sábado, 25 de julio de 2020

115 Los domingos, cavilar De los delitos y las penas Fernando Merodio 26-07-2020

115 Los domingos, cavilar

De los delitos y las penas

Fernando Merodio

26-07-2020

"Tormento es manera de pena que fallaron los que fueron amadores de la justicia para escodriñar y saber la verdad por él de los malos fechos que se facen encubiertamente, que non pueden ser sabidos nin probados por otra manera" (Ley I, Título XXX, Partida VII de Alfonso X el Sabio).

"Algunos restos de leyes de un antiguo pueblo conquistador, recopiladas por orden de un príncipe, que doce siglos antes reinaba en Constantinopla, mezcladas después con ritos lombardos, y envueltos en inconexos volúmenes de privados y oscuros intérpretes, forman aquella tradición de opiniones que en una gran parte de la Europa tiene todavía el nombre de leyes". (Al lector de “Dei delitti y delle pene. Cesare Beccaría)

Vivimos un momento crucial, el de la inaplazable lucha contra el calentamiento global y el traumático y muy rápido deterioro con riesgo de destruir la vida en el planeta Tierra, serio problema que, burda e interesadamente, desenfoca, distorsiona el oscuro poder de siempre mediante lo que, de modo alarmista y claramente inexacto, dicen pandemia -del griego pan, todo, y demos, pueblo, reunión de todo el pueblo- y, sin que ni científicos, ni políticos, ni nadie parezca saber casi nada de ella, el diccionario define como "enfermedad epidémica que se extiende a muchos países o que ataca a casi todos los individuos de una localidad o región" pero, al menos hoy, es solo esa "cosa" que, en muchos países sí, ataca a un no excesivo número de personas, sin que sea sabido que lo haga a otra clase de animales, causa una mortandad cuantitativamente limitada y afecta en especial a quienes estamos en previa situación de riesgo; no tiene, aparentemente, nada que ver con el derecho penal, insisto, aparentemente.

Miramos algo hacia atrás y vemos que antes de la Ilustración y la revolución francesa ese derecho penal se caracterizaba en Europa por su crueldad, abuso y absoluta irracionalidad, un proceso, inquisitivo como leemos y vemos en todo lo que se refiere a la Inquisición, basado en una acusación secreta y un trámite escrito, no contradictorio, con un sistema de pruebas y presunciones elásticas que, unido a la tortura, ponían al reo en la inferioridad del pecador culpable, algo a lo que se enfrentaron la Razón y las ideas ilustradas en la segunda mitad del siglo XVIII, asentadas en la responsabilidad personal y, en especial, la libertad, siendo el italiano Cesare Beccaría, 1738-1794, uno de sus más importantes y firmes impulsores, al describir con dureza en la introducción de la pequeña y revolucionaria obra Dei delitti y delle pene, escrita a sus 25 años, las leyes penales de entonces como una mezcla de restos de normas de un viejo pueblo, el romano, conquistador, mezcladas con recopilaciones de Justiniano, príncipe de Constantinopla, y ritos lombardos, todo ello en confusos volúmenes de diversos  -a veces poco fiables- intérpretes; muestra agravada era, en España, por ejemplo, la Ley I del Título VIII, de la Partida VII, sobre el “tormento” al interrogar para obtener confesiones que, textual y parcial, copio arriba.

Frente a tan injusta, irracional situación, en Dei delitti y delle pene, De los delitos y las penas, breve ensayo jurídico, Beccaría exponía, ya en 1764, inspirado en las ideas de autonomía, emancipación y lucha contra el despotismo que hoy son fundamento del derecho y en la sociedad de aquel tiempo eran solo una propuesta de revolucionarias reformas, extrayéndose un decálogo de exigencias a la ley que, según él, debía derivar de lo que dicta la razón, ser clara, sencilla y fácilmente inteligible para todos los ciudadanos, con una justicia penal pública y un proceso acusatorio, meramente informativo, pruebas claras y racionales, con todos, nobles, burgueses y plebeyos, iguales ante ella, medir la gravedad del delito -solo- por el daño social que cause e imponer penas tan leves como sea posible, pues la crueldad no es siempre eficacia, no buscar tanto el castigo como prevenir y ejemplificar y que haya proporcionalidad entre delito y pena, siendo preferible disuadir que penar y, en especial, exigiendo, insisto, la igualdad de trato a todos.

Dicho de otro modo, debían ser las leyes -y no la voluntad del juez- las que, además de regular, minuciosas y comprensibles, las pautas de convivencia, fijar las penas de modo que permita a todo el mundo valorar si sus actos son o no delictivos y, en su caso, las consecuencias de ellos; Beccaría, era contrario al tormento entonces usado para obtener confesiones, pues estaba convencido de que favorecía al culpable fuerte y perjudicaba al inocente débil, pensando que lo que más disuade frente al delito no es la dureza de la pena, sino la credibilidad de una justicia, en verdad, inexorable.

En especial relevante para lo que aquí ahora nos aflige y perjudica, Beccaría exige que el poder legislativo y el judicial estén perfecta y radicalmente separados, siendo interprete de la ley, no el juez, sino al legislador, siendo, en todo caso, ajenos a ambos los miembros del gobierno, problema aún hoy no resuelto y agravado por el radical incumplimiento de la exigencia que él mismo formuló de que “pena y delito deben estar tan próximos en el tiempo como sea posible para que aquella cumpla su fin”, debiéndose, para ello, fijar plazos mínimos, aunque suficientes, para presentar pruebas, celebrar el juicio argumentativo y contradictorio y, finalmente, dictar sentencia.

A  partir de todo ello, el delito, noción derivada del verbo latino delinquere, abandonar, referencia concreta a alejarse del camino señalado por la ley, que hoy puede identificarse como acción típica, previamente definida por el legislador, antijurídica, imputable, culpable -por dolo, imprudencia o preterintencionalidad-, sometida a punibilidad y sin excusa absolutoria o, más breve, como “acción u omisión voluntaria o imprudente previamente tipificada y castigada con precisión por la ley”, estando entre las muchas formas que puede tomar la figura jurídica del delito el "común", que puede ser cometido por cualquiera y el "especial" que, como la prevaricación, el abuso de autoridad, el cohecho, la concusión, las negociaciones incompatibles con el ejercicio de funciones públicas, los atentados al orden constitucional y a la vida democrática,..., solamente puede ser cometido por el limitado número de personas que cumpla las condiciones que exige la ley para ser autor; en los casos citados, por ejemplo, la de ser funcionario o autoridad política en la forma que los define el artículo 24 de nuestro código penal.

