Lo cotidiano.32
Que no cunda el pánico... hay acuerdo
(Cuento chino)
Fernando
Merodio
29/12/2023
Ha vuelto a contarnos otro
cuento chino apoyado en -el diablo de los- números que tan bien manipula las -muy
pocas- veces que se digna a -desde su inaccesible púlpito en las ondas- dirigirse
a una masa sin posibilidad de, tras el hagiográfico, plúmbeo, populista sermón
de autobombo, pedirle rectificación o, al menos, aclaración al bochorno que
aquí hoy sufre quien, ajeno a la élite del 1%, no es funcionario de las
mercantiles-partidos que usurpan lo que -él dice- democracia y, dada la gravedad
objetiva de la situación, para que no cunda el pánico nos insulta con su
ridículo cuento sobre un acuerdo en que, mercantiles insisto, PSOE, PP, Evita y sus acólitos -con
lenguaje perverso- evitan que a quien “ha perdido fuerzas o aptitudes, o las posea en grado
menor a lo normal" se le llame en la
Constitución, como hace la RAE, “discapacitado”
o “disminuido”, sino, ¡atentos niños!,
“persona con discapacidad”, hito “progresista” que cohabita con -y trata
de ocultar- el abandono que sufre quien “perdió
fuerza o aptitud”, ¡si Rosa hablara!, mientras ellos cocinan, ¡Montesquieu
ha muerto!, su receta para más control partidista de lo judicial, o la impar
ley de la paridad, o la del populismo peronista de fútiles subsidios para mansos
mendigos, o la de auto-amnistía con desigualdad para el resto, logrando así, primordial,
que desatendamos el dañino avance del cruel capital; todo ello es, por
supuesto, la base del sucio tinglado de Sánchez el Malo.
Al tiempo, en la misma
página de “opinión” de El País que acoge, con pródiga -pero
útil- reiteración, a un Ignacio Sánchez Cuenca, ofensa al pensamiento que, obcecado,
insulta al ajeno a la secta y firma su artículo como catedrático de, oxímoron,
Ciencia Política mientras, con los datos que da Internet, sería, solo, profesor,
ha aparecido una lúcida y culta reflexión que Monika Zgustova titulaba “¿Por qué somos kafkianos?” que, en el polo
opuesto al sermón eufórico, nos identifica -casi- con máquinas, burócratas como
Josef K. o Gregor Samsa, “huraños y
solitarios a su pesar”, arquetipos de la sociedad actual, “cada día más autista, más tiempo mirando
las pantallas de los móviles que conversando con las personas reales”, en la
“época nerviosa y caótica” que aquí ahora
pastorea Sánchez y “las cámaras acechan
en el metro y los supermercados, en las autopistas y las calles, los ojos de
los móviles nos apuntan en cualquier lugar, en los aeropuertos hay control de
huellas digitales (…)”, lo que nos ha convertido en teóricos culpables en
un mundo en que, siendo útil para el “progresismo”
que -lo dejó claro con el abuso de la Covid19-
no derogará la -ayer execrada- “ley
mordaza”, eficaz para que la ministra de Sanidad, ascendida tras sufrir
palizas de Ayuso en varias elecciones, impida -al que quiera- fumar en las
terrazas.
El día de Navidad
estuvieron con Rosa -y conmigo- nuestros hijos, el pequeño, pragmático de 47
años, nos trajo una paleta de Guijuelo que no sé cortar o deshuesar y preparar
al vacío, mientras el mayor, filósofo de 50 años que algo conoce de mis
inquietudes, me regaló un libro ya viejo, de 1994, útil hoy, cuyo título es “El enemigo interior. La guerra secreta
contra los mineros”, de Seumas Milne, sobre las muy sucias tramas del “sistema” cuando Margarett Thatcher
contra el -ayer poderoso- NUM, National
Union of Mineworkers, Sindicato Nacional de Mineros, crueles tramas sociopolíticas
aquí ahora evidentes, entre otros, contra quienes, sociedad civil, se entrometen
para condicionar el futuro de -vitales, en el más estricto sentido- la generación
y gestión de la energía, libro el inglés que un antiguo portavoz laborista
introduce advirtiendo: “Nunca hay que
subestimar la implacable determinación de la clase dirigente británica -o
de aquí, añado- para destruir a sus enemigos”, en lo que son eficaz -y sumiso- utensilio,
siempre y en todo lugar, los medios de comunicación, su lenguaje perverso -o solo
falaz, que genera personas y hechos falsos-, simbolizados allí por, rival de
Rupert Murdoch, aún vivo, el checo Robert Maxwell, ya muerto, y aquí por
quienes sabemos.
Coda farisaica.- La PSOE de Sánchez, mercantil con la peligrosa ética que estudió Max Weber, dice que no gobierna con EH Bildu porque le da grima que aún luzca algo del pelo de la dehesa que le creció al convivir años -¿lo hace aún?- con ETA, asesinos curiles con txapela de su tierra y -¡vital!- el mismo ADN, lo que no le impide, sin encomendarse a dios e ignoro si tras consultar al diablo cambiar, entre otras cosas, sus 4 votos en Pamplona por 6 para que Sánchez siga haciendo el mal, y entrega la ciudad que no ganaron en las elecciones a esa Euskalerría insana -dicen “progresista”- que, con su ayuda, junto a una “independenzia” inventada y hasta hace cuatro días exigida a tiros contra el pueblo, igual que el capital, pretende robar, lo explica muy bien Lenin, territorio comunal de otros.
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