Deconstruir
el procés (29)
Nulidades e
inmunidades
Fernando
Merodio
ALERTA
29-05-2019
Atravesamos
la árida fase procesal de practicar la prueba de documentos, que algunos periodistas,
difusores parciales del espectáculo que mezcla justicia y política, ven tediosa,
siendo en realidad fase complicada, capital para, además de evitar excesos y
acumulaciones innecesarias, impedir que un mínimo error en su práctica, mechado
en el futuro con legalismos que pueda tejer a su favor el interés de parte, dé
lugar a recursos, solicitudes de nulidad y, lo peor, graves daños en el interés
general; es obligado, pues, y de agradecer el prolijo afán que muestra el juez
Marchena al practicar tal prueba, aunque con ello aburra a acelerados y amantes,
no de la justicia, de las emociones fuertes que dan titulares.
En el feroz
y feraz siglo XVIII, Montesquieu, poético, ilustrado y racional, decía que,
dada la tremenda concentración de fuerza en los tres poderes -hoy, más que
ellos, manda el capital-, para el sano ejercicio de lo público es preciso que,
como por ahora, y espero que hasta el final, está haciendo Marchena, "por la disposición de las cosas, el poder
contrarreste al poder", lo que, experto, sin retórica pero muy didáctico,
en el mismo tiempo revolucionario, el abad de Sieyès expresaba diciendo que
"toda sociedad en la que la garantía
de los derechos no esté asegurada y la división de poderes no esté determinada,
no posee constitución", por lo que, el trámite de juicio y,
especialmente, su fallo nos darán la medida de la fiabilidad del -útil para el
débil- vilipendiado Estado español.
Tiempos de
cambio, peligrosos, y Daniel Innerarity, filósofo que se dice tan vasco como
europeísta, colaborador habitual de El
País, número uno a Bruselas de Geroa
Bai, integrada en la coalición Europa
Solidaria, se muestra -bonita teoría y, para la mayoría, peligrosa
práctica- tan "reacio al
independentismo mágico como al poder anacrónico de los Estados", lo
que hace muy difícil entender, aún leyéndole atento, qué poder extraño será el
que, en estos momentos, mantenga a Europa unida en la sociedad que él ve -tan
aparentemente idílica en teoría como falsa y sin base en la práctica- "de ciudades, de regiones, de universidades,
de redes", que hace que su conclusión sea que "el Estado español soberano ya no existe"
y que "sin fronteras, moneda propia
y ejército, es un anacronismo hablar de indisolubilidad" ¿No debemos pues,
pregunto al filósofo, cumplir ya las normas del contrato social que aún nos
vincula para convivir?
La dura
realidad es que el juicio avanza mientras, por ejemplo, Oriol Junqueras,
elegido ahora parlamentario europeo, pretende lograr inmunidad frente a la ley
española, pero Diego López Garrido, constitucionalista poco sospechoso para él,
explica que, a tenor del artículo 9 del protocolo sobre Privilegios e
Inmunidades de la Unión Europea, único aplicable, su inmunidad desplegaría sus
efectos el 2 de julio a las 10 horas, cuando él ya tendría suspendidas sus
funciones como europarlamentario por la norma española, para Europa única
aplicable al caso. Eso es lo que hay.
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