domingo, 9 de enero de 2022

201 Los domingos cavilar Hombres Fernando Merodio 09/01/2022

201 Los domingos cavilar

Hombres

Fernando Merodio

09/01/2022

Marc-André Leclerc deseaba ser valiente en un mundo en el que no encajaba (...) Su historia es mucho más que una historia de alpinismo: es un asunto de compromiso con una vida más sencilla, que a unos inspirará y a otros desconcertará (...) por su capacidad para ser feliz y extraer de las montañas la energía para encarar esa vida” ("The Alpinist")

"Never challenge the mountain: it always wins". "Nunca desafíes a la montaña: siempre gana". (Dicho montañero)

Marc-André Leclerc fue un hombre, anónimo para la mayoría, sin redes sociales, ni siquiera teléfono, alpinista sin cuerdas ni arneses que a los 25 años desapareció, por causas aún desconocidas, cuando junto a Georges "Ryan" Johnson intentaba abrir una nueva vía en la principal de las Mendelhall Towers, en Alaska: "Pudo haber sido famoso; pudo haber ganado mucho dinero; pudo haber sacado pecho, reivindicarse, gritar al mundo lo excepcional de sus ascensiones. Pudo pero no quiso".

En sentido genérico -y hoy visto, sin duda, machista- para la Filosofía es "hombre" el ser humano, unidad indivisible dotada de cuerpo y espíritu cuya mente funciona de modo racional, con conciencia de sí mismo, capacidad para reflexionar sobre su propio ser y existir, pasado presente y futuro y, alguno, capaz incluso de discernir si lo que sucede es bueno, malo, justo o injusto, mientras para el Derecho -para los bobos tan machista como la Filosofía- lo es la persona sujeto de derechos y obligaciones que, sin necesidad de atender a sus notas no esenciales, es ser humano, mientras, en sentido específico, el término hombre designa, entre los humanos, al sexo masculino, con órganos reproductores que, en potencia, le capacitan para engendrar, fecundar o, también se considera hombre, al varón que ha superado niñez, pubertad, adolescencia y, si bíblicamente se dice que el hombre fue creado por dios a su imagen y semejanza para cumplir los fines de su creador, la ciencia, Darwin, afirma que desciende del mono, hasta llegar a ser, por evolución, homo sapiens sapiens y diferenciarse del resto del reino animal por, a veces, razonar; en sentido genérico, con Darwin y sin atender a su sexo, pienso que Marc-André Leclerc fue un magnífico ejemplar de hombre.

En la realidad práctica, el hombre es un ser social por naturaleza, tradicionalmente vivió -y vive- asentado sentimentalmente en grupos familiares, en que, jurídicamente, cumplía la función de esposo y padre al que, la organización, sin duda "patriarcal", reconocía como jefe del lar y exigía sostener a su familia, en la que la mujer, bíblicamente hecha de una costilla del "hombre", hembra de la especie, más débil físicamente, diferente, no igual a aquel, unía sus órganos sexuales con los del varón a fin de, entre otras cosas, poder concebir, gestar, alimentar,... de modo natural, como toda hembra de la clase animal de los mamíferos, a los individuos que el varon engendraba y ella concebía, ocupándose, tras ello y en tal estructura social, de la esencial tarea -excesiva, poco reconocida y sin sueldo legal- de atender a los hijos y el lar; hoy la cosa se ha descolocado, quizás demasiado rápido, sin alternativas lógicas, razonables, anunciando un pésimo final que me trae a la cabeza lo que, acerca de otro importante ámbito actual, también preocupante, afirmaba hace dos días Óscar Alzaga, catedrático, destacado político de UCD, democristiano antifranquista que intervino activo en el desarrollo de la Constitución de 1978: "Un debate sobre la Constitución requiere de una clase política altamente cualificada", contestando a la pregunta de si la actual lo era o no con inteligente ironía: "Yo soy una persona diplomática y le he dicho a usted todo lo que tenía que decir sobre eso", más claro, ni siquiera el agua.

