122 Los domingos, cavilar
37 Covilación
La situación
Fernando Merodio
13/09/2020
”A la lealtad de ustedes responderé con la
lealtad de un gobernante del pueblo, con la lealtad del compañero presidente” (Salvador Allende. En la madrugada del 5 de
setiembre de 1970)
"Desde que los burgueses del siglo XVIII inventaron la noción de
'progreso' hasta su uso por parte de los doctrinarios actuales, siempre
albergué dudas. Ahora lo veo claro". (Félix de Azúa)
Como -casi- siempre que busco sentido
común en lo que me preocupa, acudo -entre otros pocos- a El Roto, rebusco entre
las carpetas -cronológicamente- ordenadas con miles de sus viñetas recortadas de
periódico hasta que encuentro una de 9 de octubre de 2008, que me parece
refleja lo que ahora ocurre, dos hombres, uno sentado, mirando lo que parecen dos
pantallas anguladas de ordenador o televisión: "La gente está furiosa con la situación", advierte uno, "¡Y eso que no saben cuál es la situación",
agrava, exacto y cruel, el otro; se referían a la de 2008, "situación" distinta a la actual,
pero ni mil palabras de la más sólida editorial explicarían mejor lo que
capital y políticos -como entonces- están haciendo con nosotros -también- ahora.
Igual que en 2008, nos engañan; mezclan,
entre otras cosas, salvajes. egoístas, conceptos económicos fundamentales a los
que Karl Marx, hoy aún vivo, aplicó el minucioso rigor de orfebre con que
analizaba ideas esenciales, por ejemplo dos tan evidentes como valor de cambio
y valor de uso, el valor que, por imposición social, se atribuye a las cosas y
su valor real, una confusión que, en situaciones de crisis -ficticia incluso-
llega a hacer inviable la convivencia humana con los -restos de- los derechos y
libertades del hombre-ciudadano, legado de la Ilustración y la Revolución
francesa; se ha evidenciado ya imposible la convivencia de nuestra profunda y
reciente base cultural y social con los excesos de la salvaje economía
capitalista, que nos impide convivir con
viejas tesis marxistas tan razonables como la del trabajo considerado como
fuente de todo valor, o la injusta desigualdad en la cruel compraventa de la
fuerza del trabajo por el capital, o la feroz, moral y económicamente
injustificable plusvalía, o la obvia lucha -latente- de clases,…, ideas que,
ante la injusticia cierta de los efectos y consecuencias de un -muy- simple
virus, debiéramos, sin duda, repensar para volver a ellas.
Acción, pensamiento, escritura y -muy-al
fondo el Derecho, medio de vida y -hoy- eficaz instrumento de muchos años de
lucha contra el injusto abuso y una situación tétrica aquí que, sean cuales
sean las sensaciones de frustración y agotamiento, no permite caer en sano
nihilismo de la exhausta suboficial Ripley, Sigourney Weaver, cuando, al final
de “Alien”. tras su claustrofóbica y
cruente lucha con el predador, se entregaba, pese a saber la guerra inacabada,
a un peculiar y -sin duda- merecido carpe
diem, “un deseo infinito de hibernar,
cerrar los ojos y que sea lo que sea”, pues lo que viniera iba a ser
inevitable; lo de aquí ahora es -para quien piensa- aún más siniestro pues,
como alguien razonó, “al frente de
nuestra particular nave ‘Nostromo’ ahora están quienes, por inconsciencia o
maldad, o ambas -me inclino por lo tercero-, me da lo mismo, fueron haciendo de la germinal larva esa cosa feroz
que ahora amenaza salud, puestos de trabajo, cuentas corrientes,… ”; en
todo caso, hay quien, con razón, piensa que solo se puede excluir de sufrir tan
grave riesgo al sabido 1%, debiendo incluir entre las víctimas a los siervos
desalmados que colaboran con el ínfimo porcentaje a forjar y alimentar la
dimensión letal del monstruo que, imparable, avanza contra nosotros, en una
situación en que, quizás, ya poco puede ser hecho.
No comparto la actitud que propone el
sabio, pero sí su diagnóstico, mucho más exacto que el de los “progresistas/populistas correctos“ que
dicen lo que todos quieren oír y auguran un final similar -e, incluso, más
equitativo y justo- al del “crash de 1929”
o la crisis financiera de hace 12 años, en el que, por supuesto, sobrevivirían
ellos con su -imitación- de poder y su casa con parcela y piscina llena de
agua, bien escaso, tal vez -aunque viéndolos tan cutres, me parece imposible- piensen
que adornados con la bella y fotogénica sonrisa melancólica de los ricos rebajados
de Scott Fitzgerald en los años 30, mezcla de déficit cultural, pérdida del
fascinante lujo, obsesión por el fracaso, problemas personales y una difícil -¡ay,
la violencia "de género"!-
vida de pareja.
