56 Los domingos, cavilar
Extinción y pillos ineptos
Fernando Merodio
16-06-2019
“La crisis
de la extinción solo se puede mitigar reorientando nuestra mente para que
aborde la realidad. El pensamiento realista está, sin embargo, prácticamente
extinguido”. (John Gray. “Cambio climático y extinción del
pensamiento").
"(...) donde no es necesario
introducir ninguna mejora porque todo es perfecto". (Richard
Powers. "El clamor de los bosques")
A mi edad, por lo
vivido, me obligo a escribir, hablar, incluso gritar sobre lo que, movidos por
la intrínseca maldad del capital y en desenfrenada huida hacia adelante, nadie
quiere mentar, la necesidad de poner fin a la -perversa- idea laica de que, pues dios no creó el mundo, el
hombre podrá adaptarlo a sus caprichos.
Dice John Gray,
catedrático emérito de Pensamiento Europeo en la London School of Economics,
que "el cambio climático -eufemismo
que yo preferiría cambiar por destrucción planetaria o, al menos, por calentamiento
global- es un hecho tangible",
tanto que hasta los más reaccionarios de los políticos -Trump, of course, ni en
la actual degradación es político- comienzan a reconocer que "se ha hecho urgente alguna clase de acción
más radical que cualquiera de las emprendidas hasta el momento", hay
que poner fin a la superstición universal de que "el pensamiento mágico -que descansa en la creencia en la omnipotencia
de la voluntad humana- es obligatorio" y, especialmente, hay que
utilizar como nueva base para partir de donde estamos, más abajo de cero, el irreversible
deterioro planetario que genera la industrialización sin freno basada en
combustibles fósiles -que dóciles analfabetos funcionales como M.A. Castañeda llaman,
en sus pagados voceos, "el progreso"-
para volver a lo que Enrico Berlinguer, viejo secretario general de aquel
potente PCI, llamó "austeridad"
o, más radical, James Lovelock identifica como una urgente "retirada sostenible"; sencillo y
fácil de entender, es lo mismo que Greta Thunberg, la niña sueca que, poco a
poco, callarán, llama "cambiar el sistema",
ineludible.
Leo hoy, sábado,
la reseña de dos libros a cuya lectura me pongo esta tarde, "El clamor de los bosques", de
Richard Powers, científico avanzado que hace cuatro años se retiró a una cabaña
en los Apalaches, donde vive en soledad con una idea central, que "hay una forma de vida más rica, diversa,
longeva y eficaz que la humana y o nos sumamos a ella, o estamos abocados a la
extinción", sin actitud religiosa o militante, ni de abandono de los
avances tecnológicos propone "encontrar
la manera de usarla de modo que esté en sintonía con la tierra, no en guerra
contra ella" y "Capitalismo
y democracia 1756-1848. Cómo empezó este engaño", del maestro de historiadores
Josep Fontana que, marxista, avisa de que "los hombres hacen su propia historia, pero no lo hacen a su libre
albedrío, bajo circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo aquellas
circunstancias con que se encuentra directamente, que existen y han sido
legadas por el pasado".
Todo ello nos
conduce a lo actual, a la siniestra -con pretensión edulcorante- presencia de
los esfuerzos de quienes nos han traído hasta aquí, el capital acumulado
robando la plusvalía de la fuerza del trabajo de todos volcado ahora casi todo
en las multinacionales eléctricas y su publicidad intercambiable de crueles fotografías
de aerogeneradores cuatreros que pretenden embellecer en el espejo de límpidas
aguas, bajo un sugestivo arco iris o páginas y páginas de anuncios
administrativos de abigarrada y minúscula letra amenazándonos con miles de
hectáreas de insostenibles parque industriales fotovoltaicos con los que pretenden
lucrarse los mismos consorcios depredadores que hasta ahora lo hacían, apoyados
por políticos tan corruptos como los actuales, con las energías más contaminantes
de CO2 y otros venenos, lo que nos exige parar, debatir con seriedad e iniciar
una "retirada -de verdad- sostenible".
Aquí, en lo de
ahora, tenemos que hacer frente a eso, tan grave, que una cuadrilla
(des)organizada de descerebrados egoístas llama el "procés" y el final de una tortura de juicio que, sentencie lo
que sentencie, no va a cambiar nada y no precisa diálogo ni concesiones, sino
dureza -"dura lex sed lex"-
que les imponga inexorable, sobre todo cuando se propongan cambiar lo que les
convenga, cumplir el contrato social que libremente firmaron; El Roto, como
siempre, lo explica claro -"cada
pieza reafirmaba su independencia, pero el vuelo proseguía"- en la
pasada viñeta del día 13.
