Deconstruir
el procés (25)
Esperpento
Fernando
Merodio
ALERTA 15-05-2019
Hace
casi cien años, Max Estrella, poeta de odas y madrigales ciego, y Don Latino de
Hispalis, su lazarillo, hacían nacer la figura literaria del Esperpento en el
diálogo que precede a la muerte del primero en un Madrid "absurdo, brillante y hambriento",
dentro de la conocida escena XII de "Luces
de Bohemia", -"¡Don Latino
de Hispalis, grotesco personaje, te inmortalizaré en una novela! i Una tragedia
Max / La tragedia nuestra no es tragedia / ¡Pues algo será! / El Esperpento"-,
dando así vida al género que en los años 20 del pasado siglo utilizó
Valle-Inclán para narrar una "realidad
deformada y grotesca" y, al tiempo, "la degradación de los valores consagrados a una situación ridícula".
Para explicarlo, Valle-Inclán utilizó al hiperbólico Max haciéndolo
decir que "los héroes clásicos reflejados
en los espejos cóncavos dan el Esperpento", añadir que "el sentido trágico de la vida española solo
puede darse con una estética sistemáticamente deformada" y concluir
explicando que "las imágenes más
bellas en un espejo cóncavo son absurdas".
Las testificales del juicio que -sin confiar en el sistema- espero
sea capaz de deconstruir el procés,
además de estar llenas de reiteradas y evidentes medias verdades, las peores
mentiras, empiezan a generar la sensación de asistir a la representación de un
Esperpento, con los hechos deformados -no por un espejo- por la cóncava
negatividad de algunos actores, siendo desalentador y gráfico el descuido, deseo
que no falseamiento, de la realidad que exhibió al declarar la joven filósofa
Marina Garcés, a la que yo sigo y el juez tuvo que señalar que, siendo filósofa,
debiera saber que un testigo no va al juicio "a explicar su grado de alucinación o su estado febril" y que
sus valoraciones personales, importantes en sus libros, "no tienen ningún interés" en el juicio. Apena que ella pareciera
ignorarlo o que, aun peor, condicione su declaración el hecho de tener "un café pendiente con Jordi Cuixart desde
hace un año y medio" sin
haberlo podido tomar o que sus relaciones personales quiebren su objetividad
hasta hacerla intentar -lo que está prohibido- leer un guión en el juicio,
obviando además que lo que se juzga es muy serio, no un juego y afecta a millones
de personas que también, sin siquiera conocer a Cuixart, sufren, por -culpa de-
él, estados febriles.
Si cabe, aun más propia del Esperpento fue la actitud del
abogado que, ilógico, intentó argumentar para, contra ley y en el tribunal
supremo, declarar en catalán, evidenciándose cada día más que, como ocurría en
"Luces de Bohemia" con la tragedia española, la actual tragedia
catalana no es tal, sino "la degradación de
los valores consagrados a una situación ridícula" y, además, una "deformación
grotesca de Europa", muy difícil de expresar si, aunque se utilice la
técnica del Esperpento, quienes intentan reescribir su historia no tienen la
maestría de Valle-Inclán.
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