domingo, 20 de octubre de 2019

75 Los domingos, cavilar Sánchez Galán y el "procés" Fernando Merodio 20-10-2019

75 Los domingos, cavilar 

Sánchez Galán y el "procés" 

Fernando Merodio 

20-10-2019 

“No hay nada más nauseabundo que la procacidad con que los que hacen del dinero la única razón de vivir agitan regularmente el fantasma de la crisis económica -o, ahora, el calentamiento global-, y se revisten de austeridad para advertir a los pobres de que van a ser necesarios sacrificios 'para todos'” (Giorgio Agamben. "Medios sin fin. Notas sobre la política"). 

La gran preocupación, nuestro gran problema objetivo, el drama de nuestros hijos y nietos, que nadie lo dude es, distorsionado aquí ahora por el trampantojo en que ha trocado todo lo catalán, el del calentamiento global, el cambio climático, el veloz viaje hacia un planeta inhóspito con final, si no lo impedimos, en la sexta extinción global o como cada cual prefiera decirlo, que exige una urgente actuación estratégica y potente, mostrar a los culpables e impedir que consoliden el daño causado. 

Los medios de comunicación, artefactos de esos culpables, tienen otras prioridades. El domingo, 13 de octubre, al tiempo que, pasmados, esperábamos la sentencia -ya filtrada vergonzosamente entonces- del llamado procés, la revista XLSemanal del grupo Vocento -ABC, El Correo, antes Español, El Diario Vasco, El Norte de Castilla, Sur, Las Noticias, La Rioja, El Comercio, El Delirio Montañés,...-, poder real, editaba un burdo y muy caro panfleto publicitario, lavado de imagen, ocho páginas y portada para uno de sus dueños, el presidente de la purulenta Iberdrola, fondos -Black Rock, torva roca negra, Qatar,...- y poco más-, el monopolio siniestro del peor capital, Ignacio Galán, ¿por qué oculta Sánchez, apellido paterno?, que, en mangas de camisa, al estilo Iglesias, en New York, Central Park, con rascacielos de fondo, el poder de unos pocos, sintetizaba nuestra situación -no la suya- en primera página, "el movimiento juvenil para que hagamos algo contra el cambio climático es imparable", ¡vaya cara!, "ya no podemos seguir destrozando el mundo y la salud de la gente", reconocimiento implícito de que en el pasado lo hizo, añadía, ¡cínico!, que "la clave es no engañar", dejándonos, sin dar el paso a un lado exigible a los culpables, mareantes perlas: "estamos de acuerdo" con Greta Thunberg, "el calentamiento se está acelerando", "construir una central (¿) eólica o fotovoltaica lleva un año, pero conseguir los permisos son cinco años", ¿por qué no intenta hacerlo de modo legal?, para él, lo más duro en la empresa fue cambiar "a verde el color corporativo", ¡qué imaginativo!, "la buena noticia es que ahora, por primera vez, se ha hecho un plan energético nacional", o sea, la PSOE se ha plegado a Iberdrola, que "siempre ha tenido buena relación con los sindicatos" e, incluso, uno le pidió que no les dejara, "usted es de los nuestros", por lo que, "si los sindicatos no existieran, habría que inventarlos", también es sabido que con Greenpeace, tiene "muy buena relación, sí", etc., etc. Pelín burdo publirreportaje gratis -lavado de contaminante imagen- que le hace su periódico. 

No menciona, ni pide perdón por, entre otras muchas tropelías, su conocida e indiciariamente delictiva red de corrupción eólica, con 110 millones de euros gastados en altos cargos de la Junta de Castilla y León, las represas canallas con que desertiza Brasil, su abusiva y muy dañina forma de actuar, por ejemplo, en México, en el istmo de Tehuantepec, donde implanta ilegalmente miles de molinos en tierras comunales indígenas, corrompe políticos y amenaza a los pescadores, sus dueños y hay, incluso, como en toda Iberoamérica, muertes violentas entre quienes se oponen,.... 

