obispado franquista, luego regalado trebejo de prohombres del "régimen", entonces devenidos a UCD y ahora juguete roto -además de "negocio"- en manos del capital vasco, entre otros de la muy dañina y falaz Iberdrola del Galán que, en su avaricia, usó -como BBVA, ¡moderno y desleal nacionalismo, en este caso vasco!- al comisario Villarejo incluso contra su colega Florentino Pérez, capital vasco que elimina el adjetivo "Español" de "El Correo", pero sortea a "Corocota" Revilluca y deja "El Delirio" como "montañés", no "cántabro".
Ejemplo de delirio que pretende enajenar a los despistados es el modo en que el pasado martes un redactor de deportes, parece que de bolos, sin siquiera ir a la rueda de prensa, deformaba lo dicho por la Plataforma para la Defensa del Sur de Cantabria sobre los engaños, ocultaciones, agresión,... que el gobierno de Revilla y el capital eléctrico quieren perpetrar en nuestro territorio tramitando lúgubres al menos 43 parques eólicos, más de 500 molinos de hasta 200 metros de altura y 1500 Mw, al equiparar, sin más, los datos contrastados de aquella -que, titule como titule El Delirio, no es ecologista, sino radical defensora sin subvención del territorio de todos- con los inventos exprés de Francisco Martín, "el Incumplidor", que habla de, "más o menos" 20 ó 22, -ni sabe cuántos-, asegurando que el consejero actúa con "rigor en la evaluación ambiental" estratégica... que ni siquiera tramita; de un lado están la denuncia de la Plataforma, la lista detallada de Parques industriales eólicos y el mapa de Cantabria en el que se recogen los agresivos parques que la Consejería pretende ocultar y del otro Martín y su ilegal nada lobbysta cuajada de fracasos.

