127 Los domingos, cavilar
42 Covilación
¿Estado fallido?
Fernando Merodio
18/10/2020
“España todavía no es un 'Estado fallido',
pero no está lejos de serlo. Razón suficiente para que Europa finalmente despierte”
(Friedrich Leopold Sell. "Neue
Zurcher Seitung". Suiza)
“Os lo digo, infelices..., cuando los grandes
de este mundo empiezan a querernos es porque nos van a convertir en carne de
cañón” (Louis Ferdinand Celine)
Es hija de un amigo, lee con
interés de todo incluso, sin duda por cariño hacia su padre, mis cavilaciones
escritas sobre lo que (nos) está pasando y, después de leer, piensa, se
esfuerza, filosofa, incluso me envía amables comentarios serios, entre ellos el
referido a una afirmación mía, descarnada, de viejo inquieto en exceso y, quizás, melancólico con la que definía mi
aquí ahora, como hacía Stefan Zweig con su "¡ver mucho, aprender mucho y sólo después aprender de verdad!"
o Kierkegaard con su referencia para muchas reflexiones: “Sé que acabó el tiempo de las palabras y ha llegado el momento en que
los hombres, pocos, deberán enfrentarse con hechos a la fiera”, a la que,
sin quitar nada, añado “de nuevo”.
Afirmación enteca y dura, tras la que subyace la pregunta que ya en 1902, en
Rusia, tiempo y lugar duros, se formuló Lenin, dando título a un eficaz, breve
y serio panfleto, “¿Qué hacer?” y su respuesta, conocer los hechos,
argüir sobre ellos, buscar ansiadas certezas y “condiciones objetivas” -cuya supuesta carencia frenó tantas
acciones-, actuar con quienes -casi siempre- pierden, hacer; escribir es simple
modo de impugnar o, al menos, un intento.
La hija del amigo, temiendo parecer iluso eslabón
cronológico, defiende creer “con fe de hierro en el tiempo de las palabras”,
lo que, reiterado sobre temas importantes, parece cosa de joven madre lógicamente
intranquila con el futuro anunciado por hoy que se apoya en aquel Nietzsche que
quiso sellar el tiempo con palabras que son poesía y acción pura pues “revelan,
hieren, abren, clausuran, gritan y acallan, interceden y apelan, corrigen y dan
forma al sentido de la historia”, para continuar, en solemne salto, con
opiniones de otros menos atendibles insistiendo, frente a mi convicción de imperiosa
urgente acción, en que ha “llegado el
tiempo reflexionar para decir y hablar -simplemente-
en consecuencia”, lo que me parece
menor, insuficiente.
Releo,
tan actual aquí, “Gomorra”,
reflexiones noveladas de Roberto Saviano sobre la Camorra y sus negocios, ¡sí,
negocios!, que en la opresiva Nápoles dicen “el Sistema” y, al tiempo, ojeo “Diego
y Frida” del Nobel J.M.G. Le Clèzio, otra cosa. Describe Saviano la "organización empresarial”, sangre y
corrupción, ramificaciones en todo el mundo, droga, exportaciones chinas,
explotación del hombre, cemento, paro, abusos,..., la vida; lo cuenta bien y,
por hacerlo y tener éxito, paga el carísimo precio de la amenaza mortal que le hace
ocultarse, explicando su relación con las palabras y hechos de la organización
mafiosa mediante una inteligente afirmación que recuerda el sólido diálogo de
John Berger con el subcomandante Marcos, “el
miedo no lo provoco yo. Lo crean mis lectores. No les da miedo mi libro, temen
que se lea”; lo de la excepcional pareja “Diego y Frida”, narrado
por Le Clèzio, innovador en el uso de la palabra escrita, rebelde, admirado por
Deleuze y Foucault, es bella explicación de cómo la sensualidad de la relación
amorosa más intensa va unida -casi- siempre al sufrimiento, resumiendo en la poesía
con música de “La Sandunga” -“¡Ay!
Sandunga, qué Sandunga / plata mamá, mamá / Sandunga, tu amor me mata, / cielo
de mi corazón. / ¡Ay! Sandunga”- la apasionada unión, “boda de un elefante y una paloma”, de Frida Khalo, hermosa,
enferma, inteligente, tenaz y, a su modo, libre con Diego Rivera, comunista, devorador
de mujeres, renovador del mundo del arte, muralista genial al que el peor
capital encargó cubrir el techo del enorme hall del Rockefeller Center, New
York, con una pintura sobre la historia del trabajo, que él tituló Hombre en la encrucijada, Man at the
crossroads, en la que representó la crisis mundial, el debate
comunismo/capitalismo y que, cuando estaba casi concluida, el propio
Rockefeller, escandalizado, ordenó tapar con otra realizado por el catalán José
María Sert, demodé y complaciente; la relación entre Frida y Diego muestra la
distancia entre el amor, la palabra inteligente y sensual, el arte,... y la
difícil, dura acción, evidente.
