218 Los domingos
cavilar
Creen reírse de
nosotros
Fernando
Merodio
08/05/2022
“(…) la necesidad de que existan controles y
contrapesos (checks and balances) en el ejercicio de los poderes del Estado, y
la división e independencia de estos es crucial para garantizar un régimen de
libertades. Sin separación del poderes, no hay democracia, sino la tiranía de
la mayoría (…)”. (“Cuando el poder
vulnera las reglas” El País. Juan
Luis Cebrián).
“Del desprestigio del parlamento, su
incapacidad para controlar al gobierno, la implantación de la obediencia debida
en las votaciones (…) o la afición histriónica a aplaudir a sus jefes (…) ya
teníamos noticia. (…) ni la pandemia, ni el futuro del Sahara, ni el conflicto
catalán, ni el apoyo bélico a un país en guerra han merecido la celebración de
debates ordenados y explícitos (…) sino guirigáis histéricos” (Idem)
El que
fuera jefe de los informativos tardofascistas de la TVE del “Carnicerito de Málaga”, aquel Arias
Navarro, plañidero cursi, 1975: “¡Españoles,
Franco ha muerto!”, está preocupado, el pasado lunes, con el lenguaje
perverso que aparece arriba Janli Cebrián, factótum del turbio -y muy claro- El País de Jesús del Gran Poder y Manuel
Fraga, muñidor, amigo de aquel Felipe González, trilero que, con Guerra, demagogo
“¡Dales caña Arfonso!”, nos fueron impuestos
por, juntos, el dinero criminal de la CIA y el alemán de Willy Brandt & Co,
para servir al capital y evitar una España muy distinta a la que dejó “el Caudillo”, advierte -y tergiversa- algo
tan evidente como que tal obra, la cosa que dicen “democracia”, se va por el sumidero, preocupándole algo tan viejo y sabido
como que -lo que dicen- “el poder vulnera
las reglas”.
Denuncia
alarmado el brujo de la tribu un dato objetivo, que no hay separación de
poderes, algo que hasta los “niños de
teta” un poco avispados saben, pues todo lo controla ese capital que
engrasa a los burócratas de los partidos/empresa con el mismo dinero robado
que, mientras laxaba con injustas, crueles e ilógicas dosis de represión, torturas,
cárceles y muertes al serio, combativo PCE,
“el Partido” en “la Transición”, repito, estaba alimentando la torpe, gordezuela y
flácida fisonomía de la sucursal sevillana de la -en aquel entonces- virginal
mercantil PSOE, con sacamuelas de
feria como jefes de planta, precursores del -incluso peor- engolado que ahora
sufrimos y ya entonces vendían el crecepelo… que nos dejó a todos calvos;
vivimos un momento en que el poderoso arúspice, desde medio tan potente como El País & Co se queja de que “ni la pandemia, ni el futuro del Sahara, ni
el conflicto catalán, ni el apoyo bélico a un país en guerra han merecido la
celebración de debates ordenados y explícitos (…) sino guirigáis histéricos”,
muestra de malestar por tan transversales dilemas, casi imaginarios, ficticios,
muy propios de los “nuevos políticos”,
que los enarbolan para vadear los reales y omitir cuestiones -poca cosa para
ellos, y él, tan dispares del resto- como las lacerantes desigualdades que
tratan de ocultar tras vergonzantes “rentas
mínimas vitales”, o los golfos con el infame rasero de Sánchez Galán y su
criminal Iberdrola llamando “tontos”,
entre risotadas, a sus víctimas más pobres o, cuestión central que omite el
chamán y en su propio medio, afectiva con una sobrina recién nacida, le invoca la
joven Azahara Palomeque, alarmada por lo en verdad serio, pavoroso, no
transversal, por ejemplo que “el orden
social se ha quebrado por el abuso de la naturaleza” y, entre otras cosas, “únicamente
la movilización frente a la barbarie climática puede devolvernos la estabilidad
que asegure la perpetuidad de lo conocido”. Vaya olvido freudiano el tuyo,
¿eh Cebrián?