También es delirio pretender que agresivos, dañinos, gigantescos parques eólicos industriales, molinos de hasta 200 metros, líneas de altísima tensión, subestaciones, pistas de rodadura, toneladas de acero, lantánidos, miles de metros cúbicos de hormigón armado,... para generar energía eléctrica a cientos, miles de kms. de donde será consumida son ecológicos, cuando ni siquiera -salvo su fuente, el viento- son sostenibles, y que colaborarán a frenar el cambio climático; en realidad, todo ello es el mejor camino hacia la evidente e inmediata destrucción del planeta que habitamos si, como ellos y la política pretenden, dejamos la generación eléctrica en manos de Viesgo, Iberdrola, Endesa, Gas Natural, Florentino Pérez,..., nuestros benefactores.
Ahora, dan un paso más y -pésimos- legisladores intentan que cuaje la simiente de un nuevo delirio que llaman autoconsumo energético y algún optimista publicita como poco menos que revolucionaria oportunidad alternativa al caos actual en el consumo y -sobre todo- la generación de energía eléctrica; una alternativa que, en realidad, hoy es un oxímoron, posibilidad imposible a tenor de la -falta de- voluntad de quienes tienen el poder económico y de los que, al servicio de estos, administran el político y legislan; todos ellos, incluidos los que, perennes adolescentes fósiles con coleta, se hipotecan -esa cosa tan capitalista- para comprar una gran parcela con insolidario chalet e insostenible piscina individual. Sin voluntad política y económica -que, nadie dude, habría que imponer por lo civil o por lo criminal-, el autoconsumo renovable pasará muy poco de ser lo que hoy es, los ridículos 350/400 Mw/año previstos para 2019, un 0,66 % de los 60.000 Mw/año (eólicos, hidroeléctricos y fotovoltaicos) que, según el gran negocio que es REE, genera en dañina masa el oligopolio. Con tal dato, ¿qué es el autoconsumo, revolucionaria alternativa o simple acompañante ridículo?
Detengámonos un momento en el oxímoron de la -hoy- imposible posibilidad del autoconsumo como revolucionaria alternativa al injusto caos que tenemos y partamos de que tal concepto es el uso por un agente económico -el consumidor de electricidad en este caso- de servicios o bienes que él mismo ha generado, utilizándolos, total o parcialmente, para su subsistencia, cediendo en diversas formas, como es lógico, el sobrante de lo producido; sería, en efecto, revolucionario luchar de tal modo contra el destructivo cambio climático causado por el actual sistema de generación -dañino todo él y no renovable- y llegar a que, ajenos al oligopolio eléctrico, el resto produzcamos, no en pequeños porcentajes, de forma masiva, a escala humana y por medios de verdad renovables toda la energía que -nosotros- decidamos consumir y que, además, el sistema eléctrico que todos hemos financiado y opera REE nos facilite la venta a un precio justo de los excedentes, limitando la intervención del actual oligopolio a complementar las carencias y deficiencias que, en su caso, se pudieran producir en las necesidades de suministro global. Eso sí sería eficazmente revolucionario.
Constituyen otro delirio que nos desvía del camino hacia la justicia energética tanto las falacias de la "transición ecológica", inane invento de la empresa familiar que es la PSOE, como el precio más barato que reivindica, queriendo engañarnos, la populista demagogia impotente de Podemos y, salvo alguna excepción, las cooperativas de consumo eléctrico, que compran -lo más barata posible- energía a las grandes empresas que concentran la generación en sus manos, fijan los precios y agravan los impactos de sus infraestructuras de generación en lugares muy alejados de los de consumo con dañinas líneas, subestaciones,..., lo que, sea cual sea la fuente de generación -sol, viento, agua,...- no resuelve la injusticia energética, ni tampoco el más urgente problema de nuestro planeta: lograr el equilibrio que frene su destrucción.
Salvo casos necesarios concretos, procuro no señalar, pero como mejor se explica es con ejemplos, aquí tenemos ahora el de una publicitada cooperativa de consumo eléctrico que, con irreal jactancia, afirma en sus anuncios estar constituida "con la finalidad de cambiar el actual modelo energético por otro más democrático, social, distribuido y sostenible", lo que es inexacto, pues su excesiva vinculación al -solo formalmente- denostado oligopolio, a través, por ejemplo, de su relación con Agustín Valcarce, ignoro a qué nivel "su mejor y último fichaje", que es -o al menos fue- presidente de la Asociación Eólica de Cantabria, pull de todas las grandes eléctricas implicadas en la ilegalidad salvaje del anulado "Concurso Eólico", representante también de Biocantaber (Iberdrola y Ocyener), promotora del monstruoso parque del Escudo, 36 molinos y 151,2 Mw, y de Teycan, empresa de energía solar, todas ellas, como la cooperativa, con igual domicilio en Boo de Piélagos, es ilógico sostener que la generación súper-concentrada de la Asociación Eólica, Iberdrola, Biocantaber,..., el actual insostenible y, en especial, injusto modelo energético nos lleve a  otro "más social, democrático, distribuido y sostenible", siendo que a lo más, entiendo, que puede aspirar tal cooperativa, si es bien gerenciada, es a conseguir para sus socios buenos precios dentro del actual e irrespirable mercado.
No hay que delirar, no habrá cambio "revolucionario" de modelo energético con unas décimas porcentuales de autoconsumo en el del enorme y pútrido pastel que es la generación eólica, hidráulica, solar,... actual, ni tampoco con cooperativas que compren la dañina energía que genera el oligopolio, será precisa, sin duda, una activa, dura lucha  social que rompa las ataduras económicas que ligan a política y capital.

domingo, 17 de noviembre de 2019

79 Los domingos, cavilar Amor Fernando Merodio 17-11-2019

79 Los domingos, cavilar 
Amor 
Fernando Merodio 
17-11-2019 

"Tu madre y yo hemos pasado por mucho, pero esto es nuevo"
(Jean Louis Trintignant en "Amour" de Michael Haneke) 

Michael Hanecke, que me desazonó en "Das Weibe Band -La cinta blanca- Una historia alemana para niños", al explicar con crudeza que, aniquilando toda posible inocencia, el germen del mal se asienta en cualquier lugar, incluso, entre las dos guerras, en un grupo de niños de un pequeño pueblo alemán, al tiempo que se incubaba el huevo de la serpiente nazi, me emocionó con "Amour" -Amor- la más real, hermosa y terrible película que recuerde sobre tan humano -y gratificante- sentimiento. 

