domingo, 23 de mayo de 2021

168 Los domingos cavilar España 2050 Fernando Merodio 23/05/2021

168 Los domingos cavilar

España 2050

Fernando Merodio

23/05/2021

Se trata de un ejercicio de Estado protagonizado por diferentes expertos e instituciones y por encima de ideologías y partidos” (“España 2050”. Iván Redondo)

Aunque aún esté algo lejos y entonces, con 104 años, habré empezado a envejecer, 2050 es una cifra que me suena bien y, por ello, leí en El País de 17.05.2021 con atención, subrayando incluso, el panegírico anuncio que, con el mismo título de esta cavilación, firmaba un tal Iván Redondo, para mi entonces novedoso y del que luego he sabido que se trata de un multiusos líquido -quizás, él lo dice, gaseoso y, añado yo, tóxico- que, sin cumplir 40 añitos, tras asesorar a Xavier García Albiol, José Antonio Monago y Antonio Basagoiti, todos “peperos”, por Real Decreto de 8 de junio de 2018 se convertía, con un triple salto mortal -¿para quién?- en director del Gabinete de la Presidencia” del cursi, redicho entallado peligro que es Pedro Sánchez, premio a su desleal aportación -que yo desconocía- como ideólogo -a partir del saber robado taimadamente de las sedes del PP-, en la moción de censura contra Mariano Rajoy, un Gabinete desde el que enseguida, en 2020, creaba la llamada “Oficina Nacional de Prospectiva y Estrategia de País a Largo Plazo”, en ingles foresight unit, madre de alquilar pagada del último aborto de quienes, incapaces de acertar con lo de mañana, fingen explicarnos lo que -no- pasará en 2050, pringoso, falso cuento sobre “posibles escenarios y desafíos futuros” para el país; un siniestro personaje de la “política”, Iván, del que, en un titular reciente, entendí que Alfonso Guerra, viperino siempre, pedía que no se le confunda, ajeno a él, con el Redondo ugetista, Nicolás, de segundo Urbieta.

Entre otras sinsorgadas como la del inicio -dicen, dentro de un sistema enquistado en el más rabioso egoísmo partidista sin ideas, que su nadería es ejercicio de Estado “por encima de ideologías y partidos”-, entresaco la de alardear de 100 expertos libres e iguales, de los que no dan nombres, no sean una vergüenza o lo desmienta alguno, de más de 30 universidades, 3 sabios por universidad, trabajando en un silencio hasta ayer tan hosco y opaco que hace pensar en un gulag siberiano o en las lóbregas tinieblas, bajo las literas, de un barracón de Auschwitz, ¡vaya un cálido, merecido aplauso para tan discretos, filantrópicos -han laborado, dicen, gratis et amore, de gracia y por amor de dios- currantes!, para proponernos, eterno mantra, cual soleada Falange en sus montañas nevadas y el Gibraltar español, ser vanguardia, “primeros a nivel europeo”, abortar un nuevo, enésimo cambio en educación, “proteger y ampliar, ¡uf, menos mal!, el bienestar ciudadano como objetivo explícito”, crear empleo para los jóvenes al tiempo que, dificultándolo, se aumenta la tasa laboral de los mayores de 64 años, apoyarse en la ola política y -siempre pidiendo- económica internacional, subir impuestos sin decir a quienes, facilitar, sin explicar cómo, los arrendamientos, anunciar que 27 millones de españoles vivirán en estrés hídrico, sin denunciar sus rebosantes, propias, insolidarias piscinas, aumentar la -mínima- ayuda a los dependientes, reducir, ¿les suena?, la jornada laboral, potenciar el vehículo individual pero dificultar su uso a los más débiles al subir impuestos,… y ¡la repera!, su feroz lucha contra la crisis climática con fiscalidad “verde”, reduciendo -sin explicar cómo- en un 90% los gases efecto invernadero y, revolucionarios extremos, anulando viajes en avión de distancias que se pueda cubrir con 2,5 horas de tren,…, por supuesto, sin cambiar el sistema que nos ha traído aquí -y nos lleva a un lugar incluso peor- no se vaya a enfadar la pobre gente del Ibex 35, bancos, energéticas, constructoras,…y especuladores diversos.

Sin pretenderlo, seguro, al contestar la gansada de Redondo/Sánchez, la derecha, más a la derecha que aquellos, da cifras que -si se sabe- hacen pensar: que en 15 meses ha habido 125.000 muertos por Covid19, un 0,26%, uno de cada 376 españoles, 3.500.000 contagios del virus, un 7,45%, uno -grave, leve o levísimo- por cada 13,5 habitantes en los mismos 15 meses de represión alarmada y, al tiempo, sin alarma, una tasa de desempleo -no ganar dinero para vivir- del 15,3 %, uno de cada 6,5 españoles en edad de trabajar que, para los menores de 25 años, es del 37,7%, uno cada 2,6 jóvenes, sin que nadie urja en favor de esas otras víctimas -¿al no ser contagiosas?- ningún tipo de represión, bozales, policía, multas,… que ataque la orgánica lacra; no hay solución a ello en la prospección del judas/asesor de Sánchez.

