186 Los domingos cavilar
De trolas, virus, lava, cuadros y otros robos
Fernando Merodio
26/09/2021
"Cuando el gobierno viola los derechos del pueblo, la insurrección es para el pueblo el más sagrado e indispensable de los deberes"
186 Los domingos cavilar
De trolas, virus, lava, cuadros y otros robos
Fernando Merodio
26/09/2021
185 Los domingos cavilar
Del -dañino- egoísmo de los -nuevos- pasiegos
Fernando Merodio
19/09/2021
"Y vienen
para aprenderlas, / más serios que magistraos, / banqueros y diputaos, /
señoritos de postín. / Acuden a la academia / queriendo sacar la gracia / lo
mismo que se saca / el carné de conducir" (Carlos Cano "Sevillanas de Chamberí").
"Tartufo" es, diccionario de la lengua española, "hombre -y, supongo, mujer- hipócrita y falso", principal
personaje de "Le Tartuffe ou
l'imposteur", obra de Molière en cinco actos escrita en versos
alejandrinos, estrenada en París el 5 de febrero de 1669 referida a un
estafador buscado, desleal devoto falso cuyo nombre remite, en italiano, a la
trufa, hongo escondido bajo tierra que describe a los "tartufos" a la perfección y nos
lleva a otra época, los muy últimos años 60 del siglo pasado, en que, con el
dictador aún muy vivo, se podían ver en Madrid, siempre Madrid, obras de teatro
como "Marat- Sade. Persecución y asesinato de Jean Paul Marat
representados por el grupo teatral de la casa de salud de Charenton bajo la
dirección del señor de Sade, de Peter Weiss, interpretada por Adolfo Marsillach
y José María Prada, "Las
criadas", del muy marginal, excluido, imprescindible Jean Genet, que declamaban
Nuria
Espert, Julieta
Serrano y Mayrata O'Wisiedo o el propio "Tartufo" de Molière
que, adaptado por Llovet, interpretó el muy activo e inteligente Marsillach.
En 1969, Llovet y Marsillach usaban
a Molière para atacar al "opus",
entonces poderoso/peligroso con sus reprimidos/encorbatados dirigentes,
ejecutivos que, enfrentados a Fraga, con influencia creciente en el gobierno
del dictador y apoyados en la irracional “razón”
del tirano, tenían bien cogida la sartén por el mango y, además, querían ser
dueños del mango también pero, convertido hoy aquel "opus" en algo residual,
la impostora hipocresía de Tartufo es aquí ahora identificable con lo que
Jean-Claude Milner llama “progesismo”,
del que los más tontos y golfos de los golfos tontos que nos (des)gobiernan alardean
de formar parte, “progresismo” que exige,
solo, “transigir”, por lo que han
sometido la revolución, en el tono más suave del término, a los dictados más
crueles del capital, lo que, como explica Giorgio Agamben en “Medios sin fin. Notas sobre la política”,
exige “ceder en todo, conciliar todo con
su contrario, la inteligencia con la televisión y la publicidad, la clase
obrera con el capital, (…), el medio ambiente con el desarrollo industrial, la
ciencia con la opinión -son ejemplo las “tertulias” que opinan del mínimo
virus-, la democracia con la maquinaria
electoral, la mala conciencia y la
abjuración con la memoria y la fidelidad”, proceso que alcanzó -reciente- su
culmen -por el momento- con la ministra de trabajo que -tan osada como para prologar
una reciente edición del “Manifiesto
comunista”- se muestra ufana de, sin rozar el sistema y mientras los
consorcios energéticos hacen lo que quieren, considerar un éxito subir el salario
a los más pobres -de los que aun tienen trabajo- 15 € al mes, 50 céntimos al
día ¿Osaría, también, justificar en público lo que gana y los méritos de ella y
sus cuates? Tiene la sartén por el mango y, dueña de la situación -solo respecto
a nosotros- puede decidir o mandar.
