84 Los domingos, cavilar
Pues sí, ¡joder, qué tropa!
Fernando Merodio
22-12-2019
"En un sentido corriente, la escritura es letra muerta, es portadora de la muerte, Ahoga la vida" (Jacques Derrida "De Gramatología")
"Nada enaltece tanto la autoridad como el silencio" (Augusto Roa Bastos. "Yo el Supremo")
"Ninguna historia puede ser contada. Ninguna historia que valga la pena ser contada. Más el verdadero lenguaje no nació todavía" (Augusto Roa Bastos. "Yo el Supremo").
"Yo el Supremo", 1974, narración que trata de promover una reflexión general sobre la corrupción a partir de acaecimientos reales desde la perspectiva de un dictador, fue escrita en el exilio por Augusto Roa Bastos (1917-2005), premio Cervantes que narra la simbólica historia de José Gaspar Rodríguez de Francia, dictador uruguayo (1814-1840), retratado mientras, en la soledad del poder, redactaba la Circular Perpetua, con la que, auxiliado por Policarpo Patiño, su no siempre fehaciente escriba, y sofocado por la purria que parasitaba su poder absoluto como Supremo, pretendía lograr el texto definitivo que, con gran relevancia pública, le permitiera consolidar tal poder mediante solo la palabra; es una excelente crítica a todo autoritarismo y un colosal monumento al mero discurso como intento de superar la realidad.
Contradictorio, el Supremo se mostraba, a su vez, descreído del vigor de la escritura, definiéndose "hacedor" y, pues escribir niega la realidad, detiene el movimiento y lo fija, reafirmaba su voluntad de acción política al afirmar "yo no escribo la historia. La hago. Puedo rehacerla según mi voluntad, ajustando, reforzando, enriqueciendo su sentido y verdad", pues "el relato no hace más que relatarse a sí mismo. Lo importante no son las palabras, sino los hechos que no están en las palabras y que precisamente rechazan las palabras", hasta desear "(...) leyes (...) contra los plumíferos de toda laya. Corrompidos corruptores. Vagos. Malentretenidos. Truhanes, rufianes de la letra escrita. Arrancaríase así el peor veneno que padecen los pueblos".
El narcisista pronombre Yo del título se refiere a quien, en primera persona, dicta su particular perspectiva sobre lo que ocurre, mientras que el adjetivo Supremo -"que tiene el grado más alto o no tiene superior en su especie"- nos sitúa ante alguien o algo desligado y -que, seguro que sin justificación, se considera- por encima del resto.
En el campo de la Justicia, que emana -dice el artículo 117 Constitución Española- del pueblo y en España se administra -lo dice el mismo artículo CE- por jueces y "magistrados independientes, inamovibles, responsables y sometidos solo al imperio de la ley", nos advierten -artículo 123.1 CE- de que la capacidad para sentenciar por escrito como Yo "superior en todos los órdenes, salvo lo dispuesto en materia de garantías constitucionales" es propiedad -exclusiva- del llamado Tribunal Supremo.
Pues bien, aunque lo diga la CE, tal cosa no parece cierta y el 1 de julio pasado, con el juicio ya visto para sentencia, ese -nuestro- Yo Supremo que, entre otras, tiene como función esencial garantizar la aplicación uniforme de la ley en el territorio español, antes de escribir -cosa inane para Roa Bastos y su dictador- la sentencia que valoró -jurídicamente- un intento de golpe de Estado -hecho político- que de modo grave afectó, perjudicó a todos los españoles, en base al artículo 276 del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea, TFUE, formulaba una innecesaria -la doctrina era unánime y favorable al TS- "una petición de cuestión prejudicial" acerca de si un tal Junqueras había adquirido el 13 de junio -día posterior al del final del juicio habido por hechos cometidos meses, incluso años, antes-, la condición de europarlamentario y si, por ello, era o no inmune, inopinada -y tardía- pregunta que evidenciaba una duda impropia y rebaja en un grado -o más- los méritos objetivos para considerar a tal Tribunal como el Yo Supremo en materia de impartir Justicia; pregunta innecesaria que vuelve a facilitar la manipulación por los independentistas, aturdidores mediáticos ante al medroso silencio del gobierno "provisional" de la mercantil PSOE, solo atenta a su continuidad/investidura, lo que podría haberse evitado -por "inmune" que resulte ser el reo Junqueras- habiendo dirigido "a la mayor brevedad", según el propio TJUE, un suplicatorio al parlamento europeo para suspender la inmunidad del forajido, una suspensión que, incluso pedida por la inútil España, hubiera sido imposible denegar.