Distinto es Paul Valery, firmemente convencido de que el pensar tiene “músculo”, es elástico y, lo mismo que en el ejercicio físico, la disciplina es base y raíz de la “cosa mentale”; en 1894, con apenas 23 años, abandonaba la poesía de modo temporal, decidía disciplinarse, levantarse diariamente a las 4 ó 5 de la madrugada para, “entre la lámpara y el sol”, reflexionar con aparente desorden y escribir 3 ó 4 horas para “mostrar en acción, y a la vez, los órdenes diversos que componen la complejidad del hombre”; ejercicio que mantuvo hasta su muerte, en 1945, con el fruto de 261 Cahiers, 26.000 páginas de Cuadernos, notas con apariencia caótica que critican, proponen, impugnan, muestran su obsesiva voluntad de fortalecer el conocimiento, “(...) indicio del asombro que tuve cuando me di cuenta de que no lo habíamos intentado aún”, razonable e insistente búsqueda de respuesta a la esencial pregunta “¿Qué puede un hombre?”, apoyada ya en 1897, a sus 26 años, en la firme declaración de principios de que “Aquí no pretendo agradar a nadie”, publicando de 1941, ya al final del camino, una llamativa y perspicaz reflexión, “El orgasmo gime: ¡Toma, toma! ¡Me entrego, me libero, huyo de mí! Que se haga tu voluntad, Eros mío... Soy lo que siento y muero. Lo más intenso pide la muerte, o al menos una imitación de la muerte. El amor te dice: ¡Ah, ven, que te voy a destruir!”, reforzando lo escrito en 1899, ”la amistad, el amor, es poder ser débiles juntos” sabiendo que obviarlo, no pensarlo, nos convierte en feroz, feraz fábrica de neurosis, relevante éxito de la represión, en especial la religiosa.

Al tiempo del silencio ante la volátil, indemostrable y ególatra memez de la “España 2050”, burra vieja que quiere vendernos quien es sabido incapaz para diagnosticar el hoy, el musculoso, ineludible intento de poner en marcha sin pretender agradar a nadie los diversos órdenes que componen la complejidad de lo humano, provoca mil (mal)intencionados, sofisticados y perversos obstáculos; hoy como ayer furtivos, en especial los religiosos resecamente adobados con la salazón del miedo que, en el caso de la novela cristiana, dice Valery, “envilece lo divino, abusando de la muerte, del infierno, del juicio, de la cólera ‘divina’, de la eternidad y del remordimiento; y no confesando que el hombre está más cerca de lo sagrado cuando se burla de todas esas inmundicias que cuando cree en ellas”, pues son un montaje, perfecto ejemplo de la “deificación del chantaje” ya que, sensu contrario, “si hubiese un Dios, no habría más que él, y no mundo”. Moleste a quien moleste, urge luchar contra la interesada imposición, lucha que ayude a conocer lo humano, con apoyo en la sólida convicción de que cada uno “tiene el dios de su estructura”, exclusiva y propia, y que cualquier pretensión de poner nombre o adjetivos a ese dios, no nos añade nada.

Desde la infancia, nos enfrentamos a una (in)cómoda superestructura ideológica que claramente limita nuestras posibilidades, inteligente en el peor sentido, adaptable en cada tiempo y circunstancia al deseo de quien manda, con efectos que, a través de arbitrarios mecanismos instrumentales prosaicos, limita la posibilidad de responder a la esencial pregunta de Valery: “¿Qué puede un hombre?”. José Luis Pardo escribió que la heterogénea y democrática mezcla de persona(je)s en la portada del disco Sgt. Peppers Lonely Hearts Club Band, de The Beatles, guarda “la banda sonora del estado de bienestar”, ilusión que, en aquel tiempo, conquistó a la clase obrera, hoy tristemente abocada al negro túnel del “estado de malestar”, fruto inevitable de la separación de lo personal y económico respecto de la política, enemiga feroz de todos; en cualquier caso, si permanecemos firmes atentos a Valery y leemos a Pardo y otros muchos para desarrollar el músculo del pensar y soltar lastre de creencias, esperanzas y otras sandeces, quizás, aún podremos reírnos del intento de burlarse de todos nosotros que es el desatino “España 2050” y, a partir de ello, tomar postura.

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