jueves, 23 de abril de 2020

CoVilación. 12 Capitalismo depredador vs CoV19 Fernando Merodio 23/04/2020

CoVilación. 12 

Capitalismo depredador vs CoV19 

Fernando Merodio 
23/04/2020 

“Los hombres hacen su propia historia, pero no lo hacen a su libre albedrío, bajo circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo aquellas con que se encuentran directamente, que existen y han sido legadas por el pasado". (Karl Marx "El 18 brumario de Luis Bonaparte"). 

"(...) los gobiernos que hemos elegido entre todos porque prometían velar por nuestro bienestar han acabado convirtiéndose en cómplices tolerantes de un proceso que favorece el enriquecimiento de un grupo reducido a costa de la mayoría y que engendra con ello una sociedad cada vez más desigual". (Josep Fontana, Prefacio de "Capitalismo y democracia. 1756-1848. Cómo empezó este engaño"

Dice Joaquín Estefanía, director de El País 1988-1993, algo tan serio como que las políticas para implantar y asentar el capitalismo "(...) no son 'naturales', sino que se imponen desde los gobiernos mediante (...) leyes y regulaciones y, en el extremo se defienden por medio de la represión", aturulladas leyes, reglas y coacción ad hoc que, con todas las atenuantes que pueda inventar la -bovina- mayoría de tutores de que era ineludible, han quedado datadas en la pequeña historia de la pésima gestión de la crisis vírica en que se han enlodado los "progresistas" de la fresca empresa Sánchez, Iglesias & Co... y la torpe oposición, tan mala, que los hace buenos.
 
EL ROTO 21-04-2020

Las luchas que generó el primer capitalismo mundial, cimentado en el comercio de las compañías nacionales europeas en el siglo XVII, en especial la inglesa, la francesa y la holandesa con mercancías orientales y americanas, tejidos, té, café, especias, azúcar,..., acabaron en la llamada Guerra de los Siete Años, 1756-1763, calificada por Churchill como primera guerra mundial, finalizada con la victoria de Prusia y el nacimiento años después de la "pentarquía" que dominó en Europa hasta la I Guerra mundial: Francia, Gran Bretaña, Austria, Rusia y la propia Prusia, consolidando, al tiempo, el dominio de la emergente burguesía, los propietarios sobre, por un lado, las latentes ideas revolucionarias francesas y el enérgico impulso de nuevos trabajadores industriales, campesinos e, incluso, siervos que empezaban a organizarse en torno al socialismo utópico y las ideas de Marx y su Manifiesto de 1848, guerra que al menos derruyó, excepto en Rusia, los restos feudales y la servidumbre que no había arrasado la revolución de 1789. 

La traza democrática que podían aportar el anti-absolutismo, el creciente número de trabajadores industriales y, junto a los campesinos, su mejor organización era, sin duda, ficticia, ya que, en primer lugar, el supuesto control político mediante el voto era todavía negado a las mujeres y el sufragio fue hasta mediados del siglo XIX censitario, no universal, limitado, según las naciones, por motivos económicos, de instrucción o sociales, llegando Montesquieu a matizar en interés de los propietarios y el incipiente capitalismo su inicial e ilustrada afirmación de que "la esclavitud va contra el derecho natural, por el que todos los hombres nacen iguales e independientes", "El espíritu de las leyes, XV, 5", 1748, en el sentido de que "el azúcar sería demasiado caro si la planta que lo produce no la trabajasen esclavos"; ya entonces capitalismo puro y duro. 

Ahora asistimos a lo que Lluis Bassets denomina "ensayo general antes de la catástrofe", idea seria que, quizás para no molestar a su entono, no desarrolla en todo su duro alcance y se limita a resumir diciendo que "el coronavirus nos ha llegado como un aviso, quizás el último, antes del desastre climático global que nos aguarda" y, siendo desconocida como es -por las mentiras y la pésima información que tenemos-, la seriedad del virus que paraliza lo que los profetas del "progreso" que es crecer sin límites, insostenible, llaman mundo desarrollado, lo que resulta indudable es que el origen de la pandemia está, simplificando, en la muy deficiente relación del hombre -y la mujer, no se enfaden "progresistas-feministas"- con la naturaleza, mientras su desaforada propagación la ha posibilitado el crecimiento, también ilimitado, insostenible de esa cosa histérica que los más cursis y estúpidos de nosotros llaman "viajar" sin seso y el contagio que el contacto facilita y, por último, la falta de respuestas sanitarias que no sean las de la "avanzada" tecnología -higiene básica, confinamiento represivo, mascarillas, guantes, batas,...- del siglo XIX -o anterior- es una muestra más del fracaso de esa cosa siniestra que los economistas de cámara del peor capitalismo, llaman "mercado" que, pese a conocer los riesgos evidentes y cosas peores, no invierte -al no ser rentable para el capital- en sanidad pública, vacunas,... 