Y con este concreto tipo de delitos “especiales”, estamos en el epicentro de un problema, de una forma de aquel nudo gordiano que Alejandro Magno desató con un tajo de su espada -"tanto monta cortar como desatar"- sin perder el tiempo en el estéril/estético intento de desatar con maña el complicado nudo tejido -entonces por Gordias-, generador de un problema que hay que resolver, estamos ahora en el punto de tener que valorar si, pasados más de 250 años desde que lo proponía Beccaría, todos -el equivalente hoy a lo que él consideró nobles, burgueses y plebeyos- somos iguales ante la ley penal y, al hacerlo, recomiendo calma a fin de evitar la depresión brutal, mayúscula de comprobar que eso de que no debemos judicializar la actividad política -sin que, por contra, se haga ningún reparo a que se judicialice, incluso con crueldad, cualquier actividad privada- es, en la práctica, una suerte de impunidad de facto para muchos de quienes han convertido el ejercicio profesional de la política en una forma de vida, equivalentes actuales a los nobles para los que Beccaría exigía igualdad de trato penal con el resto, llegándose a generar la insana opinión pública generalizada de que pudieran ser algún juez y/o fiscal quien esté politizados al no analizar -con todas las garantías legales y la celeridad exigible para que el juicio sea justo- si es que en los -cada día más- frecuentes actos administrativos/políticos más que dudosos sometidos a criterio judicial están los elementos de esos tipos delictivos "especiales", de los que solo pueden ser autores, encubridores, cómplices,...  políticos.

Es urgente, necesario para la supervivencia del estado de derecho en su forma actual que, tras detectar la naturaleza del problema, tajantes y sin temores, "cortemos el nudo gordiano", revelemos sus implicaciones y demos un correcto trato a la -cada día más frecuente- delincuencia  política, a esos delitos que, contra la constitución y el interés general, cometen nuestros -malísimos- profesionales de la cosa pública, exijamos que el legislador legisle, el gobernador gobierne y el juez juzgue bajo el garantista, lógico, justo,… mandato de los delitos y las penas que, vigilados por todos nosotros, previamente hayan regulado ellos mismos, nuestros asalariados, con garantías -sin las torturas y trampas a que, en este medieval periodo de excepción con confinamiento y bocas tapadas, ellos nos han sometido- tal como exigió Beccaría y quienes le siguen en su revolucionario intento.

viernes, 24 de julio de 2020

Covilación 29 De cómo nos tapan la boca Fernando Merodio 24/07/2020

Covilación 29

De cómo nos tapan la boca

Fernando Merodio

24/07/2020

Esta CoVilación de media semana es práctica y se plasma en el escrito presentado ayer al presidente del gobierno regional, que uno a continuación y en el que:

          1) Respondo al autoritarismo de Miguel Ángel Revilla Roiz, que renace tras nacer a la política -memoria histórica- sólidamente aferrado a ideas, influencias y un sueldo que le regaló José Antonio Girón de Velasco, cruel practicón del fascismo en la dictadura de Franco.

          2) Denuncio la ilegalidad de que su peculiar ambición usurpe competencias regladas e ignore la fundamental figura jurídica de la "reserva de ley", que obliga a regular todo lo que afecte/limite derechos constitucionales a través de leyes orgánicas aprobadas, con mayorías cualificadas, por el poder legislativo que en España tienen solo las Cortes Generales, asamblea bicameral, Congreso de los Diputados y Senado.

          3) Solicito la nulidad radical, de pleno derecho de la resolución de la consejería de sanidad, de 15 de julio de 2020, publicada el mismo día en el BOC, “por la que se modifica la resolución de 18 de junio de 2020, por la que se establecen las medidas sanitarias aplicables en la Comunidad Autónoma de Cantabria durante el período de nueva normalidad, ampliándose los supuestos de obligatoriedad del uso de mascarilla

          4) Entiendo que tal resolución, además de ignorar la esencial "reserva de ley", al menos vulneran nuestros fundamentales derechos a la libertad en general (art. 1.1 CE), dignidad como personas (art. 10.1 CE), libertad de expresión (art. 20.1 CE), libertad de reunión, manifestación y asociación (arts. 21 y 22 CE), libertad ciudadana a participar en los asuntos públicos (art. 23 CE), propia imagen (L.O. 1/1982),... derechos conquistados -no regalados- con las fatigas, los riesgos, el sufrimiento,..., lo reconozco, de solamente unos pocos.

          5) Exijo, en consecuencia, la inmediata suspensión de efectos de la ilegal, inconstitucional resolución, a fin de que no nos cause más daño.

          6) Anuncio que, en exigencia de responsabilidades y reparación de perjuicios al interés general, ejercitaré acciones contra los autores de tan grosera e ilegal norma.

          7) Me dirijo al presidente del gobierno toda vez que, en los medios, asumió la autoría -si así se pudiera decir- intelectual del totalitario atropello consistente en taparnos a todos la boca porque, dice, en especial los jóvenes no hacen lo que él quiere.

          8) Pido que se reflexione sobre la garrafal ignorancia que acerca del virus hay en científicos y políticos -hoy, la radio ha dicho que en Cantabria hay un ingresado por el virus-, así como sobre el desmedido afán (des)informador -y peor aun- atemorizador de que, en general, abusan los medios.

          9) Acuso a -todo- el "poder" político -servil ante el cobarde y oscuro capital- de aprovecharse del confinamiento, de tenernos con la boca tapada, de que ahora -no les basta, al parecer, lo que les informan los móviles, las tarjetas bancarias,...- quieran exigir registros de nombres y datos en cualquier actividad,... para aprobar a nuestras espaldas, sin participación ciudadana la Ley del cambio climático, el PNIEC y su EAE, la consolidación impuesta del Tratado sobre la energía y los "arbitrajes" a la carta de las multinacionales, el Real Decreto-ley 23/2020, sobre medidas en materia de energía y un largo etcétera de atropellos.

Está en juego nuestra libertad, democracia, estado de derecho,..., y si no lo defendemos, merecemos lo que pase.

  

Asunto: Nulidad de resolución

           AL PRESIDENTE DEL GOBIERNO DE CANTABRIA.-

 

Fernando MERODIO RODRÍGUEZ, abogado colegiado _______de Cantabria, con despacho en __________________________________________________, DIGO:

En el BOC extraordinario núm. 57, de 15 de julio de 2020 se publicaba resolución de la Consejería de Sanidad, de igual fecha, “por la que se modifica la resolución de 18 de junio de 2020, por la que se establecen las medidas sanitarias aplicables en la Comunidad Autónoma de Cantabria durante el período de nueva normalidad, ampliándose los supuestos de obligatoriedad del uso de mascarilla”, resolución que, por diversos motivos, entiendo que vulnera garantías formales básicas del Estado de derecho protegidas por la “reserva de ley”, habiendo usurpado su gobierno, en concreto la consejería de sanidad, la actividad en materia normativa que la Constitución atribuye al poder legislativo, excluyendo de su competencia al resto de los poderes del estado y, por supuesto, a los citados gobierno y consejería.

