domingo, 23 de junio de 2019

57 Los domingos, cavilar Pequeños burgueses y políticos Fernando Merodio 23-06-2019

57 Los domingos, cavilar
Pequeños burgueses y políticos
Fernando Merodio
23-06-2019

“Creo que el progreso es real en la ciencia y en la tecnología. En la ética y en la política, sin embargo, pienso que el progreso en el sentido de un avance acumulativo, paso a paso y fase tras fase, es en el fondo un mito o una ilusión”. (John Gray. “Tecnología, progreso y el impacto humano sobre la tierra").

"Soy positivo (...) del lado de los optimistas (...) convencido de que la lucha contra el cambio climático se va a ganar gracias a las directrices globales y al progreso tecnológico" (José Luis Rodríguez Zapatero. Militante del PSOE. Ex presidente de España).

Objetivamente, si admitimos la existencia de tal concepto. aquí no hemos tenido mucha fortuna -o suerte- con el legado de influencia que, de haber dispuesto de ella, podría haber emanado de nuestros presidentes; Suárez y Calvo Sotelo nos dejaron raudos, asolados por el Alzheimer y la muerte, González y Aznar, acreditaron su pancismo al trocarnos por Slim y Murdoch, el 1% del capital, Rajoy volvió, inexpresivo, a lo suyo ahora en yate, y Zapatero mantiene vivo el enigma de si es tan cándido -o simple- como parece o, porque le conviene, lo finge.

La última simpleza de este último, el que quería promover la "alianza de las civilizaciones" con el -más que sospechoso- turco Tayyip Erdogan, el único presidente que aun parece querer mantenerse cercano a nosotros y, a su modo, a nuestro favor, la ha vertido en el caro almacén de la nada gratuita para veraneantes que es la UIMP y consiste en que, como en medio de la crisis que a él lo expulsó y devastó al resto del común de los mortales, se mantiene "positivo" y, por ende, "convencido" de que "la lucha contra el cambio climático se va a ganar gracias a las directivas globales y al progreso tecnológico"; gansada insignificante y sin ninguna base intelectual o técnica que solo lleva a pensar que nos toma por majaderos o, no sé si aun peor, quiere acrecentar la apariencia de que es él quien lo es.

John Gray, no un peligroso izquierdista, hace más de tres lustros que por activa, pasiva o perifrástica explica la incapacidad global que existe para resistir -lo que él llama- "exceso de realidad", evidente en la urgente obligación de aceptar el "cambio climático" y adoptar las radicales medidas que para hacerle frente son precisas; incapacidad, cobardía o egoísmo para huir de la incomodidad que supone desarrollar un pensamiento realista, por lo que derrotarlas es "reto sin precedentes" para todos.

Supongo que "el de la ceja" estará alineado, no con el "progreso desarrollista" sin freno que difunde M.A. Castañeda, ni con la idea de que el -inexistente- crecimiento ilimitado tecnológico y económico solucionará el gravísimo problema, sino con las tesis de los autodenominados "verdes", ecologistas subvencionados subjetivamente por los estados, o sea por el capital que asola el planeta y ahora ve "su" solución en la falacia para niños, el oximoron de un "crecimiento sostenible de las energías renovables", pues tal imposible crecimiento sostenible energético del que se apropian Iberdrola, Endesa, Viesgo, Naturgy,... y demás acreditados generadores de desigualdad y destructores del planeta, aquí acaudillados por Green Capital Power, entorno de Florentino Pérez, no es en general -ni en especial en la forma agresivamente masiva en que se quieren implantar- tan eficiente e inocuo como publicitan intentando engañarnos... y mantener abierto su chiringuito/negocio, con el impagable apoyo, en esa y otras cuestiones, de la pequeña -y dañina- burguesía en lo más próximo; lo explica, certero, El Roto.


