Lo cotidiano.129
Del Madrid real y la grandeza
Fernando
Merodio
01/11/2025
Lo de hoy muestra que
política y medios de (in)comunicación, atroces, falsean todo, pues, si se trata
en serio, el fútbol es un juego jovial, pura pericia, suerte, cruel y dura
estadística, del que, además, Albert Camus, tan fiable, aseguró que todo lo que
sabía “de moral y
obligaciones del hombre, se lo debo al fútbol”, siendo yo afortunado al intuir,
niño, que aquella triste, gris España nada alegre y faldicorta, no era solo el
rechoncho general bajito de atiplada voz al que casi todos -¡sí, casi todos!-
temían y seguían, ni los finos bigotitos o faldones negros que le adulaban con
irreal cháchara sobre, con mayúscula, Dios,
Formación del Espíritu Nacional o Unidad
de Destino en lo Universal, pues también estaban, orgullo y solaz mío, junto a otros
pocos, deportistas como Timoner, del que alguno ni sabrá quién era, Bahamontes y,
sobre todo, el Madrid real de don Santiago Bernabéu, don Alfredo Di Stéfano,
Pancho Puskas y mi paisano Paco Gento, a los que, desde 1962, llegado de
Santander y al tiempo que jugaba al fútbol en el equipo del Hogar Montañés, de pie gozaba, tras
pagar -creo revivir- 13 pesetas cada dos domingos -y algún jueves-, ¡así sé de fútbol!,
subido al vértigo del mítico tercer anfiteatro del viejo Chamartín que Bernabéu,
levantó con obligaciones suscritas por sus socios, clase obrera y modestos
burgueses madrileños, así que, como Javier Marías, otro madridista, dice en su
libro “Salvajes y
sentimentales. Letras de fútbol”, cuando hablo del Madrid real “las cosas están claras y me siento
seguro de pasiones y recuerdos” sin, como otros, “padecer ningún tipo de temor, temblor, dramatismo o
zozobra”.
Está muy claro.
En el “Chamartin”
que levantaron Bernabéu y los socios, “mi tercer anfiteatro” cuando joven era el
de enfrente, arriba de todo.
Ya octogenario,
el filósofo Antonio Escohotado, del que leí, sin convicción, su Historia general de las drogas y Los enemigos del comercio: una historia
moral de la propiedad, se planteaba en su último libro La forja de la
gloria: Breve historia del Real Madrid contada por un filósofo aficionado”, 2021, la pregunta ¿qué clase de decisión
empuja al Madrid real a luchar por ser el mejor entre los mejores año tras año
y lograrlo con inusual frecuencia?, para, filosófico, responderse que, quizás, el
hecho de no verse, como otros, “més que
un club”, le hace “no jugarse algo
distinto al prestigio” y, “pues la
ventaja sustancial del deporte sobre cualquier otra actividad competitiva es
que no destierra el magnetismo de la guerra”, pero “lo ofrece domado por la regla del juego limpio”, facilita que “acaso sea su fair play, junto a una idiosincrasia única para entender
este deporte” lo que hace del Madrid real “epítome de la gloria balompédica”.
Fundado en 1902 por -no
excluyente- los hermanos Padrós, catalanes, desde tal inicio y tras ganar
alguna competición antes y 2 ligas y tres subcampeonatos en la II República, sin
que el Barcelona hiciera nada en tal -hoy vitoreada- era, al acabar la
(in)civil guerra, en la que lo presidió un coronel republicano, Secretario
General del PCE, el llamado “equipo de -la ciudad que más resistió a- Franco”, recibía -como premio- el terreno
de la fotografía de abajo, dejándole el “nuevo
régimen” ganar su primera liga en 1954 -el Barcelona ya tenía 5 y el
Atlético Aviación/de Madrid, 4-, inicio tal liga del tránsito hacia nosécuántas champions y su actual, colosal
estadio, a partir del visionario genio de don Santiago Bernabéu, monárquico, y
don Alfredo Di Stéfano, argentino, sin que nadie -no infecto de envidia- pueda
ver razón -no anécdota- a la leyenda negra tejida por el ávido egoísmo mínimo
de los del mal paño muy caro del noreste, pudiendo si valorar, por contra, las
claves de por qué el muy castizo Madrid real es lo más notorio y universal que
España ha paseado por el mundo actual, uno de los 6 fundadores de la FIFA en 1904 y elegido -el 11 diciembre 2000,
en votación sin dudas: Madrid real, 43,35%, Manchester U. 9,69%, Bayern M.
