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Los domingos cavilar
¿Acaso
no matan a los caballos?
Fernando Merodio
25/07/2021
“- ¿Por qué la has
matado? -me preguntó el policía que iba sentado a mi lado. -Ella me lo pidió. -
¿Oíste esto Ben? -Es un muchacho muy servicial -dijo Ben. - ¿Es ese el único
motivo que tenías? - ¿Acaso no matan a los caballos?” Horace McCoy. "They
Shoot Horses, Don’t They?")
Horace McCoy, norteamericano nacido, como yo, un 14 de
abril, y cuya práctica experiencia de la vida, sensibilidad social y habilidad
para contar historias convirtieron en autor de hard boiled, serie negra
y a partir de su obra más conocida, They Shoot Horses, Don’t They? - ¿Acaso
no matan a los caballos? -, fue considerado gran retratista de la Gran
Depresión, oscuro período de la oscura y corta historia de los USA, concluía
esa novela, en 1935, con un duro diálogo, “- ¿Por qué la has matado? -me
preguntó el policía que iba sentado a mi lado. -Ella me lo pidió. - ¿Oíste esto
Ben? -Es un muchacho muy servicial -dijo Ben. - ¿Es ese el único motivo que
tenías? - ¿Acaso no matan a los caballos?”, explicación nacida de un
recuerdo de cuando, él niño, su abuelo mató a una yegua que se había roto una
pata y “el pobre animal no hubiera podido hacer ya nada bueno”, recuerdo
con el que Robert, el protagonista, justificaba por qué atendió la petición de
Gloria, “ella me lo pidió” y añadía “¿Por qué no hacerte ese favor?
Apenas apretar el gatillo del revólver y desaparece todo de tu vista: la ciudad
con sus luces neuróticas, las máscaras de Halloween, las lágrimas que
aprendiste a tragar. Caer al mar con tu carga de recuerdos, confundirte con la
basura de los hombres. Tu corazón no volverá a chillar como un pájaro
insaciable con la urgencia de Hollywood, no vendrán a negociar con tu sexo esos
extraños animales. Al fin Gloria, dormirás tranquila en el vientre de los
peces”; una inquietante novela que en 1969 Sydney Pollack convertía en
magnífico film del mismo título inglés, con Jane Fonda como Gloria y Michael
Sarracin como Albert, y que en España, siempre raros, titulaban "Danzad, danzad, malditos", que al tiempo del conato de
revolución de los espíritus que fueron los últimos años sesenta del pasado
siglo, mayo del 68, y usando la metáfora de los maratones de baile que, en
medio de la gran crisis, el hambre, el desempleo de 1930, exigían a los
participantes, jóvenes en general, la extenuación, casi la muerte a cambio de
comida, cama, asistencia médica, un premio a la pareja ganadora, (des)esperanza,...
y mostraban el -éticamente repulsivo- espectáculo de otros -más- necesitados -que
nosotros- exhibiendo el fracaso de su existir a cambio de nada, (de)mostrando -a
quienes gustaban verlo- lo absurdo que podía ser todo.
En 2008, otro tiempo aunque
cercano, Joaquín Sabina escribía en El
País -¿dónde si no?- “De
purísima y oro”, tópicos carpetovetónicos -que hoy, sin duda, negaría- dedicados a su
amigo José Tomás y al 60º aniversario de la muerte de Manolete a astas de un
morlaco que, sin que preocupara a nadie, también moría en el evento; se refería
Sabina a la “fiesta de los toros”, ajena a mi (in)sensibilidad e (in)cultura,
festejo que, junto a otros que no llegan a ser la borroka de que Sabina se
queja, no me gusta -pero tampoco pido su prohibición, antes de prohibir otras
cosas mucho más dañinas-, lo veo un disparate, una forma desigual, pública, de
transformar, sádicos, a un animal como nosotros en desagradable picadillo para gourmets, chocándome, entre tanto cariño hacia el amigo "artista"
y -muchos- tópicos, una pregunta del afamado cantautor entonces de “la zeta,
la ceja” y la subvención, pacifista y antibélico, “¿Cómo estar a la altura de la sangre?”, pregunta de la que, sin entender del todo
lo que quiere decir el rapsoda, me deja el -muy- desagradable pálpito de que, comparados
con el torero, nos lo pone muy difícil al resto, los ajenos a la sangre, a los
no -de ese modo- valientes, dejado llevar, sin duda, por lo que hasta entonces,
no ahora, decían bon vivants inteligentes como Welles y Hemingway, sabidas
mujeres como Hayworth y Gardner, diputados, concejales, funcionarios, banqueros
y magistrados, señoritos de postín, aspirantes a foto en barrera gratis total,
por lo que lo del juglar, el torero y la sangre lo vinculo a una sociedad
líquida y lo veo -muy- dañino para la mente, pues, si de sangre se trata, sin
ánimo de ofender, entonces -lindando con nosotros por el este- había "machos
más sanguinarios” que el torero, incluso menos ejemplares,
evidencia de tiempos en que, explicaba algún filósofo, (des)gobernaban -como
ahora- gentes analfabetas ágrafas, entonces de Zapatero, estulticia humana,
émulo del “héroes” de “Being
There” -"Estar allí",
libro aquí titulado de modo inescrutable "Bienvenido Mr Chance"-
de Jerzy Kosinski, luego recomendable film que interpretó Peter Sellers.
