174 Los domingos cavilar
J'Accuse
Fernando Merodio
04/07/2021
"Dice que no habrá referéndum, pero también
dijo que no habría indultos. Denos tiempo" (Gabriel Rufián
respondiendo en el Congreso de los Diputados a la afirmación de Pedro Sánchez:
"Nunca. Jamás. No habrá referéndum
de autodeterminación")
"(...), cuando uno encierra la verdad bajo
tierra, se amontona allí, con una fuerza tal que el día en que estalla, hace
que todo salte con ella." (Del alegato "J'Accuse" publicado en la primera plana del diario L'Aurore por Emile Zola el 13 de enero
de 1898, en favor del capitán Dreyfus)
Alguien dijo que los “intelectuales” son “filósofos
mundanos” que conocen de lo que precisa la razón humana, “pensadores que intervienen en la escena
pública intentando provocar debates y extender ideas”, nutridos por la Enciclopedia previa a la Revolución
francesa cuyos 35 volúmenes, al solo explicar ideas, provocaron ignaras chanzas,
acalladas por el prestigio social de su segunda edición, haciendo afirmar a Thomas
Carlyle, casi un siglo después, que “fue encuadernada
con la piel de quienes se burlaron”; Voltaire dibujó el tipo del "intelectual", Zola con su “J’Accuse” lo llevó a la prensa, Gide le
dio un toque demoníaco y Sartre, aquella izquierda, lo elevó hasta la cúspide, desde
donde en 1968 inició el declive hasta hoy; en todo caso, se trata de un poder
real que, si grita en un concierto para defender algo, su prestigio hace que la
voz influya, se oiga y aquella influencia crezca en espiral, redoblada por la
fuerza de su limpio poder con apariencia débil y mucho que perder, como evidenció
Zola al poner en entredicho y acusar al Estado y sus poderes, al ejército y la
Iglesia, a los medios de comunicación y la opinión que crean,… con su valiente acusación
contra un sistema al que, frente a viento y marea, derrotó, logrando que, sobre
la mentira del poder y sus secuaces, soportes del tinglado, ganara la verdad, si
bien, pese a vencer, tuvo que sufrir insultos, descrédito, juicios injustos,
condenas a prisión, exilio,...y una muerte, en 1902, aún no aclarada, todo ello
amenaza disuasoria para el resto.
Rafael Chirbes, autor de la aconsejable novela
“Crematorio”, decía hace años en los
cursos, evidente despilfarro, de la UIMP que su generación, la mía, “fue esperanza y, sin embargo, ha dejado un
país de corrupción y cemento” -y cosas peores-, no sólo herencia del muy
útil -utilizado- "franquismo” -al que, mientras vivió el general,
solo se enfrentaron los comunistas-, ponzoñoso legado que no es “mérito” exclusivo de la reptante derecha
encarnada en el PP, sino que quien sentó sus sólidas bases, con fruición
incluso, fue la infecta PSOE de González, empresa del Gal, Filesa, los Guerra,
Vera, Barrionuevo, Corcuera, Solchaga, Salanueva, Mariano Rubio BOE, Banco de
España y tantos otros, una mercantil hoy encarnada -aferrado a su poltrona- en Sánchez,
títere del peor, más peligroso y egoísta nacionalismo pequeño, cotejo de por
qué afirmó Chirbes que “la
responsabilidad civil de la literatura y su capacidad para intervenir en la
sociedad” son virtudes sin las que escribir es “acto inane”.
Si aquí ahora mínimos nacionalismos codiciosos,
tan odiosos como el que durante cuarenta años impuso el "generalísimo" -por fortuna,
aquellos no tienen su poder para hacernos tanto daño- nos dejaran espacio para
algo ajeno a la fangosa pesadez que es hablar y hablar de “lo suyo”, quizás algún “intelectual”,
si lo hubiera en esta España desnortada que se despeña, lanzaría un serio grito
equivalente al “J’Accuse!” valiente
de Zola, denunciaría cómo un gobierno -que se dice- de izquierdas empeora el
insano estado de desigualdad, burocracia, paro y temporalidad, legisla -desde
la sombra- a favor de las arbitrariedades y tropelías que convienen al poder
real de energéticas y bancos,…, aplica, con saña, la -ayer denostada- “ley mordaza” y genera el mayor, más
evidente recorte de libertades desde 1978, para disfrute de gentes como
Revilla, amamantadas en el totalitarismo, obscenamente nos engaña en la lucha
contra el “calentamiento global” y propicia
la desaparición de nuestra especie… y otras muchas, atruena con inclusivas
leyes demagógicas -casi todas superfluas- para alejarnos de la lucha por la
igualdad social que es precisa para acabar con todas las desigualdades, mientras
sus socios indultados se burlan y humillan a Sánchez -¡y, lo peo, a todos
nosotros!- con tabernarias chanzas sobre que el “referéndum soberanista” -solo- exigirá "tiempo" y, anécdota con categoría de serio síntoma, mientras
gobiernan -¿es cierto que gobiernan?- la PSOE y las de Unidas Podemos “la luz alcanza el segundo precio más alto de
la historia”, eso -y otras cosas- denunciaría aquí hoy Zola, siendo,
además, razonable que si el mundano filósofo fuera próximo a este pequeño sitio,
también sería leitmotiv de sus
acusaciones más serias, el -cada día más punible- derrote de los delirios del haragán
impostor de Polaciones y su superfluo (des)gobierno de cámara, incapaz de hacer
nada que no sea mendigar -sin éxito- en “Madrid”,
intentando ocultar la interminable ristra de dispendios e inconclusos bocetos
-ni iniciados muchos- que siembran nuestra geografía e historia inmediatas de
los más estridentes fracasos que -iluso- supongo en la mente de todos y, por
ello, no reitero.