Dado que la pretensión de regular mediante la simple resolución de consejería el uso obligatorio, en todo momento y en todo el territorio de Cantabria por todas las personas mayores de seis años, en especial, “en la vía pública, en espacios al aire libre y en cualquier espacio cerrado de uso público o que se encuentre abierto al público”, entra en colisión y limita derechos constitucionales, entiendo que para su imposición como norma obligatoria exige la figura jurídica de la Ley orgánica y, por ello, la intervención de las Cortes Generales, todo ello a tenor de la siguientes

 

CONSIDERACIONES:

                 

PRIMERA.- Bases definitorias de los derechos constitucionales.-

Son características de los derechos constitucionales, en resumen, tres:

1.- No son absolutos, sino limitados, pudiendo entrar en conflicto unos con otros.

2.- Ninguno es superior al resto.

3.- Cualquier limitación de uno de ellos exige una ley orgánica de la Cortes Generales.

A efectos meramente indicativos, no exhaustivos, son, además del derecho a la salud, argumento único para exigir taparnos la boca, derechos fundamentales que pueden ser afectados por el uso obligatorio de la mascarilla los referidos a la libertad, a la dignidad humana, a la libertad de expresión, a la reunión, manifestación y asociación, a la propia imagen y a la participación en asuntos públicos, entre otros.

 

SEGUNDA.- Deficiente explicación de cómo la mascarilla/tapabocas mejora el derecho a la salud.-

En diversas manifestaciones de Miguel Ángel Revilla Roiz,  presidente del gobierno de Cantabria, se justifica la obligatoriedad de llevar tapada la boca para "toda la población y en todos los supuestos e imponer el uso bajo amenaza de sanción", de modo especial "en que ve que 'hay gente' que no respeta la obligación de llevarla para evitar el contagio, (...) principalmente entre los jóvenes", obligación global que, sin duda, facilita al presidente el ejercicio de una evidente pulsión autoritaria aplicando a todos la denostada "ley mordaza" y por medios limitativos de derechos, estrictamente policiales.

Siendo finalidad constitucional y legítima la levemente alegada "preservación del derecho a la vida y la protección de la salud", la concurrencia de la misma no está debidamente argumentada en este caso -ni de modo genérico ni, como es obligatorio, de forma específica en la resolución de 15 de julio- sin que, por otra parte exista ningún informe jurídico que avale formalmente la pertinencia legal de tan citada resolución.

El supino y más que notorio desconocimiento -científico y político- acerca del origen, naturaleza, evolución, vida, forma de combatir,... el virus es tan evidente como lo es el muy escaso número repuntes que se producen en la actualidad, sin que -salvo su atribución por el presidente a gente que no respeta la anterior, más razonable norma... "principalmente entre los jóvenes"- se aporte ninguna justificación o razonamiento -por supuesto, admitimos que los pocos contagios actuales disminuirían aún más si, de nuevo, nadie saliera a la calle o si, incluso más radicales, se hiciera desaparecer a todos los afectados- que avale que en el conflicto entre el constitucional derecho a la salud y los que son limitados por la obligación de taparnos la boca dificultando nuestra posibilidad de hablar debe primar el primero sobre el resto.

El miedo -de los que tengan miedo a algo tan natural e inevitable como la muerte y la enfermedad- es, sin duda, respetable y demanda la acción protectora de la sociedad, pero existen derechos, acaso no tan naturales, producto de la lucha, el sacrificio y el esfuerzo personal y social de otros que nos precedieron, derechos que garantizan las diferentes formas de la libertad que a los más conocidos -y cómodos- autoritarios no importan, pero el resto, entiendo, debemos defender.

Así pues, evidentemente se rompe por la simple resolución -sin argumento suficiente de su necesidad ni informe jurídico que lo avale- la fundamental "reserva de ley" que vincula a toda norma que pretenda limitar derechos fundamentales, toda vez que como afirma Javier Tajadura, profesor de derecho constitucional en la UPV-EHU, para fijar la obligación de uso de las mascarillas, "las Cortes Generales pueden y deben establecer esa obligatoriedad (...), mediante la oportuna norma legal deben fijar las condiciones en que su uso sea obligatorio en función de determinados criterios sanitarios", siendo competencia exclusiva de las consejerías autonómicas la "aplicación y ejecución de esa ley" previa, algo que aquí no ocurre con tan citada resolución de 15 de julio de 2020, dolosa y groseramente vulneradora de derechos constitucionales.

 

TERCERA.- Derechos y libertades constitucionales, de ámbito público, vulnerados.-

Son, repito que con carácter meramente indicativo no exhaustivo, fundamentales derechos dañados por el fondo y la forma en que se ha aprobado la resolución de 15 de julio de 2020 de la Consejería de Sanidad, de igual fecha, “por la que se modifica la resolución de 18 de junio de 2020, por la que se establecen las medidas sanitarias aplicables en la Comunidad Autónoma de Cantabria durante el período de nueva normalidad, ampliándose los supuestos de obligatoriedad del uso de mascarilla”,

          1) el derecho a la libertad, vulneración brutalmente antidemocrática pues está garantizada tal libertad, al ser un valor superior, como "libertad general de actuación individual" en el artículo 1.1 de la Constitución, de tal forma que la STC 83/1984, de 24 de julio -el viernes cumplirá 36 años- dice que "el principio general de libertad que la Constitución (art. 1.1) consagra autoriza a los ciudadanos a llevar a cabo todas aquellas actividades  que la ley no prohíba", libertad que debe ser entendida, STC 19/1988, de 16 de febrero, como uno de los valores absolutos del ordenamiento jurídico, "no solo en su dimensión política sino en su más amplia y comprensiva dimensión de libertad personal", obligando, por ello, "a un interpretación de las normas legales favorecedora de tal valor superior",

          2) a la dignidad de la persona, art. 10.1 CE, fuertemente vinculada, STC 53/1095, de 11 de abril, por encima de su consideración moral, a su valor jurídico fundamental, "sin perjuicio de los derechos que le son inherentes (...) con el libre desarrollo de la personalidad", considerando la dignidad como "un valor espiritual y moral inherente a la persona que se manifiesta singularmente en la autodeterminación consciente y responsable de la propia vida y6 que llega consigo la pretensión al respeto por parte de los demás".

          3) a la libertad de expresión, al 20.1.a) CE, fuertemente socavada, hasta anularla, por la propiedad pública y privada de los medios de comunicación, pero que excede tal ámbito, como explica la STC 77/1982, de 20 de diciembre cuando dice que "el ejercicio de esta libertad no exige con carácter general más que la pura y simple abstención por parte de la Administración la ausencia de trabas o impedimentos de éste (...) una de las libertades de los sujetos particulares que no exigen más que una mera actividad de no injerencia por parte de los poderes públicos", lo que no ocurre cuando, al tapársenos la boca, se nos dificulta, no solo el acceso a los medios de comunicación, sino nuestra natural posibilidad de hablar y comunicarnos con los demás, tratándose de, STC 12/1982, de 31 de marzo, "un derecho fundamental del que gozan por igual todos los ciudadanos y que les protege frente a cualquier injerencia de los poderes públicos que no esté apoyada en la Ley e incluso frente a la propia Ley (...)".

