150 Los domingos, cavilar
Banalidad
del mal y gattopardismo
Fernando
Merodio
17/01/2021
“Fue como si en aquellos últimos minutos resumiera la lección que su larga carrera de maldad nos ha enseñado, la lección de la terrible 'banalidad del mal', ante la que las palabras y el pensamiento se siente impotentes" (“Eichmann en Jerusalén”. Hannah Arendt)
"Si queremos que todo siga como está, es preciso que todo cambie". ("Il gattopardo". Giuseppe Tomasi di Lampedusa)
Hace días, la pequeña y
libérrima Plataforma para la Defensa del
Sur de Cantabria, áspera con el sistema, difundía una Tribuna -ignoro si
recogida por los medios de comunicación locales, que no sigo- titulada "Continúa el caos energético... y siguen ahí",
en la que al hilo de la rupturista demanda de Greta Thunbergh, "cambiar el sistema", frente al
catastrófico "calentamiento global"
y la triste, vergonzosa situación que, producto de la osada podredumbre e
ignorancia del gobierno de Cantabria, en especial respecto al vital desarrollo
energético y la penosa respuesta social frente a su política, criticaban la
inusual perpetuación en el cargo de Francisco Martín, consejero de Medio
Ambiente e Industria durante años y el hecho de que, pese a su evidente
ineptitud en la gestión política diaria, en especial la eólica, resistiera en
la poltrona con Pelayo, su director general, Blanco y Lucio, cabezas visibles
de la brigada de apoyo que le colocó Revilla para eliminar trabas "formales" en el trámite "medioambiental", sugiriendo que
todos "debieran ser cesados ya y, tras
investigar sus 'errores', pasarles el tanto de culpa por las responsabilidades
personales que, en su caso, procedieran".
Pues bien, el viernes
pasado estallaba la noticia, Martín -con vaselina- cesaba como consejero de
Industria y, más llamativo aún, Revilla que, por si alguien dudaba, es
responsable central del desaguisado energético en nuestro territorio, le
sustituía por el polémico López Marcano, cuyo feo mérito, con culta
licenciatura en Filosofía y Letras, rama Hispánicas en la mochila, es haber
desoído, en su malhadada época como consejero de Cultura, la contundente
opinión de González Echegaray, García Guinea y todos los profesores expertos en
la materia para, también contra el clarísimo informe del arqueólogo de
Patrimonio Cultural, propiciar la destrucción sin duelo del espléndido
escenario existente en Campoo, Cotío, Celada Marlantes, de la resistencia de
los cántabros frente a la Roma de Augusto, dañando de forma irreparable los
restos de una calzada, castros locales y campamentos del ejército invasor, para
implantar las infraestructuras -destructiva pista de rodadura, gigantesca
zapata de hormigón y acero, tallo y aspas, línea eléctrica,...- de la inútil
ofensa al sentido común que es una única turbina publicitaria de Vestas Wind Systems, A/S, marca danesa,
no de aquí por supuesto, que hace lucrativos negocios construyendo
aerogeneradores... que nos coloca, donde le conviene, a nosotros.
Suponemos que Revilla
-fértil en su ideología- imagina que, con su acreditada dañosa pericia, López
Marcano será capaz -craso error- de conseguir la implantación de los más de
1.500 Mw eólicos que multinacionales tienen proyectados en Cantabria -de ellos,
al menos 30 turbinas en la zona de Cotío que el nuevo "consejero", en italiano "consiglieri", empezó a destruir con
el inútil molino-, destacando que una de esas turbinas está ya dibujada en medio
de los restos arqueológicos de uno de los históricos campamentos romanos que
relatan el final de las guerras cántabro-romanas y el inicio del poder imperial
que aseguró Augusto con victorias, reformas y la unidad política y cultural -civilización
grecorromana- que consolidó en torno al Mediterráneo.
Recordaba la Plataforma a Martín -y ahora habría que
hacerlo a López Marcano- que ser consejero
exige conocer y cumplir sus propias leyes, para ser capaz, no ya de implantar
-desde las prehistóricas de Soba y la aciaga tropelía de Vestas y el propio
López Marcano en Celada-Marlantes- al menos una turbina, sino de ser capaz de,
al menos -y me parece difícil-, dar un paso administrativo adelante en el
trámite de algún proyecto industrial eólico, recordándole, para empezar, que no
hay PROT, ni Ley del Suelo actual, al menos un mínimo Plan Eólico,…, mientras el Plan
Energético, PSEC 2014-2020, está caducado y ni siquiera han iniciado el
largo proceso para aprobar uno nuevo, todo lo cual es clara amenaza para
nuestra gran riqueza, el territorio común y su buen uso por todos, defendidos
por la tozudez campesina de los afectados, su conciencia de clase y su
conocimiento, análisis y uso de las muy malas, laxas leyes que Revilla y su
gente elaboran, aprueban, desconocen e incumplen.