“Progresistas” como ella son esos “nuevos” pasiegos que, “más serios que
magistraos, / banqueros y diputaos, / señoritos de postín” con descaro expulsan a los viejos paisanos que en la
Alta Edad Media no participaron de la tradicional repoblación del territorio en
torno a monasterios e iglesias y se mantuvieron dispersos, fronterizos con lo
que hoy es Burgos, lejos de las vías de comunicación masivas, con un clima frío
y húmedo y una orografía agreste, en los valles fluviales de Pas, latín “passus” -Vega de Pas, San Pedro-,
Pisueña -Esles, Villacarriedo, Selaya, Castañeda- y Miera -San Roque, Merilla, Miera,
Liérganes-, viejos pasiegos cuyas mujeres eran apreciadas nodrizas de la
familia real y que, manteniendo el carácter, forma de vida y cultura popular, a
partir de 1865, fueron encuadrados con, entre otros, los vaqueiros de alzada, los
maragatos y los agotes en el
grupo de los llamados “pueblos malditos
del norte” y, sin documentos ni tradición que fije un origen concreto,
árabe, judío, cántabro,… para los pasiegos, estaban vinculados al “cuévano”, cesto trenzado de avellano en
el que cargaban de todo a la espalda, incluso a sus hijos, “cuévanu niñeru”, y se dedicaban en especial
a la ganadería y -a partir del siglo XIX- al contrabando y la venta ambulante
de helados, habiendo sustituido la vaca autóctona “rojina” por la holandesa “frisona”
y casi abandonado la trashumancia anual, “Muda”,
dentro de sus dominios, de cabaña en cabaña entre primavera y otoño, que obligaba
a familias a tener varias cabañas de piedra y argamasa con cubierta de lastras
de arenisca oscura, siendo las “vividoras”
de dos plantas, almacén/vivienda en la superior y cuadra en la inferior, con una
ocupación territorial sumamente dispersa y gran separación entre las cabañas,
en muchas ocasiones con acceso solo a pie.
Muchas de esas cabañas
dispersas, con un útil fin laboral y/o habitacional para aquellos pasiegos,
están siendo adquiridas y tratadas hoy, de incontrolado modo, por gentes variadas,
con intereses diversos, ajenos -y seguro peores- a los de sus ancestros; no dispongo
datos para concluir con certeza si será bueno o malo para los históricamente
autónomos, abandonados, olvidados -salvo para opinar gratis sobre ellos o
especular- “valles pasiegos”, pero si
me piden que lo haga digo que, cada día que oigo en la “progresista” SER anuncios que tratan las “cabañas” como simples artículos inmobiliarios, siento que es malo
lo que está ocurriendo y que, si hubiera alguien con algún poder y sentido
común, debiera pararlo, pues hay “rehabilitaciones”
de cabañas que insultan al buen gusto y la lógica y, con su desarrollo y
ocupación activa, anuncian un destrozo aún mayor, diciéndome gente alarmada de
la que me fío que algún “activista” del
insufrible “Aquí no” con que esos “nuevos pasiegos” dañan a los que -en
serio- se enfrentan al bárbaro avance del capitalista atropello energético gestiona
varias “cabañas”, lo que, si es
legal, no tiene buena pinta y exige información, pues ni así -ni con bobas
banderas adornadas con "lábarus",
lauburus, cruces gamadas... nazis, restos del Girón de Velasco mentor de
Revilla- se “defiende” el incierto futuro
de los valles pasiegos... e, incluso peor, se perjudica al resto.
Pertenecen esos "nuevos pasiegos" a la estirpe de
"Aliente", un grupo de
"elite" que merodea el poder
político -e incluso lo más corrupto del Banco Santander- y, con afán de influir,
fue creado por gentes que quieren medrar, algunos con cargos pasados en la
mercantil PSOE, que aspiran a trozo de tarta y apoyan el modo "mega" industrial
eólico/solar, superredes de líneas de alta tensión, subestaciones,… que
concentra el capital, con 53 nuevos Gw renovables -más los 36 existentes, 89 en
total-, apoyando el ilegal PNIEC
-aprobado antes de EAE- y no
exigiendo la puesta en marcha, ¡ya!, de una generación rabiosamente distribuida
y un autoconsumo masivo sin límites, que no sean meras coartadas sino alternativas
reales al actual abuso; no se trata de, como dicen ellos, eólicos "aquí", "a mí", "así",...
no, posibilismo tramposo que -como la historia evidencia- solamente genera
melancolía y fracasos, debiendo razonar, debatir potente y desmontar los nulos
argumentos del poder de pocos, gritando, solo, ¡¡¡NO!!!
