sábado, 30 de abril de 2022

217 Los domingos cavilar En caída libre Fernando Merodio 01/05/2022

217 Los domingos cavilar

En caída libre

Fernando Merodio

01/05/2022

Quiero saber si en el orden civil puede darse alguna regla de administración legítima y segura, partiendo de los hombres tal como son, y de la leyes tal como pueden ser. Trataré siempre, en esta búsqueda, de vincular lo que el derecho permite con lo que prescribe el interés, a fin de que la justicia y la utilidad no tengan por qué verse separadas” (“Del contrato social o principios del derecho político” Libro I. Jean-Jacques Rousseau).

La ley, como dicen casi todas las constituciones  democráticas vigentes, es la expresión de la voluntad general, la gran aportación de Rousseau. Mediante el contrato social se abren las puertas a la democracia moderna” (Jorge de Esteban. Introducción a “El contrato social”)

Abandono por un día, sin olvidarla, la fundamental cuestión del control social de la generación energética como garantía de un futuro lógico para el ser humano, habitante del planeta Tierra, pues el respeto a la Ley, al contrato social está sufriendo un destrozo en caída libre que asusta y exige cavilar un mínimo; si fuéramos como debiéramos, la cosa sería muy sencilla, siendo esencial criterio que nos dotaría de una justa, igualitaria y, al tiempo, fácil la convivencia detenernos en la calmada lectura -y su aplicación práctica- del breve, esencial tratado “Del contrato social o principios del derecho político”, parte de una obra más extensa del ginebrino Rousseau, ilustrado que se enfrentó a Voltaire, determinó la teoría republicana consolidada tras la revolución francesa, introdujo ideas como “alienación” o “voluntad general”, que Kant llamó “imperativo categórico”, y se opuso al egoísmo individualista y la dependencia económica del pensamiento político de Hobbes y Locke, germen de la desigualdad, cimentando su teoría en dos plausibles ideas: “El hombre nace libre, pero está en todas partes encadenado” y es, además, “bueno por naturaleza”, esencia ambas del contrato social, que ve a la familia como “primera base de una sociedad política”, en la que él se opuso al empleo de la fuerza y defendió una obediencia lógica, solo, a poderes legítimos, con estricta aplicación de ciertas proporciones, pues “cuando más crece el Estado, más disminuye la libertad” y cuantos más “son los magistrados, más se debilita el gobierno”, que se torna más ineficaz, irreflexivo y lento si un exceso de personas participa en la gestión de lo común, advirtiendo además, que, “si se desea una institución duradera, no hay que pensar en hacerla eterna”, debiendo evitar el vínculo “representación”-“corrupción” y apoyarse en una “asamblea” impulsada por la bondad y rectitud del hombre sencillo, más que en la difícil complejidad del -que dicen- inteligente, culto y todo ello asentado en normas sociales civiles, no asentadas en los dogmas de la religión, todo lo cual define las exigencias del vinculante “contrato social”, suscrito a partir del hombre como es y las leyes como pueden ser; insisto en que, leída despacio y con buena fe, la propuesta de Rousseau es tan fácil de aceptar por la mayoría como razonable y que solo el egoísmo interesado de -mínima- parte de los humanos impide una convivencia práctica basada en algo tan razonable, tan lógico como un previo “contrato social”, vinculante, obligatorio, sin disculpas -y, por supuesto, severos castigos, sin excusa-, para quien incumpla.

Aquí hoy, se puede ver que todos, sin prácticamente excepciones, todos los -que se dicen- “servidores públicos” desde los tres poderes políticos, ejecutivo, legislativo y judicial, están incumpliendo, de modo flagrante y grave, su esencial parte de ese “contrato social” que garantiza la seguridad jurídica del resto; gobiernos, legisladores, jueces y fiscales merecen severos castigos por incumplir. Veámoslo con ejemplos.

