sábado, 21 de mayo de 2022

220 Los domingos cavilar Maniobras -transversales- en la oscuridad Fernando Merodio 22/05/2022

220 Los domingos cavilar

Maniobras -transversales- en la oscuridad

Fernando Merodio

22/05/2022

El capital se revela cada vez más como un poder social cuyo funcionario es el capitalista y no guarda ya la menor relación con lo que el trabajo de un individuo puede crear, sino con un poder social enajenado que se enfrenta a la sociedad como una cosa”. (Karl Marx. “El capital“).

El capital no es una categoría abstracta, sino un operador que representa una idea al servicio de concretas formaciones sociales. Su función consiste en asumir el registro, el equilibrio, la regulación de: a) las formaciones de poder propias de las sociedades industriales desarrolladas  b) los flujos y las relaciones de fuerzas relativos al conjunto de las potencias económicas del planeta”. (Félix Guattari. “En capitalismo como ‘integral’ de las relaciones de poder”)

EL ROTO 18/05/2022

Orchestral Manoeuvres in the Dark, conocido por su acrónimo OMD y en España como Maniobras Orquestales en la Oscuridad fue -no sé si es- un grupo inglés nacido los últimos años 70, intérprete de lo que entonces decían synth pop, música de sintetizador o new wave, nueva ola que con cierto éxito removió -con especial agrado conservo, por ejemplo, el vinilo Architecture&Morality, con el tema que le da título, Sealand o las dos Joan of Arc- el enérgico ambiente musical de entonces intentando hacer un sonido maduro con el entonces novedoso sintetizador, alejado del potente rock de Chuck Berry, Elvis Presley, Janis Joplin, Johny Cash, Beatles, Rolling Stones y el larguísimo etcétera de intérpretes de música -no sé por qué, la dicen popular- que acompañaron a la “clásica” durante mi infancia y juventud; hoy, los “nuevos políticos”, con mucha menor calidad, fatiga e imaginación, me retrotraen a ese instrumento musical que, en medio de la extraordinaria explosión que fue el rock, creaba o alteraba señales electrónicas y las convertía en sonidos más o menos gratos.

Usando en política similares artificios, al contrario que OMD, los ”nuevos políticos” irritan, su soberbia alejada de la historia y su rotunda ignorancia, como de tantísimas cosas, de que -pues los parvenus alardean de “comunistas”- no saben que, como explica Daniel Bensaïd, el marxismo es, antes que una ideología, una teoría crítica del cambio social por medio de la lucha, la revolución, por lo que, sin olvidar su historia, los conceptos marxistas deben ser estudiados de forma abierta a la interpretación y -a su valor de- uso que, tras la caída de los -llamados- regímenes comunistas se abre, liberado de la –dañina, feroz- ortodoxia que fue el estalinismo, a un potente reinicio, lo que exige actualizar los tres ámbitos de crítica esencial de Marx frente a la opresión: la razón histórica, la razón económica y el positivismo científico, gestor del -hoy fallido tras traernos al borde de la destrucción- progreso ilimitado, indefinido de la sociedad.

El gran enemigo que evitan los “nuevos políticos” era sabido ya antes de que lo escribiera Marx en 1867 y es el capital, apoyado en sus funcionarios, los capitalistas que, con criminal fiereza, están empeñados en conseguir que el capital no tenga nada que ver con lo que el trabajo humano genera y, al tiempo, convertir su acumulación en -muy importante- poder para, endiosado, apabullar a la sociedad -y a quienes la constituyen-, tratándolos como meros objetos a su servicio; admito que no se quiera luchar contra ello, es muy duro y la vida, muy corta y llena de engaños, pero son insoportables quienes, incluso en las charlas de café, desprecian la evidencia y, para huir de la fatigosa lucha, niegan la evidencia de que capital y chupatintas -y de sangre- capitalistas son nuestros reales, poderosos, decisivos, básicos enemigos e, incluso más cobardes, contra quienes, con fatiga y riesgo, luchan, se valen del trampantojo de lo transversal como mera distracción del hostil peligro, para lo cual, lo mismo enfrentan identidades territoriales, que obcecan en la familia a padres e hijos, convierten con burdas tretas naturaleza y sexo en simple género, elevan la -para ellos- útil covid19 por encima del  riesgo climático, hacen que la permanente guerra mundial crezca o decrezca según interese al capital o, incluso, manejan el espantajo de la nimiedad que -hoy por hoy, con lo que llueve ahí afuera- es la forma de Estado, monarquía o república; lo resume exacto, como siempre, El Roto: “El capitalismo es una pompa de jabón de hierro fundido”, la nada dotada de una estructura de control férreo.

