206 Los domingos, cavilar
Un
Estado de Desecho
Fernando Merodio
13/02/2022
“Toda sociedad en la que la garantía de los derechos no está asegurada y
la división de poderes no está determinada no posee Constitución" (Declaración de los Derechos del Hombre y el
Ciudadano).
“Hay quien puede vivir sin lo salvaje y quien no puede" (Aldo Leopold "Un año en Sand County")
Quienquiera que, de verdad, haya vivido -y esté vivo-
sabe que el primer párrafo del artículo primero de la -por los pésimos
dirigentes políticos actuales, muy- denostada Constitución de 1978, cuando
afirma que "España se constituye en
un Estado social y democrático de Derecho que propugna como valores superiores
de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad (...)"
no hace más que una huera, cenagosa, fallida declaración de intenciones que
obliga a dudar de su honesto realismo desde el momento mismo de su redacción,
siendo evidente y cierto que, con los medios que propone para conseguir sus
fines declarados, no puede ser valorada como cabal y lógica, ni evitar que,
tozudos los hechos, día a día siembren dudas sobre tan (i)lógica, triunfalista
declaración -igual que las de tantos otros lugares- y obliguen a pensar que,
sean cuales sean los matices que intenten edulcorar todo ello, es inevitable el
fuerte dolor de cabeza que levanta la inquietante realidad simbólica encerrada
en las Memorias del ministro de
producción de guerra y armamento del III Reich, diseñador de la apabullante
alegoría de destructivo poder que fue la arquitectura nazi, 20 años de cárcel
en los juicios de Núremberg, Albert Speer ("Su poder de convicción, la gracia peculiar de su nada agradable voz, lo
insólito de su actitud más bien banal, la seductora sencillez con que enfocaba
la complejidad de nuestros problemas... Todo aquello me confundía y me
fascinaba. Yo no sabía prácticamente nada de su programa. Hitler me había
capturado antes de que pudiera comprenderlo"), sobre la irracional
-falta de- reflexión que -él dice- le hizo seguir algo o alguien como el Führer...
y algunos hacen ahora con otras ideas no más tranquilizadoras.
Más que nunca triste, siento nostalgia de cuando
-dicen- había hombres y mujeres que luchaban arriesgando lo suyo por ideas
dignas de todos y, asqueado, me esfuerzo en escribir, a flor de piel, con
sinceridad...; hace meses, quizás años, ya he explicado, nos visitaban en esto
que llaman Cantabria dos mujeres, Guadalupe, luchadora indígena amenazada de
muerte y Elena, experta activista, y lo hacían para, al tiempo de abrazarnos,
informarnos sobre el cruel abuso -que, por la forma en que lo denuncia,
difumina y mancha López Obrador- a que tienen sometida a la comunidad indígena
de muchos lugares, la suya en Unión Hidalgo, Istmo de Tehuantepec, Estado de
Oaxaca, México, la turbia Iberdrola de Sánchez Galán y el
siniestro comisario Villarejo, en el mismo lodazal que la Gas Natural-Fenosa de Brufau y el nacionalista vasco Josu Jon Imaz,
Gamesa, Siemens, Endesa, Acciona, Renovalia o la hoy dividida Naturgy...,
multinacionales -como otras- que, con la colaboración de lobistas como Martín,
Revilla, Zuloaga, Blanco, Marcano, Gochicoa and Co, aquí ahora se afanan -es
fácil entender por qué- en hacer daño; Guadalupe y Elena son, esas sí, mujeres
y nos narraron una Tehuantepec muy ventosa, con solo 100.000 Ha de superficie
-Cantabria tiene algo más de 500.000- en las que, igual que aquí, con apoyo en
la demagógica coartada que multinacionales, medios de (in)comunicación y
políticos de cámara dicen, sin saber qué es, "transición energética", canalla cajón de sastre que usa la
etérea lucha contra el "calentamiento
global", la "emergencia
climática" causada por quienes ahora allí dicen que lo arreglarán como
aquí y aturden aún más a sus víctimas en Tehuantepec con 5.000 turbinas, al
menos la mitad ya funcionando, un atropello "renovable" que, falsa etiqueta, es destrucción, daño para el
nativo y próspero, evidente negocio, rapiña para las contaminantes, crueles,
destructoras multinacionales energéticas -un 50% de ellas del enriquecido en la
"pandemia" Ibex35 español-; allá aún más que acá,
inhumanas.
