108 Los domingos cavilar
CoVilación. 22
De lo alarmante y la vergüenza
Fernando Merodio
07/06/2020
“La crisis sanitaria revela que el sistema es insostenible en lo que respecta a la cohesión social, la falta de igualdad de oportunidades y la inclusión" (Manifiesto Foro Davos 04/06/20).
"La libertad de opinión es una farsa si no se garantiza la información objetiva y no se captan los hechos mismos" (Hannah Arendt."Verdad y política")
Al tiempo -y (ab)usando- de la insólita devastación que la “alarma” es para libertad y derechos consolidados en la frágil estructura social española, aún llagada por su tibia convivencia, no suficientemente purgada, de 40 años con Franco, los “progresistas” inician con sigilo cobarde notables actuaciones, más políticas que administrativas generando lógica extrañeza en ciudadanos no pasivos e inseguridad jurídica y alarma en sólidas y pequeñas asociaciones, locales muchas, sin ánimo de lucro, asentadas en el trabajo personal y mínima economía de activistas (pre)ocupados por cómo frenar el grave daño global que causa la punible y creciente complicidad de las corporaciones transnacionales -origen del actual caos- y las entidades -cada día más mercantiles- en que, para medrar, se unen los que, siervos u opresores según con quién, han hecho de la política lucrativo afán diario.
La Plataforma para la Defensa del Sur de Cantabria es una pequeña asociación creada hace 11 años en las montañas en defensa del territorio comunal próximo frente al abuso -creciente- de la política -personificada en el populista legatario de Girón de Velasco M.A. Revilla- y el capital, un abuso visible en el atropello que tapan tras lo que, imprecisos ignaros, llaman transición energética o ecológica, fútiles cambios para que no cambie nada, “gatopardismo” al que la Plataforma, obstinada en la generación distribuida, pequeña, de proximidad con balance neto, adecuada a las necesidades,..., ha impedido que en su territorio común, en 11 años, las corporaciones trasnacionales hayan implantado, pese a intentarlo tercas y con firme apoyo político, implantar ni un solo destructivo inútil aerogenerador gigante.
En el ámbito de lo general, estatal “progresista”, global, por su ilegalidad, nocivo vigor y carencia de lógica, la Plataforma se fatiga ahora en frenar, entre otras, tres de esas actuaciones político-administrativas que, con sigilo, apariencia neutra, incluso benéfica, avanzan contra el interés general: el Tratado sobre la Carta de la Energía, el PNIEC 2021-2030 y la Ley del Cambio Climático y la Transición Energética.
El Tratado sobre la Carta de la Energía, de 17 de noviembre de 1994, TCE, es un acuerdo internacional en que medio centenar de países -por España Felipe González- regala a las grandes corporaciones energéticas el derecho a demandar a los Estados por toda regulación que crean empeora sus expectativas de lucro, Tratado que incluye la ilógica y dañina cláusula ISDS. Investor State Dispute Settlement-, "Solución de controversias entre inversores y Estados" que a tan insólito derecho suma la insufrible ventaja de hacerlo, no ante los Tribunales, ante organismos ad hoc de -no fiables- abogados corporativos que llaman "árbitros"; inconcebible cesión que, al parecer y con habitual oscurantismo, quieren revisar el 24 de setiembre en una reunión de ministros de Energía de la UE sobre algo tan ajeno a la aberrante ISDS como es mejorar los planes sobre clima, eficiencia energética y renovables, para consolidar, dicen, los -siempre infringidos- acuerdos de París; Tratado y, en especial, cláusula ISDS tan dañinos para el interés general que sería abominable reforzarlos y no abandonar ¡ya!, Italia lo hizo hace 5 años, lo tan mal firmado en 1994.
En 2016, con la -teórica- falsa excusa der “energía limpia para todos los europeos”, la UE exigía a los Estados elaborar Planes Nacionales Integrados de la Energía y el Clima, PNIECs, por lo que España lo tiene en trámite, junto a su Evaluación Ambiental Estratégica, EAE, evaluación que, de modo ilógico e ilegal, se solventa con el PNIEC concluso y con tal falta de información, debate y adecuación a demandas sociales que tenemos solicitada en varias ocasiones ante el ministerio de la Sra. Ribera -que ni contesta- la declaración de su nulidad de pleno derecho.
