viernes, 19 de agosto de 2022

233 Los domingos cavilar Sequía Fernando Merodio 21/08/2022

233 Los domingos cavilar

Sequía

Fernando Merodio

21/08/2022

España se seca” (Primera página de El País. 10.08.2022)

La contaminación provoca más muertes que la covid”. “La corriente más radical considera inviable una transición con renovables y defiende que la única forma de evitar el desastre es reducir el consumo de forma drástica” (Clemente Álvarez. El País 15.05 y 09.08.2022)

El inventario del mundo, inconcluso, estaba hecho de chatarras, / vidrios rotos, / escobas calvas, / zapatillas caminadas, / botellas bebidas, / sábanas dormidas, / ruedas viajadas, / velas navegadas, / banderas vencidas, / cartas leí, curiosa, no convencida al findas, / palabras olvidadas y / aguas llovidas” (Eduardo Galeano. “Espejos”)

Ya en el siglo XXI y para -casi- cerrar una Historia -casi- Universal que tituló Espejos, Eduardo Galeano enumeró un inventario general del mundo constituido por chatarras, solo cosas gastadas, cicatrices, dolores del alma, basuras, exacto resumen de vida vivida, enumeración parcial, dura que, él explica, en realidad elaboró, por mandato de Dios, Arthur Bispo do Rosario, negro pobre, marinero, boxeador y artista que murió, exhausto, en el intento de cumplir la orden divina, siendo cierto que antes, en 1881, Walt Whitman, autor cívico, poeta de Hojas de Hierba, profeta del hombre común en sociedad, como otros, hizo poesía con similar ambición que Galeano en las Memorias del Presidente Lincoln: “Oh, Capitán, Mi Capitán / Terminó nuestro espantoso viaje / El navío ha salvado todos los escollos, hemos ganado el premio codiciado / (…) / Mas yo con pasos fúnebres / Recorro la cubierta donde mi Capitán / Yace frío y muerto”, dañado por la desaparición del referente que, anciano combativo, explica en Sands of seventy, “Siempre los ojos anhelantes, los hurras, las manos dando palmadas de bienvenida, el aplaudo sonoro; / Siempre el alma insatisfecha, curiosa, no convencida al fin; / Luchando  hoy como siempre, batallando como siempre”, una llamada a que, perdido el timonel, cada cual haga inventario final de las chatarras generadas tras la vital lucha.

Sumidos hoy en lo que nadie ignora, ni siquiera los incapaces que -como aquí- (des)gobiernan el mundo, esa crisis climática que, en vano, se esfuerzan en ocultar tras -para ellos- útiles pandemias, reiteradas guerras, idóneas inflaciones y, presentes aquí ahora, recesiones sociales no futuras, una emergencia del clima mucho más grave de lo que quieren admitir, caos planetario que derribará, sin tardar, el andamiaje pueril de egoístas intereses construido cual prostíbulo con -falta de- ideas, derechos, libertades de la Ilustración y revolución francesa, traídas a pútrido saldo por Napoleón y la reacción burguesa, trocadas en opresión injusta de -casi- todos por pocos y motivo de prolapso del mundo en desigualdad, hoy existente entre poder e impotentes, capital y trabajo, occidente y oriente, norte y sur, arriba y abajo,..., que hace necesario, urgente que, ¡Oh, Capitán! ¡Mi Capitán!, surjan del fondo del pueblo sabios que, éticos, inventaríen las chatarras como -al parecer- Dios encargó a Arthur Bispo do Rosario e hizo público Galeano, de modo que, revolucionarios, volvamos a entender el mundo, valoremos lo hecho hasta ahora y hagamos frente a lo que, terrible, emerge.

EL ROTO 16/01/2015

¿Y que podemos hacer hasta que esos sabios surjan? Entre otras cosas, analizar y exigir el cambio de los protocolos con que dicen defendernos, acabar con las -y los- que, sollozantes, falsos suplican cambios, ayudas transversales, pues lo urgente no es el problema de esas -y esos- sino que, en especial, forzados, -casi- regalemos nuestra única fuerza, la del trabajo al capital corrupto que apoyan y potencian políticos lejanos y próximos que, además, no explican las finanzas, el negocio del banco, los ruinosos gastos superfluos, las sociedades diversas, directores, secretarios, asesores, amigos, familiares, sueldos,..., elaborar, como hicieron Arthur Bispo, Galeano, Whitman,…, un inventario general exacto de tan dañinas chatarras y si, como muchos pensamos, ahí radica parte esencial de la causa de nuestros problemas, intentemos cambiarlo y nos preparemos para cuando, más pronto que tarde, empiece a caer el entramado.