A partir de Michel Foucault, Giorgio
Agamben, Slavoj Zizek, Donna Haraway, Martha Nussbaum,... hay filósofos que
advierten preocupados que, para compensar la indefensión -real- que genera el
imparable desmantelamiento de las instituciones de protección del Estado de
bienestar y crear una -irreal- apariencia de servicio público, crece un mayor,
totalitario en la práctica, control político del Estado sobre la vida del individuo -abuso ahora
desatado con la disculpa del útil bichito-, que, so pretexto de mayor garantía
de seguridad individual, genera irracionales miedos que logran que el individuo
aplauda una -indeseable, odiosa- intervención pública -con lucro privado, por
ejemplo, tres pinchazos- que alcanza el insano éxito de que la natural vulnerabilidad
corporal sea -muy- visible y de apariencia tan reprobable que afecte a la
propia mente; lo que nos están haciendo con mascarillas, vacunas, pruebas,
represión sañuda,... va a ser -los pocos sensatos lo saben- irrecuperable. En tal
dirección, la España del meloso buenismo, el pensamiento líquido, el pacto con
lo inaceptable,… es terreno abonado para la manipulación por los bien-pensantes,
siendo evidentes las coactivas, represivas -pese a lo cual, cada día hay más
obesos mórbidos, más triglicéridos y colesterol,...- campañas sobre salud
individual, alimentación, tensión, alcohol, tabaco, ciertas drogas,..., que,
manejadas retorcidamente en la gravísima situación de crisis, crecen para, en
torno a los problemas reales más graves, acabar generando temores falsos que,
advierte José Luis Pardo, “a
fuerza de hacernos vulnerables a ellos, acabará convertidos en un negocio tan
rentable que los espectros se materializarán más temprano que tarde y se convertirán
en realidades ingobernables”:
Hoy domingo, pensaré en la vida
y la muerte, en mi cuerpo y el de Rosa, en cómo aniquilar canallas, me
refugiaré en Tosca, obra de Sardou que Illica y Giacosa adaptaron y
Puccini dotó de música, me recrearé en su aria “E lucevan le stelle” que, cantada por Giuseppe Di Stefano, para mi padre era el “Adiós a la vida” que tarareaba alto los domingos al afeitarse, apasionada
despedida de Mario, antes de ser fusilado, de su amada Floria Tosca; triste y
amable recuerdo de lo sencillo, el brillo de las estrellas, “e lucevan le stelle”, el olor a tierra, el chirriar de la puerta, el
roce de la arena, la fragancia de la amada y, sobre todo, el lamento del
amante, “¡Se
desvaneció para siempre mi sueño de amor, / la hora ha huido, y muero
desesperado, / (…) / y jamás he amado tanto la vida, (…)”. Cuerpo, vida y muerte, sentimientos, cosas
sencillas, naturales, optimistas pese al drama, si se quiere cursis, tan
antiguas que, visto lo visto y lo que nos queda por ver, son forma de enfocar los
problemas inviables en tiempos de Pedro Sánchez/Mr. Chance, del que sus medios,
¿quién si no?, a toda plana, exhiben a diario su afectada maligna ineptitud, que
en Bruselas provoca que se desconfíe del trato dado al “gran capital” con sus dudosos arbitrajes y laudos y sepamos que la “alarma” -TC dixit- fue -y es- una “restricción
de derechos de altísima intensidad”, que el llamado “dinero de Europa” son, en realidad, eurobonos de los que responderemos
todos, que Iberdrola & Co están
metidas “de hoz y coz” en ”lo de Villarejo”, que, pese a la
represión, viajamos en el furgón de cola en la lucha contra el “mínimo virus” y, la última guinda, que los
"bonos europeos" ya están
asignados y el presidente viajó a los USA, no a hablar con Joe Biden u otros
políticos, que ni le conocen, sino para ser visto -mérito de gran estadista-
guapo cual jefe de planta de mujer de “gran
superficie” o -alguien dice- con la belleza exhibida en su gira americana
por Sarita Montiel, a explicar a Black
Rock, fondo que domina Iberdrola,
Repsol, Siemens-Gamesa,…, que el “dinero
de Europa” será para él, así que, vista su ineptitud “para hacer ya nada bueno”, la pregunta clave es: “¿No matan
acaso a los caballos?".