Es la austera historia de una pareja, un culto matrimonio de ancianos, profesores de música jubilados al que, al tiempo de la inevitable vejez, golpea el no inhabitual padecimiento que acompaña a la enfermedad, que en el film toma forma de hemiplejia en la mujer (Emmanuelle Riva) y hace que el hombre (Jean Louis Trintignant) se queje conmovido a la hija de ambos, "tu madre y yo hemos pasado por mucho, pero esto es nuevo" y permite a los espectadores visitar los hermosos, recurrentes y, a veces, tenebrosos rincones en que se concentra el perfume del amor que Haneke extrae del hondo roce humano de dos seres a los que el tiempo ha permitido conocerse de un modo sólido y profundo, muy alejado del de los juveniles, fugaces y veleidosos deseos y enamoramientos. 

A quien valore el tiempo como germen del amor le habrá repelido una reciente y llamativa escena padecida por todos, el ridículo y desparejado abrazo de Pedro, inexpresivo por estar de espaldas, y Pablo, colgado y, como la canción de Gloria Trevi, con los ojos cerrados, dos hombres con ideales pintiparados para lo que hacen y los peores estigmas de jovenzuelos latosos sin otro mérito que escasos saberes, dosis importantes de labia adquirida en escuelas ad hoc e insoportable ambición de poder, per se en estado puro la del primero y para pagar un chalet con piscina -o algo más- el otro y su inherente -émula de Elena Ceaucescu- mujer; mientras Haneke nos muestra el profundo amor de dos ancianos que andando juntos han hecho el camino que, con dificultad y dolor, están acabando, Pedro y Pablo, dos mozuelos travestidos apóstoles con las llaves de nuestro futuro, dicen -en falso- querer andar también juntos, con la inquietante peculiaridad de que -si llegan a andar algo, Marx lo impida- el camino que hagan llevará al resto -excepto a quienes no sigan a los dos flautistas- al corazón de unas muy densas tinieblas; vivimos tiempos que demandan hombres, no diletantes. 


La muy publicada imagen era, cierto, ridícula, ¿qué celebraban dos indigentes que se odian y, además, pierden votos? En mi primer, lógico enojo, lo atribuí a un súbito y emocionado ataque de pasajero juvenil amor, pero pensé en Riva y Trintignant y, avergonzado, lo cambié de inmediato por sucedáneo de fogoso sexo y no era ni eso, siendo El Roto, siempre, quien el día 14, con cuatro gráficos trazos y ocho palabras, me abría los ojos: "Parecía que se abrazaban, pero era para no caerse". 


La degradación permite que los dos tambaleantes encabecen lo que ahora dicen "izquierda" o, lenguaje perverso, "progresismo", "progresista" o "progreso", conceptos que la nueva pareja repite hasta provocar nauseas, abducidos por los dueños de los medios censores que, sin significado preciso, los utilizan como cajón de sastre en el que guardan -para sacarlo cuándo y cómo les conviene- lo que para ellos es positivo, un avance, olvidando -para hacerlo, tendrían que leer- lo que en gente seria genera la sustitución de la izquierda y sus organizaciones sociales por "progresistas" partidos burocráticos y organizaciones subvencionadas que solo transigen, pactan, ceden,..., la clase obrera ante el capital, el contrato social ante la avaricia del terruño egoísta, la libertad de expresión ante la dictadura de los medios de comunicación, la ciencia ante la opinión insolvente, el medio ambiente ante el "crecimiento" sin control,..., y, por ser así, quien conozca un poco la historia rechazará que se quiera insultar al más cutre y populista de la nueva pareja diciendo que es comunista, con lo que se insulta a la más respetable parte de quienes en la historia han luchado por la libertad igualitaria. 

Vamos a situarnos, en 1750 se expandían las ideas de la Ilustración, plasmadas en 1775 en la Encyclopédie por Diderot, d'Alembert, Voltaire, Rousseau,... con el estallido que, cuando concluía el siglo, fue la Revolución francesa, Robespierre, Danton, Marat, Desmoulins,..., el triunfo de la Razón republicana sobre el irracional Ancien Régime, y en 1848, cien años después, cuando se tambaleaba la parte igualitaria de aquella revolución, Marx y Engels daban un nuevo paso en dirección contraria a la explotación del hombre por el hombre con el, aún vigente, Manifiesto Comunista, sólida base política, filosófica y económica del comunismo/socialismo -no pensar en la PSOE- para hacer frente a la clase que, contraria al igualitarismo francés, pretendía sustituir -y sustituiría- a la nobleza en la explotación del resto; pasados más de ciento setenta años desde el Manifiesto, los hechos -muchos de ellos heroicos- de quienes, más o menos fieles a aquellas teorías, dieron cuerpo físico, político y social al viejo fantasma, están en los libros, en la historia, vituperados o ensalzados; que cada cual los valore. 

