Lo cotidiano.90
Fútbol, asociación y corrupción
Fernando Merodio
08/02/2025
Aunque no lo parezca,
es un tema muy serio, polémico, total útil modo de capitalismo salvaje, el
Mundial de fútbol de 2022, en Qatar, evidenció que tal juego no es -solo-
espectáculo de masas, sino modo valioso para legitimar lo ilegítimo, pues es el
fútbol para
George Orwell “guerra sin armas”,
mucho más que el leve solaz que aparenta, lo más importante de lo menos
importante, un grupo intentando derribar la fortaleza enemiga que, con más o
menos éxito, defiende su hueste/equipo, causa de reprimidos silencios y
expresivos gritos de batalla, decepción o júbilo, emocionada asociación de
poder y patria, lo que amplía el uruguayo Eduardo Galeano al decir que “el fútbol es ritual que sublima la guerra,
en cuyo enfrentamiento de dos equipos entran en combate viejos odios y amores
heredados de padres a hijos” y siendo hoy, del inglés football, balompié, espectáculo
-para mí- divertido y bien pensado que, en su base, consiste en dar patadas a
un balón, icosaedro truncado en un 99.99%, de un peso entre 410 y 450 gramos y
una circunferencia de 68/70 cm, sobre todo poliuretano -muy distinto a los usados
por Di Stéfano, Puskas, Gento y Pelé- que afrontan dos tropas/equipos con once
jugadores, un entrenador, un cuerpo técnico,… y mucho dinero cada uno, exigiendo
-solo en teoría- recta y leal dirección, a partir de normas técnicas y de
gestión aceptadas -también en teoría- por todos, más y más complejas, elaboradas,
impuestas y aplicadas por federaciones, UefA,
Fifa,…, poderes legislativo y ejecutivo, ajenos -cada día más- incluso opuestos
al juego que rigen, con otro equipo, casi incontrolado, arbitral, poder
judicial de tres miembros jerárquicos -y ahora, además, el tétrico VAR- que -en teoría otra vez- vela para
que las previas normas técnicas de no tocar el balón con la mano, salvo el
portero con condiciones, no dar patadas ni empujones, no caer en orsay, offside, fuera de juego -hoy difícil
de explicar e increíble-,… se cumplan y, así, quid de la cuestión, casi impunes dar el juez gol -del inglés goal, meta, objetivo- cuando -decide
que- el balón traspasa la línea de portería, siendo que, en países de habla
inglesa, a tal juego/espectáculo le dicen soccer,
abreviatura de association y, cada
cual, lo valora ad hoc: como grupo
burocrático -¡uf!, libre- o como -esencial- buena práctica, sobre lo que habría
que reflexionar.
Hasta que llegaron las federaciones, la FIFA, la UEFA, los que se creen
“més que un club”,…
El 22 de enero de 1956, hace ya muchos años, en la conferencia “L’Appel pour une trêve
civile”, sobre la solución pacífica del conflicto franco
argelino, Albert Camus, existencialista, Premio Nobel de Literatura en 1957,
escribía que, “(…) tras muchos años en que el
mundo me facilitó experiencias, lo mejor a la larga sobre la moral y las
obligaciones humanas se lo debo al deporte, lo aprendí en el fútbol (…)”,
viéndolo como no solo juego deportivo, sino entorno formativo, tanto para el
desarrollo personal como para la vida social de practicantes y espectadores, me
parece -también- seria su afirmación de que, al practicar tal juego, aprendió “que la pelota no siempre viene como se le
espera, lo que me ayudó mucho en la vida (…), donde la gente no va siempre en
línea recta”. En efecto, casi nadie lo hace.