También, nuestros hiperactivos celadores sin confinar, remitían hace días al consejo de ministros un proyecto de Ley del Cambio Climático y la Transición Energética que, tal como se plantea y en la situación actual, no tiene otra base que su uso como tótem que cubra la apariencia de atender al urgente interés general, siendo, en realidad, superfluo duplicado -con ilógicas diferencias- del PNIEC, junto al que quiere entibar el monopolio de la generación energética concentrada, su transporte, transformación, distribución, venta,... en manos del peor poder sombrío, no elegido, el de las dañinas corporaciones causantes del irreversible caos actual.
Tres normas con vocación de gran influencia futura, cuya elaboración exige rigor informativo -incluso mayor del habitual- que disipe, si es posible, la grave evidencia dolosa de que el trámite político-administrativo de las tres se haya iniciado al tiempo, oculta, repetimos, en la excepción que limita serios derechos y libertades, el estado de alarma, más alarmante si cabe -y vergonzoso para una sociedad como la nuestra- al ver a muchos miles de ciudadanos, con o sin mascarilla, unidos en Minneapolis, New York, Washington, Chicago, Paris, San Francisco, Londres, Estocolmo, Berlín, México, Nueva Zelanda, Hong-Kong,..., ocupando calles en defensa de sus derechos civiles, al tiempo que los aquí llamados "progresistas" -y su inane, (in)útil oposición-, incapaces de dotar a los sanitarios de medios seguros de trabajo, fijar con precisión el -por su incapacidad- excesivo número de muertos del Covid19 o explicar por qué España es el segundo país del mundo en que mayor es tal exceso, se esfuerzan, por contra, en mantenernos separados por -dicen- profilaxis e intentar callarnos -desde que los hay- con bozales, (pre)ocupación esencial de ellos y esa policía que, rigurosa, aplica la "ley mordaza", de la que aún culpan -¿admitirán, niños malcriados, alguna responsabilidad suya la mercantil PSOE y los nuevos ricos populistas?- a Rajoy.
EL ROTO 07/06/2020
Al tiempo, los -mes a mes bien pagados- políticos se afanan en condicionar, sin duda, el inmediato esencial trabajo profiláctico, ese sí, de jueces y tribunales, usando subvencionados medios afines para enzarzarse en culpar al otro de -los muertos de- lo tan mal hecho al no suministrar el material preciso al personal sanitario ni la atención médica a los más ancianos, confinados en estacionamientos por la familia moderna o realizando -incluso jueces tertulianos- ignaras valoraciones jurídicas sobre si el hecho de que Irene Montero, insoportable, increíble, inútil ministra, conociera antes del 8-M por su nombre al dañino bichito "coronavirus" debió hacerla pensar (¿) en no celebrar la -para ella- esencial algarada contra los hombres o definiendo, increíble, Jorge M. Reverte al FRAP como antifranquista, no terrorista, pese a que el grupúsculo infiltrado por la policía, además de 6 muertos, uno a cuchillo, causó -un muy útil, acaso pagado- daño político al entonces crucial PCE u opinando 18 -solo- catalanes el pasado martes en El País, seguidores de “la ceja”, con contenido y motivos afines al título, "Hablar bien de este Gobierno" o haciendo pública su siniestra desfachatez el Foro de Davos, “selecto” grupo de políticos internacionales, plutócratas, intelectuales y periodistas, causa en comandita de la actual catástrofe, intentando ponerse al frente del duelo en el caos y "establecer un sistema de cooperación mundial inteligente que funcione (...) para hacer frente a los desafíos de los próximos 50 años" u ofreciendo un “emprendedor”, catalán por supuesto, en los medios “mascarillas de diseño bordadas con tu logo o marca”, o insistiendo, tras la catástrofe, en defender la falsa unidad, el pacto con cualquiera para sobrevivir, o… ponga cada cual lo que quiera.
Todo ello y muchas otras cosas son, además de muy alarmantes, una vergüenza.
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