          4) a la libertad de reunión, manifestación y asociación, arts. 21 y 22 CE, derechos fundamentales claramente limitados, sin que sea necesario mayor argumento o comentario, por la arbitraria, ilegal, anticonstitucional imposición administrativa de llevar tapada, en todo momento y lugar, la boca,

          5) a la libertad ciudadana de participar en los asuntos públicos, art. 23 CE, pues, según la STC53/1982, de 22 de julio, tal derecho "lo ostentan, solo según el dictado del propio precepto constitucional, 'los ciudadanos', (...) no son titulares de la situación jurídica así garantizada otras personas o entes, como los sindicatos o los mismos partidos políticos", lo que se ve vulnerado tanto a) por la limitación que llevar tapada la boca -único medio de expresión práctico del ciudadano- supone para participar en los asuntos cotidianos públicos, como b) por la ilegal forma -que estoy razonando- en que hemos sido privados de tal derecho

Se vulnera también el derecho a la propia imagen, protegido por la LO 1/1982, de 5 de mayo, que, según STS de 29 de marzo de 1988, incluye "la figura, representación, semejanza o apariencia", mientras, según la de 13 de noviembre de 1989, "en sentido jurídico, es la facultad exclusiva del interesado de difundir (...) su propia imagen", que incluye, en lo que no esté establecido por ley, la facultad de utilizar o no determinadas prendas, de forma que afecte a nuestra imagen externa, sobre la que es conocida la imposibilidad legal, salvo a través de leyes orgánicas aprobadas por las Cortes Generales, de influir en el uso del burka o del pañuelo islámico.

Son todos ellos derechos que, en la mejor interpretación para la resolución que combato, entran en conflicto con el no debidamente argumentado ni cuantificado -se nos habla de repuntes medidos en unidades inferiores a la decena, sin explicarnos el por qué de la gravedad, en su caso, de los mismos- derecho a la salud, sobre el que se ha construido un pánico ciudadano que, además de ser injustificado si se compara con el que generan otras enfermedades causantes de muerte, sin duda interesa y es útil a la abusiva actividad que -con los ciudadanos paralizados o limitados- están desarrollando, a favor de las corporaciones causantes del calentamiento global, las administraciones.

 

CUARTA.- Nulidad de la resolución e inmediata suspensión de la exigencia del uso total y obligatorio de la mascarilla/tapabocas.-

A tenor de lo argumentado más arriba, dado el incumplimiento de la "reserva legal", la inexistencia de informe jurídico en apoyo de la resolución, la falta de fundamentación científica y política de los presuntos efectos en la salud pública que se pretenden paliar, los insostenibles argumentos dados por ese presidente en los medios de comunicación al atribuirse la responsabilidad política de aquella, los numerosos derechos fundamentales individuales ciudadanos que se limitan, anulan y/o vulneran,... me parece evidente la nulidad radical, de pleno derecho de la resolución que combato, una nulidad que evidencia, en el mejor de los casos, una actuación culposa del gobierno -y en especial de la consejería de sanidad- al dictar, de forma indiciariamente prevaricadora la norma que limita o suprime tantos derechos constitucionales ciudadanos.

Dado el tiempo que se lleva aplicando la ilegal resolución que ignora la "reserva legal" y vulnera derechos constitucionales, dificultado la actividad en defensa de los intereses ciudadanos, entiendo urgente que -al margen de los trámites administrativos que, en su caso, se lleven a efecto- la imposición obligatoria de la mascarilla/tapabocas sea suspendida cautelarmente de forma inmediata.

 

Por todo ello,

 

SOLICITO DEL PRESIDENTE DEL GOBIERNO DE CANTABRIA que, teniendo por presentado este escrito con los documentos acompañados se sirva admitirlo y, a su tenor y tras los trámites precisos, acordar la nulidad radical, de pleno derecho de la resolución de la consejería de sanidad, de 15 de julio de 2020, publicada en el BOC de igual fecha, “por la que se modifica la resolución de 18 de junio de 2020, por la que se establecen las medidas sanitarias aplicables en la Comunidad Autónoma de Cantabria durante el período de nueva normalidad, ampliándose los supuestos de obligatoriedad del uso de mascarilla”, con inmediata suspensión cautelar de las medidas que afectan al uso obligatorio de las citadas mascarillas/tapabocas.

En Santander a 23 de julio de 2020

 

OTROSI DIGO que la aplicación de la citada resolución vulnera, de forma grosera que podría ser considerada dolosa, los derechos fundamentales de todos los ciudadanos del ámbito territorial de Cantabria que reflejo en este escrito, por lo que,


SOLICITO que se tenga por efectuada la anterior manifestación a sus finen legales, con expresa reserva de cuantas acciones me pudieran corresponder al respecto.

Lugar y fecha anteriores.

 

SEGUNDO OTROSI DIGO que, por referirse igualmente a vulneración de derechos fundamentales ciudadanos, acompaño a este escrito, como DOCS. NÚM. UNO y DOS, dos dirigidos a ese presidente referidos al caos energético en Cantabria y la solicitud, en nombre la PLATAFORMA PARA LA DEFENSA DELSUR DE CANTABRIA, de una entrevista para tratar sobre ello, a la que desde el pasado 19 de setiembre, hace 10 meses, pese a las numerosas solicitudes efectuadas, no ha dado respuesta, por lo que,

 

SOLICITO que tenga por efectuada la anterior manifestación a sus finen legales.

Lugar y fecha anteriores.

 

ANEXO, Escritos solicitud de entrevista con Revilla:

-     Solicitud 19 sept 2019 Reunión con Revilla

-    Solicitud 4 octubre 2019 Queja Revilla

domingo, 19 de julio de 2020

114 Los domingos, cavilar Covilación 28 Revilla o la convicción del fascismo progresista Fernando Merodio 19/07/2020

114 Los domingos, cavilar

Covilación 28

Revilla o la convicción del fascismo progresista

Fernando Merodio

19/07/2020

"No soy de izquierdas ni de derechas sino progresista" (Miguel Angel Revilla. Suplemento Ideas de El País. Domingo, 12.07.2020).

"Hay algo que es seguro, estos políticos acabarán siendo derrotados por su propia voluntad de ganar a cualquier precio" (Giorgio Agamben. "Medios sin fin. Notas sobre la política")

Hace tiempo que miro hacia atrás con ira, reflexiono sobre gentes y hechos de hoy o viejos y cavilo con intención -y alguna esperanza- sobre lo que, con objetiva maldad, empobrece nuestras vidas; dolorido, sé que opinar del poder, hacerlo frente, no es gratis y que escribir sobre cosas de uno mismo, como hace tiempo alguien me dijo, es narcisista, insignificante y, además, muy peligroso en el vasto y cruel paisaje en que nos movemos pero, además de a conseguir cosas, ayuda a desahogarse; así lo veo.

