viernes, 18 de abril de 2025

Lo cotidiano.100 De la civilización según Manuel Ángel Castañeda (Tiempo de canallas) Fernando Merodio 18/04/2025

Lo cotidiano.100

De la civilización según Manuel Ángel Castañeda

(Tiempo de canallas)

Fernando Merodio

18/04/2025

El 16 de abril, Andrés Rábago, El Roto, y el hijo menor de Luis Martín-Santos, 1924-1964, psiquiatra, autor de “Tiempo de silencio”, inteligentes ambos, presentaban en la librería Gil una nueva edición, ilustrada por el primero, de la novela que, en 1962, cuando con 16 años yo aterrizaba atónito en Madrid, “el foro”, a estudiar Preu, en la gris, triste España de Franco, lo mismo que el equipo de Santiago Bernabeu, Di Stéfano, Puskas y Gento me había generado autoestima al mostrarme, niño, que desde años atrás éramos, como aún hoy, capaces de ganar, serios, a cualquiera, me permitió comprobar con su -para mis 16 años de entonces- difícil lectura que en la misma triste España había lugar para la inteligencia y pude en persona agradecer, de nuevo, a El Roto su diaria editorial/viñeta, tan ajena a este El País y a Luis Martín-Santos hijo, lo que, avatares de la vida, no pude transmitir a su padre.

Carroñeros (los molinos y los que, de espaldas miran obras -ilegales- en El Escudo) y mentiras

Han pasado muchos años, los tribunales han anulado la primera autorización de un polígono industrial eólico, ¡50 Mw! de esos sobre los que El Delirio Montañés miente y miente repitiendo que ya están casi implantados y hoy, en la España cutre, muy cutre de la ley mordaza y la corrupción rampante de Sánchez el Malo y su troupe, el 14, día en que entré en el tramo 80 de mi andado camino vital, un amigo me enviaba el recorte de la página 33 de tal Delirio -de igual cuadra que el gigante Iberdrolo- del día anterior, 13, domingo en que, bajo el feo busto fotográfico de un sujeto con cara de antiguo, gafas, chaqueta y corbata, hay una “Opinión”, prístina imagen de lo que nos ahoga, titulada “El bucle ecologista” y subtitulada, con estéril ofensivo afán, “Los mismos conservadores -¿será ‘conservacionistas’?- que exigían poner punto final a las centrales de carbón, fuel y uranio para sustituirlas por -olvidó escribir ‘las de’- el viento y el sol  presentan una riada de alegaciones contra los parques eólicos y las placas solares”, maliciosa, agresiva estupidez que corona con un postrer, lapidario párrafo, respuesta de mente enferma a su propia pregunta, “¿Por qué?”, con un para qué, “Quizás para que no quede en evidencia la diferencia de nivel de bienestar entre los países capitalistas y democráticos y las dictaduras comunistas”. ¡Uf, y -siendo así, difícil de explicar- le dejan escribir -y lo publican-, aunque sea en un delirante panfleto!

Debiera ser de lectura obligatoria

Son estos, desde hace mucho, lo explicó muy bien, biográfica, Lillian Hellman, amante/sostén de Dashiell Hammet, ambos víctimas del siniestro McCarthy, “Tiempos de canallas” cuya ignominia remarcó Ring Lardner Jr. en “Me odiaría cada mañana”, para que quien hoy escribe esas cosas contra todos en apoyo del gigante Iberdrolo sea el mismo que, ¡no cambian!, si acaso a peor, sin que, más reciente que de lo de los doloridos tataranietos de asesinados en las cunetas, lo recuerde nadie, cuando el luchador PCE aún  -por impulso de, entre otros, la recién vuelta de vacaciones PSOE- era ilegal, coleteaba el proceso 1001 contra la dirección de aquellas CC.OO, en las cárceles se pudría gente de Marx o el fascismo tiroteaba -matando- a abogados laboralistas, en un medio de aquí, una gacetilla de MAC, reporter Tribulete, señalaba que en la calle Castilla 11, Santander, el PCE, no las CC.OO., tenía un despacho laboralista –pagado por mí, con dinero de Rosa, hoy fallecida, y mío- y en aquellos 70s, con padres conservadores, una mujer muy joven asustada, es lógico y dos niños de menos de 5 años, me identificaba, junto a 2 personas más, como titular del mismo, infamia a la que, desde 1979, siguieron 30 años como director del panfleto que la iglesia regaló a los restos de UCD, para que, en 1983, se aliaría con lo peor del capital vasco, convirtiéndose en el dañino Delirio actual, pasando él, en 2012, con apoyo del gobierno regional y, ¡uf, atufa!, los Botín, a presidir/condicionar el Ateneo.

Bello edificio, 1937, del arquitecto, presidente del Ateneo Popular, Deogracias Mariano Lastra

El Ateneo Popular de Santander fue fundado en 1925 y arrasado, 12 años después, en agosto de 1937, tras entrar las tropas fascistas en la ciudad, dejando el ejemplo de su actividad y las huellas de un armazón sociocultural en la vida santanderina, de lo que, material, aún queda el edificio que, inaugurado en enero de 1937, planificó como sede social, su presidente tras Luciano Malumbres, marido de Matilde Zapata, o Manuel Llano, el arquitecto Deogracias Mariano Lastra para, tras años expropiado, hoy acoger esa cosa (im)popular que dicen -solo- Ateneo de Santander, al que me impide entrar el asco a la caspa de personajes como el que, contra la lucha de vecinos, pueblos de nuestro sur frente al caótico atropello del capital eólico, usurpa girones de lo que debiera ser libertad de expresión de todos para decir lindezas como la de su, sin pudor, admirado “capitalismo democrático” y el odioso, alejado de Marx “dictatorial comunismo” del que informó -¿alertó?- en tiempos canallas como este y, seguro, aún más peligrosos, diciendo -¿(pre)ocupado por los niños de África o por el gigante Iberdrolo?- que “todos los habitantes de la tierra -¿se referiría a La Tierra, quinto mayor planeta de los ocho del sistema solar?-, necesitan utilizar la electricidad”, lo que tratan de impedir, células leninistas, “grupos minoritarios, pero muy activos e influyente (…) para frenar el desarrollo”, lo que, con insistencia, él llama “pogreso”.

Coda sobre civilización.- Abre el sinsorgo su nimio análisis del “bucle ecologista” diciendo que “los avances de la civilización -¡ahí es nada!- se han producido por la aplicación del ingenio humano para mejorar -pásmense del popurrí- la agricultura, la ganadería, las artes y, en suma, poner la naturaleza al servicio de las personas” y desde El Delirio Montañés -subrayo lo de “montañés”- pontifica al afirmar que “en Cantabria -no en La Montaña- asistimos a una verdadera campaña para impedir la creación de parques -¿infantiles, inanes?, ¡ay la perversión del lenguaje!- de energía eólica porque agreden -¿sólo?- el paisaje”. Por fortuna -algunos- aún sabemos que, Ortega dixit, “no es eso, no es eso”.

Don José Ortega y Gasset, no Manuel Ángel Castañeda

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