225 Los domingos, cavilar
La Huelga
Fernando Merodio
26/06/2022
“Si el obrero que sabe por experiencia lo que es la miseria, se decide a afrontarla audazmente, con su mujer e hijos, si pasa durante meses hambre y miseria y permanece firme e indomable, es que no se trata de una insignificancia (…)” (Friedrich Engels. “La situación de la clase obrera en Inglaterra”).
“En las viñas de la ira luchan por su libertad / Todos los trabajadores quieren ya vivir en paz / Y por eso compañeros nos tenemos que juntar (…)”. (“Solidarity forever”, Ralph Chaplin. 1915)
La Huelga motiva esta admirada cavilación que pudiera -solo- parecer coyuntural si se lee rápida y verse cual viejo panfleto de los que, hace tiempo, imprimían multicopistas ocultas -muy- al fondo y debajo de un desmadejado armario del cuarto oscuro de atrás, pero no, sé que es precisa en el momento crítico en que oculta tras útiles pandemias, guerras eternas, inflaciones recurrentes, crisis perpetuas,…, crece la grave amenaza que, para lo humano, es el crac climático, obligando a un giro radical en la forma de vida, de modo que generemos, trabajemos, consumamos en cantidad y calidad,… -solo- lo necesario, afrontando el riesgo extra de que, incluso, intenten imponer control radical de cuántos y quiénes podrán vivir en la Tierra, debiendo luchar para sobrevivir todos frente al opresivo 1% explotador destructivo, siendo en este preciso momento cuando el ente -en especial- ñoño, feo, sin interés -desinteresado- que es el PP, innecesario y, por ello, solo usado por el capital cuando lo precisa, de modo sorprendente recupera su utilidad, lo que es negro vaticinio -no coincidencia- que arrasa -algo bueno tenía que tener- a la -para las energéticas- dúctil mercantil PSOE, sus rémoras y, también, a Vox, anuncio de que esa derecha participará en el cambio que convenga… al 1%, punto final a bromas y medias tintas, aviso de que, con su “peso político”, podrá ser -incluso- mayor el daño, más dura la agresión habitual para frenar a quienes, incluso actuando uno a uno, se enfrentan a esos “ellos”.
Formado en el deslavazado y clandestino marxismo de
mi juventud, -algo- leído, con incongruencias, burgués de pueblo nacido en “la Fuente de la Salud”, Cajo, límite urbano
de Santander, entre Peñacastillo y Cuatro Caminos, nieto del “Abuelo José”, bueno, peón de la
tabacalera, bebedor de mal vino y, como era natural, comunista no científico,
ni filosófico,…, visceral e hijo de un “joven
de la guerra”, con estudios que le becó la marquesa de Pelayo y le alcanzaron
para -en los duros 40- llegar a ser jefe técnico en los Saltos del Nansa con vivienda
en Rozadío, Rionansa, entonces Casa Cristo de Arriba, donde viví hasta los 7
años, vida feliz, a veces dura que me enseñó a endurecer el vientre para mejor soportar
los -inimaginables, injustos- golpes que “ellos”,
cuando quieren, asestan... y hacer lo posible para devolverlos con igual dureza.
La mayoría, masa que tiende a crecer necesitada de una
dirección común que casi nunca es buena y, con corolario inquietante, analiza
Elías Canettti en “Masa y poder” relacionándola
con el -peligroso- culto al líder, me hace asirme a la tabla salvadora que es verla
-seguir viéndola- como aquella clase obrera poderosa en cantidad y calidad para
la vital producción que, poéticamente, ensalza el himno USA “Solidarity forever” y aferrarme a algo
tan cierto como que, pues “ellos” “se han adueñado de tantos millones que no
trabajaron, / sin nuestro trabajo y músculo no girará ni una sola rueda”, confiar
en que, razonablemente, “podemos romper
su arrogante poder, ganar nuestra libertad” y, por ello, satisfecho, poner
fin emocionado a esta parte de lo que no es un viejo panfleto con estrofas del
combativo himno: “Vamos, vamos compañeros
los derechos a pelear / con el corazón animado y con fe en la unidad. / Que la
fuerza de los pobres, como las olas del mar, / la injusticia va a ahogar”.
