244 Los domingos cavilar
There is not time/No hay
tiempo
Fernando Merodio
06/11/2022
“No hay tiempo / (…) / No es momento para
tragar la ira / (…) / No es momento para la frivolidad, / porque se está
haciendo tarde / No es momento para vendettas privadas / No es momento de no
saber quién eres / Conocerse a uno mismo es peligroso / No es momento de
advertencias / No es momento de limpiar la placa / No hay que lamentarse de lo
sucedido / cuando el pasado se convirtió en destino” (Lou Reed)
“(…) tierras hoy inservibles mañana pueden convertirse
en útiles (…) De ahí la tendencia del
capital a extender su territorio (…) temiendo
quedarse rezagado en la fiera lucha por las últimas tierras no repartidas o por
conseguir un nuevo reparto (…),por apoderarse de la mayor extensión posible de
toda clase de tierras, estén donde estén y sirviéndose de cualquier medio” (V.I.Ulianov, Lenin. Imperialismo, la fase superior del capitalismo,
abril 1917)
Tempus fugit. Tengo dos hijos al borde del medio siglo que -por fortuna para ellos- no piensan igual que yo, a los que siento próximos y empujo una vida intensa que me ha dejado algún amigo, habiéndose concertado estos días unos y otros para acordarse de mí, enviándome el primer vástago una cariñosa nota y, encabezada por una foto de Greta Thunberg, la grabación, en inglés, de “There is not time”, “No hay tiempo”, de Lou Reed, 1989, del álbum New York, mientras, casi al tiempo, el pasado jueves recibía del segundo, con -discretas- disculpas por usar la odiosa Amazon, of course calentito, el enciclopédico “The climate book”, “El libro del clima” de la misma Greta, que enlaza opiniones de Thomas Piketty, Johan Rockström, Michael Mann, Naomi Klein, Margaret Atwood,…, coincidiendo ambos con un amigo carmuniegu nacido castellano viejo -hoy le dicen cántabro- y, por azar de la peculiar lógica con que se amojonan pastos y ganado, cabuérnigo, de vetusta edad pareja a la mía, con la -poca- escuela a que de niños iban los hijos de labriego, luego curtido en digno trabajo como medio de vida para él y su familia que le ha generado la seriedad culta de los tozudos enemigos de falsedad, injusticia, desigualdad,… que le hace aturdirme con una singular -más que lógica- defensa, no de la identidad, economía, lengua,… propias, sino del territorio.
Quizás pueda parecer excesivo lo que ya hace 33 años,
en 1989 cantaba Lou Reed, “There is not
time”, “No hay tiempo”, pero hoy es
evidente –y, lo siento, me parece- que está bastante agotado un ciclo en este
planeta, el de la raza humana que durante siglos han desoído las sabias razones,
de en especial, Karl Marx, sobre el error que era -y es- someterse al codicioso
capricho del capital, a los crueles capitalistas del 1% apoyados en corruptos políticos,
ignaros legisladores abúlicos, jueces venales o en exceso ineptos, medios de
(in)comunicación, escasa cultura, excesiva policía, sombrío ejército,…,
aparatos represores del capital contra ciudadanos -o lo que seamos- que culebrean
en el lodo limitados por tan eficaces aparatos que, útiles igual para liberales
que “progresistas”, usan contra
nosotros apoyados, como único argumento, en -vana, taumatúrgica- una única
palabra, “democracia”, abusando de
que, abúlicos cobardes, nos limitamos a votar(los) cuando ellos dicen, por lo
que, sin ser científico pero tampoco muy estúpido, tengo claro que -incluso los
que lo denuncian- todos nos engañan -¿nos engañamos?- al no ser lo desapacibles
que se debe al explicar clara y honestamente que nuestra egoísta desidia ha excitado,
hoy ya irreversibles, cambios estructurales que aniquilarán a gran parte -al
menos- de los 8.000 millones de, hoy, pobladores del planeta Tierra y los
ecosistemas, dificultando, en el caso menos malo, la supervivencia, si quedara
alguien, del resto.
