Lo cotidiano.13
Mujeres y fútbol
Fernando Merodio
21/08/2023
Dice el
“progresismo” capitalizado,
siniestro, por Sánchez e impelido por el peligroso interés de El País, la Sexta y la SER, que el tinglado
económico fútbol, juego en el que el domingo ganó, cabeza abajo en Australia, un
grupo de mujeres españolas, marcará diferencias entre antes y después en la
historia de la, siempre perdida, lucha humana por la igualdad.
Escribió
Albert Camus, rotundo, que “tras muchos años en los que el mundo me ha brindado innumerables
espectáculos, lo que finalmente sé con mayor certeza respecto a la moral y a
las obligaciones de los hombres, se lo debo al fútbol” y yo, menos radical en
ello que el argelino/francés e influido por mi padre, solo sé que tener afición
y, sobre todo, practicar, no necesariamente fútbol, cualquier deporte, está
bien.
La terrible ola de fútiles cambios transversales que nos
anega hace que ya casi nada sorprenda y se debiliten las humanas y sólidas bases
de todo, entre ellas -en concreto- las del fútbol, a partir de que el
capitalismo, por supuesto “liberal-progresista”, que hoy lo ocupa
todo, fija tres formas muy distintas de acercarse a él: practicarlo como juego,
ser profesional en el negocio-espectáculo que, sin duda, se ha montado en su
torno o mirar -pagando- a los actores de tal espectáculo.
Por mis ideas -y, sin duda, mis limites- no fui profesional,
pero desde muy niño, corrí y salté, monté en bicicleta, jugué al fútbol, al
baloncesto,…, acabé, sin retirarme nunca, decenas de maratones, los míticos
42.195 m. que separaban Maratón de Atenas, con tiempos entre 3 h. y 3 h. 30’, 5
veces en New York, meca del correr por correr, algún triatlón, 100 Km.,…, fui
federativo amateur, durante años, en atletismo, el deporte rey y, rescoldo de
Di Stéfano, Puskas y Gento, que dieron color y, música a mi gris y acallada niñez
nazional, hoy soy rendido -e ilógico como todo hincha- seguidor acérrimo del
Real Madrid; siempre pagué por hacer deporte, no cobré 1 peseta/euro, lo he
practicado, con fatigoso placer y soy espectador del Real Madrid y todo el
atletismo, el deporte rey.
Lo tengo muy claro y mi visión del deporte, pienso que más humana, no tiene nada que ver con la de quienes palmean a las que parecen querer subirse, no al deporte, que está ahí, a la ola económica/medíatica del negocio/espectáculo que, desde hace tiempo y ahora exacerbado por Cristiano, Messi y algún otro mal ejemplo, es ese fútbol al que tan importantes virtudes atribuía el -casi- siempre admirable Albert Camus, al que, en este caso, pongo por delante a Juan, 4, 39, “Otros se fatigaron / y vosotros os aprovecháis de sus fatigas” o al Philip Roth de “Me casé con un comunista”, “(…) el pensar es la mayor transgresión de todas. El pensamiento crítico (…) es la subversión definitiva”.
Desde el 20 de mayo de 1979 corriendo el II MAPOMA, Maratón
Popular, siempre, Madrid, junto a miles de agónicos ilus(ionad)os, con el viejo
“cocodrilo” de vestir rasposo,
pantalón y calcetines ásperos del fútbol playero, zapatillas duras de futbito, las
uñas de los pies negras antes de caerse y rozaduras sangrantes en axilas, ingles
y tetillas; recuerdo el cansancio casi insoportable, unido a la excitación que las
endorfinas disparaban en la España en que todo era nuevo y la fatiga, enorme,
arrumbaba, un rato, las recientes y felices exigencias familiares, la mujer
joven y querida, los hijos, el duro oficio de vivir cada día, el temor a las
sombras del pasado reciente, “el Partido”,
el despacho de abogado, entonces casi clandestino, la ilusión de cambiar el
mundo; tan claro lo tenía, sigo sabiendo que correr, como todo deporte y casi
todo en la vida, es condición personal, preparación, estado de ánimo y, sobre
todo, correcta y sólida relación con uno mismo; por lo que cuando quien hace
deporte se pierde de vista y se somete a otros, a conveniencias, a excesivas
exigencias, a comodidad tonta,... desaparece la correcta relación
cuerpo-cerebro, tan evidente en los niños, y surgen síntomas neuróticos/psicóticos
que, ignorantes, injustos y crueles, llegamos a valorar como un fracaso, el
deporte, que es fatiga, evidencia, insoportable, que siempre son los mismos “listos” enfermizos, los que roban y se
lucran de la fatiga ajena; la vida; temo que pase con el fútbol y las mujeres.
Coda final contra corriente- Espero que
las 15 que vejaron a Vilda, incluidas Bonmatí, Batlle y Caldentey, catalanas
las tres, que, sin decir por qué, sí jugaron, aclaren qué habría pasado si,
como, caprichosas, dijeron, hubieran mandado ellas, me alegra que Putellas,
tras lesionarse, haya visto que, como el fútbol masculino, el femenino es ya -ella
dice industria- “negocio”, me gusta el peluche que,
imagen de juego, lleva mi paisana Athenea -¡un oasis su nombre!- a las pruebas y repudio el rabioso, ofensivo, inadmisible síntoma
de que la dañina Iberdrola, caos
climático, por financiar -supongo que- un poco, esté en todas partes, lucrándose
con lo de ellas y, por último, no tengo yo tan claro como capital, “progresistas”, medios y una cierta
mayoría que el rumbo de esto sea el correcto.
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