166 Los domingos cavilar
Madrid
Fernando Merodio
09/05/2021
“Acabo de leer en un periódico la noticia de la entrega de Madrid. Las
tropas del general Franco han entrado en la ciudad (…) Han izado la bandera de
la España nacional en lo más alto del edificio de la Telefónica, el rascacielos
que durante los años de asedio fue el más bombardeado y tiroteado… algo así
decía el escueto comunicado”. (Ilsa Kulcsar “Telefónica”)
Pasados 82 años, aquella bandera de la España nacional aún ondea, simbólica y tan fútil como todas en el Madrid actual, ahora, si cabe, más orgullosa, en su km.0, reseña que fue -y es- la Puerta del Sol elegida por Franco como mazmorra, lugar de tortura, en defensa de la “seguridad del Estado” fascista, frente a los pocos que se le oponían; chirrió siempre el trato dado a la robusta aleación de ciudadanía que es el resiliente -nuevo palabro perverso- pueblo madrileño, en especial ahora, tanto del gobierno próximo de la derecha agitada por seísmos de su propia corrupción, como desde el interés pancista de “la PSOE", mercantil tan sobornable como los otros y deteriorada ahora, más incluso, por el fétido tufo “eclesial” que emana de la pícara liga de intereses “progresista/populistas” a la que, Félix de Azúa dixit, no mueve luchar contra el paro, la desigualdad, la pobreza,…, sino redituar en su beneficio el útil virus.
"Telefónica", historia de España, magnífico relato bélico de
Ilsa Kulcsar, mujer de Arturo Barea, que ejerció como censora de la prensa
extranjera en el Madrid de la guerra (in)civil, social-comunista real que, de
modo milagroso, se libró del serio riesgo de ser "paseada" por los anarquistas, narra sin ira cómo era la hoy
venerada "república", cuyos
dirigentes, con muy leves excepciones, huyeron con el oro, abandonaron al
pueblo de Madrid y lo obligaron a resistir en soledad, como siempre, hasta 1939,
a Franco y sus "moros":
"¿Aviones de maniobras o la fuerza
aérea? Aquí tienen tiempo de formar a los pilotos porque Madrid ha resistido
hasta ayer, no se rindió -como otros- hace
dos años y medio". 29 marzo 1939. Ellos sí que resistieron.
A partir de ideas marxistas, no
soy “guerracivilista”, odio el “guerracivilismo” que -de modo indigno- jovenzuelos
llaman “memoria histórica”, me fatigo
en ser actor social al tiempo de solo mirón indignado, 20 años sin votar, del
vodevil que es la ultra-liberal “política
parlamentaria”, a la que, es cierto, anoto el exiguo hito de que, pese al llorica
que introdujo en el debate partidista balas y navajas ensangrentadas, los
electores no fueron sobrevolados por aviones con bombas y Madrid pudo elegir,
en “pandemia”, eso sí, entre los
herederos de los que, 80 años antes, la habían bombardeado y los de los que, flácidos,
apostataron, traicionaron a ciudadanos y “República”,
sin que al discurrir por qué barrios y pueblos, ricos igual que pobres, prefirieron
a los primeros encuentre otro argumento que el de que, siendo traicionar muy
feo, no son fiables, por desleales, los que hoy dicen ser afines a quienes fueron
muy dudosos republicanos.
Pese a todo, sé que Madrid
resiste, evoca a John Berger, marxista autor de “Puerca tierra”, muerto nonagenario potente que, en un hermoso libro,
se ocupaba con fatiga de lo que, críptico, tituló "El tamaño de una bolsa", aclarando a acelerados, ya en la
contraportada, que se refería a “la
pequeña bolsa de resistentes” que “se
forma cuando dos o más personas se ponen de acuerdo” y hablan de cosas serias,
poder, sexo, historia, arte,..., pues ese
“intercambio refuerza la convicción de que lo que está ocurriendo hoy en el
mundo es perverso y las explicaciones que suelen darnos al respecto son un
montón de mentiras”, algo que le hico escribir con “mayor sensación de urgencia” sobre resistentes, o sea sobre lo
diverso de apariencia hermética, Miguel Angel y lo opuesto a un nacimiento, Van
Gogh, su corta vida y el riesgo de perderse, Brancusi, ¡el cerrado y áspero “beso” de su tumba en Montparnasse!,
Diego Rivera, Frida Kahlo, su lance amoroso con Trotski, dolor, belleza,
suicidio, comunismo, el “Viva La Vida”
de su último cuadro,..., hacer frente a la gran derrota del mundo, cruzar ideas
escritas con el subcomandante Marcos, saber que, lo mismo el águila que la
garza, o el campesino europeo luchando para que no le abata el capital que el
indígena que lo hace frente a asesinos, o la escritura pausada que la heroica
resistencia armada de Marcos, o esos temas de apariencia impenetrable,…, todo
ello, cuando es compartido, incomoda a la serpiente, la estremece y hace que, en
su caverna, sienta temor, pues allí no hay razón humana, ni sexo libre y feliz,
ni cultura o arte ajenos a fundaciones para evadir impuestos, ni águilas,
garzas, campesinos, indígenas,…, solo adoración al rico, mares de sucio dinero
robado, baldío, cuentas de resultados, absorciones, fusiones, compras de otros,
agio con la desdicha ajena, desigualdad, hambre, crimen, guerra y, ahora, "progresismo/populista" que útil -para
ellos- gestiona el virus con solo estadísticas manipuladas, evitando transitar hacia
un mundo diferente… en el que no manden sus amos; no quieren cambiar el
sistema.
