sábado, 19 de marzo de 2022

211 Los domingos cavilar Asco Fernando Merodio 23/03/2022

211 Los domingos cavilar

Asco

Fernando Merodio

23/03/2022

La pequeña población se halla en medio de una gran llanura (…) Comienza con pequeñas chozas y termina con ellas.  Al poco las chozas son reemplazadas por casas. Empiezan las calles. Una discurre de norte a sur; la otra de este a oeste” (Joseph Roth. Descripción de Lviv, Lemberg, Lvov, Lwòw en “Judíos errantes” 1927

Lauterpacht nunca suscribió la idea de genocidio. (…), Lemkin temía que los proyectos separados de proteger los derechos humanos individuales, por un lado, y proteger a los grupos y prevenir el genocidio, por otro, estuvieran en contradicción. Podría decirse que los dos hombres se han anulado mutuamente” (Philippe Sands. “Calle Este-Oeste” “East West Street”)

La última sinrazón grave, la que hoy sufren inocentes ucranios  -y, sin duda, algún ruso- me recuerda un libro de tamaño más bien pequeño, pasta dura, color ladrillo pálido, con el título y nombre del autor troquelados en portada y canto, Hambre, en noruego Sult, y Knut Hamsun, que no sé por qué cogí de uno de las pilas en que mi padre -sin forma de biblioteca ordenada- amontonaba sus -bastantes- libros leídos en los más inopinados lugares de -nuestra- casa, mesitas de noche, suelo interior y techo de armarios de varios cuerpos, tras las puertas de las habitaciones,…, lo ojeé -y aún me sorprendo- con 11 ó 12 años, en los últimos 50 del siglo pasado, lo leí rabioso, irritado por las -para mí- irracionales, exasperantes elecciones con que su innominado personaje agravaba la miseria de su permanente -e injusta- falta de trabajo; el autor era, todo el mundo lo sabe, noruego, premio Nobel de Literatura en 1920, referente para Franz Kafka, relegado, como tantos otros, igual que Louis-Ferdinand Celine -lean si quieren su tesis doctoral como médico, Semmelweiss, 1936, simbólica fecha, sobre la egoísta estupidez humana-, por el feo particularismo que quienes, buenistas del -no- pensar dominante quieren ver en sus ideas sobre los nazis y Hitler; lo busco hoy entre mis -quizás no- bien ordenadas lecturas y no lo encuentro.

En lugar del hambre que padecía el ficticio personaje ideado por Hamsun, la sinrazón actual genera asco, emoción que en la cómoda, poco fiable internet se define “fuerte desagrado y disgusto hacia algo (…) que, a diferencia de otras formas menores de rechazo, se expresa mediante violentas reacciones corporales como náuseas, vómitos, sudores, descenso de la presión sanguínea e incluso el desmayo”, nacido en las amígdalas cerebrales, sistema límbico en que se procesan emociones, habiéndose probado empíricamente que, pese a que la capacidad de sentir asco es genética, innata, la condiciona la cultura, siendo tres los ámbitos en que, en especial en los años de infancia, se gestan las más asentados y comunes sentimientos de repugnancia en los humanos, la familia, la sociedad y los centros de enseñanza, reflejo del rechazo a la evidencia de nuestra condición animal y, por ello, mortal, producto de desecho que somos y, desde el peor narcisismo, provoca que algunos eviten contactar, además de con cadáveres, heces, heridas abiertas, enfermedades,…, con grupos sociales que consideran infectados por un grado de inferioridad histórica, como ciertos extranjeros, lisiados, pobres, homosexuales, judíos, negros, mujeres,…, irracional creencia que está en el origen de las mayores atrocidades humanas, entre las que la que ahora daña Ucrania motivaba la seria reflexión del filósofo Santiago Alba Rico en un artículo titulado “Papeles en blanco”, en el que, apoyando su frontal oposición a la “rusofobia” que desvía la atención del auténtico culpable, el autócrata, destacaba la irracional violencia de un momento en que, “en una calle de Moscú, un hombre solitario exhibía un papel en blanco y, tras negarse a doblarlo, era detenido por la policía”, violencia que asusta al pensador, más que por la brusquedad policial, por lo mucho que evidencia, en una sociedad -igual la rusa que la nuestra- dominada por el control plutocrático de los medios de comunicación de masas, un paso más en la opresión absoluta, “con brutal absorción de todos los signos en un campo semiótico sin fisuras”, muestra del camino que, nadie lo dude, recorreremos, si no hacemos algo, hacia la imposibilidad de disfrutar siquiera una mínima rendija para la crítica, por simbólica, oscura que la denuncia sea y exigir gran valentía personal incluso la práctica del -en apariencia- poco agresivo acto de mostrar en la calle un papel en blanco.

