224 Los domingos, cavilar
La
-mercantil- PSOE
Fernando Merodio
19/06/2022
En
España, “(…) en los años 60 (…) desde el punto de vista político, creo que todos
los partidos, a excepción de los comunistas, estaban actuando de manera legal.
Así que aquí tuvieron una transición paulatina (…)” (Entrevista en 1999 a Seymour M. Lipset).
“El antifranquismo en España fue minoritario hasta 1975” (Entrevista a Ignacio Martínez Pisón)
“Lupus est homo hominis, non homo, quom
qualis sit non novit”. ”Lobo
es el hombre para el hombre, no hombre, cuando ignora quién es el otro” (Plauto
“Asinaria. Comedia de los asnos”)
Sin que para comprobarlo sea necesario retrotraerse
a los años de Karl Marx, sabemos que las ideas socialistas estuvieron defendidas
-cierto tiempo- por partidos políticos que combatían por proyectos y cosas que
merecían la pena, serias, hoy venidos -hace tiempo, en todo lugar- a puras y
duras estructuras del comercio, mercantiles, catástrofe que, pienso, definió exacta
Seymour M. Lipset, sociólogo desde luego, vinculado a la frase que, corrupto y
lúbrico, popularizó Bill Clinton: “¡Es la
economía, estúpido!”, aporte -con mínima base- de aquel a la “teoría de la modernización” que, en su
versión, conectaba democracia con crecimiento económico y -algo tan etéreo y
dúctil como- “valores”, a partir de
ideas -tan simples, pueriles, ¿maliciosas?, como las que expresaba acerca de la
política en los años 60 en España- sobre los “benéficos” efectos sociales de la evolución del colonialismo
británico en su decadencia y desaparición, definiendo la coincidencia USA-resto
del mundo que, sin duda, es evidente si comparamos el conservador partido
demócrata y los -que dicen- socialismos europeos, con cada vez menores matices
reales que los diferencien.
El socialismo que se llamó también comunismo fue, en
Karl Marx, seria corriente filosófica del pensamiento social, económico y
político, germen de teorías, sistemas y movimientos unidos en la lucha por una igualdad
que se apoyaba en la propiedad colectiva, pública de los medios de producción,
alternativa al capitalismo, basado en el egoísmo individualista que posibilita
injusta acumulación de capital a partir de la propiedad privada de esos medios,
siendo aquel socialismo el mejor modo para intentar tal igualdad en un mundo en
el que, diga lo que diga Emilio Lledó, filósofo fácil y cómodo, es cierto lo que
sentenció Plauto en “Asinaria” o “Comedia de los asnos” y popularizó Hobbes
en “Leviatán” o “La materia”, “Homo homini lupus”.
Los partidos suelen ser -son- reflejo de las
diferencias -antes expresión de sentidas, reales desigualdades profundas, hoy casi
siempre meras disparidades transversales, ficticias, electorales, que distraen
de la exigible atención a la verdadera desigualdad- existentes en la sociedad;
la central lucha contra -todo- desequilibrio, en especial el económico, que
está en la base de las mayores -casi todas las- injusticias, hoy suplida por controversias
tangenciales agravadas por la progresiva “mercantilización
de todo” que analiza Jorge Urdánoz, con un cierto sectarismo que tiende, en
exceso, a la crítica -justificada- de la “modernización”
en China, actualización que -es cierto- ha convertido al gigante comunista en
un “Estado sin libertades, sin elecciones
libres, sin división de poderes y sin las garantías jurisdiccionales propias de
un Estado de derecho”, denuncia que, insisto, siendo -posiblemente- acertada
sería mucho más útil si el dardo se dirigiera no -en base a la egoísta razón “mercantil” de que China es “nuestra” competencia comercial- solo
contra los restos del naufragio del maoísmo sino contra la -nula- protección
que, aquí ahora, tienen las que dicen libertades constitucionales, para concluir
con rigor si votar a Núñez Feijoo o a Sánchez -incluso a Abascal o al rompe-huelgas
Revilla-, decidir entre las corruptas ofertas de PP y PSOE, es elegir libres, si
los “poderes” legislativo y ejecutivo
son independientes entre ellos y no limitan al judicial, si el “contrato social” -que, desde un
delirante periódico M.A. Castañeda, ignaro, peligroso muyahidín neoliberal, difama
como “buenista”- es eficaz protección para el débil y, por último, si su cumplimiento
lo garantizan con objetiva justicia los tribunales; yo (man)tengo serias dudas
sobre las cuatro premisas que usa Urdánoz para fijar el carácter no democrático
de sociedades que no son la nuestra.