Aquí ahora no corren buenos tiempos para ellos, sus errores, unidos a los abusivos ataques -especialmente virulentos e interesados desde, lógico, el capital-, han provocado su casi total desaparición; Eric Hobsbawm, historiador marxista fallecido hace poco, escribía que “hoy el comunismo está muerto; la URSS y la mayoría de Estados y sociedades construidos sobre su modelo, hijos de la Revolución de Octubre de 1917 (...) se han derrumbado, dejando tras sí un paisaje de ruina económica y moral, (...) resulta evidente que el fracaso formaba parte de esa empresa desde un principio”, si bien advierte que “el comunismo está vigente como motivación y como utopía“, debiendo mantenerse viva su búsqueda, pues la humanidad no puede prescindir de los ideales de igualdad, libertad y justicia, ni puede ignorar a los que dedicaron -y dedican- su vida a esa pelea; hay que hacer camino al andar, avanzar y tras las equivocaciones, retroceder, buscar y volver a andar, como dice Hobsbawm. 

Sabido que aquí solo estamos un rato, es humano y lógico el interés por no dejarse engañar, ni perder el tiempo escaso y posición inicial correcta buscar la igualdad en una sociedad sin clases, algo que, evidente, nos enfrenta a los -muy pocos- que mandan y se benefician de las diferencias, conviniendo reseñar que Marx no propone utopías, sino teoría científica con razonables posibilidades prácticas, por lo que antes luchaba "el partido" con su mezcla de disciplina, eficiencia en la tarea, identificación emocional y dedicación total y el añadido, para Hobsbawm, de "llevar a cabo lo que otros no hacían”, por lo que si, con Alain Badiou, aceptamos que se ha agotado la identificación de política y Estado, que la caída del Estado-partido del Este, como la más reciente del Estado-partidos del Oeste, por su casi nula eficacia emancipadora, uno desde un punto de vista revolucionario y el otro desde el de la mera utilización del Derecho, nos lleva a que, “tanto en los países del Este como en los del Oeste, la historia de la política comienza apenas y la ruina de toda presentación estatal de la verdad inaugura este comienzo”. No aceptarlo sería creer que los dos del tambaleante ridículo abrazo -¿alguien los ve personalmente fiables?- van arreglarnos lo de que Europa no nos entregue ni un solo político delincuente -quizás el TS debiera explicar qué pasa-, el calentamiento global, la desigualdad y el paro, el informe PISA, que el más alto haya vaciado la hucha de las pensiones, la corrupción rampante,... 

Coda final de "amor progresista".- El concejal en Santander de UP -en femenino, ajeno al PCE-, cuyos planteamientos de fondo son homologables a los de PP, PSOE, Cs, PRC,... ofrece -política- a los dos de Cs que, si "recapacitan", "reflexionan", "se replantean",... y traicionan -¡ay, IU!- sus pactos, él -¿solo?- les garantiza, "mayor margen de actuación" y "proyectos propios" ¿Qué vale el compromiso político previo, el contrato social comparado con el muy moderno "amor progresista"?

domingo, 10 de noviembre de 2019

78 Los domingos, cavilar ¿Y si esto no es una democracia? Fernando Merodio 10-11-2019

78 Los domingos, cavilar 

¿Y si esto no es una democracia? 

