Deconstruir
el procés (12)
Abogados
Fernando Merodio
ALERTA 27-03-2019
Es antijurídico e ilógico que, desde la
jacobina y colonialista Francia, senadores juzguen este juicio y, crecidos por
lo mal que lo hacen nuestros políticos profesionales, nos digan cómo debemos impartir
Justicia; pienso, además, que no puede haber muchos juicios en que, pese a -o,
quizás, por-, estar juzgándose delitos tan graves, de tanto riesgo, con tanto desdén
hacia el resto -lo que más molesta- y con una colección de abogados -supongo
que- muy caros y elegidos a dedo, haya tal delicadeza en las garantías como la
que -al margen de la prisión provisional de la que escribiré otro día- reciben
quienes germinaron -fracasando- un golpe de Estado contra el resto, sabiendo que
lo de los senadores nace de que la "estrategia
de ruptura" de algunos abogados de la defensa ha hecho mella, sin
duda, en su mala conciencia colonial.
Estrategia de ruptura. Aún joven leía y
subrayaba queriendo saber "De la
stratègie judiciaire", aquí titulado "Estrategia judicial en los procesos políticos", Anagrama, del
abogado francés Jacques M.Vèrges (1924-2013), sobre cómo utilizar la dialéctica
en ciertos juicios, forma de la retórica, tela de araña que enreda a los
abogados en el exigible y arduo equilibrio entre la mera defensa profesional del
cliente frente a cualquier interés o derecho, público o privado y buscar la
meta de la Justicia.
Apoyado por Foucault y Derrida, Vèrges
llevó al límite el fundamental derecho de todos a la defensa, lo hizo en
principio contra el abuso del colonialismo francés, ayudando al FLN argelino
para, tras años desaparecido, defender al "Chacal" Carlos, el nazi Klaus Barbie, "el carnicero de Lion", a dirigentes
de los Jemeres Rojos, a Milosevic,..., usando, frente a la habitual de "connivencia", la que él llamó
"estrategia de ruptura", que
no acata los valores del juez, pone en duda el sistema judicial y difunde al
máximo el juicio, que él consideraba un "campo de batalla que tendría que hacerse público, a fin de que -el
justiciable- luchara en igualdad con los
jueces".
Mantenía Vèrges, marxista, sólido
izquierdista en sus inicios, una dura hostilidad hacia la aceptada idea de que
la función del juicio era "arreglar
las contradicciones entre los individuos y las sociedades mediante el acuerdo
o, al menos, la aquiescencia de los propios acusados", hostilidad que
aquí ahora parecen mantener -con muy serias diferencias con él- quienes defienden
a los miembros de la egoísta y desleal burguesía catalana independentista, que
no podrían responder a la crucial pregunta de Jacques Derrida a Vèrges sobre si
su estrategia -copiada por los catalanes, sin su coherente solidez- se
desarrolla "en nombre de la ética de
la política o de otra clase de ley" -en especial, la del puro y duro
interés-, igual que los senadores que nos critican no podrían -sin sonrojarse- explicar
su planteamiento frente a la pretensión de un golpe independentista en el sur
de Francia o su -aún hoy- intolerable política colonial.
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