Deconstruir
el procés (2)
Estrategias
de defensa
Fernando
Merodio
ALERTA 20-02-2019
Preocupa que
el hecho de que el primer día del juicio algún abogado de la defensa definiera
el proceso como una "causa general y
prospectiva" y, aún más ultrajante, como un "vodevil procesal" haya provocado que ministerio público y
abogacía del Estado entraran al trapo con algo tan inexactamente melodramático como
que es "un juicio en defensa de la
democracia" y los acusados intentan "sentar en el banquillo al Estado", mientras el Tribunal
contrariaba una petición de la poco grata acusación popular fijando que
sentarse en el banquillo real con un lazo amarillo -que todos sabemos lo que
significa- no tiene "una carga
política indudable"; sin duda todo ello falsea lo real, daña el proceso
y es, pues, arriesgado.
Se ha
abierto -y habría que cerrar- la espita que lo muta todo en mitineo político,
religioso, sentimental,... como el de Oriol Junqueras, que se evidencia al negarse
a responder, no a Vox, al ministerio fiscal, intentando, quizás, devaluar el
juicio o acaso evitar que se altere su preparado discurso, poniéndose al nivel
de esos corruptos que, con hechos evidentes, no contestan a cuestiones
difíciles de justificar. Es la eterna cruzada de la imagen y los titulares
mediáticos, de obviar el debate jurídico sobre la autoría o no de hechos delictivos,
punibles; epígono de fray Gerundio de Campazas, hijo de Antón Zotes, tiene Junqueras
de sí un alto concepto, " buen hombre",
habla -y mucho- de su amor a Cataluña, su ética de las convicciones,... pero no
dice nada del contrato social -cualificado y muy bien remunerado- que, como elegido,
le ata a la Ley.
En una
conferencia dictada en 1919, editada en el libro "La política como profesión", Max Weber fijaba los límites entre
pensamiento y acción política, explicando que toda sociedad establece sus
formas de dominación y las somete a técnicas y mecanismos de legitimación no
condicionadas, como pretende Junqueras, por el peso -confesional o laico- de
las religiones, pues no debe olvidarse que esto no es un convento sino el mundo
rebosante de mal, por lo que la personal y privada "ética de las convicciones" de que él alardea debiera claudicar
ante la de "las responsabilidades",
sobre todo si, libremente como él, se ocupa un cargo político.
Con tal estrategia
de defensa -política, ética y sentimental- parca en Derecho y ajena a los
hechos que se juzgan y visto que además, al deconstruir el procés declarando en
el juicio, no se intenta aclarar los hechos, ni explicar la difusa ética de las
convicciones, es lícito que, lo mismo que Weber, los muchos inquietos por lo
ocurrido, al contrario que Junqueras, entiendan que "lo que tenemos ante nosotros, no es la alborada del estío, sino una
noche polar de una dureza y una oscuridad glacial..." y que, pues
además se muestra deslealtad e intenta provocar algo parecido al llamado
"síndrome de Estocolmo", yo empiece a dudar que él sea el "buen
hombre" que dice.
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