117 Los domingos cavilar
El (peligro
de) desmantelar
Covilación 32
Fernando Merodio
09-08-2020
“(...), el proceso de desmantelamiento tiene que llevarse a cabo de forma disimulada y oculta. Es la primera tarea del líder político actual (...) Un muro verbal para esconder lo que está sucediendo. Y al otro lado del muro, el 'bulldozer' sigue desmantelando (...) La política para ellos es un pretexto". (Un muro y un 'bulldozer'". John Berger. El País 05.04.06)
Explicaba en
Francia John Berger en 2006 que, “antes,
los dirigentes políticos, cuando hablaban ante su país, ofrecían propuestas de
construcción”, podían exagerar o directamente mentir, las propuestas podían
ser tan discordantes como los USA, el Tercer Reich, o una República Socialista,
pero siempre incluían una idea que hacer realidad o una sociedad no existente
que crear o defender activamente instituciones y costumbres ya existentes, que veían
en peligro, pudiendo acabar tales propuestas en chovinismo, racismo, caza de
brujas,… pero siempre alentaban, aunque fuera por poco tiempo, un sentimiento
de lealtad común hacia algo. Construían.
Decía Berger
que ya entonces, en Francia 2006, la retórica de los dirigentes políticos no
pretendía construir ni conservar, pero aquí hoy aún lo buscan menos, casi
siempre intentan desmantelar, sea la herencia social, ética o económica de un
pasado del que los inanes revoltosos no forman parte, ni siquiera conocen, sea
lo hecho o los medios, grupos y normas de solidaridad generados, siendo
aplicable la idea de Berger de que el “fin
de la historia”, lema mercantil de Francis Fukuyama para la globalización,
no era una profecía sino la tajante orden de borrar el pasado porque el mercado
exige que el consumidor o empleado esté indefenso, solo; y nuestros
"desmanteladores" lo apoyan.
Razonaba el
culto, sabio marxista británico que, por un motivo muy claro, nadie con
vocación de votante se había preparado para aceptar el desmantelamiento, pues el
acto de votar, en una elección, bien libre, bien -como casi todas- manipulada, aúna
el pasado, que es recuerdo, con el anuncio de un programa, futuro, lo que genera
una profunda contradicción entre tiranía del mercado y democracia, entre la
-que llaman- libertad de consumo y los revolucionarios derechos del hombre como
ciudadano.
Razonaba Berger
que ello hace que el proceso de desmantelamiento deba llevarse a cabo sin que
nadie lo note, primera (pre)ocupación del "líder" político actual
que, consciente o inconscientemente, al tiempo está desmantelando su propio
papel en el ejercicio, disfrute y explotación de sus poderes, muy limitados por
el del capital, en lugar de hacer frente -buscar solución- a problemas reales
universales, lo que explica su tendencia sin precedentes a mentir, mientras, “progresistas”, cierran tratos en otro lugar,
apoyados en su inane pragmatismo y, al tiempo, mágica falta de realismo.
Todo ello hace
que, aquí ahora, cuando los dirigentes políticos se enfrentan a cualquier
problema, se oculta lo que ocurre levantando muros de palabras opacas, muros
verbales que escondan lo que está sucediendo mientras, al otro lado, los bulldozer del
poder real -que ellos manejan- siguen desmantelando; reconociendo el daño que
todos vemos, pero intentando ocultar sus causas y efectos, rodeándolo de
confusión que evita revueltas, enojo, ira, violencia… y que los echen.
Para Berger el bulldozer
es maquina de la moderna tiranía, por ejemplo, economía de mercado que trata el
desempleo, ahora en especial, como si fuera una plaga, una pandemia,… palabra
fetiche, tótem justificativo de la corrupta ineptitud gestora de quienes, en lugar
de rebatir lo falso, dañino "moderno", usan el desmantelamiento,
brutal, como un capítulo de ciencias naturales, anuncian jubilosos y cínicos
que “el mundo del trabajo", “la economía”, “la sanidad”…, “la pandemia”,
útil, están "en permanente evolución";
son profesionales míseros que han abdicado de la política, la han convertido en
pretexto y, pese a parecer dirigirse a muchos, están solos y exhiben lo
absurdos que se han vuelto sus argumentos…, solo para limitados o cómplices.