Quien no haya vivido esto, no sabe de qué estoy hablando
Muchos hemos disfrutado -a nuestro modo- del fútbol, hemos agradecido
que otros que lo practicaban -mucho- mejor que nosotros nos permitieran hacerlo
con ellos y tener la sensación de, además de divertirnos con el serio juego,
aprender las cosas de que habló Camus, disfrute que acrecenté -más tarde-
corriendo -por correr- maratones, 42.195 metros, esfuerzo brutal sin más premio
-modo de vida que no valora la sociedad egoísta- que el placer de acabar y, pues
se ha escrito que, “cuando la pelota echa
a rodar -o empiezas a correr por correr o a hacer lo que hay que hacer-, lo demás es accesorio”, duele mucho
que la idea ética imparcial -sobre él-. sea de tajante rechazo a lo que
transmite, siendo lo que nos llega, salvando generosos el espectáculo/competición,
fétida toxicidad de -lo denuncia el Madrid, hoy capitalismo salvaje que,
gestionado con seriedad, es símbolo de una ciudad luchadora y abierta a todos
que, joven, me ganó para su causa, publicando un leve comunicado/denuncia, ¡por
fín!, juntando corrupción sistémica -lo dice la UCO- y fútbol, algo aquí muy gráfico, evidente en la incomprensible
pérdida de tiempo que es el juicio a Rubiales, corrupto burócrata hortera, como
Porta, Roca, Villar, el de ahora, el anterior, Tebas, Aganzo, ¿de dónde han
salido?, Medina Cantalejo, los de la Fifa,
la Uefa, la Conmebol,…, no por mil graves cosas, más de 2 años de cárcel por un
feo, hosco beso televisado en directo que -sé por qué- tanto ofende al reprimido
feminismo pacato cheli, o esa cosa arruinada que dicen Barça, presumiendo de
ser “més que un club” y ser sólo publicidad
cara, trampantojo de fosforito azul y grana barato, que, a ráfagas, juega con
niños en un campo de otros, pagó -¿y paga?- durante años millones al baranda de
los árbitros, poder judicial, jefe de los que -ayer/hoy- mandan e incumple -le
deja Sánchez a cambio de 7 votos- las normas, se burla y maltrata a sus
profesionales, fue cobista histórico del “caudillo”
que, cuando el Madrid -tras la incivil guerra en que su presidente era secretario
general del PCE- ganó su primera liga en 1953-1954, el botifler que “més” ya tenía
5, el faccioso Atlético Aviación/de Madrid, luego de Gil y Gil, 4, el Valencia,
3 y Atlétic y Sevilla, 1, todos represaliados frente al “equipo del régimen”, ejemplo de historia escrita por los que
publicitan mal paño caro y mascarillas/bozales -¿investigarán a Illa?- averiados.
Antonio Ortega, coronel republicano, director general
de seguridad, presidente del Madrid, ejecutado en 1939 y el Madrid en Chamartín, durante
la guerra
Coda para quien no quiera callar mirando hacia otro lado.- Corrupción
en fútbol no es solo influir -con poder o dinero- en el árbitro que pite un
partido sino -en especial- lo que hizo -¿y hace?- el arruinado Barça del patético
Laporta y otros fracasados inventores de un fútbol único, controlar los
procesos para nombrar, recompensar, sancionar, ascender, descender… a
absolutamente todos los que -poder judicial- juzgan los partidos, causa de que -con
normas que -casi siempre- favorecen al poder afín al sistema-, los más de 20
años de Negreirato fueron y son
inmorales, injustos, sectarios, fulleros, de -diga lo que diga, útil,
Iturralde- escándalo grave cuando se necesitó -junto a tropelías puntuales-, mientras,
en caída libre de los medios serviles, gorrones como Tebas o Rubiales libando
en la apestosa la charca, Flick -sin el Flock de los trileros de Sevilla- osando
ignaro decir: “¿La carta del Madrid? No
es nuestro estilo”, directivos corruptos como Laporta o Yuste felices en los
aquelarres, el hijo de Gil y Gil, vicepresidente de la RFEF, el resto de los clubs, atemorizados mendigos,…, siendo que
para acabar con la corrupción en el fútbol se precisa entrar -con luz y
taquígrafos- en la burocracia/asociación más alta, lo que -en su perjuicio- hoy
exige el Madrid, mejor club de la historia y de una ciudad -no de botiflers, vendedores de humo, egoístas y
tenderos- combativa y abierta.
El Roto 08.02.2025
Doctrina Prisa/Iturralde
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