Los años me han curtido en cavilar -e intentar que otros lo hagan- sobre asuntos que exceden lo propio, repulsivos mientras dura el rato del vivir, unas cavilaciones en las que aquellos que, con corrección dañina, hacen oficio diario de su impunidad de kapos, cada día más, me llevan a Auschwitz, obsesión -insana pero lógica- que hace poco me valió una leve apostilla amiga: “Un poco excesivo tomar como referencia Auschwitz, ¿no?, además no creo que tú sientas estupor ante ningún kapo ni te veas arrasado por la maquinaria del poder, tienes medios para defenderte y los usas”, con un final solidario, cariñoso, “pero me gusta cómo los identificas, serpientes miserables al servicio del poder, su oficio de todos los días, je, je,..., puedo ver como se remueven en sus poltronas cuando te escuchan o leen”. Modo amable, amigo, el tuyo de intuirme pero, lo siento, ajeno a lo que intento sugerir sin, por supuesto, el menor exceso.

Hoy evidente, cada día más, el campo de concentración se siembra, riega y nutre de claros, nítidos hechos que definen un eficaz estado de excepción -solo- conveniente para unos cuantos y sobre el que, sin apoyo en ley o norma justa, se alza una supuesta “custodia protectora”, actuación “preventiva” en favor de, mienten, intereses generales, en realidad contra ideas, individuos, actos que dicen peligrosos... para esos pocos, una bicoca: admitida tal -falta de- estructura jurídico-política justa y lógica, todo lo que ocurra en el Lager, por abusivo, inhumano o ilegal que parezca, deberá ser visto lícito, inteligible, humano, benéfico incluso; el mecanismo es sencillo, se crean ámbitos de abuso que permitan lo arbitrario, lo ajeno a la norma y se hacen habituales, necesarios, machacando sobre ellos en los repugnantes medios de (in)comunicación; si reflexionamos un poco, veremos, de modo exacto, el evidente encierro que hoy vivimos en un campo, sin que debamos olvidar lo que ratifica la experta en clásicas, feminista de verdad, Mary Beard, "el encierro no ha golpeado a todos por igual".

Giorgio Agamben exige que un análisis del daño, si quiere ser serio y eficaz, no se limite al del vínculo entre estado de excepción e inhumano lager; debiendo valorar la idea más amplia del “campo”, que no sólo es “el lugar en que se ha desarrollado la más absoluta 'conditio inhumana'”, sino la “matriz oculta” que lo posibilita, la norma que casi siempre domina “el espacio político en que vivimos”, el “espacio que se crea cuando el estado de excepción comienza a convertirse en regla”. No hay que pensar demasiado para ver cómo hoy vivimos en uno y, además, el día a día nos muestra la impunidad de políticos y ricos, las prohibiciones crecientes, la delación como norma, casi exigencia, la lógica insana de la desigualdad y el paro, la mercantil PSOE pactista, los del chalet, que decían poder y han hundido todo lo que olía a rebelión e izquierda, la derecha, que crecerá,…, paisaje a gusto del poder real, estado de alarma, luego, acaso, de excepción y, como final, ¿de guerra? Spinoza, sabio valiente, razonó que nuestro estúpido miedo a la inevitable, liberadora muerte es arma espuria en las sucias manos de aquel poder.

En Auschwitz se dio rienda suelta a la peor crueldad, burlándose, además, de los mártires: "Arbeit macht frei", trabajar libera; el "progresismo" de ahora, la mercantil PSOE, Evita Iglesias & Co., el viejo fascismo de Revilla,..., más "humanos", no nos hacen trabajar, pontifican sobre caridad "mínima". Primo Levi sufrió el Lager extremo y, antes de suicidarse aplastado por los recuerdos, dejó escrito que en el inicio de la barbarie está la idea de que el que piensa distinto de ti -o simplemente piensa- pone en riesgo tus prebendas y, por ello, es enemigo; el Lager es, pues, “producto de un concepto del mundo llevado a sus últimos efectos con cruel coherencia y mientras el concepto subsiste las consecuencias amenazan”. Michel Foucault, Octavio Paz y otros explicaron que el mecanismo de la opresión está en manos del lenguaje y lo controlan los medios de comunicación, todos, absolutamente todos en poder del dinero y la irracional tecnificación y que “su propaganda es a la democracia lo que la cachiporra al totalitarismo”; lo dicen libertad de expresión, debiera ser de todos y la han expoliado unos pocos y, con ella, han creado las nuevas formas de un Lager diferente, coto de desalmados en el que, porque les interesa, ellos deciden y utilizan sumisos kapos.

Si ello es así, que lo es, ¿dónde está el límite?, ¿dónde empieza el cruel "campo" en lo que hoy llaman democracia? En unos casos, prefijado y en otros lo fija cada cual, todos, adecuado a nuestra personal cobardía, explicando los que han vivido pruebas muy duras que, tras ello, se calla o se cuenta, y mientras el callar nace del profundo malestar que Levi llamó “vergüenza” y es la bota que dicta qué es vergonzoso o, por contra, decoroso, noble, se habla sabiendo que, tras haber sido marcados a sangre y fuego, ello nos supera y, lo genérico desborda lo específico en cada uno de nosotros.

En "Medios sin fin", Agamben define la seria distinción entre "derrota" y "deshonra" e iguala "progresismo" con "transigir", "la revolución debía transigir con el capital", "es preciso ceder en todo, conciliar todo con su contrario, inteligencia con televisión -esa siniestra Sexta- (...), medio ambiente con desarrollo industrial,a ciencia con opinión, democracia con maquinaria electoral (...)", y en eso llegó, verborreico, Revilla que tras destrozar a los obreros su tejido industrial, no planificar un molino legal, despilfarrar con Moneo, Comillas,…, seguir insistiendo en el TAV, no tener PROT ni planificación urbanística,… nos grita, como le gusta, en El País, degradado órgano del liberalismo canalla, "no soy de izquierdas ni de derechas, sino progresista" y, en tan cómodo transigir y conciliar con todo y todos, sea lo que sea, a partir de su inicial perruna fidelidad al fascismo cruel del “león de Fuengirola”, Girón de Velasco, se ha amorrado, hasta envejecer muy mal, al manantial de la peor política... con la mercantil PSOE o, da igual, la PP y alardear de que "la gente le hace caso", demostrándolo -nunca lo olvidaré, se lo haré pagar, ¡seguro!- al obligarme a poner -aunque se sea racional y solidario siempre- por la calle, en todo momento, un bozal, algo que no hizo Franco, apoyándose para ello, "convincente" siempre, en la supina ignorancia que exhibe esa "ciencia" que dice saber y en la fuerza de la “ley mordaza” y el inculto peso que, en la España del progresismo fascista, “una útil proliferación normativa que suple lo que se ha perdido en legitimidad" ha hecho recuperar a los que, con Franco, fueron único intelectual orgánico: multas -recaudatorias o coercitivas-, ejército, policía... y delación.

