domingo, 4 de diciembre de 2022

248 Los domingos cavilar Manipulación de género Fernando Merodio 04/12/2022

248 Los domingos cavilar

Manipulación de género

Fernando Merodio

04/12/2022

Manipular.- 2. Trabajar demasiado algo, sobarlo, manosearlo. 3. Intervenir con medios hábiles y, a veces, arteros, en la política, en el mercando, en la información etc., con distorsión de la verdad o la justicia, y al servicio de intereses particulares (Diccionario de la RAEL)

La violencia de género (…) símbolo más brutal de la desigualdad existente en nuestra sociedad. (…) se dirige sobre las mujeres por el hecho mismo de serlo, por ser consideradas, por sus agresores, carentes de los derechos mínimos de libertad, respeto y capacidad de decisión” (L.O. 1/2004, 28 diciembre, Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género. Primer párrafo de la Exposición de Motivos)

Son ya muy dañinos los efectos de la explosión en racimo provocada por políticas tan transversales como exhumar  -quienes lo soportaron vivo- al dictador muerto hace medio siglo, suavizar la sedición para legitimar lo que el internacionalismo de izquierda llama golpismo, avalar a los corruptos ablandando el tipo de la malversación y poner el foco -casi entero- en cuestiones de género, ahora el ridículo “solo sí es sí”,…, mientras se tocan menos que de refilón las -serias- contradicciones básicas del capitalismo, emergencia climática, desigualdad creciente, omnipotencia del capital, impotencia del resto -inflación, paro, salarios penosos, salvo unos pocos y el caladero de votos que son los burócratas, funcionarios, pensionistas,…-, política “progresista” de la mercantil PSOE, el que “pasará a la historia” y la panda de los insolventes que decían poder.

El pasado fin de semana volvía a disfrutar con las tiras de algunos Peanuts -nombre que no gustaba a Schulz- publicadas a diario desde los años 50 sobre Charlie Brown, Snoopy y su pandilla de niños -y niñas- y, a través de esas viñetas, sin darle más valor que el de tales, intento no hacer más sangre de la que ya hay ni ofender a quien no lo exija, viendo en esas tiras lo que ya vi en mi infancia en Rozadío, niñas que no eran, como, al parecer, ahora, iguales a los niños y, sin -por su corta edad- dar al término la dureza con que lo define el diccionario, ayer y hoy pelín manipuladoras y niños, por contra, espesos, quizás brutos, para acabar pensando en la posibilidad de que Schulz -como yo mismo- fuera, si no tan malo como hoy “genéricamente” se nos tipifica, algo machista, por lo que, arrepentido ad cautelam -ahora no puedo ir a la cárcel-, apoyado en la cómplice sonrisa que me generan Charlie y sus amigas, pido perdón en voz baja.

Años 50. Manipuladora

Sé que lo del -llamado- feminismo, hoy -tan- beligerante, antinatural, defensor de una igualdad que, con grueso trazo jurídico -y abuso de poder- legisla con desigualdad y enfrenta a hombres con mujeres, pues políticos/legisladores jurídicamente -grave peligro- dogmáticos, emocionalmente débiles, inmaduros y, lo peor de todo, iletrados, promueven una lucha global a campo abierto -en especial- contra lo viril -“que es propio del varón o relacionado con él”- tipificando ya en el artículo 1 de la L.O. 1/2004 la -que dicen- “violencia de género” como aquella que se ejerce con actos de violencia física y psicológica, incluidas las agresiones a la libertad sexual, las amenazas, las coacciones o la privación arbitraria de libertad”, basándola en una –supuesta, tétrica, truculenta- situación vital de todas las mujeres, de todo el sexo femenino, situación descrita en el omnicomprensivo, confuso, mismo artículo 1, como de “discriminación”, “situación de desigualdad” y “relaciones de poder de los hombres sobre las mujeres”, lo que exige -novedad transversal/”progresista”- perseguirla, juzgarla y penarla cuando -amplia y jurídicamente insegura (im)precisión- sea realizada por “quienes sean o hayan sido sus cónyuges o quienes estén o hayan estado ligados a ellas por relaciones similares (¿) de afectividad, aun sin convivencia”, relaciones de afectividad sin convivencia cuya valoración judicial asigna la misma L.O. 1/2004 a los que dicen  juzgados “de Violencia sobre la Mujer”, no “de Género”, imprecisión grave, espero que no intencionada que, al contener un error de concepto, desde luego no es baladí.

