110 Los domingos, cavilar
Covilación 24
De la seguridad jurídica
Fernando Merodio
21/06/2020
"Marcos predecibles y atractivos que ofrezcan seguridad jurídica" (Petición de Ignacio Sánchez Galán. Iberdrola, en un foro empresarial post-CoV19).
"Cualquier iniciativa o política pública debe pasar por la creación de empleo, si no habría que repensarla". (Ana Botín en el mismo foro).
Esa cosa amojamada -más incluso que los restos del naufragio de los partidos y sindicatos de clase- que llaman CEOE y apiña heterogéneas organizaciones y gentes a las que solo cohesiona una -insana- avidez, en medio de las gangas -los saldos- del descacharre global, del pánico en que alguien ha mutado la esotérica CoV19 pone, al tiempo, altavoz mediático de todos sus -asustados/ilusionados- "primeros espadas" con la intención de convencernos de que, en tan caótico -desnortado- estado de cosas, son ellos, "la iniciativa privada" -con el dinero, of course, de todos, público- los que, ¡pánico!, "tienen que liderar nuestro futuro y volver a poner en marcha nuestro país" y por ello reclaman lo que, peligrosa moda, los "progresistas" llaman "consenso", "diálogo social" y, en realidad, es farfolla, imposición del poder, con -falsas- ideas tan abstrusas, vacías, egoístas como los "ERTE", el "apoyo a la iniciativa privada", la "certidumbre fiscal", la "priorización del empleo",... y, en el centro de tal ampuloso poliedro, el tótem, icono de su (in)actividad, lo que ellos llaman "seguridad jurídica" y la pide con esfuerzo su crème de la crème, Garamendi, Botín, Sánchez Galán, Isla, Roig, Entrecanales, Brufau, Antoñanzas,…, listos que nadie sabe aún qué son.
EL ROTO 21/06/2020
Su repetida -y apremiante- demanda de tal "seguridad" consiste en que, legales o ilegales, no se recurran sus actos y, si son recurridos, sean confirmados; habla, exige la cabeza -lo visible, no algo pensante- del endogámico, prieto, marcial empresariado patrio y nos quiere devolvernos a tiempos de la monarquía romana, anteriores a la república, en que el saber del Derecho como forma de regular -con justicia- las relaciones sociales era un arcano patricio para la plebe, todos nosotros, hasta que el año 462 a.C. el tribuno Terentilio Arsa propuso -impulsó- la elección de cinco hombres que redactaron un código de leyes que sería aplicado por la administración de Justicia, las "Doce Tablas" que, para general saber -y exigir-, se expusieron en el Foro y, como la "Carta Magna" inglesa, 1.215, son base del contractualismo de, con sus diferencias, Hobbes, Locke, Kant, Rousseau,... la Ilustración y la Revolución francesa.
Los lugares comunes o leyendas urbanas sobre seres especiales que la reciente -y falsa- sociedad moderna llama "emprendedores" recomiendan ir al primer significado del término en los diccionarios de la RAE, "que emprende con resolución acciones o empresas innovadoras" y español jurídico, "persona física o jurídica que desarrolla una actividad económica empresarial o profesional que implica la asunción de riesgos económicos" y a los sujetos a que, con frecuencia, la publicidad mediática aplica, con interesada admiración, el adjetivo para ver cómo "resolución", "innovación", "visión", "tolerancia ante los riesgos económicos", de ellos,... no son notas que los definan, por lo que, según los casos, deben ser sustituidas, en el mejor, por otras neutras, no halagüeñas, pragmáticas y, en el peor, sin matices, por descalificaciones.
Se inician en pymes o como autónomos, parvularios para "emprendedores", alevines que dan forma a lo más denso del entramado que contrata, aprisca y -de aquel modo- paga la -hasta ahora, al menos- imprescindible fuerza del trabajo, definiendo lo esencial de algo tan fundamental y difícil, objeto de valoración egoísta, que Marx trató, serio, como relación entre "trabajo asalariado" y "capital", o "salario", "precio" y "ganancia" y hoy, -eufemismo o lenguaje pervertido- llaman relaciones laborales.