Coda alegre con aplauso.- Contra viento y marea, con el anagrama "Polígonos Eólicos NO", pequeña -y potente- asamblea del valle
de Iguña que quieren llenar de turbinas -más de 500 Mw-, subestaciones, líneas de
alta tensión,..., aventaba el viernes una gran noticia que, serviles siempre, callan
los medios: "El pleno extraordinario
del ayuntamiento de Molledo -5PRC, 2PSOE, 2PP- ha decidido por unanimidad que NO quiere que se implanten polígonos
eólicos en su municipio", igual que el concejo de Arenas, evidencia de
que, siendo los políticos responsables de la criminal, ilegal, subestación de
Aguayo -y lo que le cuelga-, epicentro de la agresión, empiezan a ver claro
que, más incluso que al gravísimo daño, deberán temer el peso de la Ley.
184 Los domingos cavilar
De homofobia, machismo y comunismo
Fernando Merodio
12/09/2021
“La producción de hechos que ofenden la sana moral de nuestro país (…), justifica la adoptación de medidas para evitar su difusión. Las establecidas por la presente Ley, (…) que modifica los artículos 2º y 6º de la de Vagos y Maleantes, (…) no son (…) penas, sino medidas (…) con propósito de garantía colectiva y con la aspiración de corregir a sujetos caídos al más bajo nivel moral. No se trata de castigar, sino de proteger y reformar" (Ley 15 de julio de 1954 que modifica los artículos 2.° y 6.° de la Ley de Vagos y Maleantes, de 4 de agosto de 1933).
Inicio
esta cavilación aclarando que no soy activista lesbiana de color sino, por
contra, varón blanquísimo, heterosexual, no feminista a la moda, lector atento
de Marx, sin más taras físicas que las inevitables propias de mi senectud y
que, siendo así, me niego a pedir perdón por ello, pese a lo cual me alarma e
indigna -como muchas otras cosas de la “era
del progreso”- la llegada a saco desde siniestras, peligrosas redes
sociales de minorías tóxicas -animadas en los medios por capital y políticos- en
cuestiones tan humanas, admitidas como las formas del sexo, la homosexual por
ejemplo, o aspectos personales de las -que entiendo- placenteras relaciones de
pareja entre hombres y mujeres, y temo que, de seguir así, pierdan relevancia el
clima que amenaza borrarnos de la faz de la tierra, la desigualdad que genera
ese 1% cada día más rapaz, los molinos gigantes, líneas de alta tensión,
subestaciones enormes y pistas que, como actividad casi única, quieren llenar
de cicatrices el territorio o que se consolide la actividad política como
refugio de los canallas más ineptos, pues los de siempre están logrando que,
contra toda lógica, nos matemos unos a otros.
Para recuperar la historia, debemos recordar que la Ley de Vagos -¿qué diría Paul Lafargue, “El derecho a la pereza”, yerno de Marx?- y Maleantes, de 1933, pese a intervenir en ella Jiménez de Asúa, fue indefinición e inseguridad jurídica generada en la II República, preveía “reformatorios”, “sumisión a vigilancia de delegados”, “casas de templanza”, “establecimientos de trabajo”, …, ¡ay, la perversión del lenguaje!, y fue mínima base para regular una cierta parte de la represión franquista, que añadió la “homoxesualidad” -así aparece mal escrito en la modificación de 1954- hasta 1970 cuando, antes de irse, el sátrapa la sustituyó por la Ley de peligrosidad y rehabilitación social, que controlaba, además de a los de la “ley republicana” y los “homoxesuales”, a pornógrafos e inmigrantes ilegales, “sujetos caídos al más bajo nivel moral” y a los que el general bajito -¿se vería y oiría?- no quería castigar, solo “proteger y reformar”; Leyes, todas ellas, que no deben hacer olvidar la troncal Ley de 1 de marzo de 1940, sobre represión de la masonería y el comunismo, ésta sí nueva, franquista pura y dura, que mediante un Tribunal Espacial permitía condenas a muerta contra masones y, en especial, comunistas desalmados que defendían la propiedad común de los medios de producción y la inexistencia de las clases sociales, el mercado y el Estado.