No hay tiempo, y pese a ello nos distraen, porque les conviene,
con irrelevancias, aquí ahora, cualitativo, gráfico símbolo de lo que Hannah
Arendt, precisa, definió como insufrible banalidad del mal es la anacrónica “familia” Botín queriendo cegar .aún- más,
entre lisonjas, tras la tropelía que fue construir el arco, la luz de la calle
del Martillo, a la que quieren privar -tras haberla trocado en M. Sanz de
Sautuola- de sus vistas a la bahía por similar antojo al de las dos inconcebibles
oblongas cajas -defectuosas y aún hoy sin concluir- que liberales, “progresistas”, revillistas y T.S., aprobaron,
con grosera ilegalidad, arrumbadas en el centro de nuestro mejor muelle ciudadano,
siendo actual capricho del dinero convertir en vano almacén de -su idea del-
arte la sede en que antaño centralizaba su avaricia el banco que, al darse
nombre, mancilló perenne el de la ciudad; así pues, hasta que terminen de
hundir el Titanic global, ocupan, ocupan,… ocuparán sin saciarse, lo explicó
Lenin, cualquier territorio, siendo similar pero de distinto cariz la cateta
pretensión política de implantar, a imagen de “lo de Moneo” que fue excusa para demoler la antigua Diputación,
memoria histórica, edificio republicano simbólico en Santander, un pomposo MUPAC, museo urbano que desprecia a pueblos
señeros de la prehistoria, nuevo mamotreto ciudadano desproporcionado e inane
que, incluso acabado el tiempo, aún debiera exigir una larga y pública cavilación.
Más grave incluso, nuestro régimen
socio/político/económico/mediático, lo dicen democracia, nos ha tenido más de
dos años con la boca tapada, sin poder reunirnos y, pese a que -sin duda- sabe
agotado el tiempo, sigue ocupando -o dejando ocupar- hectáreas y más hectáreas
del territorio en destructiva tarea de construir carreteras para el dañino auto
individual, galerías y canteras que sirven a la urbe y destruyen lo rural, trenes
de alta velocidad que desprecian los pueblos, polígonos -Las Excavadas o La
Pasiega- que donan al capital el territorio que, roturado con sudor humano, nos
alimenta o, lo más actual, grandes polígonos industriales eólicos o
fotovoltaicos que, acumulando turbinas gigantes o paneles, enormes superficies
colmatadas de ellos, líneas de alta tensión, subestaciones, pistas, hormigón,
acero, plásticos, fibras, metales raros, … se publicitan como modelo de
sostenibilidad y -solo- son odioso 1% obcecado en el egoísta afán de la generación
energética para adueñarse del poder económico, político, social,,…, tal como,
preciso, lo describe -sin querer- el editorial de El Delirio Montañés, -siempre en- domingo, 18.09.2022, mezcla de
falso optimismo y augurios de derrota, al describir como “Retraso en energía eólica” sus afirmaciones de que, 1) “si nada se tuerce en la recta final (…) en
breve Iberdrola comenzará a instalar 25 generadores eléctricos movidos por el
viento”, optimismo rebajado al matizar que “la historia de la energía eólica en Cantabria es una secuencia de
frustraciones”, o que 2) “la
ampliación de la central de Aguayo (…) lleva años atascada y nunca termina de
resolverse”, o que 3) “tampoco se
optó (…) por otras ¡energías fósiles!”, tan sostenibles como gas natural o fracking, calificando como 4) “noticia positiva que se vayan levantando las
últimas barreras administrativas al mencionado parque”, todo ello trufado
del trampantojo/holograma/avatar de una inversión millonaria y unos empleos…
que todos sabemos falsos, gran noticia que el propio Delirio aguaba al titular el 28.09.2022 que “la Plataforma para la Defensa del Sur solicita a la Audiencia Nacional
paralizar el parque de El Escudo” y vincularlo al sobresalto de que “ayer -el 27.09.2022- estaba prevista la reunión de la Crotu, pero
en el orden del día no estaba el futuro parque y no se trató, a pesar de que
todo apuntaba que así sería”, pretensión anunciada a bombo y platillo por
el medio y la Plataforma calificaba,
rotunda, de “ilegal y delictiva”. Y,
a partir de tal frenesí, hasta hoy, todo es ominoso, culpable silencio.
A mi amigo carmuniegu, sabedor de que no hay tiempo,
le preocupe el territorio de todos, esencial para, mientras nos lo permita el
-escaso- sentido común, sobrevivir a la catástrofe que avanza, un territorio que,
con datos históricos, sabe que nos ha sido -y sigue siendo- arrebatado, no solo
por el rapaz capital, por nuestros propios vecinos y, de las decenas de folios que
me pasa manuscritos con mayúsculas, entresaco frases que, pues le conozco, sé que
son metáfora de la similitud gráfica que ve entre las amenazantes aspas de los molinos
y la yuca: “Cantabrum indoctum yuca
ferrenostra. Desde Octavio César Augusto, el 28 a.C. (…), en los últimos 2.000
años se han venido reduciendo los límites del territorio de los municipios, (…)
por los clérigos en 1833 (…) por el atropello continuo de su territorio,
cumbres, ríos, acuíferos, caminos comunales, ahora, los molinos,…” y, con
Lou Reed, me ratifico en que ya no hay tiempo.
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