Fernando Merodio 

10-11-2019 

“(..) una vez que los ambiciosos fueron atraídos por las ventajas de estar por encima de sus semejantes, trataron de darse una reputación fingiendo ser amigos de los dioses invisibles que el vulgo temía” (Panfleto s. XVII "Tratado de los tres impostores"

“(...) se está instalando un neofascismo en relación con el cual el antiguo quedará reducido a una forma folklórica” (Gilles Deleuze) 

Democracia, palabra tomada del griego -démos, ‘pueblo’, y krátos, 'poder’-, remite a forma de gobierno en que el poder lo ejerce el pueblo, un sistema político en el que imperarían los derechos del hombre-ciudadano, la libertad individual, la discrepancia política, la libre asociación, el sufragio universal, la libertad de información y opinión, la limitación del poder,... y, por encima de todo, el respeto a la Ley justa, al contrato social, base del Estado de Derecho. Muy exigente. 

Lo actual era avanzado por Gilles Deleuze al publicar el 18 de febrero de 1977 en Le Monde un texto incorrecto, El judío rico, en el que explicaba cómo, mediante una inane acusación de antisemitismo, se pretendía prohibir -y de hecho se prohibía- la bella película de Daniel Schmid, L’Ombre des anges (La sombra de los ángeles) y, aun peor, se destruía su espíritu; decía Deleuze que, “se está instalando un neofascismo (...) organización coordinada de pequeños miedos, de pequeñas angustias que hacen de nosotros microfascistas encargados de sofocar el menor gesto, la menor cosa, la menor palabra discordante en nuestras calles, en nuestros barrios (...)” y advertía de las limitaciones que impone tal miedo personal, individual, un miedo y unas secuelas hoy evidentes; explicaba sus mecanismos el Nobel nigeriano Wole Soyinka, en 2004, en cinco conferencias recopiladas con el título Clima de miedo, señalando que son pilares del mismo, de un lado la humillación, verdugo de la dignidad, que es dique frente al horror y las amenazas, y de otro la seducción que sobre los más majaderos ejerce el “poder puro”, una seducción que se evidencia en la satisfacción, visible aquí ahora, con que el poder nos mira y piensa: “Os tengo en mis manos y voy a decidir vuestra suerte”, con esa odiosa sonrisa que, mientras jugábamos niños, veíamos en el patio del colegio y nos debiera preocupar. 

Humillación, falta de dignidad y sumisión al poder, son causas de ese miedo, también origen de la etérea unión líquida, casi metafísica, entre quien paga y quien cobra, el que vota y el votado, y, además, dan forma a esa cosa maleable y viscosa que llaman política, propiedad privada de una casta “sin habilidad laboral, ni saber específico o maestría valorable en el mercado, que no sea parasitar (...); una casta que hace de su (in)actividad “fuente de vida y perenne privilegio”, por lo que a aquel joven yo que, con dieciséis años ajenos a miedos extraños, dejaba el bovino calor de creencias venales y premios lejanos, sustituyendo el plácido opiáceo del hogar familiar por una política que entonces era seria, para descubrir, mérito solo del tiempo que, tras años de firmes creencias -casi- nada es cierto y manda el egoísmo, el dinero, lo que me invitó a blindarme en lo raro y así vivir, más o menos, en paz, al tiempo que olvidar las certezas “que se fueron quedando entre las hojas gastadas de los libros” y seguir fatigándome en vivir mientras viva, sabiendo que lo tendré que hacer de otro modo, pues -si existió- murió la izquierda, aplastada por buenismo, progresismo y progreso, inventos mediáticos, monstruos plutocráticos, herencia postrer del viejo fascio del que se aprovechan los que alientan el miedo. 

Ahora se busca una inane paz, propia de los cementerios, ignorando que Spinoza, en su “Tractatus politicus” (6/4), decía que paz no es “carencia de guerra; es virtud de la fortaleza de ánimo” y que de no actuar en consonancia con ello, solo habrá miedo, servidumbre, humillación, ellos. 

Botín, ¡simbólico apellido!, guerrea contra nosotros y gana, gana, gana, gana,... sin que a nadie importen ni el cómo ni el cuánto, ni si roba o engaña, ni si negocia ilegal, sucio con el arte, ni si, aún peor, como desde Iberdrola Galán -el que oculta el paterno Sánchez-, pretende imponer qué es belleza, arte, cultura,... y nos amenaza, abusa de nuestro miedo, pretendiendo que sean ellos, los de siempre, y no nosotros, sus víctimas, quienes además ahora abanderen la lucha contra el calentamiento global, el cambio climático la destrucción de nuestro único planeta; ellos son los que, certero, desnudó el filósofo diciendo que “ni siquiera recuerdan donde han dejado la ética”. 