Sí saben los de la caverna que
eso que, lenguaje pervertido, dicen progreso es ruina para nosotros y nuestro
medio ambiente, el de nuestros hijos y nietos y, si -lo dudo- llegaran, el de
los hijos de estos, causada por los que trafican con infraestructuras gigantes,
muerte para quien vive en las montañas y sus valles, líneas de altísima tensión
y subestaciones hasta en las ciudades, coches cegando calles y carreteras,
aceras con mil bicicletas, patinetes, skates,...,
“progreso” que paniaguados vocean, al
tiempo que intentan (des)ordenar el ordenado y bello territorio legado por nuestros
mayores, solo para acumular sucios papeles viejos, dinero, y ahora, ni eso, cabalísticos
trámites con destructivos smartphones,
siempre vigilados por siervos que aquí tienen la dominante fea forma de la
carcasa de un banco con cada día menos asalariados y apoyado en la injusta
omnipresencia destructiva localista de panfletos, aquí un Delirio que premia y castiga a diario
y deja claro qué es progreso... para ellos.
La vieja y culta Europa a la
que -tan nuestros- nos enfrentamos en la "guerra de la independencia" se ha rendido a la caverna, olvida
a los obreros que, tras fatigarse, exigen el salario justo pactado con
explotadores, ni clases, solo capital, burócratas, pensionistas, funcionaros
inactivos quejosos, la nueva clase nacida de la esclavitud vieja que se hunde
con los restos del naufragio, subvencionados, burócratas, castas políticas, sindicales,
ciudadanas, ambientales,... y gobiernos que, gestores (in)fieles, esperan
migajas que, desde arriba, arrojan las constructoras, energéticas, bancos,...
que los pasaron por encima, los aplastaron, laminaron; se acaba el trabajo
asalariado, mientras intelectuales orgánicos que no es preciso nombrar, “demócratas
de izquierda” subastan sus mínimos votos por la panacea mirífica del afán
nazional,...; productos baratos y consumo caro, acomodados todos, privados de saber,
lealtad, sexo, vida,... y, ahora además, un oportuno, oscuro virus, la puntilla
que nos deja sin nada de lo que, usado con el personal albedrío de cada cual,
nos permitía enfrentarnos al poder en reuniones, opiniones, asociaciones,
protestas,... ¿Otra cosa?, muy difícil. Jean-Paul Sartre y Hoederer, con las “manos sucias”, sabían que “la revolución no es asunto de mérito, sino
de eficacia, y no hay cielo” -de lo que no se enteró "Evita" Iglesias, “rata” que ahora
huye del barco y dicen que, es posible, hacia el dinero de Roures, millonario
entrista, “troskista”, más traidor
incluso que él-, así pues, con la manos sucias hay que militar, valorar fines y
medios, “reconciliarse aniquilando al
adversario”, no pactando “progresistas”,
algo que la caverna -cierto- ha hecho, hace y hará siempre, siendo claro, pues,
el modo en que hay que actuar, pero… ¡uf, la religiosa conciencia!
Nos devuelve “lo de Madrid” al triste final de “Novecento”, en que, tras juzgar -no como
aquí- a los fascistas, el Comité de
Liberación Nacional visitó la hacienda del señor, lugar del histórico abuso,
bajo una gran bandera de la hoz y el martillo, obligó al campesino/proletario a
entregar las armas y, satisfecho, abandonó la escena en que fijó la correlación
de fuerzas que permitió a Alfredo Berlinghieri, Robert de Niro, hijo del
fallecido patrón, gritar, pese a la aparente derrota, “¡il padrone non é morto!”, algo que cuando -lo explica muy bien
Greta Thumberg- ¡hay que cambiar el sistema!, pues no solo está en juego el
poder de clase, sino el futuro humano, no se debería repetir.
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