Y tras
la útil pandemia que nos llenó de incestuosos amantes de las tapabocas, la
traición a los saharauis, el latente, evidente egoísmo -que interesa a algunos-
de la permanente, pesada conmoción periférica de catalanes vendedores -siempre-
de mal paño, insano, “Tenemos que hablar”,
titula El País, y violentos vascos
que no saben de remordimiento o la eterna guerra capitalista que ahora, porque
les interesa, avivan en Ucrania,… ocultan los eternos males, la terrible
injusticia de la desigualdad que debilita a la gran mayoría de los parias y enriquece
a comisionistas, que son bancos, ladrillo, energéticas, tecnológicas,… vividores
del cuento, de las plusvalías robadas a la fuerza del trabajo del resto, haciendo
creer -a los verdaderos tontos- que “ellos”
son listos, siendo cierto que cuando hablas con ellos ves que son abusones sin
escrúpulos que, simplemente, se aprovechan de que todo el mundo se aferra a su
estúpido statu quo, por mísero que
sea, algunos dicen incluso defender el de sus hijos y nietos, que nos obliga a
soportar, en un mundo con alimentos y bebidas tóxicas, medicamentos venenosos,
medio ambiente infecto, máquinas -todas- contaminantes,… en un mundo de obesos
físicamente inactivos, comedores/bebedores compulsivos,… haya muchos que,
cobardes embaucados, alardeen de que van a vivir el resto de su -lo que llaman-
vida con la boca tapada para protegerse de un virus pequeñito que -dicen- ha matado
en dos años 15 millones de personas, el 0,18%, menos de 2 de cada 1.000, de los
8 mil millones de insensatos que hoy colapsamos con afán destructivo el planeta
Tierra, mucho menos que, por ejemplo, el persistente cáncer que, hace cinco
años, a mí mismo me daba un pedagógico, imborrable, fuerte mordisco.
Todo
ello con nosotros náufragos en el desapacible, incómodo “Estado de malestar” que usurpa el espacio del “Welfare state”, el publicitado “Estado
de bienestar”, exigido por el que llamaron informe Meadows para huir del
diluvio de penurias que -sin que sea preciso ir a buscarlas a los países más
pobres- nos acosan aquí, deglutiendo derechos -a una vida física y moral digna,
a trabajar por un salario justo, a una vivienda que, sin arruinarnos, sirva
para vivir, a la igualdad,…, todo ello vigilado por una Justicia, de verdad,
justa- que exigen, artículos 15 a 29 en la nuestra, las constituciones -que
dicen- más avanzadas, unos derechos que hoy hace imprescindibles el imperativo
climático para avanzar en dirección contraria a la que nos están forzando,
mejorar lo de abajo con impuestos más altos, ¿dónde están el salario, de
verdad, vital, o las imprescindibles ayudas a la dependencia, o la agricultura
sostenible, o la generación energética de proximidad, o los ferrocarriles, o el
conocer lo próximo en lugar de -hacer eso que, ridículos paletos, llaman-
viajar lejos, o…?
Hace
días, un tal Gochicoa, animoso optimista ilógico burlado sin duda por Marcano,
Blanco y Girón/Revilla, nos convocaba con la vana intención de explicarnos esa
cosa de nombre ininteligible que no quiere decir nada, su “exclusión eólica” que -dijo- sería legalizada cuando -si lo
conseguían- aprobaran el PROT, el PSEC, la Ley del Suelo,…, normas imperativas para todo el mundo que ellos
confunden con la añeja posibilidad de que el territorio sea regalado al
capital, posibilitándole construir en todo él innecesarias viviendas, en lugar
de ocupar las -muchas- hoy vacías, o los mamotretos salvajes que son parques
industriales eólicos, con sus líneas de altísima tensión, subestaciones, pistas,…,
o las autovías -para coches muy rápidos, que deberán desaparecer, ¡ya!-, o el
ferrocarril de altísima velocidad que, al no parar en los pueblos, los separará,
o los polígonos industriales para fabricar objetos que no deberemos comprar ni,
por supuesto, usar, o las canteras, o las minas,…
Para acabar,
una broma seria, una frase hecha, cierta y actual, al final, pase lo que pase,
“siempre nos quedará el Real Madrid”,
que, en lugar de jugar “bien” al
fútbol, o sea, como dicen el Barcelona y Guardiola, se limita a meter un gol
más que el otro… y ganar para alegría de unos cuantos, lo que aplaude alguien
que, ya anciano, alardea de que no discute de nadie de fútbol, conoció a
DiStéfano, siendo él comunista, en el monárquico Estadio Santiago Bernabeu, desde
el altísimo tercer anfiteatro, hacia 1960 y comenzó a sentir dignidad como
pueblo, al ganar a franceses, ingleses, italianos, alemanes, húngaros,…, los
más ricos de Europa, vio -un poco de- luz en la fúnebre España de Franco y,
además, disfrutó en directo, decenas de veces, de Puskas, Gento e insisto, respeto
y silencio, de don Alfredo DiStéfano que, hace ya 60 años, le ayudó a entender
que los poderosos tienen mucho poder y, como el Barcelona y Guardiola, tratan
de imponer qué es hacerlo bien, enseñándole, además, que en “la fábrica”, invento del argentino, fatiga,
trabajo y lucha impiden que nadie se ría de ti.
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