El senil anciano que, políticamente, los USA han capacitado para presidir -¡lo ha hecho hasta Trump!- el riquísimo país causante -a partir de su supuesta revolución democrática, la Guerra de la Independencia respecto a Gran Bretaña entre 1775 y 1781, a la que derrotaron en Yorktown y con la que pactaron en Paris- del dolor, daños, injusticia, desigualdad, crímenes,… en sus -muy numerosos- enemigos del planeta Tierra, pide, con desfachatez impune que, por hechos del conflicto imperialista que sostiene con ellos, Putin sesa declarado “criminal de guerra”, autor, supongo, de “crímenes contra la Humanidad”, concepto, el primero, que depuró Hersch Lauterpacht analizando la -excesiva- peculiar barbarie que significó el Nazional-sozialismo hace casi 80 años desde la Universidad de Lvóv, Lwów, Lemberg, la Lviv, hoy bombardeada ciudad de Ucrania, unos USA con el poder preciso para abusar hasta el esperpento y lograr que alguien tan criminal y aterrador como Henry Kissinger, que planificó lustros de políticas asesinas en Argentina, Chile, Uruguay,…, años plagados de detenciones, traslados, torturas, desapariciones, muertes de decenas de miles de “subversivos comunistas”, ideólogo de la llamada “operación Cóndor” de la CIA en las décadas de 1970 y 1980 en el “patio trasero” de esos -y estos- USA, promotor de las criminales intervenciones del imperialismo más colonial en la Angola independizada por Portugal y apoyada por Cuba, en Rhodesia, en el Sahara Occidental -ayer traicionado por la mercantil PSOE en España-, a favor de Marruecos, patrocinador de los Jemeres rojos de Pol Pot en Camboya, promotor del apoyo a Pakistán en Bangladés,…, palmarés que muestra una mínima parte de los evidentes méritos juntados para que el prócer que, fielmente, definió Gore Vidal como “el mayor criminal de guerra que anda suelto por el mundo”, recibiera el 10 de diciembre de 1973, no la infamante, grave condena que el leader político de sus compatriotas pide ahora para Putin como criminal, sino el -muy- (des)prestigiado premio Nobel de la Paz; sin duda, produce asco.

EL ROTO 06/12/2021

Como también produce asco la avalancha de -ficticia- solidaridad con las cercanas víctimas de nuestro mismo color de piel, ucranianas, que es en realidad muestra del temor que, por su proximidad y similitud, genera pensar en nuestro futuro, miedo por lo nuestro, solidaridad que no practicamos igual -ni mínimamente- con los indefensos inmolados -con tonalidades de piel y formas culturales distintas de las nuestras- de los diversos modos de muy injusto, cruel, abusivo imperialismo, por ejemplo el cruento genocidio, crimen contra la Humanidad que sufrieron entre 500.000 y 1.000.00 tutsis masacrados en 3 meses por machetes hutus hace menos de 30 años en Ruanda y si, de verdad, no tememos vomitar, repugnante y justificado, incluso el pus que genera nuestra propio sistema inmunitario sería bueno que, con los “capitalinos comunitarios” belgas de Bruselas a la cabeza, todos nosotros junto a la iglesia católica, el lúbrico presidente Clinton, la (in)útil ONU, la totalidad de los ilustrados habitantes de los países de la democrática Europa, ridículamente satisfechos de habernos conocido y engañado con lo maravillosos que -ilógicos- nos sentimos, repasemos los aterradores hechos ocurridos, con -casi- todos nosotros en cómplice silencio, entre el 7 de abril y el 14 de julio de 1994 en aquella Ruanda, los comparemos con la reacción respecto a lo que ocurre en Ucrania… y sintamos asco, abisal, lógico asco de nosotros mismos.

Coda final sobre lo que la sinrazón nos acabará legando, como lega bombardeos en Lemberg, Lvóv, Lwów, que fueron la misma Lviv, hoy hostigada ciudad de Ucrania.- El peleado derecho fundamental a la huelga, artículo 28.2 CE, subversor del injusto orden que nos hace desiguales y que, por ello, Franco negaba a quienes -sin tenerlo reconocido- luchaban para imponerlo, ¡eran “comunistas”!, ahora se intenta recortar imputándoselo a “antisistemas” e, incluso, a “ultraderechistas”, y da asco.

EL ROTO 25/11/2021

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