Frente a ello, hoy se
hincha, engañoso, el valor de ciertas palabras, productos -que dicen-
culturales, como la odiosa moda de “poner
en valor” -dinero, por supuesto- todo, o, aún más, la pretendida “refundación” del dañino/corrupto sistema
que sostiene al capital arriba, por encima de los valores, incluso de las
-buenas- ideas, con sus falsas informaciones/soluciones de las plagas que en
forma de -lo que dicen- pandemia o calentamiento global, quieren -de nuevo-
imponernos los culpables ciertos, sin negros ni pobres en las fotografías;
sobre ello advirtió, en el tiempo del peor totalitarismo, Céline, tan gran
escritor como responsable de raros barullos nazis, al explicar, amargo y
quebradizo, “Os lo digo, infelices...,
cuando los grandes de este mundo empiezan a querernos es porque nos van a
convertir en carne de cañón”.
Tiempo de desastres
ciertos en que la voraz “progresía”
próxima exprimió -e intenta agotar- los recursos del planeta, acrecienta las
desigualdades y enriquece sin pudor, además de a sí misma, a los más ricos,
mientras empobrece al resto y hoy nos agrede artera con la represión de -dicen-
un virus del que nadie sabe nada -de cuyos dañinos efectos nos culpa-, mientras
por la espalda… nos la intenta clavar doblada;
tiempos de zozobra, sobre cuyo sombrío celaje Conrad noveló, en El corazón
de las tinieblas, cómo los europeos corremos el riesgo de que nos arrastre
el reflujo de una siniestra corriente marina que conduce al lugar de desazón en
que no existirá incluso ni ese “progreso”
que es consumo compulsivo, ni la -ignota- libertad igualitaria que debiera ser
efecto del justo canje de nuestra mayor fuerza, la del trabajo, por salario,
ni, desde luego, los derechos y libertades de la Ilustración y la Revolución
Francesa,... y, tras la cruel derrota, solo quedará el sucio abuso del capital y
ilógica fe de ahora en la -falta de- solvencia y honestidad de quienes allí
-donde sea- manden,..., una amenaza real que, útil consumidora de lo inútil, España
ha convertido en paralizante pesadilla.
Se habla de “Estados fallidos”, definición novedosa de inseguridad y falta de
control en la periferia mundial, en
especial África, al aparecer nuevos países tras el fin de la “guerra fría”, que se da, estricto sensu, cuando ninguno de los
tres poderes cumple con eficacia sus principales cometidos de garantizar las
esenciales funciones para que impere la Ley, haya justicia independiente, seguridad
en libertad, igualdad para todos en el acceso a las necesidades básicas, educación,
sanidad,…, siendo, por sus vaivenes, un
peligro para el resto; se trata de una noción que, recientemente abierta a
países desarrollados, muta en una, verbalmente menos agresiva, “fragilidad estatal”, situación en la que
el profesor Friedrich Sell, en el Neue
Zürcher Zeitung, influyente periódico suizo-alemán, se preguntaba ¿Es España un Estado fallido?, para responder
“no está lejos de serlo” y añadir, aún
peor, que ve “razón suficiente para que
Europa finalmente despierte” y valore la forma de tratarnos en tal
situación.
Y es que, aquí, los daños
sanitarios y socio-económicos del enigmático/novedoso virus están entre -si es
que no lo son- los peores de la UE y no se ve en el horizonte posible aptitud científica,
técnica ni, desde luego, política para algún tipo de respuesta, es escandalosa -y
no hay voluntad de mejora- la (in)correcta función judicial, el poder
legislativo -Cortes Generales- está prácticamente inactivo y, caprichoso e
ilegal, legisla el gobierno, generando caos, el “progresismo” ha trocado los territorios en campo de juego para
golpistas, matones y listos, mientras paro, deuda, PIB,… descontrolados y con
la forma de Estado tambaleante... sin alternativa, sin presupuestos desde 2018
y con el futuro en manos de “intelectuales
fiables” y preocupada por “los
españoles” como Iglesias, Rufián, Otegui, CiU o como se llame, el PNV,… hay
riesgo objetivo de que la UE retoque -al menos los requisitos de- el dinero que
-dicen- nos dará ¿Somos un Estado fallido?, ¿un Estado frágil?, ¿podemos
confiar en gobierno y oposición?,… Responda, sincero, cada cual y decida si
bastará con hablar o ya es preciso algo más.
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