La
Ley sobre peligrosidad y rehabilitación
social, 1970, -distinta a la que
reprimía el comunismo- no parecía preocupar y no fue derogada hasta finales de
1995, cuando el “reformador protector”
llevaba 20 años muerto, pese a que castigaba, además de la homosexualidad -con
la s y la x ya en su sitio-, actos tan habituales y tolerados como la
mendicidad, el vandalismo, el tráfico y consumo de drogas, la pornografía, la
prostitución, el proxenetismo, la inmigración ilegal o toda actividad que “los vigilantes” vieran moral o
socialmente peligrosa con hasta 5 años de cárcel o centro siquiátrico, sin aplicar
a ninguno de tales “peligrosos sociales"
el indulto de 1975 o la amnistía de 1976, aunque la Ley Orgánica 15/1999, de protección de datos, prohibió, magnánima, casi
en el siglo XXI, citar los nombres de los “reformados”,
¡uf, que alivio!
Tal
era la Ley -hasta 1954 “republicana”-
que vivió la conocida anécdota de que el conde de Romanones, que , al parecer, la
desarrolló reglamentariamente, dijera algo tan cierto como “Ustedes hagan la ley, que yo haré el
reglamento”, y que, a los 15 años de finalizar la (in)civil guerra, en 1954
incluía -repito- a los “homoxesuales”,
tal era la ignorancia iletrada del benefactor régimen que quería “protegernos”; entonces, yo ya tenía 8
años y, a partir de ahí, (de)crecí hasta los que -el cotilla que calcule- tengo
ahora, conociendo desde niño, a varios “homoxesuales”,
alguno muy amigo, a los que entonces llamaba -machista, cierto- “maricas”, no “maricones” como hace ahora el “progresismo”,
y paternal -o paternalista- los veía distintos, me parecían -y eran- más
débiles, los apoyaba, por ejemplo frente al falangista, energúmeno profesor de
gimnasia que se burlaba de ellos y sus limitadas dotes -entonces, casi solo, me
fijaba en ese “defecto”- para el ejercicio físico enérgico, y ninguno de ellos sufrió
la hoy mal citada “Ley de vagos y
maleantes”; en los años 60 y 70, universidad, “mili”, no milicias, y PCE
clandestino, tuve camaradas -dirigentes y de los que más arriesgaban- y amigos
que no ocultaban sus gustos sexuales… y nuestro dios librara a nadie -salvo,
quizás, a algún anciano- de decir nada de ello, pese a que, sin saberlo, éramos
“casta del 78”, jóvenes con defectos
que, sin smartphone ni coche, nos citábamos en un lugar y hora y no fallábamos, huíamos de la
policía, no la aplaudíamos pues, entonces, no había “progresistas” ni “feministas”
subvencionados que nos “protegieran”
de la Ley contra el comunismo, pero no éramos tan egoístas y crueles como muchos
ahora.
