Deconstruir
el procés (5)
Desobediencia
civil
Fernando
Merodio
ALERTA
01-03-2019
Henry David Thourau (1817-1862), vivió algo más de dos años, entre julio de 1845 y setiembre de 1847, alejado de la
civilización, en la naturaleza, entre animales libres, flores, árboles,..., en
el lago Walden, que da nombre a la obra subtitulada "La vida en los bosques", experiencia durante la que fue
multado por negarse a pagar los tributos que le reclamaba un gobierno del que
no recibía nada y al que moralmente -no sólo políticamente- rechazaba, episodio
vital que le llevó a escribir su breve y brillante panfleto "Del deber de la desobediencia civil",
en el que explica por qué y cuándo se debe desobedecer, lectura obligada para comprobar
que lo que explica Thorau no tiene nada que ver con la actuación durante el procés del bien pagado "activista
social", Jordi Cuixart, no justificando, pues, su violación de las normas.
Cuando dice haber incumplido la ley el 1-O por "dignidad colectiva" y "ejercicio de derechos fundamentales", el tal Cuixart ofende a
quienes se han visto forzados -por razones de legalidad, políticas y, en
especial, éticas- a "desobedecer
civilmente", a no cumplir normas casi siempre jurídicas, de cumplimiento
obligado y a las que el poder atribuye tal relevancia que su desacato
acarrea un duro castigo. Son casos conocidos de tal modo de protesta/acción
política, como los particulares motivos éticos de cada uno, los de Jesucristo, Tolstoi,
Gandhi, Luther King, Mandela, Rosa Parks, Desmond Tutu, José Bové,... e intentar
limitar, como quien quiere escindirse de España, las razones para desobedecer al
simple rechazo de una norma que molesta, significaría convertir en desobedientes
civiles/héroes a todos los criminales.
Define a los
independentistas, además del ultraderechismo, racismo y nacionalismo xenófobo que
aquí muestra, un ejemplo, el actual presidente de la Generalitat, Quim Torra
-"hay algo freudiano en estas
bestias (los españoles), un pequeño
bache en su cadena de ADN"-, la insolidaridad que se evidencia en el
hecho de que los territorios que exigen su segregación suelan ser los ricos,
Flandes, la Liga Norte o Cataluña, por lo que el activismo de Cuixart es,
además de delictivo, insolidario y racista, no ético.
Son fúnebres los
intentos de defensa en el juicio de Ada Colau y, fuera de él, del desleal y, en
el peor sentido, listo Piqué que difundió tras finalizar el partido R.Madrid - F.C.Barcelona,
evidenciando histeria o idea de -irreal- superioridad ética, un novedoso
exabrupto: "Si las televisiones -deportivas- españolas que estáis aquí dedicarais más
tiempo al juicio que hay de los
presos políticos -televisado íntegro para todos en directo-, que es súper injusto, y la gente de España
pudiera ver un poco más lo que pasa, en vez de hablar de VAR, iríamos un poco
mejor como país"; no puede ser más miserable hacia sus compañeros y el
fútbol que le ha hecho millonario, ni pudo vejar, con menos palabras, más a
todos como personas y país.
Lo que se juzga no es,
pues, desobediencia civil, sino posibles actos delictivos.
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