domingo, 18 de octubre de 2020

126 Los domingos, cavilar 42 Covilación ¿Estado fallido? Fernando Merodio 18/10/2020

 127 Los domingos, cavilar

42 Covilación

¿Estado fallido?

Fernando Merodio

18/10/2020

España todavía no es un 'Estado fallido', pero no está lejos de serlo. Razón suficiente para que Europa finalmente despierte” (Friedrich Leopold Sell. "Neue Zurcher Seitung". Suiza)

Os lo digo, infelices..., cuando los grandes de este mundo empiezan a querernos es porque nos van a convertir en carne de cañón” (Louis Ferdinand Celine)

Es hija de un amigo, lee con interés de todo incluso, sin duda por cariño hacia su padre, mis cavilaciones escritas sobre lo que (nos) está pasando y, después de leer, piensa, se esfuerza, filosofa, incluso me envía amables comentarios serios, entre ellos el referido a una afirmación mía, descarnada, de viejo inquieto en exceso  y, quizás, melancólico con la que definía mi aquí ahora, como hacía Stefan Zweig con su "¡ver mucho, aprender mucho y sólo después aprender de verdad!" o Kierkegaard con su referencia para muchas reflexiones: “Sé que acabó el tiempo de las palabras y ha llegado el momento en que los hombres, pocos, deberán enfrentarse con hechos a la fiera”, a la que, sin quitar nada, añado “de nuevo”. Afirmación enteca y dura, tras la que subyace la pregunta que ya en 1902, en Rusia, tiempo y lugar duros, se formuló Lenin, dando título a un eficaz, breve y serio panfleto, “¿Qué hacer?” y su respuesta, conocer los hechos, argüir sobre ellos, buscar ansiadas certezas y “condiciones objetivas” -cuya supuesta carencia frenó tantas acciones-, actuar con quienes -casi siempre- pierden, hacer; escribir es simple modo de impugnar o, al menos, un intento.

La hija del amigo, temiendo parecer iluso eslabón cronológico, defiende creer “con fe de hierro en el tiempo de las palabras”, lo que, reiterado sobre temas importantes, parece cosa de joven madre lógicamente intranquila con el futuro anunciado por hoy que se apoya en aquel Nietzsche que quiso sellar el tiempo con palabras que son poesía y acción pura pues “revelan, hieren, abren, clausuran, gritan y acallan, interceden y apelan, corrigen y dan forma al sentido de la historia”, para continuar, en solemne salto, con opiniones de otros menos atendibles insistiendo, frente a mi convicción de imperiosa urgente acción, en que ha llegado el tiempo reflexionar para  decir y hablar -simplemente- en consecuencia”, lo que me parece menor, insuficiente.

Releo, tan actual aquí, “Gomorra”, reflexiones noveladas de Roberto Saviano sobre la Camorra y sus negocios, ¡sí, negocios!, que en la opresiva Nápoles dicen “el Sistema” y, al tiempo, ojeo “Diego y Frida” del Nobel J.M.G. Le Clèzio, otra cosa. Describe Saviano la "organización empresarial”, sangre y corrupción, ramificaciones en todo el mundo, droga, exportaciones chinas, explotación del hombre, cemento, paro, abusos,..., la vida; lo cuenta bien y, por hacerlo y tener éxito, paga el carísimo precio de la amenaza mortal que le hace ocultarse, explicando su relación con las palabras y hechos de la organización mafiosa mediante una inteligente afirmación que recuerda el sólido diálogo de John Berger con el subcomandante Marcos, “el miedo no lo provoco yo. Lo crean mis lectores. No les da miedo mi libro, temen que se lea”; lo de la excepcional pareja “Diego y Frida”, narrado por Le Clèzio, innovador en el uso de la palabra escrita, rebelde, admirado por Deleuze y Foucault, es bella explicación de cómo la sensualidad de la relación amorosa más intensa va unida -casi- siempre al sufrimiento, resumiendo en la poesía con música de “La Sandunga” -“¡Ay! Sandunga, qué Sandunga / plata mamá, mamá / Sandunga, tu amor me mata, / cielo de mi corazón. / ¡Ay! Sandunga”- la apasionada unión, “boda de un elefante y una paloma”, de Frida Khalo, hermosa, enferma, inteligente, tenaz y, a su modo, libre con Diego Rivera, comunista, devorador de mujeres, renovador del mundo del arte, muralista genial al que el peor capital encargó cubrir el techo del enorme hall del Rockefeller Center, New York, con una pintura sobre la historia del trabajo, que él tituló Hombre en la encrucijada, Man at the crossroads, en la que representó la crisis mundial, el debate comunismo/capitalismo y que, cuando estaba casi concluida, el propio Rockefeller, escandalizado, ordenó tapar con otra realizado por el catalán José María Sert, demodé y complaciente; la relación entre Frida y Diego muestra la distancia entre el amor, la palabra inteligente y sensual, el arte,... y la difícil, dura acción, evidente.

