45 Los domingos, cavilar
Lo llaman "pogreso"
Fernando Merodio
31-03-2019
“Una vez hubo truchas en los arroyos de montaña, se veían
en la corriente ambarina donde los bordes blancos de sus aletas se agitaban
suavemente. (...) Mapas y laberintos de una cosa que no tenía vuelta atrás; ni
posibilidad de arreglo. En las profundas cañadas donde vivían todo era más
viejo que el hombre y murmuraba misterio”.
"The Road" (La carretera). Cormac McCathy
Crece sin freno en la sociedad de la (des)información el
daño a los demás que nace de lo que el poder logra al pervertir -para debilitar-
el lenguaje con su inflexible control sobre los medios de comunicación de masas,
periódicos, cadenas de televisión y radio,...; su muy sibilina y tenaz
manipulación del significado de las palabras logra que hoy, en el muy escaso y
blando debate de ideas, sea difícil, imposible casi, entender al otro,
simplemente coincidir en lo que significan, básicas, palabras como ciudadano, amor,
paz, sexo, terror, izquierda, derecha, nación, democracia, identidad, pueblo, anarquía,
comunismo, socialismo, libertad, igualdad, desarrollo, progreso,...
Estamos abandonando el feraz territorio que roturó la revolución
francesa, nuestra falta de esfuerzo, decisión y coraje nos aleja de la fértil tierra
que la Ilustración sembró, la tierra que Kant araba con su ”Sapere aude!, ¡atrévete a saber!, ¡ten valor para
usar tu propia razón!; es tan evidente la perversión que, a fin
denunciar en un libro la “borrosa ambigüedad de las palabras cuyo
significado todo el mundo cree conocer”, Fernando Savater usaba una viñeta de El Roto en la que
un personaje parecido -y que, sin duda, anunciaba- a Trump, señalaba al lector
e inquiría amenazante: “¿Es vd. un ciudadano normal o todavía piensa?, turbadores los personajes de El Roto,
con discursos tan certeros e inquietantes como “las mentiras también son armamento” o “tú utiliza a menudo la
palabra democracia, que no se note mucho que eres un fascista”, alambrada
que acota, cerrándolo, el territorio en que
vegetamos.
En "La carretera",
de Cormac McCarthy, un padre y su hijo niño se mueven entre los dantescos
restos del mundo tras no se sabe cuál de las atrocidades -es ejemplo el cambio
climático- a que, rodeado de silencio,
lo somete el poder, metáfora actual de a dónde lleva el pervertido uso de la
idea de progreso, el "pogreso" que llena la boca del
poder y sus siervos, una novela que el septuagenario autor dedica a su hijo
John Francis, de ocho años y su negro futuro; empieza narrando sus miedos y primacías,
“al despertar en el
bosque en medio del frío y la oscuridad había alargado la mano para tocar al
niño que dormía a su lado”, y acaba,
tras un asfixiante recorrido por las consecuencias de tal perversión del
progreso por el capital(ismo), con las metafóricas líneas que abren esta cavilación,
situación generada por quienes -solo- prohíben la única forma de violencia que iguala
a todos, la física, los violentos -reales- que ocultan lo que pasa pervirtiendo
la palabra, poderosa arma al servicio de todos e intentan callarnos, el 1% que
se cree investido de -divino- poder y sus más míseros siervos que, a cambio de
algo, tratan de borrar lo más serio de la poética advertencia final de
McCarthy, “no tenía
vuelta atrás”, “ni posibilidad de arreglo” y “misterio”, que plasman la urgencia de ya rebelarse, desobedecer.
Debemos evitar que predicadores
de "pogreso" y "progresismo" nos condenen a un
perenne y temeroso vagar protegiendo a hijos y nietos en la carretera de Cormac
McCarthy o, quizás peor, a despertar un día en un planeta en el que -¿"regreso"?-
gobiernen simios, debemos intentar, por contra, sabiéndonos como se sabe Belén
Gopegui solo “agua,
carne, mierda, valor, orgullo, bondad, sentido del ridículo y miedo”, dar la necesaria ciaboga a nuestro erróneo
navegar, cinglar con la corriente del progreso humano y huir del insano egoísmo
que alimenta el miedo.