Dos ejemplos. A la línea 220 kV Astillero-Cacicedo -y el atropello que oculta, más líneas, ampliación de la subestación de Cacicedo, nueva subestación en el puerto de Santander,...- la hace frente a su manera, intentando trapicheos con capital y políticos, la burguesía propietaria de nuevas edificaciones, en especial adosadas que, por su, digamos, credulidad ha sido burlada tanto por el mediáticamente compungido Revilla, muñidor corrupto con Martín y Red Eléctrica de la ilegal línea, como por los munícipes de Camargo, con una alcaldesa cuyo mayor mérito es, al parecer, ser -me dicen- "carretillera" psoecialista y El Astillero, donde su actual regidor saltó -con red- del PP a Ciudadanos, haciendo campaña enfrentándose a la línea; ahora los tres dicen, ocultos tras falsas excusas, que ya que la -culpable- administración no puede -quiere- hacer nada y no hay ya elecciones, sean ellos los que inventen algo y lo hagan; la misma historia de siempre, la política se une al 1%, como González y Aznar, pues nos saben cándidos -o lelos- como Zapatero.

En Santander, la cosa es menos dañina, no afecta directamente a clima y salud, pero tiene acaso más médula, liberales transversales, nuevos como Podemos, Ciudadanos inicia su andadura municipal con dos cacicadas, una, la que desprecia la legalidad de un expediente firme tramitado con publicidad y participado por los que ahora se oponen y pretenden, con dinero de todos, desguazar lo que no gusta a una fina burguesía asentada, tópica y característica, la del Tenis, la misma que hormigonó con daño ecológico las rocas de la ensenada del Camello y, otra, al tiempo atacan lo público y exigen, urgente, eliminar la molestia al vehículo privado que es el -acaso mejorable- carril-bus para el transporte público; no proponen estudiarlo o cambiarlo, ¡molesta a los pequeños burgueses! y, como las escolleras, hay que quitarlo ¡ya!.

En 1846, Karl Marx explicaba que "en una sociedad avanzada, el pequeño burgués, (...), se hace socialista de una parte y economista de la otra, (...), se siente deslumbrado por el lujo de la gran burguesía y a la vez siente simpatía por los sufrimientos del pueblo. Es al tiempo burgués y pueblo. (...) Ese pequeño burgués diviniza la contradicción, pues da forma al fondo de su ser. Es la contradicción social en acción y debe justificar teóricamente lo que practica, (...)"; la práctica señala muy bien cómo, además, en algunos casos el pequeñoburgués trata de ocultar tan ruin contradicción tras el delirio de un imposible izquierdismo, dañino para el genuino.

Que nadie se engañe, es un grupo social marginal que ocupa un espacio ruin entre el antes llamado proletariado y la burguesía real, genera mínimos excedentes, vive intoxicado por el oropel del capital y quiere formar parte de la burguesía pero son, en realidad, desclasados que la sirven.

Releo entre el caos de mis libros y notas cómo los pequeños burgueses fueron traba muy pesada para la izquierda real -ahora inexistente- que en los años 60 y 70, sin beneficio y con riesgo, luchaba contra Franco para traer esto, ¡vaya un éxito!, y veo que, sin contar con ellos, habrá que seguir intentando hacer lo posible para evitar que se consolide el ilegal atropello de una cancerígena línea de altísima tensión que atraviesa zonas pobladas en la que, sin culpa, vivirán gentes que aún no han nacido y, al tiempo, defender lo público frente a los ridículos, ilegales y pequeños caprichos burgueses del carril-bus y las escolleras.

Sin duda, a pesar de los pesares y lo dura que es el soledad, merece la pena seguir luchando para mejorar esto, para abrir los ojos al peor ciego, el que por egoísmo no quiere ver, intentar engrosar las pequeñas bolsas de resistentes que, juvenil a sus casi 90 años, patrocinaba, marxista, John Berger, merece la pena intentar que, como la técnica y la tecnología, en nuestro entorno más próximo, ética y política progresen acumulativas, paso a paso y fase tras fase, para que técnica y tecnología nos sirvan; se trata de que, seamos los que seamos pues siempre fuimos muy pocos, revelemos a los pequeños y grandes burgueses, a los políticos y los subvencionados, volvamos a la austeridad armónica con la naturaleza, legislemos justos y respetemos las leyes.

Coda final.- La cosa se pone mal, muy mal y habrá que explicar con riesgo y detalle en próximas cavilaciones aspectos de cómo se plantó en el muelle Alvareda ese objeto tan raro, inseguro y poco útil, tan simbólico, ese container arrojado por marcianos, con que nos humilla, a mi al menos, la poco ejemplarizante familia Botín.

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