Se engaña y engaña al resto quien así
piensa -y lo dice- pues lo de hoy es mucho peor, más peligroso, un virus
-dicen- se ha adueñado de un mundo en que el capital predador, alimentado por
-casi- todos nosotros, ha crecido paroxístico, poblándolo de mutantes, China, Rusia,
Países Árabes,..., metamorfosis inmune a la única -teórica- defensa de que
disponíamos, las libertades y derechos que nos decían iguales y libres; Slavoj
Zizek, en su preludio al libro "En
defensa de la intolerancia" cita a Heiner Müller, poeta y dramaturgo
alemán, "la primera forma de la
esperanza es el miedo, / el primer semblante de lo nuevo, el espanto",
situación en la que estamos, desnortados, asustados, sabiendo -sin hacer nada- que,
frente a la brutalidad que dicen liberalismo, "quizás fuera precisa una buena dosis de intolerancia, aunque solo sea
con la idea de suscitar la pasión política que alimenta la discordia. (...)
criticar desde la izquierda la actitud dominante y defender una renovada
politización de la economía". He dedicado -¿perdido?- la parte central
de mi vida en el desagradable mundo del Derecho injusto con -algunas- alegrías
y -muchas- penas, avanzar poco, en realidad retroceder hasta la situación
actual que deprime y enfurece, incomprensible, absurda, causada -dicen- por aquel
virus nacido -¿alguien lo duda?- de la delictiva ruindad del capital, al que ahora
-¡qué risa!- se enfrentan la codicia mercantil de Sánchez, Iglesias & Co y sus sucursales de provincias, aquí Revilla & el sonrisas; no es
economía, no es política, ¿pues, qué es?, pienso que es el primer semblante de
lo nuevo, que es el espanto.
Azúa tiene claro qué es "progreso" y, cosa de sus
pequeñas/grandes fijaciones lógicas, lo critica en quienes tienen como socios
-y, como a mí, tan mayor como él, le han quitado las ganas de ser "progresista"- a "herederos del terrorismo vasco" y
"reaccionarios catalanes"
que, entre otras cosas, "cobran en
negro de matarifes como Maduro o los ayatolás iraníes"; Savater, otro
septuagenario, se divierte al leer en su diario local que, alejados de la
escuela, ¡vaya a saber por qué!, "preocupa
la pérdida del euskera entre los niños tras seis meses sin clases",
niños que, según él siguen hablando hasta por los codos en castellano, pues el
euskera lo estudian y el castellano lo saben; Guy Standing, experto en estudios
del desarrollo y fundador de la Red Global de Renta Básica explica que los
expedientes de regulación temporal de empleo, ERTE, no han hecho nada por los
más vulnerables y afirma que ese dinero debe distribuirse más equitativa y
ampliamente para proteger a todos; son leves ejemplos de lo que está pasando a
nuestro alrededor, al tiempo de que, por ejemplo, Revilla, mientras nos tiene
confinados y silenciados con ilegal mascarilla, se empeña en llenar nuestros
montes de aerogeneradores gigantes, subestaciones, líneas de alta tensión,... y
aprobar -a traición- las leyes del Suelo o la que cambie Juntas Vecinales y
Concejos, para así él y sus lobbystas de
Industria y Medio Ambiente adueñarse y hacer lo que quieran bancos,
constructoras y corporaciones eléctricas con un territorio del que, hasta
ahora, un 75% es comunal y, por ello, lo administran aquellas Juntas Vecinales
y, a toque de las campanas de las solitarias, abandonadas iglesias, por los muy
viejos, útiles, democráticos,... Concejos Abiertos, participando todos los
vecinos.
El Roto, siempre sabio, el 9 de octubre de 2008, "aquella otra situación", mostraba un problema y al día siguiente, 08 de octubre de 2008 ya tenía remedio, otro hombre, vista al frente ante un micrófono anuncia con la mano abierta -simbólico- alzada: "Tranquilos, solo es un problema de números, y tenemos un cargamento de cifras para arreglarlo"; lo mismo que -ultraliberal, fascista, general- Pinochet decía cuando, a los tres años de que Allende, cirujano comunista chileno, pidiera lealtad, él lo asesinara en el Palacio -¿casual?- de La Moneda, y también igual que los que nos tiraron aquí ofrecen ahora "su" solución para "su caos"... ¡y hay quien quiere que los escuchemos!
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