sábado, 15 de junio de 2024

Lo cotidiano.56 Progresismo democrático Fernando Merodio 15/06/2024

Lo cotidiano.56

Progresismo democrático

Fernando Merodio

15/06/2024

Desde hace mucho tiempo, frente al capital, en política, solo hay -teoría de- Marx en eso que ahora -los progresistas, como el resto- llaman democracia, ofensiva perversión del lenguaje de la que es muestra aquí ahora una sociedad que, salvo -si acaso pocas- rarezas, convivió plácida, cómplice con Franco y una transición que hicieron, junto a algunos cabreados, una mayoría franquista, parvenues trileros y unos cuantos muy viejos, lo que dificulta incluso entrever, ajena la griega, una democracia, pues lo que dicen Estado de Derecho es un ente oligárquico que, en especial, manipulan corruptas minorías burocráticas que llaman partidos y arrastran parásitos/rémoras que controla el capital, poder real aún más corrupto, todo ello oculto tras el trampantojo de esa cosa líquida que -cínicos- dicen soberanía popular y limita su acción a la humillante forma que, hoy y siempre, tiene el voto y a las capitisdiminuidas libertades en que ha cuajado lo que hace poco llamaban, por su nombre exacto, capitalismo y hoy el lenguaje perverso cubre tras vergonzantes voces distintas: Estado de derecho, de bienestar, progreso, democracia, liberalismo,..., por lo que si, a partir de ello, estamos de acuerdo en que política es el arte de vivir juntos buscando el bien común y chapoteamos en la idea de democracia -que Platón y los antiguos griegos repudiaban- vinculada simplemente a la libertad -¿para qué y cómo se va a usar?, pregunta esencial que formuló Lenin- es fácil concluir que lo de las oligarquías corruptas no conviene a la mayoría.

El Roto 13/06/2024

¡Para lo que sirve a quienes -aún- voten!

Marx, con datos y conceptos de su tiempo, explica que la libertad así patrocinada es mero interés mercantil, libertad de mercado, para explotar -no hay que ir lejos para verlo- al hombre por el hombre, radical desigualdad entre quien solo tiene su fuerza de trabajo y quien, con injusta plusvalía, la usurpa, sumisión al interés mercantil, insufrible desigualdad que hoy pretenden sedar instigando un narcisista, desaforado consumo de mercancías que -dicen- satisface un ficticio apetito individual, al tiempo que se finge la urgencia de producir más y más, siendo fácil estar de acuerdo con Jacques Rancière en que aceptar hoy tal fraude como modelo de vida, anula la razonable crítica de base marxista que en 1968 hacía Baudrillard a la sociedad de consumo y al -dicen- gozo libre de supuestos beneficios de la “sociedad opulenta” de Galbraith, en la que Iberdrola/Sánchez Galán hace un pasillo al dócil Urkullu en su despedida de la política o la “progresista PSOE -y el resto- dan el nombre de una plaza de Santander al Botín que robó un trozo de muelle para posar dos cajas, una falsa libertad en “la democracia ausente y la igualdad no encontrable”, que generan un consumidor compulsivo y narcisista creyente -solo irracional fe- en que el solo hecho de poder “expresar preferencias electorales y placeres íntimos”, aunque sea de la forma en que aquí ahora se hace, le convierte en demócrata.

 

El centro robado de Santander. Todo esto es previo a la concesión

La apasionante desmesura de la democracia se evidencia en la Grecia de Las leyes, III, 690 aC, en que, entre los siete títulos para gobernar, el de mayor autoridad era ser elegido por el dios azar mediante sorteo, método “democrático” para -cual comunidad de propietarios que nadie quiere presidir- asignar mando en el Estado, un sistema especialmente basado en que no hubiera título alguno -de nacimiento, conquista, religioso, mayor saber,...- que otorgara capacidad para gobernar, diciendo, a partir de ello, Rancière que en él la superioridad “no se basa en otro principio que la ausencia misma de superioridad”, sabiendo los griegos que el método del sorteo tenía riesgos, pero evitaba el mayor, el de elegir “hombres con habilidad para tomar el poder mediante artimañas”, tramposos como Sánchez el Malo, mentirosos y poco fiables, así que en Grecia, como luego los revolucionarios norteamericanos y franceses del siglo XVIII, no consideraban preciso que, como ahora, para ocupar el poder hubiera que expresar antes la voluntad -o la ambición- de hacerlo.

Quien, aquí hoy, quiera una vida lógica y justa, alejada de negocios y pactos dudosos que sean innoble utensilio de lógica oligárquica, tiene a su alcance los derechos de manifestación, reunión, asociación, huelga,… no regalados, arrancados y que, para ser útiles, precisan, frente a la trampa oligárquica del consenso burocrático, alimentarse de su permanente ejercicio colectivo, aquí hoy, insisto, tan escaso; los ahora designados en elecciones entre mercantiles/partidos y apoyados en pactos contra natura no son el demos, base del pueblo, lo somos los despreciados por los oligarcas, la gens de rien de Rancière, pues lo justo lógico es que, sin necesidad de, desde niño, haber sido amamantados en las ubres de tales partidos/secta, todos podamos actuar en política con el “poder de cualquiera”; la deseada emancipación no surgirá de constituciones, leyes y especulares formas de gobierno nacidas de la alianza entre las oligarquías política y económica, que nos divide en grupos de género, sociales, ideológicos, sexuales,... y con “lógica policial” nos vigila, compra, vende, premia, castiga,..., muy al contrario, tal emancipación llegará cuando la acción de los cualquiera arranque a burócratas y oligarcas parcelas del monopolio de la política y el reparto de la riqueza y cambie el modo reglado de actuar que nos imponen, de modo que incluso las decisiones esenciales sean tomadas por esos “cualquiera”, así que, contra al poder injusto, debemos ejercitar con pasión, exprimir el jugo a nuestros derechos de asociación, reunión, manifestación, huelga,… matraz en que, con técnica adecuada, podemos, pues somos muchos más que ellos, empezar a construir el publicitado, hoy inexistente Welfare State, Estado de Bienestar.

El Roto 12/06/2024

Real como la vida misma

¿Os enteráis Yolanda&Co, palanganeros de Sánchez el Malo?

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