Me irrita ser tomado por idiota, que me roben los deseos y los cambien por placeres falsos, que me lo den todo (mal) hecho y pues me sé limitado, regreso al filósofo, al Deleuze que habla de Foucault, del análisis de la oscura crueldad del poder y sus mecanismos actuales, “en lugar de represión o de ideología, configuran el concepto de normalización y de disciplina”, y veo claro que ya no necesitan los viejos aparatos de Estado y les bastan los medios, prensa, radio, televisión, el dinero que les “infunde confianza”, es el peligroso fascismo actual que se apoya en nuestros miedos. En Deleuze el deseo es un proceso completo en cada uno, individual, personal, es afecto, acontecer variable, asunto de un día, de un rato, “cuerpo sin órganos, definido por zonas de intensidad, umbrales, gradientes y flujos”, sea personal, colectivo, político,..., pues, desde Sacher-Masoch, quien quiere sabe que el placer regalado anula el deseo, desnuda sus carencias y niega la posibilidad de intentar conseguirlo. 

¡Pásalo!, desoye el mensaje de quien usa la técnica fácil, siempre arcana, hoy oculta en móviles y ordenadores, sin esfuerzo ni conciencia, que sigue órdenes de quien manda e inventa placeres, como ahora en Santander pretende el banco, inquisidor, represor, asesino, definir y manejar nuestros deseos, afectos, gradientes y flujos; son impunes y, frente a ello nos queda solo ser radicales, pensar y repensar la libertad, luchar contra el totalitario capital, regresar al barro de la política contra la economía canalla, abandonar la institucional, no pararse en teorías, pasar a la práctica empezando por no regalar nuestro voto, que no es nada, a nadie. No me oculto. 

Vuelvo a lo del principio, la idea de democracia, y la identifico con algo que tiene la apariencia provocativa de las cosas que aconsejan reflexionar un rato sobre ellas. Hagámoslo y reconozcamos que venimos de una sociedad que, salvo excepciones, convivió plácida con Franco y que la llamada transición, en cierta forma provechosa y útil, fue hecha por franquistas confesos, gentes de buena fe, trileros de la PSOE y otros que fracasaron queriendo cambiar -de verdad- las cosas, entre los que me cuento, por lo que, quizás, nos cueste tanto intuir siquiera qué es la democracia. A partir de ello y si analizamos en concreto la forma esencial de lo que aquí llamamos Estado social de Derecho tendremos la evidencia de que en realidad es un ente oligárquico en el que mangonean dos minorías, una política, burocracia de partidos, sindicatos y subvencionados diversos y, por encima de ella, otra económica encarnada en el soberano y más corrupto poder, el del capital; son oligarquías sobre las que pretende ejercer contrapeso la apariencia de un respeto formal a la soberanía popular, a los derechos de la mayoría, al poder del pueblo, limitado a la esperpéntica forma que hoy tiene el voto -hemos podido ver unos horribles debates televisivos- y las capitisdiminuidas libertades individuales; es el viejo capitalismo, desigualdad, hoy, lenguaje pervertido, oculto tras voces como democracia, progreso, liberalismo, Estado de derecho,... Si pensamos que la política es el arte de vivir juntos buscando el bien común y aceptamos una idea de democracia -que Platón y los antiguos griegos veían nefasta- vinculada a la libertad que niega cualquier título (de nacimiento, conquista, mayor conocimiento, religioso,...) legitimador del derecho a gobernar al resto y si en momentos tan duros como los que, en caída libre, se avecinan, coincidimos con la niña sueca en que la única solución frente a la catástrofe es, urgente, "cambiar el sistema", debiéramos detenernos, reflexionar y hacernos la pregunta del título ¿y si esto no es una democracia?, para responderla y, rápidamente, actuar con energía.

