Lo cotidiano.6
La (in)justicia
Fernando Merodio
08/07/2023
La cotidianidad sobre la que hoy intento aportar algo me exige cambiar el
título previsto, “La Justicia”, por éste.
Según Platón, del que Alfred N. Whitehead
dijo que “la tradición filosófica europea
no es sino una serie de notas a pie de página de su pensamiento”, el hombre
accede a la idea de justicia razonando con experiencia, siendo justo quien, con
fortaleza, moderación y valentía, busca la verdad, nunca el débil, ignorante y
cobarde, constituyendo su República
un tratado sobre la justicia en el que afirma que para que un Estado sea justo
deben dirigirlo sabios, pues la justicia va unida al saber -no al sentir-, lo
que explica el grave problema actual.
Aristóteles
entendía como justo lo que era legal, equitativo y no solo un medio, equiparaba
moral a conciencia y “razón práctica”
a principios aplicados a la acción, siendo
desde Kant y el racionalismo que los calificativos morales solo afectan al
género humano, nunca a los objetos, solo el hombre es bueno o malo, moral o
inmoral, justo o injusto, no bastando legalidad para que un acto sea justo, exigiendo,
además, voluntariedad; lo que está sometido a castigo o premio no es moral ni
justo.
La vida
humana está marcada por la lacerante lucha que es la separación entre idea y
realidad, la percepción de que en la naturaleza hay valores morales, justicia,
bondad, altruismo, lealtad,…, constatando que tales valores en nuestra vida, en
la ajena, en la historia, no se hacen realidad y viendo que, intentando ser buenos,
no lo somos y, pese a buscar justicia social, triunfan injusticia y delito, puso.
Kant el saber científico al servicio de la moral, ya que tal saber, de forma
imperfecta, educa, realiza, mejora lo humano, haciendo que para el animal no dotado
para contratar -o sea, el resto salvo el humano- no exista lo justo/injusto y
el débil cobarde no pueda esperar/exigir justicia de quien es poderoso, pues
solo hay Justicia real entre iguales, valerosos, fuertes.
Lo hecho durante
siglos para definir tan humana idea es, aquí hoy, dilapidado por una “Abogacía Española” que, asilada en
rescoldos de rancio corporativismo totalitario ahora afligido por la mengua de
ingresos que le causan huelgas -solo- por dinero de jueces, secretarios,
funcionarios,…, difunde en los medios un -caro y poco claro- texto que induce a
confusión entre la alta idea de la -con mayúscula- Justicia, (pre)ocupación filosófica
histórica, y la llana noción de “servicio
público”, máquina de generar sentencias apoyadas, casi siempre sin debate,
en dudosas leyes que ha elaborado un turbio poder.
Justicia, injusticia, realidad,
reflexión, sabiduría, experiencia, verdad, fortaleza, debilidad, moderación, valentía,
equidad, “razón práctica”, legalidad,
premio, castigo, saber científico, valor, cobardía, igualdad,… son elementos
serios para construir la Justicia en un mundo injusto y lo hecho durante siglos
para decantar su humana idea, se degrada aquí hoy, se dilapida por esa “Abogacía Española” asilada en las secuelas
de lo levantado por lo peor de las huestes de Franco al crear, por decreto de
19 de junio de 1943, el ministerio de -lo que entonces llamaban- Justicia su “Consejo General” y fijando por orden de
14 de octubre, su composición, dejando, así, claro que, similar a ahora, ley no
era igual a Justicia.
Escribe la -en
el mejor de los casos- laxa “Abogacía”
que, en Madrid, “un juzgado de lo social
continúa exigiendo cita previa” -¿hay aún muchos burócratas que ya no la
exijan?-, que, con mayúscula, la Justicia “podría
considerarse al borde de la quiebra técnica” o que, cuando tal “Abogacía” factura mal a causa de la
huelga, “la situación es insostenible”,
sin que haya habido una queja seria -no todo el problema es la “violencia de género”- sobre que se prive
al varón de la presunción de inocencia o que los “progresistas” y sus cuentos chinos de “covid” y guerra, nos opriman con totalitarios decretos-ley o que,
sin necesidad de ir a los USA y hablar de negros, estos días sepamos, como
simple ejemplo, que dos marroquíes, uno de ellos ya muerto en la cárcel, fueron
condenados en 1992 como violadores pues un tribunal que entonces presidía la
hoy ministra de defensa, Margarita Robles, tenía prisa y no citó de nuevo a expertos
que, al no asistir al juicio, no peritaron que el ADN de agresores y
-declarados- culpables era diferente, etc., etc., etc.; El Roto lo define muy
claro en aquella viñeta en que un desgraciado, cualquiera de nosotros, agobiado
explica: “¡Buscando Justicia encontré juzgados!””
Coda.- Lo cotidiano injusto no aparece -solo- con, ¡tan evidentes!, el PP y Vox, lo hace -¡también!- tras la cochambre del trampantojo montado por la mercantil PSOE y esa Yolanda que, cada día más parecida a Isabel Tocino, para sumar, restó.
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