Tienen varón y hembra, idéntico origen, son, con sus grandes diferencias, iguales, naturalmente sociales, destinados a vivir, básica y necesariamente, en comunidad con las reglas que, ellos mismos, fijen en las -siempre- conflictivas relaciones dialécticas que conforman tal sociedad, sobrevolando sobre los dos el esencial concepto genérico del añorado "hombre nuevo", tradicionalmente vinculado a las ideas que alguien pensó traerían -y se implantarían con- la revolución liberadora, un inédito ser justo, solidario, igualitario, lógico, alejado del egoísmo y el ciego seguidismo del inaceptable sistema opresor, ahora ese "capitalismo" que es preciso combatir hasta la muerte de ser necesario, a fin de engendrar una sociedad más libre, igualitaria, justa y, con ella, el llamado "hombre nuevo", no los particulares y ridículos "hombre y mujer" del inane y grotesco "progresismo", un "hombre" no condicionado por formas de dominio alguno, que no sea instrumento, títere de otros, que luche y actúe por aquello que es propio a la naturaleza, un "hombre" que precisa ser formado, potenciado, protegido pues solo de él nacerá, desde la solidaridad horizontal y no la vertical dependencia, la capacidad para crear esa nueva sociedad tan solo basada en la Justicia, que nos lleve a la igualdad fraterna; no basta, seguro por ello, con transformar las estructuras sociales, el cambio exige engendrar el "hombre nuevo" seriamente identificado con tales ideas.

Son los actuales tiempos muy difíciles y en ellos Novak Djokovic, "hombre" siempre difícil, niño criado en la montaña en guerra, entre bombas y lobos, convencido, por ello, de tener la energía del canis lupus, algo que, quizás, le modeló furioso, ajeno a la sistémica corrección de los -aparentes- irreductible Nadal y pulcro Federer, muy poco agradable para la opinión publica(da), siempre en el límite, próximo a lo que el sistema correcto considera "el precipicio", con ideas que aún  no alcanzo a valorar si son parte de los del "hombre nuevo", pero sí, desde luego, ajenos a los del medio que ordena y oprime, lo que, acompañado  de la victoria, es el castigo y salvación que le ha puesto en lo más alto del deporte/tenis y, mientras Nadal, ultracorrecto, aplaudido dice que "el mundo ha sufrido lo suficiente como para no seguir las normas", con la misma fe con ellas que los alemanes siguieron las del Hitler "democráticamente" elegido, él -quizás por lo mal que, sin que nadie, política o ciencia, lo explique, van las cosas-, en el filo de la navaja, está forzado a leer desde la ventana de su lujoso hotel dos carteles, "Stay strong -aguanta fuerte-, Novak", contrapuesto a "Djokovic can fuck off, free the refugees", que le manda "allí", al tiempo que apoya a víctimas reales, los refugiados.

No conozco las razones del "hombre" Djokovic para -al parecer- no querer vacunarse y, por ello, pagar el -caro- precio que paga, no sé si ha calculado mal y se ha pasado, pues no explica bien sus motivos -que, acaso, nos ocultan-, mantengo la confianza en que sean, al menos, similares a las mías, que también pago -y pagaré- lo preciso y desea pensar que, tanto él como Marc-André Leclerc, alpinista sin cuerda ni arneses, que "pudo haber sido famoso; pudo haber ganado mucho dinero; pudo haber sacado pecho, reivindicarse, gritar al mundo lo excepcional de sus ascensiones. Pudo, pero no quiso", son parte, cada uno a su modo, de ese "hombre nuevo" que muchos pensaron -y piensan- nos traerá el socialismo.

Coda sobre dos muy peligrosos avances del novedoso "progreso".- Neus Sabaté, profesora del Instituto de Microelectrónica anuncia -con apariencia apocalíptica- que los dispositivos -el silicio, tungsteno, cobalto, tantalio, indio, galio, samario, europio, neodimio,... y el resto de las dañinas/abusivas tierras raras robadas, extraídas -por niños incluso- del suelo en los países más miserables, sin siquiera intuir el precio que vamos a pagar por la novedosa "revolución tecnológica", quién será el vencedor y el vencido por el -que dicen- "capitalismo verde", qué coste pagarán el ser humano y el medio ambiente con su brutal dependencia, "van a ser la siguiente ola de basura", al tiempo que, escoltando a la "nueva comunión" en que se han convertido los test de antígenos para hipocondriacos, convivimos con cientos, miles de agricultores a los que acongoja la espada de Damocles de las expropiaciones que intentan propiciar el inhumano, ilegal abuso de más de 3.000 polígonos industriales fotovoltaicos y eólicos, latrocinio destructor del mejor territorio, mucho de él comunal, al tiempo que acabar con formas de vida tradicionales, el medio ambiente, la biodiversidad, el futuro de la vida del "hombre", tal como es conocida, en el planeta que llamamos Tierra.

EL ROTO 07/01/2022

No hay comentarios:

Publicar un comentario