Frente a ello, hoy se hincha, engañoso, el valor de ciertas palabras, productos -que dicen- culturales, como la odiosa moda de “poner en valor” -dinero, por supuesto- todo, o, aún más, la pretendida “refundación” del dañino/corrupto sistema que sostiene al capital arriba, por encima de los valores, incluso de las -buenas- ideas, con sus falsas informaciones/soluciones de las plagas que en forma de -lo que dicen- pandemia o calentamiento global, quieren -de nuevo- imponernos los culpables ciertos, sin negros ni pobres en las fotografías; sobre ello advirtió, en el tiempo del peor totalitarismo, Céline, tan gran escritor como responsable de raros barullos nazis, al explicar, amargo y quebradizo, “Os lo digo, infelices..., cuando los grandes de este mundo empiezan a querernos es porque nos van a convertir en carne de cañón”.

Tiempo de desastres ciertos en que la voraz “progresía” próxima exprimió -e intenta agotar- los recursos del planeta, acrecienta las desigualdades y enriquece sin pudor, además de a sí misma, a los más ricos, mientras empobrece al resto y hoy nos agrede artera con la represión de -dicen- un virus del que nadie sabe nada -de cuyos dañinos efectos nos culpa-, mientras por la espalda… nos la intenta clavar doblada; tiempos de zozobra, sobre cuyo sombrío celaje Conrad noveló, en El corazón de las tinieblas, cómo los europeos corremos el riesgo de que nos arrastre el reflujo de una siniestra corriente marina que conduce al lugar de desazón en que no existirá incluso ni ese “progreso” que es consumo compulsivo, ni la -ignota- libertad igualitaria que debiera ser efecto del justo canje de nuestra mayor fuerza, la del trabajo, por salario, ni, desde luego, los derechos y libertades de la Ilustración y la Revolución Francesa,... y, tras la cruel derrota, solo quedará el sucio abuso del capital y ilógica fe de ahora en la -falta de- solvencia y honestidad de quienes allí -donde sea- manden,..., una amenaza real que, útil consumidora de lo inútil, España ha convertido en paralizante pesadilla.

Se habla de “Estados fallidos”, definición novedosa de inseguridad y falta de control  en la periferia mundial, en especial África, al aparecer nuevos países tras el fin de la “guerra fría”, que se da, estricto sensu, cuando ninguno de los tres poderes cumple con eficacia sus principales cometidos de garantizar las esenciales funciones para que impere la Ley, haya justicia independiente, seguridad en libertad, igualdad para todos en el acceso a las necesidades básicas, educación, sanidad,…, siendo, por sus  vaivenes, un peligro para el resto; se trata de una noción que, recientemente abierta a países desarrollados, muta en una, verbalmente menos agresiva, “fragilidad estatal”, situación en la que el profesor Friedrich Sell, en el Neue Zürcher Zeitung, influyente periódico suizo-alemán, se preguntaba ¿Es España un Estado fallido?, para responder “no está lejos de serlo” y añadir, aún peor, que ve “razón suficiente para que Europa finalmente despierte” y valore la forma de tratarnos en tal situación.

Y es que, aquí, los daños sanitarios y socio-económicos del enigmático/novedoso virus están entre -si es que no lo son- los peores de la UE y no se ve en el horizonte posible aptitud científica, técnica ni, desde luego, política para algún tipo de respuesta, es escandalosa -y no hay voluntad de mejora- la (in)correcta función judicial, el poder legislativo -Cortes Generales- está prácticamente inactivo y, caprichoso e ilegal, legisla el gobierno, generando caos, el “progresismo” ha trocado los territorios en campo de juego para golpistas, matones y listos, mientras paro, deuda, PIB,… descontrolados y con la forma de Estado tambaleante... sin alternativa, sin presupuestos desde 2018 y con el futuro en manos de “intelectuales fiables” y preocupada por “los españoles” como Iglesias, Rufián, Otegui, CiU o como se llame, el PNV,… hay riesgo objetivo de que la UE retoque -al menos los requisitos de- el dinero que -dicen- nos dará ¿Somos un Estado fallido?, ¿un Estado frágil?, ¿podemos confiar en gobierno y oposición?,… Responda, sincero, cada cual y decida si bastará con hablar o ya es preciso algo más.

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