15 Los domingos, cavilar
La servidumbre voluntaria
Fernando Merodio
ALERTA 02-09-2018
Étienne de La Boètie, 1530-1563, fue amigo de Montaigne, alto funcionario y autor de un corto panfleto de quince folios, El contra uno o Discurso de la servidumbre voluntaria, advertencia moral frente al tirano y, más aun, contra quienes le siguen, en el que evidenciaba cómo multitud de seres inteligentes, de modo inconcebible, se someten al déspota; plantea el arcano, lo abre y no lo cierra, no distingue el poder legítimo del ilegítimo ni aporta soluciones, pero conviene leerlo para, tras ello, valorar lo nuestro.
Desde 1939, tras un conflicto civil con muchísimas víctimas, hasta morir en la cama en 1975, mandó sobre nosotros Franco, general dictador que ganó la guerra; coexistí con él 30 años y, estricto, digo que abusó de fuerza y poder para imponer leyes injustas que, idóneos siervos, muchos españoles, vascos y catalanes incluidos, avalaron.
Es un buen ejemplo de la servidumbre voluntaria de La Boètie, para unos más grata que para otros y para alguien, quizás, corolario del miedo; lo cierto es que, mientras el tirano vivió, solo unos pocos asumieron el riesgo de enfrentarse a él.
Muerto Franco, se aprobó una Constitución -dicen que- democrática, no aprendimos a respetar la ley, volvieron los partidos, viejos y nuevos, hoy con gerencias tiernas, poco cualificadas pero telegénicas y volvemos a hablar del general bajito, el tirano admitido, al que, ahora, se enfrenta el PSOE que de 1939 -o quizás antes- a 1975 tomó vacaciones y no luchó; lo hace apoyado por el poco fuste de los petimetres que, tras lucrarse de ella, traicionan la idea de un movimiento emancipador en América Latina y extorsionado por la inagotable codicia independentista, más hostil que nunca, un trío al que, con torpe e inasumible lógica, solo se opone la vieja y nueva derecha patria, mientras, inexplicable, el furtivo marxismo, obsesión del sátrapa, se pone de perfil ante la historia.
El comisario Croce, creado por Ricardo Piglia, dice que "el horror y la idiotez reinan en el mundo" y, quizás por ello, el trompicado e intrigante Pedro Sánchez, ¡gran vendedor perdido!, quiere derrotar al cadáver con -casi- un fraude de ley, normas -casi- tan infames como las del tirano, ignorando que la batalla ideológica importante la deben ganar el pueblo y el Estado de Derecho, unas buenas normas, y no un incontrolado y medroso Decreto ley, elaborado ad hoc para atajar.
Tengo mi idea sobre lo que habría que hacer, pero, por respeto a los que sufrieron frente a Franco, tras tan larga, indigna y colectiva servidumbre voluntaria me opongo a que los restos del naufragio del PSOE, unos penenes patéticamente ensoberbecidos y el independentismo hostil sean quienes, cada uno con sus opacos fines, levanten la pesada y transparente losa que cubre al sátrapa y den -otro mal- carpetazo a parte tan humillante de nuestra historia.
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