Años 60. A lo mejor no todas son tan buenas

En efecto, mientras las de “hombre” y “mujer” son categorías sexuales que fija la naturaleza a tenor de las singularidades de las hormonas, el hombre testosterona y la mujer estrógenos y progesterona, que cada una produce con fines distintos, para identificar -bien- los géneros se debe decir “masculino” y “femenino”, sabiendo además que, filosofemos sobre ella como queramos filosofar, la naturaleza está ahí, mientras lo del “género” es reciente artilugio de la sociopolítica -manipulada por gentes tan dañinas como “el de la coleta”- que, en este caso, alude al “conjunto de características diferenciadas que cada sociedad -insisto en lo de “cada sociedad”- asigna, de modo arbitrario, a hombres y mujeres”; por lo que llamar a los que juzgan, de modo alarmista, jurídicamente excepcional, ¿prohibida por nuestra constitución? y, en mi criterio, claramente innecesaria, se dicen imprescindibles frente a -solo- la “violencia de género”, juzgados “de Violencia sobre la Mujer”,  constituye, nadie lo dude, en medio del marasmo en que nos tienen metidos, una carga de profundidad contra la estructura jurídica del país o, siendo más claro, contra el Estado de Derecho o, precisando aún más, para, sin solucionar el problema que -sin duda- previamente existía, dañar -¿de modo irreversible?- la relación -en ocasiones tan placentera- entre hombres y mujeres, lo que es manifestación de una de las gravísimas consecuencias que produce la “nueva política” y su ignara confusión de socializar lo natural biológico.

Años 80. Efecto y causa

Incluso la OMS vincula las diferencias de género a “roles socialmente construidos, comportamientos, actividades y atributos que una sociedad considera apropiados para hombres y mujeres”, que generan -indeseables- desigualdades sociales entre ambos sexos a partir del aprendizaje, los estereotipos, los prejuicios, la influencia de las relaciones de poder,… que definen los géneros y, por ello no se debe olvidar la natural separación de roles inherente a la biología, fundamentalmente a las características anatómico-fisiológicas, lo que hace que, salvo por analfabetos funcionales, locuciones como “discriminación” o “violencia de género” deban ser usados solo en un sentido instrumental o técnico al referirnos al género, definido desde 2014 por el diccionario de la RAEL, como “grupo al que pertenecen los seres humanos de cada sexo, entendido desde un punto de vista sociocultural en lugar de exclusivamente biológico”.

Años 80. Género

El tiempo que nos hacen perder, el daño que se nos causa y, en especial, un -poco de- común sentido de lo justo hace ya urgente un debate serio, hasta hoy imposible, sobre lo alarmantes, por violentas, que son las 46 páginas de abigarrado, represivo y belicoso texto -y lo que, a pocos, le va colgando- de la Ley Orgánica 1/2004, única que, hasta el 28 de diciembre, había aprobado ese año el melifluo, gótico peligroso Zapatero, redactada contra esa violencia que dijeron -y dicen-, ambiguos, “de género”, a cargo de omnicomprensivos “juzgados de Violencia sobre la Mujer”, brocha gorda jurídica que ya en el primer párrafo de su Exposición de Motivos dice que la “violencia de género” es, no uno de los símbolos sino, el “más brutal de la desigualdad existente en nuestra sociedad”, ofendiendo, hiriendo con su menosprecio a las otras -muchas, evidentes y dañinas- violencias que asolan al género humano, masculino y femenino, causadas por los que, en verdad, abusan del resto, siendo también incierto que, como dice el primer párrafo de la L.O. -todos- los violentos “de género”, simples abusadores, en su mayoría, consideren a las mujeres “carentes de los derechos mínimos de libertad, respeto y capacidad de decisión”, siendo -diga lo que diga el TC- en especial anticonstitucional que tal ley prive -procesal y socialmente- a la mitad de España, al “género humano masculino” de su presunción de inocencia.

Coda a la exageración/ineptitud/alarmismo.- Los Juzgados “de Violencia sobre la Mujer”, no “de Género” funcionan desde el 29 de junio de 2005, el artículo 43 de la Ley 1/2004 prevé, textual, “un Juzgado o más-para defender a la mujer del hombre- por partido judicial -431- en España, pero en 2020 “solo” había 106 juzgados de excepción -aquí, 8 partidos y 1 juzgado-, ¿exageración?, ¿ineptitud?, ¿alarmismo interesado?, ¿qué dice el cruel feminismo “progresista”? ¿le basta lo logrado hasta ahora o quiere más represión? Persigan al maltratador, hombre o mujer, y dejen en paz al resto.

Años 90. ¿Iguales?

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