Deconstruir
el procés (7)
Policías
Fernando
Merodio
ALERTA 08-03-2019
Lo mismo que Woody Allen
no podía oir a Wagner sin sentir un irrefrenable deseo de invadir -creo que-
Polonia, a mí todo lo que se refiera a policías siempre me recuerda una viñeta de,
inteligente, El Roto, "Yo lo único
que espero de las distintas policías es que no me roben lo que no me hayan quitado
los ladrones", querencia acentuada tras conocer la forma en que, de
ser cierto lo -verosímilmente- declarado en el juicio por miembros responsables
de la policía estatal, actuó la policía catalana, los "mossos", desoyendo órdenes de
mandos y tribunales, hasta el constitucional, no haciendo, de modo flagrante, lo
debido para impedir el simulacro, teatro, broma, película,..., o como ahora, medrosos,
quieran llamar a los alarmantes hechos de los que encabezaron el 1-O y la
posterior DUI.
El tema me retrotrae a
hace más de cincuenta años, despierta a Althuser, a Marta Harnecker, a sus
leídos y releídos, quizás con poca aptitud, "Cuadernos" y "Conceptos
elementales", a la seria idea marxista de que la policía es parte
esencial, junto a administración, gobierno, ejército, prisiones, tribunales,...
del aparato represivo del Estado en el ámbito público, titular de los distintos
modos de la violencia legítima y diferenciado del aparato ideológico -familia,
escuela, política, información, cultura,...- que, desde lo privado, controla la
clase dominante.
Ideas actualizables -hechos
actuales- que minimizan las continuas apelaciones de los impulsores de la
ilegal, desleal secesión a un imaginario "Estado opresor español",
pues el juicio ya evidencia que son ellos quienes no solo dominan los aparatos
ideológicos en su territorio sino que también controlan parte sustancial de los
represivos -govern, administración, prisiones, incluso policía -mossos-,..., y que lo hacen con
exclusividad y mano de hierro.
Los que ahora se acurrucan
tras una ficticia "opresión" se creían, pues son Estado, impunes y
mandaban de verdad excepto en la justicia que, con defectos, juzga a todos y el
-por sí solo peligroso- ejército que, vista la declarada deslealtad que exhiben,
sería de locos permitir que controlaran ellos, regían los aparatos ideológicos
y represivos de "su parte" de Estado, incluida una buena porción de
los que administran la violencia allí -administración, prisiones, policía,...- y
el aparato de Estado que gestiona la Generalitat, más que el del resto, siempre
funcionó en exceso en base a una ideología capaz de generar desigualdad, terror
real, pero también por medio de estricta violencia física, lícita e ilícita;
empieza a acreditarlo la prueba.
La deconstrucción del procés en el juicio ya muestra que se
avivaron violencias de todo tipo, sin que quepa la eximente de
"opresión" que los encausados alegan y hace pensar que Robespierre, revolucionario
francés incorruptible que luchó por la libertad, igualdad, fraternidad y nuestros
derechos del hombre y el ciudadano, se irritaría y criticaría con saña que la
estructura que llamamos Cataluña sea parte de un Estado central débil, incapaz
de controlar su descabellado egoísmo desleal, pese al solemne contrato que
vincula a Estado y parte.
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