Un grupo sin otra afán
por lo público que no sean sus egoístas sueldos, nombres tan poco fiables como
Puigdemont, Torra, Rufián, Otegui, Colau,…, el peligro soberanista y un corto
etcétera en el que zascandilea con ambiciosa simpleza quien se balancea en el
inseguro, peligroso alambre, el socio/coartada del gobierno de Sánchez, el nuevo rico de Galapagar, Evita Iglesias, atacan
con saña el régimen del 78, evidentemente por algo más que por ser monárquico, busco
entre lo -poco- que dicen algo serio, de interés acerca de lo que presentan
como solución para todos sus -de ellos- problemas y, a partir de Grecia y Roma,
-salvo los ingleses, que lo llaman "commonwealth"- el resto decimos
"república", forma de administrar la “res pública”, que
en 1931, débil, se intentó aquí por un rato aprovechando la huída del rey -no
confundir, ignaros, con lo ahora hecho por el viejo “emérito”- y los
parejos resultados de unas elecciones municipales, II República que no fue
ejemplar y duró poco, hasta que -abusando de la poca fiabilidad inepta de los
“republicanos” y las armas- un general bajito, rechoncho y con voz de tiple la
quebraba para, con su abusivo monopolio de esas armas, su ejército, su policía,
su “ley mordaza”,… callar -sin necesidad de imponer mascarilla- a los pocos
españoles que ni le aplaudieron ni permanecieron callados..., muy pocos.
He explicado alguna
vez cómo, tras quebrantar la férrea disciplina del PCE y votar no a la
constitución de 1978 por, entre otras cosas, imponer un rey, la idea de rës püblica, la ambición de, además de ser
republicano, vivir ¡de verdad! un rato en una realidad republicana, me lleva al
París de Nanterre y la filosofía, a la Ilustración, a la Razón, a los derechos
del hombre -que además es- ciudadano, a las revoluciones, al hermoso cementerio
Pere Lachaise que homenajea a los
republicanos españoles que, en 1939, sobrevivieron a la derrota por el general
bajito, para morir luchando contra los nazis de Hitler: "A la mèmoire de tous les espagnols
morts pour la libertè. 1939-1945", defendiendo sus ideas y la rës pública, la libertad de todos frente a la
vitriólica mezcla del egoísmo nacionalista y el falso socialismo en el crisol nazi
y, aún más atrás, voy a Platón, su diálogo República, Politeia, Acerca de la Justicia, gobierno de la
polis e idea de un Estado, el de su época, en crisis y del lugar que en él
ocupan cada hombre y estamento; me lleva, en fin a un recuerdo mítico de
aquella época, Maurice Duverger.
Me siento -y me sé-
republicano, me preocupa lo público, lo de todos y me alejo, por supuesto, de
los miembros de la ávida mercantil “republicana” Sánchez, Iglesias & Co y su
odiosa brigada mediática político-social que siempre fue El País que leo a diario desde su
aparición y ahora, además, la secta hiperactiva que es La Sexta -que Zapatero regaló al millonario trotskista
Roures-, cada día más útil en su totalitario perseguir a quienes no son afines,
pero más alejado aún de la ponzoñosa brigada de “desmanteladores” sin más
alternativa a esto que su truculenta falta de criterio; soy ajeno también, por
supuesto, a la política sin ideas próximas a la realidad y sumisa al capital
que siempre es la derecha y a la permanente fe ciega que, como en el mito de la caverna, hoy se tiene
respecto a las sombras que proyecta sobre el muro su perverso lenguaje,
corrupción completa de las inteligencias, transigir y conciliar todo con todo,
incluso lo irreconciliable, actitud, por supuesto, ajena a lo republicano.
La rés püblica no es, ni será nunca defendida
por la actual PSOE o las varias formas de la derecha, ni por el capital, la
iglesia o los poderes mediáticos que vocean doctrina pero, mucho menos, por la desleal
cuadrilla de pancistas que quieren apear, para ponerse ellos, a Felipe VI, la irracional,
monarquía, cierto, pero único profesional de la política aquí ahora, una piara
que hoza -apoyada, ¡sí!, en tiempos raros por el capital- en la alimenticia
charca que es desmantelar lo actual, tras el verborreico muro que oculta lo que
están haciendo, ahora con la impagable ayuda del muy útil CoV, muestra de
nuestra ineptitud para ser -lo que es ser- republicanos y avanzar hacia una
justa igualitaria república, no cualquiera, explicando, ¡uf, que esfuerzo!, qué
Administración queremos, qué separación de poderes, qué ley,..., las piezas que la harían funcionar.
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