Lenin lo explica, siempre, bien y, dicho por él, es
tesis elaborada, no un panfleto: “Las
fábricas, la tierra, las máquinas, los ferrocarriles,… son como ruedas de una
gran máquina (…) que funciona por el trabajo de quienes aran la tierra, extraen
los minerales, producen en las fábricas, construyen las casas, talleres y
ferrocarriles. Si los trabajadores se niegan a trabajar, la máquina entera
amenaza con detenerse”, por lo que -al fin, llego al nudo- dejando a un
lado diferencias de raza, origen, género, orientación sexual,…, tan manoseadas
hoy, “cada huelga recuerda al capital que
no es él el amo, lo son los trabajadores (…)”, explicando -simplemente
citarlo hoy da miedo- Karl Marx que, de modo involuntario, “el capital ha creado para la masa -de
trabajadores- una situación y un interés
comunes” y si, uno a uno, cada obrero puede parecer poco, “su masa constituye una clase contra el
capital” y cuando actúa unida carga de fuerza a cada individuo, le muestra
que no está solo, que la respuesta al abuso puede ser colectiva, solidaria y le
ayuda a calcular cuándo es bueno -para él- luchar y cuándo esperar, así como le
enseña que los aparatos represivos -políticos, policiales, culturales,
jurídicos,…- del Estado -casi- siempre están enfrente, llegando al esperpento
de que, en medio de la enorme conmoción, indicativa del insoportable hartazgo -preciso
de análisis- que expresa la huelga del metal en la carca Cantabria, el camarada
Miguel Ángel Revilla, resto incorrupto del sindicato vertical fascista, hoy
presidente regional con la PSOE, se atreve a opinar y trata de inculcar a los trabajadores
que, pues a él y al capital así les place, “no
es momento para huelgas”.
La huelga es expresión traumática de un conflicto colectivo
de trabajo que se plasma en el cese, la paralización de la actividad laboral
como protesta de los asalariados en defensa de intereses que consideran
maltratados, debiendo tener todos claro que, al hablar/escribir sobre tan
esencial, luchada, costosa conquista, se debe ser cauteloso, pues siendo un
derecho constitucional de naturaleza colectiva, artículo 28 CE, como tal -en
teoría- protegido por el régimen jurídico del Real Decreto-ley 17/1977 e
interpretado por la troncal sentencia del TC 11/1981, de 8 de abril, su
ejercicio es individual y afecta muy seriamente a la vida, hacienda, familia,…
de los huelguistas, por lo que el resto -y en especial el presidente, deslenguado,
ignaro purriego- debería ser prudente y limitarse, con admirativo respeto, a “dar tabaco”.
A quien, en la clandestinidad, apoyó la lucha de
aquellas “comisiones obreras”, hablar
de la “Huelga del Metal” le mueve a
ponerse en pié, si, además, la huelga tiene lugar en nuestro pequeño, retrógrado
territorio, le obliga a aplaudir atónito y si, el culmen, se desarrolla en la sería
forma en que -intuyo- lo ha hecho aquí, le emociona y le deja tan solo el temor
de que, frente a lo que hace el Madrid cuando compite en una final, no se haya
ido a la huelga con la convicción de ganarla y, por ello, a su inicio no se haya
tenido claro, sin duda lógica, el rasero de lo que era victoria, sabiendo que
si, al final, se admite no alcanzar ese rasero es una derrota y las derrotas,
en casa del pobre, son muy difíciles de gestionar y dejan heridas que cuesta mucho
cicatrizar.
Para que cada cual valore el éxito o fracaso de esta huelga, en la que vi -muy- pocas mujeres, dejo al albur de quien quiera cavilar el dato cierto de un conflicto en el que, con 20.000 “metalúrgicos”, en el inadecuado “palacio de festivales” -peor sería que les hubieran llevado a votar a los “containers de los Botín”- solo opinaron 701 asalariados, el 3,5% del total, de los que 242, el 34,5% de los votantes, entre insultos, rechazaron la oferta que -rápida y eficaz al servicio del sistema- presentó la gente de Yolanda Díaz, ministra que, como gusta al -que hoy dicen- “progresismo” y critica el filósofo italiano Giorgio Agamben, pacta lo que sea con quien sea y resuelve conflictos siempre con migajas del dinero de todos; no valoro lo ocurrido, aplaudo el coraje, lamento que el fin de la huelga lo haya aprobado solo un 2,3% del metal como los 20 días que han estado sin cobrar y, en tiempo de mirones burócratas sindicales -muy- bien pagados, echo en falta la histórica, precisa “caja de resistencia”, que no anula, palia el sacrificio, dudando de si el escaso número de votantes, los enfrentamientos entre ellos, su división,…hubiera dejado poso de insatisfacción, de derrota, dañando el futuro común, pues intuyo lógico que, en breve, incluida la General, vamos a tener muchas, dolorosos, duras, diferentes Huelgas… y es imprescindible ganarlas.