Se llamen como se llamen, son “transversales”, diagonales, oblicuos, indirectos, sesgados, cruzados, atravesados, torcidos, opuestos al recto y derecho choque con el capital, están ladinamente afiliados de facto a ideas opuestas a la dualidad izquierda-derecha y forman todo tipo de organizaciones políticas, partidos a los que, con crudo electoralismo, llevan a hacer lo que sea por el voto de cualquiera, obtenido con trapaceros métodos, siendo en el disperso, amplio espectro político “catch-all parties”, partidos que lo intentan atrapar todo para lucro personal de sus líderes, demagogia, populismo -“ir hacia (en busca de) el pueblo” desde su comodidad pequeño-burguesa, imitadores de los narodniki rusos de la segunda mitad del siglo XIX y su -engañosa- bajada hasta el pueblo, o de Perón y Evita, “no llores por mi Argentina”, o de su mejor mimo en España, el fracasado asaltante del cielo, Pablo Manuel Iglesias Turrión y su cuadrilla, transversal, parásita rémora de la “progresista” mercantil PSOE, que ultraja a los fatigados en la histórica, desigual lucha contra capital y capitalistas -de la que ellos, solo, se aprovechan-, haciendo casi inabordable la vuelta atrás, pudiendo llegar a ser más dañinos incluso y más irritantes que el irracional -también- populismo de la más oscura caverna extrema de la derecha, la paleolítica, inquietante Vox.

Define el daño que causan en la lucha contra el capital como poder ajeno a -y robado de- lo generado por la fuerza del trabajo el hecho de que, por ejemplo, la “contaminación” provocada por los funestos “negocios” del capital -según datos de la prestigiosa The Lancet Planetary Health-, cause en todo el mundo cuatro veces más muertos, 9 millones al año, que los poco más de 6 millones en dos años y medio de la útil Covid, o, aún más llamativo, cincuenta veces más que los 500.000 muertos que cada doce meses provoca en el planeta la violencia homicida interpersonal -de la que una mínima parte es la que, por codicia electoral, aquí ahora, llaman “de género”-, muertes intolerables todas ellas, insufribles, desde cualquier punto de vista natural y, al tiempo, datos que hacen inexplicable que la criminal contaminación no provoque el ruido político-mediático de las muertes por covid y violencia de género, lo que, sin duda, es debido a su vínculo causa-efecto con la corrupta acción del poder económico que con claridad denuncio Marx y tan poco inquieta a los adictos de lo transversal.

También dañino es que, mientras en El País se afirma que “Cuatro indicadores de la crisis climática -concentración de gases efectos invernadero en la atmósfera, subida del nivel del mar, calor acumulado en los océanos y acidificación del agua marina- marcaron su nivel más alto en 2021”, el capital nos impide avanzar en la lógica exigencia de Greta Thunberg: “Cambiar, ¡ya!, el sistema”, pues, siendo como es de torpe, cobarde y servil, por naturaleza, la derecha confesa, además los “transversales” distraen y nos enzarzan en cuestiones tan fuera de tiempo como la hoy aquí -pienso que- superada discusión sobre el machismo o intentan deteriorar las relaciones entre padres e hijos, al no ser capaces –ellos- ni de regular con lógica la mayoría de edad, sus obligaciones y derechos, dos siniestros modos de distraernos del real problema.

Dice Xita Rubert que “donde hay dinero siempre hay manipulación de la verdad”, servil tarea que realiza con deleite el esencial eslabón de la cadena del capital que son los medios, tal como aquí, por ahora sin castigo, exhibe El Delirio Montañés que articuló para el capital vasco un dócil director al que, como premio, ahora publican un enojoso bodrio dominical de maniobras transversales, la última titulada “Impunidad y silencio” en el que, afectuoso como siempre con las tropelías de sus amos, califica, ignaro, el esencial contrato de Rousseau como “buenista” y sin bastarle el uso y abuso que -solo él y los suyos- han hecho y hacen del derecho y la libertad de informar que legalmente pertenece a todos, excusándose en que, en vez de aplaudirle, alguien, al parecer, agredió a un médico, maniobra desde su oscura caverna, no para pedir más cultura, sino, ejemplo de política vieja, para endurecer la pena contra el débil de siempre y que “la información fluya sin trabas ni cortapisas”, o sea, como a él plazca.

EL ROTO 17/05/2022

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