Dejaron claro Guadalupe y Elena que no son ecologistas
en el prostituido sentido actual del término sino activistas en defensa de su
territorio, su -casi único- bien, del que, ladrón siempre, intenta apropiarse
el capital, dejándolas sin el fundamental medio de que disponen para vivir una
vida -más o menos- digna; con matices cuantitativos, no cualitativos,
explicaron que los cuatreros son los mismos, iguales allá que acá, las mismas
multinacionales con capital de los más ricos de los países más ricos, el 1% que
domina el mundo, dejándonos también muy claro que funcionan, repito, aquí como
allí sin esforzarse en ocultarlo, con una más que evidente vieja técnica
neocolonial:
·
lo
primero, para sus solos fines, se apropian del territorio, lo usan, dañan y
desgastan, ni siquiera lo compran y pagan algo, hasta ese extremo llega su
miseria
·
eligen
y es solo suya la tecnología, el proyecto, la construcción, el control de la
actividad de las instalaciones, sin dejar para sus víctimas ni las migajas
·
controlan,
también, lo que venden lejos de donde se genera, el uso, transporte,
transformación y beneficios de la energía que, en terreno ajeno, roban al
viento
·
su
técnica de implantación es, of course, ilegal de toda ilegalidad, no informan,
dividen con pactos ocultos y distintos pagos mínimos a los ¡Aquí no! y otras victimas
·
hacen
uso y abuso del dócil y decidido apoyo lobbysta
de políticos y -ficticio-saber locales, regionales y estatales, aquí bien
conocidos por sus nombres y apellidos
·
usan
amenazas, presiones, intimidaciones ad
hoc, en México, incluso asesinan y aquí utilizan el silencio, la muerte
civil para quien molesta
·
es
esencial cometido el de los "subvencionados", ambiguos legitimadores
de las peores actuaciones, apoyados en los medios de comunicación... del
capital,
·
los
afectados/perjudicados solo tienen daños humanos, económicos, sociales,
ambientales... y un larguísimo etcétera que quien reflexione detecta.
Es cierto que el calentamiento global está destruyendo
el planeta y exige avanzar en la
generación -realmente- renovable de la energía que -de verdad- precisemos pero,
si queremos que el cambio sea real, que no lo manejen y perviertan los canallas
que nos han traído aquí, es preciso informar y debatir sobre el abismo que
separa el abuso que es el monopolio de la generación concentrada multinacional
y la social, de proximidad, descentralizada, controlada por nosotros de un bien
tan necesario, común, de todos y tan peligroso como es la energía y saber que
es inaplazable, ¡ya!, cambiar el sistema.
Los que aquí luchan e imitan a Guadalupe y Elena, son
los "nadies" de Eduardo
Galeano, "que no son, aunque sean /
que no hablan idiomas, sino dialectos / que no hacen arte, sino artesanía / que
no practican cultura, sino folklore / que no son seres humanos, sino recursos
humanos / que no tienen cara, sino brazos / (...)", esos que "cuestan menos que la bala que los mata";
algo que, aquí ahora, fingen creer Iberdrola,
Biocantaber, la patética Ocyener,
Sánchez Galán, el inexplicado -y tan fácil de explicar- Agustín Valcarce,
lobistas ocultos tras la máscara política, hoy violentos descarnados,
consentidores, promotores de obras sin licencia en la feraz ladera que, desde
el Escudo, vigilan el embalse del
Ebro y, entendiendo lo mucho que molestará la "gota malaya" que, para ellos, es la auténtica, única aquí,
pequeña Plataforma seria constituida
hace más de un lustro en defensa social, económica, cultural,..., en principio
del Sur y hoy de todo nuestro territorio, no sorprendiendo la alarma de los
-siempre- útiles subvencionados de cámara con dinero público y los apocados
plumillas de los medios que mangonea el capital que, incluso después de que el
publicitado "municipio energéticamente más rico de España", San
Miguel de Aguayo, tras poner pie en pared y no se sabe por qué, haya parado el
abuso, aún falsean que el polígono industrial El Escudo "se instalará"
en los montes de la sierra de tal nombre. Falso.
Y termino con el título, la muy útil pandemia nos lega
un Estado de Desecho, "cosa o
conjunto de cosas que se desechan de algo, después de haber escogido lo mejor".
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