Desazona
que un joven homosexual azorado -y muy mal aconsejado-, en lugar de enfrentarse
a su problema personal, haya querido evitar que una relación masoquista
consentida destruyera su relación de pareja ocultándose -y ello preocupa aún
más- tras la dañina mentira que propicia el trato -en el peor sentido- “político” que, aquí ahora, dan -el “mercantil progresismo” y seres tan poca
cosa, siniestros, misteriosamente llegados como Montero, Belarra, Errejón, Echenique
o el “opinador” asalariado Iglesias- a ideas sensibles y serias como la de las
minorías o la rugosidad del natural -perpetuo y con cosas a corregir- roce entre
mujeres y hombres, que le facilitaron urdir -un rato y aventar con megáfonos
insanos- un homofóbico falso ataque…, con el que crearse un status opuesto al del “hombre” frente a “la mujer”, mitad mala de la población, privada de la constitucional
presunción de inocencia y obligada a demostrar, siempre, que no es culpable de
lo que le acusa la otra mitad ¿Cuántas injusticias habrá amparado tan insufrible
doctrina? Huyo de tales juicios, pero denuncio abusos rabiosos en los dos
únicos casos de que me he (pre)ocupado.
Es evidente el conflicto entre la filosofía de vida de quienes vivieron -y empujaron contra- el régimen franquista, aquellos comunistas, y quienes gestionan “esto”, mientras la flor y nata del “progresismo sistémico subvencionado” toma partido contra aquellos a quienes, regocijando a Sánchez, el huido Pablo Iglesias, hoy acogido -y pagado- por gente dispar como la SER o el millonario entrista independentista Roures, llamó “casta del 78” y, al tener que repartir miles de millones que -aunque dicen de Europa- son de todos, gente tan bien tratada como Muñoz Molina, hermético, advierte en El País que “hay que tener mucho cuidado con lamentar la pérdida de virtudes que existieron en el pasado”, “cuidado con el pasado, con la nostalgia” mientras Ignacio Sánchez-Cuenca, más joven, obvio y agrio, descalifica -en El País también, ¿dónde si no?- a las que llama “élites enfurruñadas de la Transición”, culpables según él de que, ahora, no haya reformas, avinagrada crítica que supongo no dirigida contra Fraga, UCD, los parvenues de la PSOE impulsada por la CIA y la socialdemocracia corrupta de Willy Brandt,…, ni contra los oportunistas de nombre femenino y color morado, sino contra los marxistas, comunistas que aún alienten la “filosofía de vida” de la lucha contra Franco e intenten traer otra cosa, otra política ajena a la de Iberdrola, el Santander,… y se enfrenten al corrupto Sánchez que sabe, cómo el joven Tancredi explicó a su tío Fabrizio, que “si queremos que todo siga como está, es preciso que todo cambie” e intenta enfrentar a los iguales, hombres contra mujeres, “homos” contra “heteros”, catalanes y vascos contra madrileños,…, tratando de borrar la evidencia de que solo con el trueno de la razón en marcha y la unión de todos lograremos impedir que los de siempre nos continúen imponiendo deberes sociales sin derechos.
183 Los domingos, cavilar
De la servidumbre voluntaria
Fernando Merodio
05/09/2021
"Que hasta los
bueyes gimen bajo el yugo, y los pájaros se lamentan en la jaula (...) Y puesto
que hasta los animales destinados al servicio del hombre no pueden
acostumbrarse a la esclavitud, (…), ¿qué fatalidad pues ha podido
desnaturalizar al hombre, único nacido para vivir libremente, hasta el punto de
borrarle de la memoria la dignidad de su ser primitivo y el deseo de recobrarlo" (Étienne de la Boètie, "Discurso de la servidumbre voluntaria")
Un
observador medio se alarmaría al ver cómo los españoles -bueno, quizás solo un
98,7% de ellos- son sumisas víctimas -igual que cuando el dictador Franco- de los
efectos no sanitarios de una muy -bien e intensamente- publicitada pandemia,
que ha provocado como síntoma esencial la preocupante, castradora, fácil
tendencia de ese 98,7% a convivir -siervo voluntario, insisto, como cuando
Franco- con los mil abusos que simplemente convienen a los políticos, medios y,
en especial, al poder real.