EL ROTO 19/07/2020

Enfrentarse al poder exige experiencia y fortaleza frente al abuso y, también, muy importante, frente al examen, el dictamen y la ignara, obscena opinión pública que el insano poder crea; fortaleza y experiencia necesarias para hacer frente al estupor que, evidente y cierto, genera la crueldad, así que, amigos, a buscar el “campo” en cada caso concreto, pensar, detectar el diario abuso, el inhumano horror, los medios tan desiguales,…, y valorar la urgencia, la necesaria fuerza del trueno que es la razón… cuando, humana, se pone en marcha pues, advertía en 1938 Brecht en ”Primavera” (“Poemas del lugar y la circunstancia”): “Al gorjeo de los estorninos / se mezcla el trueno lejano / de los cañones de las maniobras navales / del Tercer Reich”.

El riesgo hoy, como ayer, es Auschwitz y, de nuevo, el trueno lejano no lo causa la marcha de la razón, sino el ruido hosco del poder de siempre y sus emergentes kapos.

domingo, 12 de julio de 2020

113 Los domingos, cavilar Covilación 27 Discrepar frente al abuso Fernando Merodio 12/07/2020

113 Los domingos, cavilar

Covilación 27

Discrepar frente al abuso

Fernando Merodio

12/07/2020


Un grupo de "progres" cómplices del entorno cultural estadounidense que encabeza el ubicuo nonagenario Noam Chomsky, a quien alguien calificó como “el Paulo Coelho de la política internacional”, han firmado -para luego abroncarse entre ellos- que "debemos preservar la posibilidad de discrepar de buena fe sin consecuencias profesionales funestas"; "discrepar", "buena fe" y "consecuencias funestas", tibieza, buenismo y miedo, universo del lingüista que, hace meses, no ponía ningún reparo a recoger en persona de las sucias manos del presidente de la torva peligrosa fundación BBVA un premio... y dinero por una de sus etéreas disquisiciones teóricas, evidencia de que, sin duda, no le sirvió para nada el debate público mantenido en 1971, en los Países Bajos con el -más sólido- filósofo francés Michel Foucault que, con fina ironía e indisimulada displicencia -es bueno ver, en especial la tercera parte, del debate en YouTube o su trascripción en http://www.chomsky.info/debates/1971xxxx.htm- le aclaraba que "(...) los conceptos de naturaleza humana, bondad, justicia,..., son sobre ideas creadas dentro de nuestra civilización (...),forman parte de nuestro sistema de clases y no se pueden, por lamentable que sea, usar para describir o justificar una lucha que debe derribar los fundamentos mismos de esta sociedad", así como que las acciones importantes no lo son por alcanzar una justicia elaborada, con propósito en cada caso concreto, por quien detenta el poder, sino por conquistar ese poder, pues no existe la justicia "superior", "ideal" o "pura" de que habla Chomsky, sino que diaria, indefinible nace y se desarrolla tras la lucha social; dicho de otro modo, la guerra se hace para ganarla y alcanzar la justicia, no porque sea justa.

   

Criticaba Foucault las frágiles ideas sobre la democracia del pueril Chomsky, aclarándole que entonces -como, por supuesto, ahora- vivíamos "bajo un régimen de dictadura de un poder de clase que se impone a través de la violencia, incluso con instrumentos constitucionales; y, por ello, hablar de democracia carece de sentido por completo", una crítica frente a la que Chomsky argumentaba con idealismo sobre una naturaleza justa y libre, amor, bondad, compasión,..., parte constitutiva para él de la naturaleza humana, lo que le llevaba a la contradicción insoluble de, al partir de algo biológico, fijo, negar toda posibilidad de revolución sociopolítica, pues, como decía el francés, “no podemos, por lamentable que sea, servirnos de tales conceptos para sustentar una lucha que debería -por principio, debe- echar abajo los fundamentos mismos de esta sociedad”, liquidando a Chomsky al cerrar su intervención con un envenenado dardo, "debo admitir que no voy tan lejos como él (...) admito ser incapaz de definir (...) un modelo ideal para el funcionamiento de nuestra sociedad"; distinguía así la meliflua teoría de la dura práctica. 

Dice Rancière, filósofo, que en la sabia y vieja Grecia, arrumbada como nosotros en un vertedero, el demos, los sin derecho al poder, al reclamar jerarquía mostraban que sólo se hace política al razonar y exigir gobernar sin intermediarios; hoy, el tiempo convulso, fronterizo, demanda razones y acción popular frente a un poder político que, espurio y perverso, quiere revivir al enemigo muerto, capital, banco, mercado,…, legislando -ahora "progresista"- para financiarlo. reforzar el efímero alienante trabajo, agrietar sanidad y pensiones ganadas con dura lucha, convertirnos en felpudo del poder real,…, pero, pues a pesar de todo somos clase, grupo homogéneo, debemos exigir saber qué pasa, no aceptar que nos engañen con monsergas los coyunturales corruptos, no ser mercancía, relleno para tapar las grietas, elaborar una sólida teoría, explicarla, mostrar los dientes, gritar que salir del caos que ellos generan no es hacer lo mismo, usar redes baratas, unirnos en ciudades, pueblos, barrios,…, consolidar asambleas cotidianas, pensar en lo esencial nuestro, conocernos, rozarnos, ahuyentar el egoísmo del individuo cobarde, plantar cara a los que, tras reavivarlos, idolatran a los ricos e intentan engañarnos con AVEs, molinos gigantes, dialectos, lábaros, odiosas identidades, banderas, Ertes coyunturales, pan que mañana será hambre,…, no aceptar ni un injusto recorte, vulnerar la “ley mordaza”, los duros confinamientos que aíslan, las mascarillas/bozal que nos impiden hablar,…, hacerlos callar a ellos, denunciar su ignaro y egoísta dolo, sus robos, sus dantescos sueldos y pensiones, el insoportable machismo de quien alardea de azotar a una mujer hasta hacerla sangrar, oculta su móvil a otra, “para protegerla”, crea, patriarca rancio, una familia numerosa, acapara, privativos, territorio y agua, bienes escasos,…, su corrupción, su insoportable control de una Justicia injusta, las cuentas de sus despilfarros, ¡exigirlas ya al céntimo!,..., echémoslos y, tras ello, creativos, cabreados, serios, vivamos la emoción turbadora de replantear, reconstruir la política; reinventarla. 