EL ROTO 18/09/2016

Así, empezando ahora aquí cerca por el gobierno regional-sozialista, emanación personal del más rancio -y peligroso- fascio que, hace días, presumía a bombo y platillo, con la para-militar “brunete” mediática atronando mentiras sin el menor ápice de verdad, sobre un ilegal, ¡radicalmente, ilegal!, logro al que ni siquiera eran capaces de dar nombre y porfiaban, torpes, con un equívoco sustantivo femenino, “exclusión” que, sin más, no significa nada positivo, para acabar, ¡que desvergüenza!, haciendo pública una página del (des)gobierno, “Registro de actualizaciones” que reproduzco y admite que su publicitado “mapa de exclusión”, textual, “carece en estos momentos de eficacia jurídica, en tanto no se apruebe -¿lo aprobarán algún día?- el futuro PROT del que -dicen- forma parte”, generando una insuperable inseguridad jurídica, juntando en tan pocas palabras un cúmulo de ilegalidades para vulnerar el “contrato social” suscrito con todos por un ridículo ejecutivo-legislativo pequeño y próximo…, al que, insisto, interesados apoyan -muy dañinos y serviles- medios de (in)comunicación de masas.

Si nos alejamos un poco para entrar en el estirado, ridículo mundo del jefe de planta de gran superficie, sección señora, con transversales, irrelevantes asuntos diversos en que el ridículo egoísmo de identidades nacionales o, más catetas, regionales, “nuevos políticos” con chalet y ama de cría y, en especial, la agencia de colocación mercantil que hoy es la PSOE han convertido lo que alguien hace tiempo dijo que era España, en la que vemos catalanes que en el entorno del 1-O de 2017 mentían e insultaban al resto o a carniceros vascos -y silentes cómplices- de lo que, provocando carcajadas en Francia, dicen euskalerría, se han asentado contra el resto la técnica de un permanente putsch, golpe de Estado perpetrado desde mínimos territorios consulares en que los desleales ejercen -injusta- “auctoritas” representativa estatal, haciendo uso espurio de la norma que dijeron -y dicen- acatar y, con burda técnica que, exacto, definió Curzio Malaparte, se afanan en dañar recurrentes tediosos, con o sin violencia, a su exclusivo interés, la maquinaria estatal, habiendo introducido ahora al zorro de lo insano más particular, ERC, PdCat, CUP, la tétrica Bildu,… en el gallinero del interés general…, para intentar solamente garantizar que Sánchez siga paseando cimbreante por la planta de señoras de su -por el momento- gran superficie.

EL ROTO 17/12/2016

Todo ello es sucio, sucísimo, pero lo empeora aún más que, obviando ese “contrato social” que ordena que no legisle el gobierno, sino esa cosa tan rora que -aún- llaman “parlamento” y hoy es mera acumulación, caterva de analfabetos funcionales acaldados en partidos, que desconocen las leyes… y no saben, en general, de nada, mientras el resto permitimos silentes, ignaros, sumisos,… que aquel, mediante la trampa del Real Decreto-ley anule impune la exigencia legal de evaluar el impacto ambiental de actuaciones que, como los parques industriales eólicos, maltratan la naturaleza, dañan la biodiversidad y, “para agilizar los procedimientos”, las supla por algo que controla -solo- él y, sin garantías jurídicas, denomina “determinación de las afecciones ambientales”; si no se tratara de algo tan peligroso, dañino, en la actual situación de emergencia climática, se podría interpretar como una simple broma.

Empeoran todo ello -incluso  más- tribunales y juzgados -a la fiscalía, vergonzoso anexo del gobierno que la nutre, mejor ni citarla, un peligro social- trufados de ilógicas garantías para el peligroso real, el delincuente convicto, en especial el político, protegido hasta lo ínfimo mientras, tras calificarlas -no explican por qué, aunque sea muy fácil imaginarlo- como “acusación popular” exigen a las organizaciones sociales sin ánimo de lucro, no subvencionadas y sin otra fuerza que la de su personal fuerza de trabajo, prestar, pese a conocer que carecen de medios económicos, importantes fianzas que, se intenten como se intenten justificar, solamente se proponen, si es posible, impedir que tales entes asociativos -bien organizados son, hoy por hoy, la única fuerza de que dispone el ciudadano- actúen contra la -cada día más alarmante, abundante, evidente- delincuencia política a la que, sin duda, por corporativismo de pertenencia a las distintas formas de poder vicario, hoy por ti, mañana por mí, se trata de proteger, por grave que sea su violación del “contrato social”;  la caída es, pues, libre y la indefensión del ciudadano frente a la arbitraria ilegalidad de los poderes político y económico, en una situación, además, de emergencia vital para el ser humano en el planeta, situación que exige una actitud colectiva revolucionaria auténtica, elemental y sencilla, firmemente asentada en la firma del sencillo contrato social y, por supuesto, la inexorable exigencia, a todos, de su cumplimiento 

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