Lo cotidiano.22
La gran falacia del SS Éxodus 47
Fernando Merodio
17/10/2023
Lejos de equidistancias, idea que
tanto molesta al cómodo equidistar, un horroroso dolor humano prolongado, vivo,
ilógico, inmoderado, genera inevitable, debe generar rencor contra quien,
injusto, lo causa.
La Biblia, los “libros“, de autor desconocido, vista por el cristianismo y otras creencias -¡ay! la fe- como fiel registro de la relación entre un dios al que sus autores decían Yahveh y los humanos, anunció el Estado de Israel en el Exodo, segundo de los cinco libros del Pentateuco, historia de un viaje bélico -así son ellos- de los israelitas con Moisés al frente huyendo de la esclavitud en Egipto, tras haber acordado con aquel Yahveh, además de diez plagas contra el Faraón y los egipcios, ir en grupo hasta el monte Sinaí, sur de Egipto, donde tal dios les prometió Canaán hoy, ¡cruel azar!, Palestina, Tierra Prometida, si cumplían sus mandamientos, de nuevo diez y otras normas, erigían un tabernáculo y, sobre todo, ganaban una guerra, por supuesto santa, que les haría dueños del territorio en que, tras arrasar a sus moradores, vivirían en paz; con tan hábil valedor, su proverbial apego al capital y que se instalaran como -únicas-víctimas del nazismo, ¿quién osaría oponerse a los viajeros?
Siglos más tarde, 2 años después de que acabara la II guerra mundial, yo tenía solo 1 año, el 11 de julio de 1947 un barco de pasajeros de apariencia cochambrosa pero muy sólido, con 118 m. de eslora y 17,22 de manga operado, determinante, por la armada USA, bautizado SS President Warfield y rebautizado ad hoc entonces SS Exodus 1947, fue usado, junto a otros 63 navíos, por Brichah, red clandestina del ya poderoso sionismo, para trasladar cientos de miles de -solo- judíos víctimas de campos de exterminio de los -no por ellos- derrotados nazis, donde había otras -de los 40/50 millones de muertos en la guerra mundial 6 fueron judíos- menos mimadas, una privilegiada migración que a fines del siglo anterior había iniciado tímidamente el sionismo, en 1947 obstaculizada -solo- por un tibio intento de bloqueo británico y en la que la sionista Aliyá Bet trasladaba, primero hasta el Mediterráneo y, luego, a Canáan, la Tierra Prometida por el dadivoso Yahveh -Palestina desde los romanos hasta hoy-, siendo tan influyente Sion que Otto Preminger dirigió en 1960, con inventado guion de Dalton Trumbo, perseguido por MacCarthy como uno de los ”diez de Hollywood”, un nuevo “Éxodo” y, para que no faltara de nada, interpretada por Paul Newman, Eva Marie Saint, Sir Ralph Richardson, Peter Lawford, Lee J. Cobb, Sal Mineo, John Derek, Hugh Griffith,…. con buscado impacto publicitario, todo ello financiado con dinero que, desde hacía años, mantenía la ilegal organización paramilitar, Haganá, 10.000 movilizados y 40.000 reservistas, enfrentada al Mandato Británico de Palestina, cuya sede, Hotel Rey David, volaban en 1947, crisis que cerró el sionista David Ben-Gurión creando en Tel Aviv el actual Estado de Israel, apoyado en injustas decisiones de Naciones Unidas que, con su ninguneo a los palestinos, en 76 años ha generado el mismo bienestar que -a nosotros- amnistiar en 1936 al egoísmo golpista catalán; así pienso y, quizás equivocado, no veo la equidistancia que nos quieren imponer entre palestinos y judíos.
El sionismo, capital/poder judío que, tras generarlo,
flota en el magma de la corrupción socio-política occidental, evidente en
Naciones Unidas, es promotor/responsable del abuso con que, pues lo decidió Yahveh,
insertó en un territorio de petróleo y capital árabe la cuña del Estado de
Israel -ocupación territorial abstracta ya intuida, en 1917, por Lenin en “Imperialismo,
fase superior del capitalismo”-, idea del judío húngaro Theodor Herzl, impulsor
en Europa central y oriental a fines del siglo XIX de un movimiento político
basado en, ¡uf!, un patriotismo nacionalista -que hoy aquí padecemos y Samuel
Johnson, siglo XVIII, definía como “último refugio de los canallas”-,
peligroso oxímoron de nacionalismo en ancestral diáspora o, lo que es igual, sin
territorio, contradicción que junto a -leer Marx- sus influencias, poder,... en
el capitalismo, generó hace ya tres cuartos de siglo la insoportable crueldad del,
no equidistante de nadie o nada, sufrimiento del pueblo palestino, un
sufrimiento cada día mayor, apoyado en una injusticia que se agrava con la
corrupción del nazi Benjamin Netanyahu, Naciones Unidas, Von der Leyden, el achacoso
jefe de USA que, con ambición global, se tambalea al andar, acosado por otro
anciano loco peligroso en un país de dementes armados,… y nosotros.
Hans Magnus Enzensberger, acude, en “Siempre
el dinero”, a Francis Bacon para advertir que el viejo, sucio papel
timbrado “es como el estiércol; si no se reparte bien no sirve de nada”,
pero permite que quienes hoy lo tienen en sus abracadabrantes formas sean, junto
a otros canallas, causa de la inhumana situación que viven (¿) las víctimas a quienes cayó encima el Éxodo en -la
que llaman- “la franja” y, ya que lo de Yahveh es mentira y los de Sión
lo saben, deben explicar por qué su diáspora justifica ocupar un territorio
lleno de capital(ismo) árabe del petróleo y pues, además de a lo sufrido por
muchos judíos, el nazional-sozialismo debe otras muchas disculpas, no veo, repito,
las equidistancias impuestas, siendo especial la repugnancia que me genera el
férreo apoyo germano de Úrsula G. Albrecht -tras casarse, feminista, Von der
Leyen-, aparente pacata que fue ministra de guerra, muy amiga del tendero
Sánchez el Malo y de su cajera Nadia, igual que ella (pre)ocupados en las
falacias del gran capital, FMI, BC, PIB,… y ahora, colaborando con Netanyahu, trampantojos
del dolor de millones con dos frases, “las despreciables acciones de Hamas
son el sello distintivo de los terroristas (…) y sé que la respuesta de Israel
demostrará que es una democracia”, para, abrazados todos, levantar, acaso, el
brazo con la mano recta.
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