Étienne
de La Boètie, 1530-1563, vivió 33 años y murió por la peste, gran amigo de
Montaigne, alto funcionario jurídico, fue precursor de la resistencia no
violenta y la desobediencia civil en tiempos duros, autor en 1548, con 18 años,
de los quince folios del Discurso de la
servidumbre voluntaria o Contra uno que,
25 años después de su muerte, pudo publicar Montaigne, advertencia moral frente
al tirano y, más aun, frente a quienes, a su sombra, le sirven, un Discurso en el que osa pensar por sí
mismo, cuestionar conformismo y obediencia, asumir, con todos los riesgos, ser dueño
de sus actos y equivocaciones, evidenciar cómo multitud de seres de apariencia
inteligente, sin explicación lógica, se someten al déspota; La Boètie identificó
el arcano, lo abrió y cerró sin diferenciar el poder legítimo del ilegítimo ni,
por fortuna, aportar soluciones, por lo que conviene leerlo y, tras ello,
valorar lo nuestro de hoy.
Desde
1939, tras el conflicto (in)civil de las muchísimas víctimas y hasta morir en
la cama en 1975, mandó en nosotros un tal Francisco Franco, general dictador bajito,
barrigón de voz atiplada que, con un
ejército golpista y -además- servil, ganó una guerra; coexistí con él 30
años y, estricto, digo que abusó de fuerza para imponer leyes injustas que españoles
obedientes -incluidos catalanes y vascos- avalaron; buen ejemplo de la
servidumbre voluntaria que diseccionó La Boètie, más grata para unos que para
otros y -dicen que- corolario del miedo, pues es cierto que, mientras el tirano
vivió, solo unos pocos, casi todos comunistas, le hicieron frente.
Muerto
el perro sin que se hubiera acabado con la rabia ni aceptado algo tan simple
como respetar el contrato social y valorar la ley, se aprobó una Constitución -dicen
que- democrática, se revivieron partidos, viejos y nuevos, hoy descapitalizados
de ideas y convertidos en sociedades mercantiles con telegénicas gerencias sin
cualificar que, pasado medio siglo, consideran conveniente -para ellas- volver
a hablar del general que tiranizó siervos voluntarios, al que la PSOE, tras
haber estado desde 1939 -o quizás antes- hasta 1975 de vacaciones silentes, hoy
revitaliza, apoyado por los insolventes que, tras lucrarse de ella -como ahora a
costa nuestra- traicionaron la idea del movimiento emancipador en América
Latina y sufriendo, al tiempo, la extorsión siempre insana de la codicia
independentista, más hostil que nunca, un trío al que, con su torpe e
inasumible -nueva/vieja- lógica, solo se opone, simplemente para sustituirlo, una
poco aconsejable derecha, pues, si aún hoy existe, el marxismo, que fue
obsesión víric y oposición casi única al sátrapa, permanece silente, de perfil
ante la historia.
El comisario Croce, creación de Ricardo
Piglia, dice algo tan exacto como que "el
horror y la idiotez reinan en el mundo", medio en el que el cimbrear
intrigante de Pedro Sánchez, ¡gran jefe de planta!, finge derrotar a Franco con
fraudes de ley y normas tan infames -casi- como las de aquel, olvidando que la
batalla ideológica solo la ganarán, unidos, pueblo y Estado de Derecho, luchadores
honestos y buenas normas, nunca por el fácil atajo de los desbocados Decretos
ley ad hoc; quizás fatuo, cavilo
sobre lo que habría que hacer, pero por respeto a los pocos que lucharon contra
el tirano los 40 difíciles años de gremial servidumbre voluntaria, desprecio
que la mercantil PSOE, vendedora de crecepelo entre restos de naufragio, unida
a penenes del oportunista huido Iglesias y al independentismo hostil hayan
levantado de nuevo, cada uno con sus oscuros fines, la pétrea losa que cubría los
restos del hoy poco peligroso sátrapa, para dar -otro mal- carpetazo a una
parte tan indigna de nuestra reciente historia.