domingo, 3 de noviembre de 2019

77 Los domingos, cavilar Santander no es, solo, un banco Fernando Merodio 03-11-2019

77 Los domingos, cavilar
Santander no es, solo, un banco
Fernando Merodio
03-11-2019
“Estamos en el firmamento / entre billones y billones de galaxias / y billones y billones de estrellas / (...) / millones con la misma evolución / nacidos de las cenizas de estrellas muertas” (Ernesto Cardenal. "Estamos en el firmamento")
(...) producto de un turbo-capitalismo llevado al extremo (...), mientras el país está deshecho y la economía por los suelos (...), todos estamos en el psicoanálisis de la identidad”. (Eduardo Mendoza, refiriéndose a su país, Cataluña).
Está de moda y voy a cavilar un rato sobre mi identidad vinculada al territorio, a un borde de la ciudad que dicen la marinera, la del viento sur, borde suburbano/rural en que hace 73 años yo nacía, a los 15 justos de ser proclamada la II República un 14 de abril, el martes siguiente al domingo 12 de unas elecciones locales en que, con menos votos totales, en las urbes se imponían candidatos republicanos, ¡floja victoria!; iniciaba mi andadura en ese borde urbano -rural entonces-, cuando, como hice yo luego hasta los 7 años, mis padres vivían laborando en Rozadío, asidos al río Nansa, daba mis primeros gritos en la casa con huerta de Fernando, mi abuelo, en la Fuente de la Salud, barrio -casi pueblo- de Cajo, junto a la finca psiquiátrica del Dr. Morales, al oeste de Valdecilla, Sur de Cazoña, este de Campogiro, y, en línea recta, a un corto agradable paseo de los juncos y arenales del Barrio Pesquero; casa familiar con huerta, conejos, gallinas,... que mi abuelo, ferroviario, usó con cariño y que, muerto él, fue expoliada a mi abuela -por lo que costaba la entrada de un piso en Fernando Ateca- para construir, decía el "régimen", viviendas para adeptos -de la vida de mi abuelo y la mía propia se aprovechó una cooperativa de alféreces provisionales, familias numerosas o algo así-, para iniciar lo que hoy es chapuza dormitorio: Cazoña.
A partir de ello y de que la identidad puede ser un conjunto de notas que ayudan a distinguir a una persona o grupo del resto, la personal me define, con hechos, idéntico solo a mí mismo y me marca como hombre, rústico-urbano, proletario por ancestros, burguesito por economía paterna y (de)formación "escolapia", apátrida social por ideas y, pese a nacer en un borde, entonces rural, ciudadano de Santander, adornado, eso sí, por lo mucho que, en siete importantísimos años de infancia, me regaló Rozadío.
Más complejo es fijar mi identidad cultural como miembro burgués ¡de Santander!, algo que, casualmente, fui, cruzado por tradiciones, creencias, valores, economía, clima, paisaje,..., hasta manías claramente condicionadas por la asfixia de un entorno ciudadano que, ¡vaya Ud. a saber por qué!, se imagina más, mucho más, de lo que es; salvo el natural, sin mérito personal alguno, paisaje que por norte, oeste, este y sur nos rodea y el privilegio del clima, lo cierto es que en lo que en tal entorno afecta, quizás culpa de un devastador incendio y la rapiña de quienes abusaron del daño del fuego y los negros tiempos, sólo encuentro, con muy leves rarezas, incomodidad, falta de juicio, fealdad y signos de malas pautas de vida social; Eduardo Mendoza, catalán, triste coyuntural, decía hace días que "Barcelona es un producto turístico, diseñado para pasar cinco días, no más" y aquí es aún peor, excepto lo natural aún no destrozado, Santander no ha pensado, así de inútiles somos, ni siquiera su diseño.
La revillesca Cantabria del lábaru facha, pese a mi cariño a una infancia vinculada a la u, avergüenza, aparte corrupción, altos sueldos para adeptos y el bochorno de la TV, quisiera saber una cosa, una sola, que haya hecho Revilluca en los años que, desde que vivía Franco, lleva amorrado a la fuente de la que mana el dinero público.
Mi identidad personal/cultural me define idéntico sólo a mí mismo y es, pues, urbana con sedimento rústico, de burguesito por economía paterna y (de)formación escolapia devenido a proletario y social/culturalmente desclasado por convicción.
Me gusta ir al Muelle y tras disfrutar su belleza a ras de mar, doy la espalda a la bahía y su verde montañoso fondo, pierdo de vista la vergüenza Botín/Piano y paso a ver las pretenciosas mansardas del Paseo Pereda que tapan el poco habitable, caótico mogollón que hay detrás, sin alcanzar a ver, por fortuna, la ladera norte del lomo de la ciudad, en el que vivo desde hace casi 50 años -¿cuándo será Paseo del Alta en vez de, "liberador liberticida", General Dávila?-, hiriendo mi vista, siempre, la abusiva e ilegal apropiación en primer plano del vuelo/cielo que, en vida del dictador exhumado, perpetró, ¡uf!, el banco que, una vez robado el nombre de la ciudad, ahora quiere, con, al menos, la complicidad de políticos, funcionarios, burgueses,..., eliminar el derecho a debatir, ¡algo que odian!, y decidir qué es cultura, progreso, arte,...
Es cuestión mayor, no solo de estética opinable o influencia cultural infame, quiebra del Estado de Derecho, humillación a una ciudad dormida que obliga a poner sobre la mesa, si es preciso violentos, el peso que Max Weber atribuía a los valores, sabiendo que, escribió Claudio Magris, no es preciso “hacer alarde de ellos", basta que sean visibles en el día a día, pues no es lógico ni ético que sociedad, cultura, arte,... los acalde el capital, botín de pocos, ocultando que él no habla de valores, solo es precio, lo que exige recordar que, como escribió George Steiner, agitador intelectual: "Si no encontramos otro ideal, el dinero acabará con todo".