Vuelvo a Bassets y no añado nada a su tibio -pero descarnado y cruel- anuncio del "desastre climático" que, sin duda acompañado de accidentes y pandemias de verdad, mucho más agresivas y letales que ésta, van a vivir, ¡nadie lo dude!, los remilgados niños ¡de hasta 18 años!, algunos incluso con suerte y jardín, cuyo "desconfinamiento" tanto parece preocupar a nuestra -por identificarla de algún modo- fauna reciente de politólogos, sociólogos, psicólogos, opinadores,..., tras haberlos formado en el aplauso febril a nuestra policía, ejército y guardia civil, que dice lo que dice... y lo hace. 

Poco anima a confiar -cuestión de fe- en el capitalismo el hecho de que bicho tan pequeño, poco mortífero -menos de 200.000 muertos en una población de casi 8.000 millones, 25 por cada millón de habitantes-, algo tan previsible y anunciado como la CoV19 haya sido capaz de generar el shock que ha generado en el "sacro mercado", la ilógica "bolsa", el trabajo, fabricación, compras, ventas,..., la oferta y la demanda reguladas -dicen- por el sabio "mercado", cuyos efectos, en forma de destrucción de empleos/sueldos, pequeñas actividades agrícolas, empresariales,... pagarán -siempre- los más débiles, al tiempo que otros, ¡qué horror!, van a perder una -muy pequeña- parte de las plusvalías injustamente detraídas de la fuerza de trabajo del resto. 

La Conferencia de la ONU sobre Cambio Climático 2015, XXI Conferencia sobre Cambio Climático, 21ª Conferencia de las Partes ó 11ª Conferencia en calidad de reunión de las Partes en el Protocolo de Kyoto (COP 21/CMP 11) fue organizada por la Convención Marco de la ONU sobre el Cambio Climático (CMNUCC), debió costar lo que ni se sabe y consiguió alcanzar el 22 de abril de 2016 el llamado "Acuerdo de París", firmado -buen símbolo- en New York, los USA de Donald Trump; desbordante parafernalia para el mejor ejemplo de trampantojo, protocolo que -todo el mundo sabe- no resuelve el gravísimo y real problema del "desastre climático" y que, además quizás por ello, no cumple nadie, siendo pues innecesario referirse a la triste broma que fue la Conferencia organizada hace meses en Madrid por Sánchez, porque en no sé qué otro sitio no podía celebrarse. 

Sí son cumplidores los sabidos actores que intentan consolidar el injusto -ahora titubeante- capitalismo en la eterna cita con su criminal forma de imponer -falta de- ideas, señalando Global Witness, ONG que trabaja para romper los vínculos entre el robo de los recursos naturales y la pobreza, la corrupción y el abuso de los derechos humanos, que en 2018 se asesinó en el mundo a 164 defensores del medio ambiente y la tierra, 37 menos que en 2017, más de la mitad en "nuestra" Iberoamérica, una importantísima parte impunes, abuso en el que están recogidas acciones de, por ejemplo, la destacada parte del Ibex que son Iberdrola y Gas Natural -ahora beatífica Naturgy-, que al tiempo que utilizan el dinero ganado de "esa forma" para anunciarse como ecológica y sostenible solución al insoluble caos planetario generado por ellas e igual que -con ayuda de Revilla, Martín, Zuloaga,...- lo intentan en Cantabria, en el istmo de Tehuantepec, México, junto a Acciona, Renovalia,..., están perpetrando, contra los indígenas, un muy grave atentado eólico con irreversibles daños, impactos socio-ecológicos y vulneración de derechos humanos. 

Explicaba ya Marx en El capital, capítulo 24, volumen I, cómo el despojo del territorio común abrió "el camino por el que había surgido el orden económico capitalista en la Europa occidental del seno del régimen económico feudal". No es nada nuevo.

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