Ese TJUE que informa a nuestro Tribunal Supremo, cuya sentencia (¿) solemniza una mínima cuestión incidental de carácter prejudicial -¿sobre qué?- y hace tambalear -¿con razón?- la confianza en la seriedad de nuestros órganos judiciales, es una corte política cuyos 28 miembros -uno por cada Estado de la UE- son designados por los gobiernos, constituyendo paradigma de su -escasa- credibilidad que la juez española, designada en 2014, sea una sobrina de Álvaro Lapuerta, tesorero del PP hoy fallecido, investigado por corrupción en el "caso Bárcenas" o que quien leyó la "opinión política" que rompe con la doctrina aplicada hasta hoy fuera el presidente del TJUE, Koen Lenaerts, belga flamenco con fuertes vínculos independentistas, siendo que, además, sus competencias -fijadas por legisladores europeos, tan malos y/o poco atentos como los españoles- colisionan con las de los distintos Tribunales estatales, generando con ello inseguridad jurídica y, sin duda, numerosas injusticias, lo que, además del escaso rigor al tratar en el juicio del procés tan serio asunto, evidencia, al tiempo de la escasa fiabilidad de tan importante como poco meditado órgano jurisdiccional. el nulo peso político real que nuestro provisional gobierno/empresa tiene en Europa, encelado en negociar con desleales que nos menosprecian y perjudican ante todo el mundo.
Las cosas con los desleales independentistas van mal, muy mal y habrá que estar atentos a la Sala del procés, presidida por el mismo magistrado que consideró que los trapicheos en los cambios de usos, concesión, edificación,... que permitieron construir en el muelle Albareda y utilizar el edificio al que -con vergüenza y riesgo- se le cae la piel a trozos no eran delictivos, cuando aborde importantes cuestiones relativas a la novedosa opinión del TJUE, en especial cómo aplicar el artículo 9 del Protocolo sobre privilegios (¡) e inmunidades de la UE a la situación procesal del cura trabucaire Junqueras desde el pasado 13 de junio, cuando el juicio sobre hechos suyos de años antes estaba visto para sentencia, y no sería lógico -ni tendría la ejemplaridad que se pide en el castigo a reos mucho menos dañinos que él- que fuera excarcelado, algo que, con razón o sin ella, generaría suspicacia a tenor de su incidencia en los lúgubres tratos que, para que no boquee su negocio, la PSOE tiene con ERC.
Quede claro que, bajo ningún concepto, las pasmosas pregunta y respuesta sobre la aparentemente "Suprema" inmunidad de un delincuente convicto y confeso, un peligro para el interés general, habilitarían la suspensión de un juicio concluido el día anterior, según la doctrina del TJUE, a que aquel fuera designado eurodiputado y menos aún su absolución, ni su caso resulta equiparable al del trasnochado "monkee" -comparen fotos- Puigdemont, al que con un suplicatorio se podría detener -al menos- en España.
Tan deprimentes avatares nos impiden preocuparnos aquí ahora del esencial problema del calentamiento global y el radical cambio de sistema que exige intentar aplacarlo, el lacerante paro, la pobreza y las desigualdades, la corrupción rampante, la ruina de las pensiones,..., de una izquierda usurpada por la mercantil familiar PSOE y unos populistas inquietos -no comunistas- que solo quieren -y saben, en masculino y femenino- medrar personalmente y, más cerca, de los desatinos del inepto fascista histórico Revilla, ahora dedicado -me dicen- a humillar a las -dignas- albarcas bailando con ellas puestas, o de los legisladores que no tipifican -clarísimo- lo que ocurre en Cataluña como un muy grave delito,... a lo que, muy reciente, se une un "Supremo" que aparenta no saber solicitar a Europa la entrega de forajidos evidentes o qué es la "inmunidad" europea, siendo todo ello razón sobrada para que, aunque los que -muy bien- viven en lo público atendieran a El Roto y nos dieran su -estúpida- explicación a lo que pasa, deberíamos gritar con Romanones lo evidente y cierto, ¡joder qué tropa!
El Roto, 21-12-2019
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