Revilla Pantocrator
Es difícil, en cambio, no valorar el
multimillonario y doloso, último desmán fáctico y jurídico en que están metidos
el novedoso MITERD, ministerio para la transición ecológica, Marcano y Blanco,
“regionalistas” consejeros de
industria y medio ambiente, tramitando casi 2.000 Mw eólicos sin planificar y sin
la legal, lógica evaluación estratégica
del conjunto de polígonos de mamotretos, con la malicia anexa de que, ¡hace ya 7
años!, el Tribunal Supremo, al anular el chusco y malicioso “concurso eólico” de 2009, reprochó al
gobierno -que ya presidía Revilla- haber
"indebidamente omitido la evaluación
ambiental exigida para planes y programas con efectos significativos sobre el
medio ambiente", ineludible obligación legal para implantar 1.400 Mw, que,
¡a 12 años del “concurso”!, son más y,
cínicos, intentan incumplir el mandato tras la argucia de la dolosa desidia político-administrativa
de no proteger, injustificablemente, nuestro mínimo territorio con un previo "planeamiento" y una "evaluación ambiental estratégica"
de la masiva y dañina actividad energética eólica, tal como les exigió el TS, incumpliendo
también la orden de incluir las implantaciones masivas de turbinas gigantes dentro
de un “instrumento de planificación”
y no permitir, como ahora intentan, que los consorcios de promotores de -no se sabe
cuántos- polígonos sean los que, sin evaluación previa, planifiquen “de facto” el territorio y se apropien,
para destruirlo, de lo mejor de él, casi todo comunal, pues el Tribunal
advirtió que "es secuencia lógica y
obligada que el planeamiento preceda a la ejecución, siendo ésta la que debe
acomodarse a aquél", ya que lo contrario es poner el carro delante de
los bueyes y "supone la entera desnaturalización
del planeamiento como instrumento legalmente configurado para el diseño y
trazado de los actos singulares que deben acomodarse a él". Pese a
ocultarla, la verdad estalla; más claro, ni el agua.
Este domingo, con Rosa, triste bondad, a mi
lado y “a sus cosas”, sé que, como
otros trampantojos, “la roja” -ahora (marca)
blanca- será mínima alegría pasajera para ilusos y no frenará la muy urgente acusación,
leeré a John leCarre -"No se puede
ser menos inexorable que los adversarios simplemente porque la 'política' del
gobierno de uno es benévola, ¿no le parece?". "El espía que surgió del frío"-, escucharé,
repetida con insistencia, la hermosa aria de “El pescador de perlas” cantada por David Gilmour, ex Pink Floyd, y reforzaré la idea de que,
al ser miles los graves motivos para acusar duro exigiendo responsabilidades y
ser pocos los “intelectuales decididos”,
es preciso que empecemos a dar nombres y datos fehacientes en la obvia y ya urgente
tarea de desmontar, como hizo Zola, ese falso paraíso que, tras la muerte, nos ofrece
gloria y nos promete que las estatuas serán nuestras si cumplimos, sumisos, su
perverso mandato: “Sufrid, comed vuestro
pan seco, acostaos en la dura piedra mientras los afortunados duermen sobre
plumas (…). Dejad que los malvados ocupen altos cargos, mientras a vosotros,
los justos, os empujan al arroyo, (…)” y, viejo fatigado aun fuerte, cavilaré
sobre el más eficaz modo de llevarlo a la práctica y hacer pública la acusación
que propicie el desmontaje del falaz tinglado de los listos... y, enseguida, desmontarlo,
como hicieron los franceses, con toda la inexorable dureza que se merece.
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