Al tiempo de ello,
sufrimos al nacido para jefe de planta de gran superficie que, aquí ahora a
base de cabezonería sin más, ha devenido a presidente del gobierno de España,
pero tendrá que apoyarse en lo peor del populismo transversal que decía que
podía y se ha amorrado al abrevadero con ánimo de vivir a costa nuestra, los
egoístas nocivos dichos, otro grupo de ellos, aún más peligroso, que se mostró incluso
capaz de, por su solo egoísmo descerebrado, matar y, junto a ellos todas las
excrecencias sin ideología -ni ideas- que se alimentan de abscesos, pillos
ineptos a los que, como a los otros, habrá que apartar para evitar la
-¿inevitable?- extinción de todos.
Nuestra
excrecencia cercana nutrida por el fascismo que llevaba adherido Franco, luego prohijada
por PP y, peor aún, por PSOE y cebada por la demagogia y la peor televisión, es
sólo espectáculo y escenifica con fotógrafos la realidad de que aquí ahora la
política es chalaneo de mercanchifles que troca un solo voto al jefe de planta/presidente
en pago de la deuda de un hospital que alguien, supongo, habrá firmado hace
años, colaborar -o sea nada- en el futuro centro logístico (?) de La Pasiega y,
lo más dañino y vergonzoso, la pretensión de dejar sin ferrocarril a los
pueblos entre Madrid y Santander por la velocidad de esa horterada que llaman
AVE los nuevos ricos/muertos de hambre que nos quieren seguir llevando a la
extinción; alguien debiera explicar qué hacía allí, salvo que sea lo que
cualquiera con dos dedos de frente intuye, Martín, acumulador de años de
fracasos, en medio ambiente e industria, "lobbysta" de facto de las
multinacionales eléctricas en la tropelía eólica, ahora prevista, si se permite,
como más inmediato y nutricio pastel político/económico.
En Santander, que
un partido como Ciudadanos, degradado en toda España al aluvión más egoísta, aquí
con dos malos y descontrolados concejales, pueda marcar el ritmo de la ciudad,
es la mayor evidencia de a qué ha llegado eso que los que se postulan para ser
elegidos, llaman "democracia",
"política" o "elecciones", no siendo otra cosa
que corrupción, inoculada en las mentes del resto, algo que El Roto, sabio y
poco dado a excesos, retrata en su viñeta del pasado día 14 con un texto
demoledor: "(...) y por extraño que parezca, había hombres que
votaban a sus parásitos (...) (pseudoLinneo)" y, en medio del chirrido
de todo ello, hay una cosa que chirría aún más que el resto, que la humillada y
uncida alcaldesa -que implantó las escolleras molestas para los señoritos que
destrozaron la ensenada del Camello- tenga, no que analizar su legalidad, sino
que exigir su inmediata retirada y comprometerse a no recurrir ninguna
actuación tendente a ello; siendo indigna tal degradación de lo público y,
simplemente para defender la ley y la dignidad de los santanderinos, habrá que
pedir vista del expediente y analizarlo.
Lo de la
extinción, nadie se engañe, va en serio, es de las pocas cosas que, seguro,
vamos a conseguir, en especial dirigidos por la caterva de pillos ineptos que
nos mangonean haciendo que el tinglado se corrompa y desmorone, Pepe Álvarez
anuncia que UGT no hará más formación, ¡nos ha...!, el Tribunal de Cuentas
advierte de la quiebra de la Seguridad Social, nos engañan con el reciclaje y
la recogida de plásticos, la 5G del móvil, esos artefactos que tanto gustan a
nuestros alevines de parados y/o delincuentes, es más dañina para el
calentamiento global que el tráfico, los micrófonos espía, el hablaescribe, la
telepantalla o la neolengua, el lenguaje pervertido con que en 1984 nos advertía Orwell son ya un
hecho,... y, sabiendo que, como dice Alessandro Baricco, "lo nuevo provoca pereza y miedo, es
comprensible", creo que la necesidad de ir hacia eso nuevo exige ya diligencia
y coraje.
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