190 Los domingos cavilar
¡Sí que hay clases sociales, estúpidos!
Fernando Merodio 24/10/2021
"Toda la teoría de Marx, la ciencia
fundada por Marx (materialismo histórico) y la filosofía abierta por Marx
(materialismo dialéctico) tienen por centro y corazón la lucha de clases. La
lucha de clases es 'el eslabón decisivo', no solo en la práctica política del
movimiento obrero marxista-leninista, sino en la teoría, en la ciencia y en la
filosofía marxista"
(Louis Althuser. "Marxismo y lucha de clases"
Sé
que, ahora, hablar de Marx está mal visto, todo es líquido, transversal,
sesgado, neutro, da igual 8 que 80... si no molesta al poder; no hay clases, ni
quien genere la desigualdad económica, hay otro virus a partir del cual solo
hay diferencias de género, de orientación sexual, de identidad territorial,...
que ¡zopencos!, nos obligan a pelear entre nosotros, hasta el extremo de que quienes,
con dañina codicia, no hace mucho decían poder... sin explicar qué, hoy no
recurren fallos que no les gustan, insultan al tribunal y anuncian una querella
contra la presidenta del parlamento..., de su secta.
Jordi
Borja, urbanista, ex comunista del PSUC, desarrolló, con Franco aún vivo, serias
teorías sobre los movimientos urbanos, hasta caer -en picado- en asesor de Ada
Colau, donde, pese a todo, usa su viejo rigor y la manida frase de Clinton, “¡Es la economía, estúpido!” para titula
una opinión “Mira las clases sociales,
estúpido” y razonar sobre la confusión que desactiva la fuerza de cambio encerrada
en la relación dialéctica entre clases sociales y concluir que las reformas precisas
son tan serias que no se pueden dejar en manos de los políticos -¿salvo Ada?-,
pues, hoy, la acción política para modificar las reglas del juego solo se (pre)ocupa
de lo transversal que no irrita al poder y la igualdad de clases no la traerán estos
gobiernos, parlamentos y partidos, siendo preciso “generar iniciativas de la sociedad civil, (…) o movimientos de la
sociedad, capaces de hacer propuestas, promover iniciativas legislativas o
forzar referendos para cambiar los modos políticos, anacrónicos, devaluados”,
por lo que, pese a existir -y estar de acuerdo con- otras ideas radicales,
eficaces y alejadas del sistema inútil, es tan gráfico y provocador el título
que, sin pudor, se lo copio a Jordi.
Siento
-vieja- turbación al releer multicopias -viejas- de los “Cuadernos” de Marta Harnecker y Althuser que hace años subrayaba
tratando de apre(he)nder nociones como la de clase, lo de que sistemas sociales
que posibiliten que el hombre explote al hombre y permitan a unos pocos extraer
el plusvalor de la fuerza del trabajo del resto ha generado, siempre, grupos
sociales antagónicos: amos y esclavos, siervos y señores, obreros y patrones,
explotadores y explotados,…; y para Marx, Althuser, Harnecker,… las clases
sociales son grupos humanos con diferencias nacidas de la injusta apropiación
de ese plustrabajo, son formas del abuso de un poder que genera desigualdad en
el uso de los medios de producción y, para buscar paridad y justicia, es obligado
el enfrentamiento entre clases antagónicas, luchar en los tres niveles de la
estructura social: "económica",
resistencia -sobre todo en el lugar de trabajo- de los que sufren la usurpación
de su fuerza laboral, "ideológica",
frente al brutal poder de la ideología burguesa al controlar los medios de
comunicación de masas, y "política",
lucha de clases por excelencia, búsqueda del control de los aparatos de poder
del Estado, sabiendo que, tras crecer las contradicciones sociales, el
enfrentamiento de clases solo concluirá con la derrota del oprimido o la
revolución social, legal o ilegal, pacífica o violenta, que destruya las
relaciones sociales que facilitan a unos pocos explotar al resto, casi todos,
su plustrabajo, sustituyendo tan injustas relaciones por otras igualitarias que
signifiquen la toma del poder político por la mayoría.