9,18%, Barcelona 5,61%,…- Club del Siglo,
momento a partir del que, por difícil que parezca, elevaba su nivel para ganar
¡9 Champions League! más.
“Estadio
Chamartín” que entregó Franco al Madrid real al acabar la (in)civil guerra
No es
baladí que, detalla Escohotado, filósofo, los catalanes han rendido honores al
“invicto” -siempre agradeciendo algo-
al menos en 1951, insignia de oro y brillantes, 1952, Bodas de Oro del -més que un- club, 1957, butaca
presidencial al inaugurar el Camp Nou, 1959, audiencia al presidente Miró-Sans,
1962, agasajo religioso del club al dictador, 1971, medalla inaugural del
Palau, 1974, nueva medalla de oro,…, si bien reconozco que, con ayuda ya del
macarra Sánchez el Malo, en 2019, de modo algo póstumo, siempre heroico, el “més que un club” se los quitaba todos.
Hoy, el visionario
del Madrid real es Florentino Pérez, en mis antípodas, rocoso capitalista serio
sin fisuras conocidas, cosa de los tiempos que hace crecer envidias hasta el
punto que, hace días, un tal Lamine Yamal, 18 años y sin salir de la cascara ni
hacer, que yo sepa, más que dar patadas a un suave balón moderno, acumular
dinero, juntarse a una cantante -para mí- desconocida y -dicen- comprar la casa
en que Piqué -¡buen ejemplo!- vivió con Shakira unos años, pese a ser obligación
a su edad, además de regatear a veces y marcar algún gol, (de)mostrar que es
similar a, entre otros, Kiliam Mbappe, aseguraba en una juerga privada -solo
para unos millones de auditorio- que los del Madrid real, fundado en 1902, Club del Siglo, que no aduló a Franco, “Roban, se quejan. Hacen cosas que…”, debiendo
no calumniar y, si tan grave fuera cierto, aunque la Justicia sea como es, denunciarlo,
como han hecho -con pruebas- sobre los millones circulantes entre los que més y el capo árbitro Negreira, a una edad en que los más osados no (ab)usan
de la “patente de corso joven” que, ignaros,
le otorgan en los medios escribidores/habladores que -si no los molesta- le ven
único, incluso ejemplo; con lo que aquí está lloviendo, ¡estamos arreglados!
Coda sobre grandeza.- Arriba, un filme muy corto titulado “Grandeza lives here/La grandeza vive aquí”, grabado en la sólida, no ostentada sala de máquinas -esa sí, ejemplar- entraña del actual buque Estadio Santiago Bernabéu, otro que aquel en que en 1962 yo disfrutaba, define el andar del Madrid real: “La grandeza exige todo / No se esconde / Se levanta cada mañana / Tan incansable como el sol / La grandeza viste una tela / Que puede mancharse de barro / Sudor / Incluso sangre / Pero nunca de vergüenza / Carga con el peso de la historia / Sobre sus hombros / Y tiene un deseo infinito de ganar / Forjada en una alianza / Que jamás podrá romperse / La grandeza hace que cada momento / Se sienta como una eternidad / Nunca se desvanece / Vive para siempre”, siendo así se gane o no, incluso si te meten 5 y explica por qué los del bajel -que dicen- “més que un club”, gente mínima como Laporta, Negreira, el pobre Lamine, pésimo ejemplo,…, encelados en lo nimio y la -siempre perdida- gresca contra el Madrid real, ni siquiera llegan a intuirlo.
Primer (1902) y actual (2025) escudo del Madrid real, siempre
MCF, Madrid -sólo- Club de Fútbol



