Frente a creyentes muy crédulos, lo cierto es que lo de hoy no es crisis, “¡es la ruina, estúpidos!” y “la izquierda debe ser ante todo anticapitalista”, lo dijo Rossana Rossanda, comunista italiana vinculada a “Il Manifesto“, que califica al “progresismo” de “nacional populismo”, mala conciencia a la que ni siquiera critica, limitándose a gritar: “¡No me interesan...!”, al ser imposible un encuentro con tan tibios nuevos/viejos partidos de “izquierdas”, sus votos sin ideología ni ideas, el apoyo interesado de prehistóricos sindicatos -y otras asociaciones, también subvencionadas- verticales, burocráticos y su búsqueda del ventajista rebufo de la emoción sin pensar contra el capitalismo, destilación de la reforma luterana, en especial calvinista, que, igual que la iglesia romana, justifica la riqueza sucia que atesora quien se apropia, roba la fuerza del trabajo ajeno, con esgrima metafísica que vincula la riqueza a la etérea condición de “predestinado” de quien se enriquece, uniendo los intereses de religión y dinero, grabando a sangre, pecado y fuego el engaño en nuestras afligidas mentes; vivimos la postrer etapa del capitalismo, que, por mucho que los bienpensantes al servicio del poder se ofendan, siempre fue imperialismo, desigualdad, injusticia, hambre, guerra, abuso,... sin el atisbo benéfico que sus primeros profetas quisieron atribuirle. 

Rebusco en el caos de mis libros las obras escogidas de V.I.Lenin, tres gruesos volúmenes mal leídos hace mil años con interés y a hurtadillas, vuelve a asombrarme menos su subversión que el volumen de los textos, frenética actividad de los cincuenta y cuatro convulsos y arriesgados años del revolucionario y, como hace siglos, me fijo en su “¿Qué hacer?” (1902), ajeno a la posterior burocracia soviética, lo vinculo al Benjamin que, profundo, explica que “la tarea de una crítica de la violencia puede definirse como la exposición de su relación con la justicia y el derecho”, una relación cuya falta sería justificación; oigo tantas cuantas veces quiero ”Eve of destruction”, Barry McGuire, “cantor protesta” de hace ya cincuenta años, “Pero me dices / una y otra vez, mi amigo / ¡Ah, no crees que estemos / en vísperas de la destrucción" y, cosa de las endorfinas, del esfuerzo fatigoso, indignado, elucubro contra ricos y políticos, resoplo y, casi agotado, me reafirmo en el Lenin que dijo lo que había que hacer,… no se hizo y, pasados ya cien años, urge; hay que insistir, unirse, arriesgar, dar el salto. 

El capitalismo, enfermo crítico, agoniza en el abuso, en crisis estructural se agrieta injusto, como ayer hizo la cruel burocracia abusiva que dijeron comunismo; miente quien promete recuperación con sacrificio, como quien no advierte de que lo que dicen progreso está agotado, pues el actual consumo es inviable y, o cambiamos el sistema o no consumir traerá paro y ese paro será el fin de la educación y la sanidad públicas, las pensiones, el medio ambiente..., mientras, aquí, los “progresistas”, los alcaldes, las burocracias sindicales, los dinosaurios ecologistas, todos nosotros,… permitimos que uno de los destructores de nuestra vida en el planeta, Repsol, sucia gasista, petrolera de Josu Jon Imaz, deje sin agua Alsa y, con ella, la cuenca del Besaya y Santander, en medio de un atronador cómplice silencio; ya en el siglo XIX, Hawthorne dijo que “el abismo es simplemente uno de los agujeros del pozo negro que hay debajo nuestro”.

La United Fruit Co.” de "Canto General" (1950) Pablo Neruda

Cuando sonó la trompeta, estuvo

todo preparado en la tierra,

y Jehova repartió el mundo

a Coca-Cola Inc., Anaconda,

Ford Motors, y otras entidades:

la Compañía Frutera Inc.

se reservó lo más jugoso,

la costa central de mi tierra,

la dulce cintura de América.

Bautizó de nuevo sus tierras

como "Repúblicas Bananas,"

y sobre los muertos dormidos,

sobre los héroes inquietos

que conquistaron la grandeza,

la libertad y las banderas,

estableció la ópera bufa:

enajenó los albedríos

regaló coronas de César,

desenvainó la envidia, atrajo

la dictadora de las moscas,

moscas Trujillos, moscas Tachos,

moscas Carías, moscas Martínez,

moscas Ubico, moscas húmedas

de sangre humilde y mermelada,

moscas borrachas que zumban

sobre las tumbas populares,

moscas de circo, sabias moscas

entendidas en tiranía.

Entre las moscas sanguinarias

la Frutera desembarca,

arrasando el café y las frutas,

en sus barcos que deslizaron

como bandejas el tesoro

de nuestras tierras sumergidas.

Mientras tanto, por los abismos

azucarados de los puertos,

caían indios sepultados

en el vapor de la mañana:

un cuerpo rueda, una cosa

sin nombre, un número caído,

un racimo de fruta muerta

derramada en el pudridero.

domingo, 5 de julio de 2020

112 Los domingos, cavilar Covilación 26 De la seducción de lo cómodo Fernando Merodio 05/07/2020

112 Los domingos, cavilar 

Covilación 26 

De la seducción de lo cómodo 

Fernando Merodio 

05/07/2020 

“(…) Detrás de la imbecilidad no hay nada. Ni siquiera maldad. O interés turbio. Ni siquiera conjura de demonios. No hay nada. Nada. Pero es que absolutamente nada” (María Zambrano. Prólogo de “España, sueño y verdad”

“La política española resulta tan difícil de explicar al extranjero porque está toda entera contaminada de delirios” (Antonio Muñoz Molina. “Estado de delirio”

En Francia, en 1965, María Zambrano escribió el prólogo a su colección de ensayos “España, sueño y verdad”, señalando como originalidad respecto a “Pensamiento y poesía en la vida española”, volumen previo, que la habitan, “no sólo autores y obras”, sino “también un personaje no acuñado por el pensamiento poético, ni dibujado por el discursivo, (…) ‘el idiota’, cuya existencia es, sin duda, universal, (…) con distinta forma y significación según la morada donde habita”, que no nace del poeta ni del filósofo, extraña tanto la reflexión como la palabra y, si se aferra al verbo y repite mecánico una como “el sol, el sol, el sol”, ni se entera, “aunque vaya y venga, no retrocede ni avanza, no va a ninguna parte, no se dirige a lugar alguno, aunque en llegado a alguno se detenga”, lo que Zambrano conecta con las “cosas pequeñas” de Kapuscinski o “el Instante” de Kierkegaard al afirmar, exiliada de una España difícil, que, tras “treinta años de experiencia crítica (…) detrás de la imbecilidad no hay nada. Ni siquiera maldad. O interés turbio. Ni siquiera conjura de demonios. No hay nada. Nada. Pero es que absolutamente nada”, lo que Muñoz Molina me recuerda reciente al hablar en un “Estado de delirio” de que “la política española es tan difícil de explicar al extranjero porque está toda entera contaminada de delirios”, ajena a la racionalidad o el sentido común en todos sus discursos, tanto, añado yo, los de derecha que está orgullosa de conocerse como los de la vergonzante que se dice “progresista”, ambas simples egoístas vísceras, sumisas al siniestro poder en la sombra, al capital, ajenas ambas a la reflexión libre, a la palabra sonora o luminosa, al pensamiento poético o discursivo, dos derechas y cada una crece fuerte, es historia, en terrenos roturados, sembrados y regados por lo más “idiota” de la otra. 