Recupero
así conceptos ciertos, aun actuales, mientras el presidente fallido -que dicen-
socialista, estirado y bobo, pese a tener la fortuna de lo que hoy es aquí la
derecha política, rinde pleitesía y da cuentas a los más acaudalados de los ricos,
a los desleales, codiciosos idólatras del irracional independentismo mágico y a
los pútridos restos de los de la bomba-lapa y el tiro en la nuca, los tres sombríos,
mejorándolos siempre injusto y perjudicando al resto, al tiempo que riega el territorio
del capital, siniestro lugar que, torciendo la humana lógica, altera el valor
de todo, lo convierte en precio y hace que sucios papeles sin más valor que el robado
a la fuerza del trabajo, aparenten algo y crezcan -más- especulando con la
nada, usureros, usurpadores de los derechos de todos, eternos, ignaros “costrutores”, hoy “energéticos”,…, para lo que rompen el histórico vínculo entre
socialismo y trabajo, despilfarran el poder social y político que -dicen- otorgan
los votos y arrojan, una vez más, como siempre, a los asalariados, explotados,
esclavos, siervos,… a los pies de los caballos.
Es
lo que hay, ocupe quien ocupe los cargos, siempre por afán de poder -sueldos y
prebendas- y que -ahora- alardean de que pactar -hasta contra natura- con
cualquiera, corrupto invento “progresista”,
siempre es bueno, teniendo, aquí, un buen ejemplo próximo en el regionalismo, bullshit local generado por el viejo -y cercano-
fascismo que sustentó al totalitario Franco, provincianismo egoísta en estado
puro, ahora uncido en mala aleación histórica al -que dicen- socialismo,
regional-socialismo que nace del pacto por pactar, contra natura, ventajista que
tan agriamente denuncia el filósofo Giorgio Agamben en ”Medios sin fin”, ajeno a clases o ideas, ¡mueran ambas!, ¡viva la liquidez!,
¡cómo para hablar de lucha con tan acomodaticios burócratas políticos!
Explica
Carlo Frabetti que la información difundida -junto a las desbocadas redes
sociales- por los medios de (in)comunicación de masas, es falsa, emitida a ráfagas
(mal)intencionadas dispersas e inconexas, consignas cortas que evitan la
lectura con fatiga y, tras leer, pensar, impidiendo que el pensamiento tenga coherencia
sólida, “basta con fragmentar los
razonamientos ciertos para construir una gran mentira a base de medias
verdades”, pensamiento blando, circular, discreto, líquido que favorece al
poder y perjudica al resto con información deformada por el lenguaje; hay que
insistir pues, aunque su división hoy no sea tan clara y visible como cuando
Marx razonaba sobre ellas, en que aun existen las clases que Althuser y
Harnecker nos ayudaron, didácticos, a comprender; hay clases y hay que tener
conciencia clara de que nos explotan y que luchar contra ello es exigencia
urgente, justa y necesaria.
Tan
lógicos argumentos de Marx, Althuser, Harnecker,... se enfrentan a hechos tan dañinos, injustos, habituales como que en
momentos que exigen definir el futuro energético personajes públicos vinculados
a la peor PSOE y a lo más corrupto del Banco Santander, dinosaurios del
ecologismo transversal creen el dañino artefacto que dicen ALIENTE para -como antes PODEMOS-
desactivarnos y tratar de convencernos de que unas cuantas voces con sordina tras
pancartas son presión social y asustan a capital y gobiernos que se carcajean y,
delictivos, nos quieren llenar de polígonos eólicos, tratan de aprobar PNIEC, PROT, PSEC,... sin
respetar el procedimiento administrativo ni, por supuesto, consultar a nadie, al
tiempo que intentan robarnos el agua que necesitamos para la industria y beber
y regalársela al salto/negocio de Repsol/Jose Jon Imaz en Aguayo, (sin)razones,
entre muchas, de que la burocracia nos quiera callar y ni oír hablar de lucha
de clases mientras, pulgosa, se rasca y reniega de ella, haciendo que hasta Gabriel
Albiac, filósofo ahora desnortado, escriba que los bancos no hacen caridad, “invierten en partidos políticos como quien
invierte en solares al borde de la playa, inversión rentable”, y compran,
es su negocio, además de a esos partidos, gobiernos, ayuntamientos, sindicatos,...
Enquistada
entre nosotros una burocracia corrupta, sobrealimentada, improductiva e insolidaria,
nos obliga a fatigarnos gritando, “¡Sí
que hay clases sociales, estúpidos!”, siendo, entre otras, tan
insoportable, opresiva burocracia la razón que nos obliga a, antes de que sea
tarde, abandonar nuestro cómodo silencio cobarde cómplice y fatigarnos dotando
de nueva vida a lo que Marx llamó conciencia
de clase, saber quiénes somos, y es invitación a la lucha organizada, por
el momento jurídica.
No hay comentarios:
Publicar un comentario