Los
indignantes ejemplos de nuestra pandémica, actual servidumbre voluntaria que,
leído La Boètie, basaríamos en el miedo que enquistó el franquismo en el grupo,
dan titulares de opiniones oportunistas en los más diversos ámbitos, como “Vacunarse es una obligación cívica y
solidaria”, defendido en El País,
neoliberal/progresista biblia, por Martín Pallín, octogenario largo, magistrado
emérito y ex-fiscal del Tribunal Supremo que, mientras estuvo activo, no fue ejemplo
para nada y, hoy -tan mal- apoya su inquisitorial tesis de vacunarse porque sí,
servidumbre voluntaria, en algo tan pueril como que, según la constitución,
todos tenemos “derecho a la vida”, “a la integridad física y moral” y a la “protección de la salud” y es el poder
público quien “organiza y tutela la salud
-también- pública”, derechos
garantizados en igual -inexistente-
forma práctica que la libertad, seguridad, honor, intimidad, trabajo, salario y
vivienda digna,… para todos, sin olvidarnos de lo de expresarse, relacionarse,
asociarse,…, claramente pisoteado por las vacunas, mascarilla/bozales,… impunes
que -dicen- garantizan salud pública y vida, (pre)ocupación del octogenario
Pallín que, para colmo, basa sus triviales razones jurídicas en el oscilante “saber” de poco fiables expertos
asalariados de multinacionales médicas/farmacéuticas, cuyo lucro -lo siento y pienso-
defienden.
Idénticos
vanos argumentos usa López Garrido, que huyó con votos -y, también, sueldo y
cargo- comunistas para trepar -él- en la PSOE y hoy ser vicepresidente de la Fundación Alternativas, trituradora
ideológica desde la que, siervo de sus jefes, intenta desacreditar la sentencia
que declaró inconstitucional el decreto de alarma -que debió ser de excepción-
en base, como Pallín, al sacrosanto cajón de sastre en que el progresismo, dúctil y maleable, convierte
el -por todos apreciado- “derecho a la
vida” y, también en El País,
titula, inquisidor doctrinario, que “El
constitucional se olvidó del derecho a la vida”, defendiendo, por encima de
la estricta pulcritud al aplicar la norma, la colectiva “servidumbre voluntaria” que pretenden imponernos -corruptos-
partidos.
No
es fácil encontrar forma más gráfica de sumisión espontánea a lo que exigen oportunismo y sucio poder que el impudor del
capitán español que, parte de las tropas que perpetraron la vergonzosa evacuación
de afganos en Kabul, nos insulta en el mismo medio con un titular contra
lógica, ética, sentido común,…: “Nunca
pensamos que tantas vidas iban a depender de nosotros”; si es que su
profesión le recomendó, algún día, pensar, ¿qué pensaba el capitán que estaba
haciendo allí?
Cavilo
sobre la actual, dañina, real, irreversible emergencia del clima que agrede a
diario a todo el mundo, a la desigualdad rampante, al abusivo poder del 1% que,
desaforado, crece y, para animarnos a ser sus siervos voluntarios, anuncia más
y más -dañino- crecimiento controlado por ellos, causa del daño actual, ahora
adueñándose del territorio común con molinos gigantes y miles de placas, mientras
la mayoría calla, el egoísmo lloriquea ¡aquí
no! y, como siempre, solo unos pocos luchan por todos.
Coda optimista y advertencia.- Ha vuelto, tras sus vacaciones, la seriedad a El País con El Roto preguntando en un apocalíptico desierto: “Hola ¿Hay aún alguien ahí?”; vuelvo a él mientras releo -y animo a hacerlo- el Decreto de excomunión de Baruch de Spinoza, cumbre de la filosofía que, en 1656, tiempos muy peligrosos, osó no ser siervo voluntario… y decirlo, recibiendo una -muy actual- respuesta: “Ordenamos que nadie mantenga con él comunicación oral o escrita, que nadie le preste ningún favor, que nadie permanezca con él bajo el mismo techo o a menos de cuatro yardas, que nadie lea nada escrito o transcripto por él”, pero él, tenaz, construyó su sabio legado.