Hoy el problema no es la derecha declarada, sino prever en cada instante cual será el engañoso golpe que nos dará el gobierno “progresista”, débil e insolvente derecha que se dice socialista, radical,…, incluso -en el límite de su delirante travestismo- comunista, adicta -en su inane afán infantil por vivir en la Moncloa- a diálogos y pactos contra natura con el capital y la rapiña nacionalista -la derecha más evidente- y que, salvo la secta de los descamisados abrazada a un enloquecido delirio peronista, son hijos y nietos de aquellos que un 14 de octubre, en 1974, con Franco aun vivo, se reunían en Suresnes, junto a París, para elegir secretario general a un hábil abogado sevillano que, con las cárceles llenas de gentes del PCE y las Comisiones Obreras de entonces -entre otros, nuestro “Cote”-, como un niño que se cubre la cara con las manos para no ser visto, fingía ocultarse, innecesario, tras un apodo pretencioso, “Isidoro”, al tiempo que viajaba con pasaporte expedido por Fernández Monzón, Casinello, Faura,…, el Servicio Central del Gobierno ¡de Carrero Blanco! Decían, ya entonces, ser la “izquierda” y, con su turbios actos, impedían la “ruptura democrática” que impulsaba el PCE, la sustituían por la “reforma pactada”, ¡ay los pactos!, y hacían que Carlos París, comunista, catedrático de Filosofía de la Universidad, escribiera en sus “Memorias sobre medio siglo” que la “transición” a la democracia fue “un proceso custodiado con la CIA, por la conservadora socialdemocracia europea, en el que se hundieron las fuerzas creadoras”, con el sucio, único objetivo de evitar a toda costa la presencia del PCE, “el Partido”, en el gobierno; esa era la derecha que, en 1982, sí llegaba al gobierno empujada por aquel 23-F, que aun hoy exige memoria histórica. 

El 24 de enero de 1977, lo más oscuro del sindicato vertical, el fascio de Girón de Velasco, viejo patrón de Revilla, asesinaba a tiros en su despacho de la calle Atocha a Javier Benavides, Serafín Holgado, Ángel Rodríguez, Javier Sauquillo y Enrique Valdevira, y malhería el cuerpo y el alma de Lola González, Miguel Sarabia, Luis Ramos, Alejandro Ruiz y de todos los militantes del sindicato de clase y “el Partido” que, veintisiete meses después de la parodia de Suresnes, muerto incluso Franco, aún eran ilegales, clandestinos, perseguidos,…, pese a lo que muchos de ellos, en torno a sus treinta años, con familias asustadas, niños, sueños,… daban, con una gran marcha de duelo comunista, la postrer patada de “el Partido” al muro fascista, haciendo insufrible lo que ocurre desde entonces, obligados a ver a lo más selecto de los nuevos "idiotas" que repelen el verbo, el pensamiento, a ese sujeto con la coleta como único mérito, mimético seguidor de Evita, señalado como albacea “comunista”, hoy mero socio oportunista de la reaccionaria socialdemocracia que, apoyada por la CIA -a la que pagó con un silencio, cómplice, sobre sus turbios vuelos- llegó a lo más innoble por anular las vidas, esfuerzos, sacrificios, torturas, años jóvenes de cárcel,... comunistas y ofende al trueno de la razón en marcha que un “idiota”, una coleta, trampas, irrelevancia, egoísmo ambicioso… usurpe hoy de esa pequeña parte de la historia. 

De Suresnes a Atocha transcurren veintisiete meses, trayectos divergentes que, a poco que se piense, exhiben una perverso afán de manipulación de lo reciente, haciendo daño el silencio sobre, por ejemplo, Paracuellos, no hablar de ello para, con pelos y señales, explicarlo, la cobardía de no pedir y dar perdón al resto, que miserables “idiotas” tuerzan los hechos de una guerra (in)civil con héroes… y canallas. Lo razona María Zambrano, al diferenciar al poeta del filósofo, su uso de la palabra como cuerpo sonoro o luminoso, al llamar a la reflexión, al “diálogo silencioso del alma consigo misma” e imaginar (temer) avalanchas de “idiotas” ajenos al verbo que, limitados a su ir y venir, no andan y, “aunque en llegado a algún lugar se detengan”, muestran que “nada les turba ni les altera” y, ajenos a la reflexión, al discurso, a la palabra, se aferran a la más sonora, para destrozarla, “diciendo, el sol, el sol, el sol”. Pienso en ello, me emociono una vez más al ver “El hombre que mató a Liberty Valance” y admirar a quien, solo desde el callejón y sin pedir nada a nadie, ajeno a la ley injusta, resuelve el problema o, de otro modo, con la agria sensación, acaso cruel, de estar ante una calculada argucia cuando, en “Pelando la cebolla”, Günther Grass justifica su juvenil adhesión a las Waffen SS, con una turbia razón cómoda, “me dejé seducir por el nazismo sin hacer preguntas”, reflexionando sobre Albert Speer, padre de la iconografía y la arquitectura nazi y Gertraud Junge, secretaria de Hitler, que estuvieron con el führer hasta el hundimiento: “Podemos hundirnos, pero nos llevaremos a un mundo con nosotros”, recordando, en fin, tres libros de lectura vieja, “Castellio contra Calvino. Conciencia contra violencia”, de Stefan Zweig y “Responsabilidad y juicio”, de Hannah Arendt, dos reflexiones éticas sobre el hombre y la dura fatiga de -intentar- distinguir bien y mal, y -ponerse a- hacerlo frente y, en fin, “Nosotros, los hijos de Eichmann”, de Günther Anders, dos amargas cartas abiertas del filósofo -“probablemente el más agudo y lúcido de los críticos del mundo tecnificado”- a Klaus, hijo de Adolf Eichmann, responsable del traslado de judíos a los campos de exterminio, cartas en las que expresaba su firme convicción de que somos hijos de Eichmann y, si no reflexionamos, seremos engranajes de la maquinaria que movió la idea nazi de liquidación industrial de humanos, de producción sistemática de cadáveres, siendo difícil distinguir el bien del mal si, con quienes nos rodean, prejuzgamos en la dirección de lo fácil al hacernos la pregunta muelle, útil coartada, ¿quién soy yo para juzgar en contra del resto? Mucho de lo anterior, lúcido como siempre frente a la seducción de lo cómodo, lo resume en dos viñetas El Roto.

EL ROTO 04/07/2020               EL ROTO 05/07/2020