Ya lo he escrito antes, Enrico Berlinguer fue secretario general del PCI y defendió "definir una política de austeridad con contenido de clase, transformadora y por tanto revolucionaria, que genere una dinámica tal de cambios que, a medio plazo, resulte inasequible al propio capitalismo”; austeridad, idea muy rica a la que, ya, la quiebra provocada del planeta exige dar vida y, ajeno a ello, el banco que robó el nombre a la ciudad nos exhibe un despilfarro que lave su sucia imagen y, en lugar de destruirlo, troque en museo propio un edificio que es gráfico símbolo de la usura y, sin informar ni debatirlo de verdad antes, incrementar la rapiña de cielo y vuelo en la calle Martillo, cegar a los de detrás, para exhibir -lo que él dice que es- arte y fingir, el capital, que recuperará para todos el planeta que -en su solo beneficio- él ha destruido.

Es un poder acatado como absoluto que, en el mejor territorio, nuestro patrimonio, tiró dos contenedores, túmulo, pirámide -digan lo que digan los más laxos tribunales- radicalmente ilegales, con su apellido inscrito en el frontis para recordar quien manda y allí cerca ahora también desde el banco con nombre de ciudad y feo arco franquista, una pesadilla, ilegal/alegal, difundir su ponzoñosa idea falsa de que "cultura" es lo que -en su solo beneficio- decide el capital.
El contenedor/túmulo, su plan, trámites complejos y fin único eran lo que El Roto explica en una viñeta en la que, en penumbra, una figura entrega un papel a otra y ordena: “Páseme a legal este atropello”, dotar de apariencia lícita lo que el 31 de julio de 2010 anunciaba en seis páginas El Delirio Montañés, que 1) modificarían los usos públicos del Muelle Albareda, 2) implantarían un edificio ilegal/ilógico y 3) regalarían espacio y uso, con un sucio pacto previo del dinero y tres Administraciones, con elementos de los tipos delictivos de la prevaricación, cohecho, omisión del deber de perseguirlos, tráfico de influencias, fraudes y exacciones ilegales, desobediencia, negociaciones y actividades prohibidas a los funcionarios, alteración de concursos y subastas,..., que, como ocurrió en el juicio del procés con la rebelión, no vio inteligente Marchena; ahora se está iniciando, donde el arco facha, igual fraudulento trámite.
Sabido lo de su Ciudad Financiera, los 2.000 millones de euros evadidos en la guerra, los trapicheos en paraísos fiscales y con obras de arte,..., en medio de un estentóreo y totalitario silencio mediático, fiscales y parlamentarios europeos, Urtasun, Urbán,... -mientras aquí lo callan los de Pablo Iglesias- investigan desde 2013 al omnipresente banco y otros por "el mayor fraude fiscal en la historia de Europa", ¡55.200 millones de euros!; está claro, pues, que quien se opone a su abuso no se enfrenta solo a cuestiones de identidad.