Recuerdo, porque es muy importante, que
hoy, tras la hecatombe del "concurso
eólico" y sin haber implantado un nuevo molino, la situación es que,
por incumplir la ley, Administración y empresas -dañando la confianza
institucional- han tenido que renunciar a lo tramitado en el proyecto de una
gran subestación en Valdeolea o en los P.E. Quintanillas
y Cerro Airo y, si no lo han hecho
ya, lo tendrán que hacer en los de Bustafrades,
Cuesta Mayor, Quebraduras, Ornedo y Henestrosas, existiendo serios problemas entre varias empresas en
el gigantesco -y, como el resto, ilegal- P.E. El Escudo, evidencia de su incapacidad para dar un paso en dirección
correcta.
En las crisis desaparece la confianza,
crecen crispación y miedo, se propicia que los poderosos se esfuercen en
generar los cambios que creen necesarios para que su poder no merme, motivo por
el que el resto debe permanecer alerta mezclando, como decía alguien, inquietud,
angustia y atención a lo que está pasando, vigilando las tretas con que el
poder se posiciona al moverse en diagonal en las situaciones de cambio, algo que
tan perfectamente se identifica en la frase italiana más conocida de “Il gatopardo”, la cínica “Se vogliamo che tutto rimanga como è,
bisogna que tutto cambi”, “Si queremos que todo se mantenga
como está, es necesario que todo cambie”; por fortuna aquí ahora no hay que temer ardides
inteligentes del mínimo poder vicario que ostenta Revilla que, como todos
sabemos, viene de un lugar sucio y oscuro y, fuera de pactar con quien sea para
salir en la tele, nunca se le ocurriría algo tan inteligente como al joven
Tancredi Falconeri, Alain Delon en el film de Luchino Visconti -aristócrata
próximo al PCI-, cuando propone a su
tío, don Fabrizio Corbera, príncipe de Salina, Burt Lancaster en aquel, apoyar la
revolución de Garibaldi y sus ”camisas
rojas“ para, así, impedir que nada cambie y mantener el control de la
situación en Sicilia.
El gatopardo es
magnífica, única novela de Giuseppe Tomasi di Lampedusa, príncipe siciliano, rechazada
antes de su muerte y publicada al año siguiente, en 1958, prologada por Giorgio
Bassani, autor de las “Novelas de Ferrara”,
“El jardín de los Finzi-Contini” y
editada por Giangiacomo Feltrinelli, comunista italiano, propietario de Giangiacomo Feltrinelli Editore,
fundador del GAP, Gruppi di Azioni
Partigiana, muerto a los 45 años en los llamados “años de plomo” de la política italiana al estallarle la bomba con
la que pretendía derribar una torre de alta tensión, tal como narra su hijo
Carlo en la biografía “Senior Service”,
marca de los cigarrillos que fumaba, novela, la de Lampedusa, de plena
actualidad en la que los que saben que su mundo se agota sin solución posible fingen
apoyar el cambio para tratar de situarse, con discreción, prudencia, incluso
miedo al frente de los actuaciones que definirán el futuro.
Revilla,
no lo olviden, bebió en Girón de Velasco, núcleo duro del fascismo ideológico
durante el franquismo, no tiene la culta belleza, es evidente, de
Tancredi/Delon y, tras dejar al PP para acularse al “progresismo” de la mercantil PSOE,
desperdicia ahora la ocasión que le brinda el ocaso del oscuro lobbysta Martín
y solo se le ocurre colocar en primera línea de fuego a un muerto político
repudiado incluso por Podemos que,
azares de la -que pienso poco saludable- relación en España -e, imagino, en
otros sitios- entre política y Justicia, ha sobrevivido a escándalos como el del
“Racing”, la “Casa de los gorilas”, “Vestas”,…;
Revilla, viejo e inculto, ya no es capaz de cambiarlo todo para alcanzar el
deseo de que “tutto rimanga como è”,
“todo se mantenga como está”, y se
limita a un patético regreso a su oscuro pasado, haciendo que el futuro que
añora se evidencie en la supurante “banalidad
del mal” que muestran sus hechos.
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