Es razonable verlos en la base del tinglado, con ambición de explorar una idea de negocio tras detectar alguna cómoda oportunidad en -lo dúctil y maleable que llaman- el mercado; fase inicial de un proceso que debería acabar en empresa consolidada, con el aventurero "emprendedor" trocado en "empresario" que, frente al osado que se arriesgó a poner en marcha un –posible, dudoso- negocio con final incierto, tendrá la misión de dotar de orden, continuidad y seguridad el movedizo caos instaurado por el "emprendedor"; es evidente que a ambos los impulsa la búsqueda de su ganancia económica, suya, diferencia entre lo ingresado y lo que les obligan a pagar -más sus costes "sociales"- a la básica y -por desorganizada- hoy indefensa fuerza del trabajo.
La globalización trajo a los personajes que ahora piden "seguridad jurídica", guiñoles bien pagados de las grandes transnacionales, sin alma ni patria, propiedad del capital más amoral y duro, maldito dinero que -cumplida su sucia tarea de consolidar, entre otras cosas, la confusión entre valor y precio- tratan de suplir por el control de nuestros, para ellos, inquietantes, por muy pequeños que sean- gastos, por la trapacera y, desde todo punto, injustificada estructura urdida por el usurero moderno, el banco, cuya cabeza -no referencia a pensar-, el final de la familia predestinada por apellido, Botín, a afanar lo (im)posible al resto tiene el descaro de -no decir- pontificar desde el más sonoro altavoz mediático y con la seriedad impostada de quien quiere ocultar su nada sobre cómo crear puestos de trabajo, dogmatizando que "cualquier iniciativa o política pública debe pasar por la creación de empleo, si no habría que repensarla", sin aclarar, por supuesto, la opinión sobre las iniciativas "privadas" de quien acaba de reducir un 11,52% el número de asalariados de "su" banco en España, tras mandar a casa, ¡con una edad media de 52 años!, a más de 3.000 de los 32.229 que en 2018 fichaban en la cosa que usurpa el nombre de mi ciudad y cerrar al tiempo -¿para mejor servicio?- 1.130 de las 4.365 oficinas que tenía; no fue temporal, pagado con dinero público, ERTE, sino ERE que, como suelen, apoyaron los "combativos", sindicatos que, para parecer que hacen algo, tras cerrar el atropello, pidieron al banco una "mesa" -con canapés y dietas- en la desescalada de la crisis CoV19.
Para seguir controlando la generación energética, o sea el futuro, Iberdrola, Endesa, Gas Natural/Naturgy, Repsol, Viesgo,…, a los que habría que preguntar si en sus actuaciones impuestas en Iberoamérica y otros lugares del -llamado- Tercer Mundo hubo sobornos, amenazas, denuncias, detenciones arbitrarias, agresiones físicas, hasta asesinatos de opositores indígenas, destrucción de ecosistemas y formas de vida,…, nos proponen una broma macabra, “otro modelo más sostenible”, “que cree empleo estable y de calidad”, un oxímoron, usar -ellos- “los recursos que la UE nos proporcione para transformar la economía y nuestro modelo energético”, la necesidad de “apoyar la industria, la pequeña, la mediana y la grande, en España”, “luchar contra el cambio climático”, del que son principal causa,…, insisto, una broma macabra.
Frente al sucio interés por su “seguridad jurídica”, que maniata al resto, está la solidez que Kant atribuye a la forma de la ley, a su firme racionalidad general, ajena a los casos concretos, a esos intereses puntuales, a los poderes,… con que ahora, injustos e ilegales, agitan la vida de todos con (in)seguridad, tanto la punta de lanza, la cabeza descerebrada del capital que contrata con imposición, como los políticos de lo que dicen -su- “progreso” que, con totalitarismo normativo y policial, nos tratan como incapaces de pensar lo serio y, tras conocerlo, decidir, actuar, intentan impedir que, una vez valorado, podamos elegir entre la -poca- razón de su "progresista" norma de excepción impuesta y la lógica -esencial- que tiene nuestra práctica de vida.
EL ROTO 20/06/2020
Coda final sobre el “progreso” político/sanitario/científico.- Meses de virus rampante para una solución progresista/sanitaria/científica, en el siglo XXI, medieval, distancia, bozal, miedo, multas,..., ignorante exhibición totalitaria; dijo Ivan Illich hace ya 50 años que el último avance médico lo trajo Semmelweis, 1860, la higiene, lavarse, mientras “la medicina institucionalizada ha llegado a convertirse en una grave amenaza para la salud” que, ayudada por los políticos, condiciona todas nuestras relaciones sociales.
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