En estos momentos, el 1% carga
contra todos nosotros controlando la energía, sus enormes beneficios, su
generación, con un descontrolado (ab)uso del poder que ello otorga, haciendo
que ahora sean enormes los daños que causa su mala utilización del excesivo
poder en forma de calentamiento global, del llamado cambio climático,
Destaca aquí en ello la poco conocida
corporación, que habría que desenmascarar, Red Eléctrica de España, REE,
presidida, puertas giratorias, por Jordi Sevilla, un ex-dirigente de la PSOE,
cuya monopolística y estratégica función es transportar, traer y llevar la
energía a altísima tensión y garantizar al oligopolio una cómoda operatividad
del "sistema eléctrico", facilitándole, además, la gestión de lo más
sucio de su negocio, resolver, con su apariencia de pública, los abusivos
conflictos con los particulares.
No debe engañar a nadie tal
-interesada y falsa- apariencia de entidad pública, su exclusivamente
publicitada condición de operadora del sistema, desmentida por su composición y
presencia en bolsa, entre los 35 grandes negocios del Ibex, su descendente
dependencia de la regulación, su condición de, cada día más, subsidiaria logradora
a favor del gran capital y los grandes negocios de sus divisiones, Hispasat
y sus 1.250 canales de televisión, Reinel y su ventajista y oscuro
negocio con la fibra óptica incorporada a sus líneas de transporte y las
ferroviarias y RE Internacional, colonial en Perú y Chile.
Jordi Sevilla, "sociolisto"
no socialista, dice lloroso que "hacen falta más kilómetros de red,
conexiones y subestaciones", sin explicar vergonzante que quienes lo piden
son sus jefes reales, Iberdrola, Naturgy, Repsol, Endesa,... y
adláteres, el abusivo oligopolio al que poco preocupa mejorar/abaratar el
suministro, sino ser de facto un monopolio en el negocio de la
generación concentrada en sus manos, aplastar -aún más- la distribuida, cegar
toda posibilidad de soberanía energética en que participen regiones, municipios,
juntas vecinales, concejos, asociaciones, particulares,... y minimice el
estrago de las acromegálicas interconexiones, líneas, subestaciones,... que
suplica, "sociolisto", Sevilla para distribuir la energía que
en exceso monopoliza el gran capital, sus jefes, por medio de la acumulación de
tallos gigantes con aspas, 200 metros de altura o los cientos y cientos de
hectáreas que ahora quiere en Extremadura Iberdrola con un abusivo atropello
fotovoltaico, millones de paneles, miles de km de líneas de alta, media y baja
tensión, de toneladas de cimentaciones,..., todo ello más dañino por
concentrado, radicalmente insostenible, insolidario,..., puro y duro beneficio
-solo- para el 1%. Son, entre otras, salvajadas al servicio del analfabeto
"pogreso".
Habría que explicar con
detalle el enorme mérito de cientos de asociaciones sin subvenciones ni
ingresos -plataformas ajenas a las grandes estructuras de viejos y acomodados dinosaurios
subvencionados-, que intentan -y muchas veces consiguen- frenar las distintas formas
del destrozo en sus territorios, que están comenzando a sembrar la semilla
necesaria para que crezca algo más grande que nos defienda.
Que nadie se deje engañar, la
forma de hacer aquí de REE -y en otros lugares de otros-, todo ello en su
conjunto, resulta devastador para el planeta Tierra, agravando, entre otros, el
-ya gravísimo- problema del calentamiento global/cambio climático, que ha hecho
que una sorprendente niña sueca nos avergüence con argumentos adultos y la
urgencia de racionalizar/reducir drásticamente la generación/consumo
energético.
Incluso el diseño más pijo en
una pija revista lo afirma radical, "el progreso -con r- no era
esto", añadiendo que "el control del futuro -si lo hay- acabará
perteneciendo a un pequeño grupo, una minoría no elegida", ¿se elige
realmente a alguien?, por lo que "debemos ser críticos con los objetos
que consumimos y pensar cuánto poder queremos darle a las grandes empresas",
debiendo ser radicales al denunciar y quitar el poder de influir y condicionar,
sustituir a quienes de modo injustificado e injusto lo tienen; aquí, insisto,
Vocento, El Delirio Montañés y su más osado, ágrafo vocero, M.A. Castañeda,
defensores contra natura del más destructor "pogreso".