Es inaceptable tal pretensión, lavar supurantes imágenes como la de (Sánchez) Galán, las de los corruptos fondos, los bancos, las petroleras, las eléctricas, los masivos urbanizadores y fabricantes de coches y aviones, la injusta Bolsa,...; no se puede consentir que generen simas de injusticia normativa, espacios arbitrarios que han colaborado a provocar la desaparición de la vieja izquierda y sus organizaciones sociales, impulsando su sustitución por esa cosa nefasta que llaman "progresismo" y es transigir, pactar, ceder,... ante todo y todos, la clase obrera ante el capital, la libertad de expresión ante el abuso de los medios de comunicación, el medio ambiente ante el desarrollo incontrolado, la ciencia ante cualquier opinión, el contrato social ante el interés egoísta,... 

Aquí ahora, como en todo el mundo, la generación energética y sus destructivos efectos se mueven en el ámbito que el filósofo Giorgio Agamben analiza a partir de la dramática experiencia de los campos de exterminio y su estructura jurídica, ejemplos perfectos del estado de excepción, en que todo está permitido, no existen los delitos porque no hay leyes, que es lo que ahora ocurre en la inmensa vergüenza en que ha devenido Cataluña, buen ejemplo del modo habitual en que, sin normas fijas y claras que nos hacen iguales, sin principios que nos vinculen y obliguen a todos, se imposibilita la acción colectiva, social, no hay política, y la lógica, saludable pregunta ¿qué hay que hacer? es sustituida por la parafascista ¿qué puedo hacer?; esa Cataluña en que, unilateral, una parte ve bien incumplir la Constitución que aprobó mayoritariamente, el contrato social cuyo respeto liga a género humano y civilización, esa Cataluña en la que el peor y hoy más cierto riesgo es que los frutos de los planes de repulsa/odio irracional inyectado en sus niños hacia el resto de firmantes de aquel contrato se les están empezando a pudrir y ellos sufrirán sus peores consecuencias. 

Volviendo al juicio provocado por tal situación, sorprende -y desmoraliza- leer que es un mérito que el juez Marchena haya conseguido dictar una sentencia unánime, en la que siete jueces han tenido que ceder en algo, sentencia que es fruto de acuerdos previos que hicieron que, supongo, ninguno de ellos firmara lo que consideraba resultado de aplicar las leyes a los hechos probados, sentencia que Jorge de Esteban, catedrático de Derecho constitucional, considera "precocinada, que no puede contentar a los juristas decentes que hay en España"; por ello, enemigo visceral de los "pasteleos", siempre he considerado humana/lógica/justa la, quizás poco "progre", sentencia que se fracciona en "votos particulares" y que, de haberse producido en este caso, habría permitido que algún magistrado hubiera explicado que el bien jurídico que los del procés pretendieron dañar no fue el orden público, protegido al tipificar el delito de sedición, sino -más grave- la Constitución, el contrato social firmado por todos, que intentó protegerse con el de rebelión y que tal intento de daño constitucional se perpetró 1) al aprobar las leyes de autodeterminación y transitoriedad jurídica que les habilitaban para romper tal Constitución, 2) al realizar el 1-O un -simulacro de- referéndum de autodeterminación, expresa y previamente prohibido por los tribunales y 3) al mutar la forma de Estado en República -ensuciando el concepto de ésta- y proclamar de modo unilateral su independencia, sin que, muy importante, se deba olvidar que la anécdota de que no lograran llevar a la práctica sus planes no elimina el delito, ni exculpa a quien lo ha cometido ya que, en sentido jurídico-penal, solo hay rebelión cuando fracasa, ya que si triunfara, sin duda, hablaríamos de otras cosas. 

El problema más grave y alarmante en el caso de la novela decimonónica sobre un bucle -al menos- tan melancólico como el de su primo vasco es que no hay solución, pues lo que hay enfrente, ese ente inventado y extraño con que los "progresistas" -de derechas, con carácter flojo y nivel mínimo- quieren negociar, se siente más catalán que cualquier otra cosa, incluso quizás solo catalán, lo que le convierte, ya he dicho, en algo melancólico apegado a una derrota histórica que él ha novelado y lo encierra en un insoportable bucle, maléfico laberinto que conduce a un siniestro supremacismo implícito que trata de ocultar pero, evidente, le tiene convencido de que todos sus miembros son -mucho- mejores que el resto de nosotros, lo que hace imposible cualquier debate lógico y serio que no nos conduzca al -por él- prefijado final de que el resto conceda al niño pijo, caprichoso y creído todo lo que pida. 

Lo de este -cada día más- inhóspito planeta y su destrucción, aún siendo urgente, exige más reposo.

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