Con datos de “ellos”, estaría en el inventario de peligrosas chatarras los datos que da Jessica F. Green, catedrática experta en energía, que “Cien empresas -las que ahora dicen ir a resolvernos el problema- son responsables del 70% de emisiones globales” y aclara, quizás infantil, que “hay algunos malos y debemos centrarnos en ellos, pero son muy poderosos”, sabiendo que aquí cerca, intentando destruir nuestros montes, tenemos unos cuantos, o los de Manuel Planelles, El País, avispada biblia neoliberal, 19.05.2022, al advertir que “cuatro indicadores de la crisis climática - gases efecto invernadero concentrados, subida del nivel del mar, calor acumulado en los océanos y su acidificación- marcaron su nivel más alto en 2021”, o los de Clemente Álvarez, también El País 18.05.2022, cuando avisa que “la contaminación provoca más muertes -9 millones prematuras/año- que la covid” o, cerrando este breve registro enunciativo, la primera página y las dos interiores, otra vez de El País, 10.08.2022, al anunciar que “España se seca”, “las reservas de agua caen al menor nivel desde 1995”, e incluso zonas húmedas del País Vasco, Galicia o la sierra de Huelva, “seis comunidades sufren cortes de suministro”, mientras, por tranquilos que digan estar los ministros, “la predicción es que no llueva suficiente en los próximos meses”, añadiendo siempre El País, 15.08.2022, que ”las plagas globales -pandemias, clima, desigualdad, guerras, fiscalidad,…- arrodillan a un mundo incapaz de afrontarlas unido”.

EL ROTO 30/07/2022

En tal situación, Clemente Álvarez constata ambiguo el 09.08.2022, que “el discurso del colapso divide a los ambientalistas”, explicando que “colapso” es la “crisis energética” y falta de avances contra la emergencia climática e identificando, supongo, el engañoso, blando, poco gallardo adjetivo “ambientalista” con la designación -muy- parcial de quien, al hacer política, “defiende de forma activa el medio ambiente”, añadiendo que, frente a posturas afines al “sistema”, que dicen preferir el colapso, alguno piensa que, al ser el síncope “probable, teniendo en cuenta la inercia y que no seríamos la primera civilización que colapsa”, pues ya “26 civilizaciones lo han hecho antes que la nuestra”, ello lleva a concluir que, “si no reconocemos el problema, no vamos a poder enfrentarnos a él” y que “hacerlo obligaría a cambiar muchas cosas, no solo la manera de vivir a nivel individual”, por lo que, “como sistema deberíamos estar ya haciendo una transformación muy seria, muy rápida, que no se quiere o no se sabe hacer”, siendo solución -única- “estrategias colectivas políticas de transformación, sobre todo en la cuestión clave de la redistribución”, lo que, tibio, ratifica, pienso, lo que hace años, con mérito, reclama Greta Thunberg, acabar con lo sucio del capitalismo y reducir, de modo radical, el consumo, ¡cambiar el sistema!

Cavilo sobre lo práctico y concreto de aquí ahora, el origen de, entre otras alarmas, la sequía, ¡ay Repsol y Alsa!, en el -húmedo- territorio que a Revilla y otros convino segregar como Cantabria y en el que desde hace años, más de 12, intenta asustarnos con su -poca- fuerza la flor y nata del -inepto- poder político y energético que, tras que TSJC y TS anularan, por ilegal y dañino, “su concurso eólico”, 1.400 Mw, quieren ahora implantar más de 2.000 concentrados en propiedad comunal que intentan usurpar para sus turbios designios -lo explica V.I. Lenin en “Imperialismo: fase superior del capitalismo”- “las mayores extensiones posibles de toda clase de tierras, estén donde estén, sirviéndose de cualquier medio” y, así, parte de las 100 empresas causa del caos climático seguirían controlando la generación energética, tras -¿a cambio de qué?- pactar con “progresistas” locales y fascistas abrazados al terruño -antes con el PP- en nuestro páramo legal, sin Ley del Suelo, ni PROT, ni PSEC, ni Plan eólico,…, con la ilegal legislación estatal de emergencia ad hoc que propició la covid19, PNIEC 2021-2030, Ley del Cambio Climático, Tratado sobre la Carta de la Energía e ISDS o RD-ley 23/2020 y, tras cavilar sobre ello, reparto abrazos, río, felicito y aplaudo lo logrado -ejemplarizando- por la pequeña, sería y sólida Plataforma: en 12 años ni un solo polígono eólico concentrado en nuestro, ¡sí, nuestro!, querido, mínimo territorio.

Nuevos consquistadores nos robarán hasta el agua

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