Lo cotidiano. 28
Necesidad sin virtud
Fernando Merodio
02/12/2023
Nicolás Sartorius, candidato cunero en
las elecciones de 15 de junio de 1977 en la mínima Cantabria, diputado
frustrado tras haber apartado a López
Coterillo y San Sebastián, con méritos nuestros, y hoy aplaudido por el “progresismo” como inconexo resto del
naufragio de quienes -pocos- se opusieron a la dictadura, escribe practicón en El País sobre la Ley de amnistía en trámite,
eligiendo, práctico insisto, “hablar de
las virtudes de la necesidad”, lo que me obliga a asirme a que solo lo hará
por desmemoria -y ciego-, sin mala intención, mezclando -falsas- virtudes de la
torticera, ruin amnistía al del maletero y el resto con la de la Transición y
la “necesidad” que -dice- había, tras
morir en su cama “el caudillo”, de
legalizar al PCE -rectifico, un
respeto, a “el Partido”-, decisión
que, frente al quejoso gesto de la renovada PSOE trilera, fue decisión
exclusiva de Adolfo Suárez, que la hizo pública el 9 de abril de 1977, sábado santo, tras haber disuelto su
secretaría general, él era el secretario, del Movimiento, única organización política -recuerden, la del yugo y
las flechas- que usó 40 años el rechoncho general bajito de voz aflautada
-hasta eso era bufo- siendo -muy- injusto que el “converso” Sartorius no recuerde el postrer sacrificio de, dignos en
tan duros tiempos, Sauquillo, Valdevira, Benavides, Rodríguez Leal, Holgado,
Sarabia, Ruiz-Huerta, Ramos y Lola, amigos, comunistas asesinados en Atocha, 5
en cuerpo, 4 en alma por el terrorismo fascista que, igual que en los USA lo
controló Jimmy Hoffa, aquí lo hacía el criminal verticato del transporte, causando
desazón -que sé no injusta o indebida- el actual ministro del ramo, como el Urtasun
que, (in)culto, amenaza con trocear El Prado y, al tuitear infantil, cree -¡uf!,
pactos y fe sin virtud- que un lustro son 50 años…, similar a todos los
encart(er)ados por Sánchez el Malo.
No es justo Sartorius al embarullar churras
con merinas, a un cobarde huido de todos nosotros con la Ley
46/1977, que -diga lo que diga aquel- no perdonó a comunistas, pues sabemos
que “el Partido” no hizo nada que exigiera
amnistía y la
Ley del perdón entraba en vigor el 17 de octubre de 1977, 264
días después de la matanza de Atocha, que sin duda, por -¿miedo a?- el valor, mérito
humano de aquellos comunistas hizo que, tras ello y 189 días antes de indultar
al resto cómplice, cobarde no comunista, Suárez homologara al “Partido” y quien quiera razonarlo, deberá
tener años, ser justo, lógico, no seguir pegado a Franco y saber lo que es un
mínimo agradecimiento.
Pasado casi medio siglo -¿cuánto dirá, (in)Culto el Urtasun que cobró de
la UE?- nos ha caído encima, insufrible, Sánchez el Malo, retorcida antítesis
del elemental coraje de aquellos comunistas que, frente a la inocencia política
con que Azaña se refería a la repetitiva, aburrida cuestión del egoísta
raca-raca catalán para acudir pueril a un -inexistente- ius separationis y hablar, sin ruborizarse -ni siquiera intuía lo
que iba a venir- de “una Catalunya gobernada por las instituciones que
quiera darse mediante la manifestación libre de su propia voluntad”, con el imposible “menor perjuicio posible para unos y para otros“ con “al menos relaciones de buenos vecinos”,
comunistas sabedores de que solo “el
género humano es la Internacional” se alinean con el autoritario, sólido pensamiento de Ortega y Gasset sobre “el
problema catalán”, problema que no tiene solución, pues, “como todos los
parejos a él, que han existido y existen en otras naciones, no se puede resolver,
sólo se puede conllevar”, lo que para el autor de “La rebelión de las masas” es “no
sólo que los demás españoles tenemos que conllevarnos con los catalanes, sino
que los catalanes también tienen que conllevarse con los demás españoles”,
lo que es imposible, así que Sánchez el Malo, práctico como Sartorius, se alinea
por -solo, nada más ni menos- su investidura con lo peor de cada casa, basta ver
sus caras, qué y cómo lo dicen.
Asesorado, sin duda, por Urtasun, (in)Cultura, con la
misma osadía, falta de moral y política con que enfrenta a españoles con
judíos, por algo que ignora, tomándolo trivial de Puchi, Sánchez el Malo robó
el popular proverbio “Hacer de la
necesidad virtud” que usaron, sabidos estoicos, Posinomio, Crisipo, Séneca
o Marco Aurelio; teniendo nosotros
muy clara la necesidad -de él- que le fuerza a perdonar en nombre de todos -incluido
el mío- a una recua de dolosos golpistas, sin que nadie llegue a intuir -imposible-
virtud en generosidad tan siniestra en perjuicio de otros y siendo no inmoral,
amoral, poco sólido, superficial, nadie le recomendó que leyera la Meditación 35, del Libro V de Marco Aurelio, “Si
no es una injusticia, fruto de mi
mezquindad, y no perjudica a la ciudad, ¿por qué debería preocuparme? ¿y
en qué perjudico a los demás?” y, tras ello, pensara, antes de actuar: Y si
es una injusticia fruto de mi mezquindad y perjudica a la ciudad, ¿qué debería hacer?
Desde luego no debiera “negociar
discretamente” lo mío, no de él, sino rodearse de luz y taquígrafos e
informarme en directo, antes de decidir, de lo que -irreversible me- está
haciendo y así, si además leyera un poco a Giorgio Agamben, sería estoico,
incluso democrático.
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