En el cisma que -un día- estalló entre el radical comunismo,
que proponía abolir la propiedad privada, y el más moderado socialismo, que
planteaba (con)vivir en la economía de mercado para –intentar- someterla a
formas de control social, nació la división entre la -que dicen- “dictadura del proletariado”, movimiento
pendular -con cierta lógica- que se enfrenta con violencia a la violenta,
opresiva dictadura del capital, de la burguesía y la -que también dicen- “socialdemocracia”, teoría política afín
a la democracia representativa, con correcciones teóricas a la redistribución
de los ingresos, la regulación de la economía en aras del interés general y el
impulso del llamado -etéreo, dudoso- “Welfare
state”, “Estado de bienestar”, unidas, otra vez en teoría, ambas propuestas
por los distintos grados del debilitamiento de la propiedad privada, del modelo
económico que se asienta en producir lo que necesitemos en lugar de acumular
capital, del control mediante un Estado poderoso lo social y lo económico, de
la redistribución de la riqueza hacia -lo que algunos ven como utopía de- una
sociedad sin clases, igualitaria en la línea matriz, ilustrada que, con apoyo
en la Razón, marcó la revolución francesa para, finalmente, auto-gestionarse
por una gran masa -en una sociedad industrial- de trabajadores.
Recientemente leía en
un periódico la reflexión de Wolfram Eilenberger, filósofo alemán, “El mundo es un único jardín”, ¿comunal?,
y acabé en la inspirada estrofa del evocador himno comunista cuando afirma que
“el género humano es La Internacional”,
sin divisiones insólitas ni distracciones transversales, como la actual, muy
grave, provocada por la (pre)tensión de frenar el placer del –temido- sexo con
distanciador, represivo, electoral uso sectario del género, que trae la -vieja,
eterna- “nueva política”, desde luego
ajena al “socialismo científico” de
Marx y Engels y nacida -al tiempo, occidental pero similar al maoísmo actual -
al socaire de la caída de la URSS y, con ella, del fin de la división del mundo
en bloques, militancia que crea nuevos ricos con vacías proclamas y flamante, mísera,
exclusiva fortuna, volcados en la compulsiva defensa de ésta, “nueva política”, hoy aquí rémora que succiona
desde el lomo de la socialdemocracia y, como ella, vive feliz en la “sociedad de mercado” nacida tras el “fin de la historia” que -errado- dibujó
Francis Fukuyama, “progresismo” de partidos
con forma de “grandes almacenes” de
ayer, hoy “grandes superficies”, enormes
empresas cuyas ofertas prometen atender toda la gama posible de exigencias legales,
judiciales, laborales, urbanísticas médicas, ecológicas, industriales,… posibles,
tratadas como si fueran ropa, vehículos, muebles, calzado, alimentación,…, necesidades
fijadas, bajo el capital, por ellos, con su publicidad y sus medios, para lo que
hoy aquí la PSOE, financiada como sea, ha elegido un fatuo jefe de planta,
imagen, que -cree, cuestión de fe- conviene a su interés, Sánchez, poniendo fin
a la antigualla de las elecciones como forma en que se manifiesta la lucha de
clases y rompiendo la seria referencia que era la liza patrón-obrero, la sustituye
por el omnipresente, odioso, absurdo consumismo con el que, pues así nos han (de)formado,
mostrar -solo- la imagen nuestra que queremos vea el otro.
No tenga nadie la
menor duda, la PSOE es una estructura mercantil, con actividad y fines
comerciales, generadora de funestas efectos, “progresismo” español que, con apoyo en fascismos regionales, cinco
ejemplos, contra el calentamiento global engaña a todos al dejar -si no lo
impedimos- el futuro de la energía en manos del más corrupto capital que -paradigma,
Sánchez Galán- nos ha traído al caos, (ab)usa -de- la ineficaz lentitud de la
Justicia para no cumplir -nunca- la Ley, nos bloquea con la (in)comunicación
telemática, hasta El País,
16.06.2022, titula que “la política olvida
los barrios pobres incluso en elecciones” y, símbolo, no se queja si el banquero
-dueño del Muelle- se mofa en El Delirio,
17.06.2022, al afirmar que -en “su”
encuesta- para el 63%, el container que ha tirado y se cae a trozos ”ha mejorado las vistas a la bahía”.
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